Burlada

Incesto rural entre un suegro y su nuera.

Hola a todos, soy Ana y tengo 67 años, creo que no os habrán planteado muchas veces algo tan grave y vergonzoso. Vereis, somos una familia de agricultores, por lo tanto, tenemos el trabajo en el campo, vamos a ayudar en la recolección de las avellanas, almendras, aceituras y en la vendimia, que es todo lo que poseemos.

En la pasada recolección de las almendras, yo no pude ir porque me dolían las piernas debido a las varices. Se lo dije a mi esposo y me dijo que podía reemplazarme mi nuera, que tiene 43 años y vive con nosotros. Tenemos solo un hijo, Manuel de 45 años, que está trabajando en Alemania y solo viene por Navidad. Mi nuera, María, es dócil y obediente y aceptó de buen grado ayudar a coger almendra y llevarlas a casa para quitarles yo la cáscara ya que eso lo puedo hacer sentada.

Un día aprovechando que había despellejado todas las almendras que me habían traído y como eran las cinco de la tarde, me ha hecho ilusión ir a ver como estaban los almendros y, si podía, ayudarles un poco. Pero no vi ni a mi marido ni a mi nuera, no hice caso porque hacía tanto calor pensé que habían ido a beber agua fresca del pozo, y sin llamar ni nada me acerqué a la masía. Al llegar vi la puerta cerrada, empujé pero habían echado la llave. Escuché la risa de mi nuera y la voz de mi marido, aunque no pude entender lo que decía. Di la vuelta intrigada por detrás de la masía en donde hay un ventanuco pequeño que servía de respiradero del mulo, me asomé procurando no hacer ruído y me encontré a mi marido con su propia nuera en pelotas en el pajar que fue del animal y él con su gran verga que ya estaba lista para el ataque.

-¡Mira cómo me tienes!- le dijo mi marido, Manolo, a su nuera, y comenzó a acariciarle sus grandes senos. Se acercó a ellos y comenzó a lamer, chupar y morder. Manolo acostó a María en el pajar, en donde la tenía enteramente a su disposición. Seguía lamiendo mientras que la otra mano encontró su chocho. María no dejaba de gemir más y más. Entonces Manolo abrió las piernas de María y se acercó a su coño y comenzó a lamer e introducir su lengua en el agujero hasta que tuvo su primer orgasmo. En eso se incorporó y dijo:

-Ahora María te voy a penetrar. Lo voy hacer despacio para que no te duela, como siempre.

-Esta bien Manolo, pero hazlo rápido que no aguanto más - le respondió.

Colocó su pene en la rajita de su nuera y fue introduciendoselo poco a poco. María se quejaba en cada entrada. Hasta que de una sola embestida le introdujo toda su verga. María soltaba gemidos de dolor mezclado con placer y mientras se besaban apasionadamente y Manolo acariciaba sus tetas, comenzó a bombear. María comenzó a gritar y a gemir y lo abrazó con sus piernas.

-¡Sííííí! Dale más duro, mássssssss. Hazme lo que quierasssssssssss. ¡Ahhhhhh! ¡Mmmmmmmmm! ¡Soy tuyaaaaaahhhhhh!- Gritaba mi nuera.

-Dale, muévete zorrita, lo haces muy bien- le contestaba Manolo.

-Me gustaaaaaaa..... sigueeeeeee sigueeeeeeeeehhhhhh- respondía María

-¡Pareces una experta! Eres mía. Eres mi putita-

-¡Sííííííííí´! ¡Lo que tú digaaaassssss suegroooohhh míííííooohhhh!

Por los gemidos de placer total intuí que María llegó a su segundo orgasmo, dando un grito sensacional. Él sacó su gran polla y lo acercó a sus senos y comenzó a masturbarse con ellos y dejó caer toda su leche sobre sus pechos y también cayó parte en la cara de mi nuera, la cual limpió mi marido lamiéndolo.

Se echó a un costado y María le agradeció por lo que le había hecho sentir.

Yo me había quedado perpleja ante semejante escena, y saltándoseme las lágrimas, escuché como mi nuera decía: -Oye Manolo, ¿por qué siendo tan guapo, te casaste con Ana, tan gorda que parece una vaca?

Y mi marido le respondió: -Ahora es una vaca, pero antes era un bombón, ya ves, de bombón ha pasado a bomba.

No quise oír más y sin hacerme notar salí corriendo, sintiendo asco hacia los dos.