Burdel de esclavas
Esclavas, amos que las ceden por dinero? Un burdel, caprichos de los clientes, sometimiento, humillación, abusos... madama que castiga si no es suficientemente complaciente...
Al bajar las escaleras del salón veo que llevas un ceñido maillot negro, desde el cuello a los tobillos. Dependiendo de la luz que te dé es completamente opaco o totalmente transparente; además está abierto entre las piernas lo que permite ver el culo y el sexo depilado y anillado, los pechos salen del maillot a través de dos orificios que los oprimen, viéndose congestionados.
-Me lo he hecho especialmente para ti, para estar accesible en todo momento.
-Estás muy excitante.
-Me gustaría ir a casa de Verónica.
Al acercarte te toco el sexo.
-Por lo caliente que estás me parece muy buena idea.
Al subir al coche pones los pies en el salpicadero y te abres las piernas, comienzas a acariciarte. Al llegar al parque que está antes de la casa de Verónica me pides que pare el coche para bajarte.
-Me esperas en la casa? Me dejas hacerme una paja y darle gusto a todos esos viejos mirones?
Te bajas y comienzas a caminar, te tumbas bajo un árbol, abres las piernas y te acaricias los bordes del sexo que brillan bajo la humedad de tu excitación, coges una rama y te frotas con ella, las rugosidades te hacen gemir. Me quedo observando como se van acercando a ti.
-Luego tendrás que pagar por permitirte ser tan puta.
-Sabes que siempre estoy dispuesta a todo lo que desees de mi.
-Ja, ja. Lo sé. Eres demasiado puta para vivir sin humillarte delante de cualquiera.
-Es a lo que tu me has conducido.
Me miran para ver si les permito acercarse a ti. Pronto oyes como se van aproximando, te abres más para que te vean mejor, cierras los ojos para facilitarles el acercamiento, poco a poco se aproximan masturbándose, jadeas, los ojos cerrados, te metes la rama que sale mojada por tus jugos, no sabes cuantos son, ni que aspecto tienen, los oyes jadear, algunas manos te tocan, algún pene, el semen te salpica. Me marcho.
-Hola querido vienes solo?
-Ella viene luego.
-Me alegro que venga, ya ha habido dos amigos que han preguntado por ella y sé que la harán gozar, son dos buenos ejemplares.
-Y para mí que me recomiendas mientras la espero.
-Para ti, querido, y como sé tus gustos, tengo una auténtica yegua, de tetas tiene por lo menos 130, viciosa, le encanta hacer pajas con las tetas, que se la follen por la boca y tiene un culito que es francamente acogedor y si eso fuera poco disfruta como una puerca cuando la humillan.
En ese momento se acerca un conocido que ha oído la conversación.
-Y para mí?
-A ti te enviaré a su amiga en cuanto llegue, pero mientras te propongo a una zorrita que necesita en su coñito un miembro de buen tamaño, además es muy dócil, pelirroja y tiene unas tetas que te encantarán.
-Perfecto.
Al entrar en la habitación ambas están sobre la cama besándose y acariciándose.
-Qué te parecen?
-Me gustan ambas.
-Luego nos la cambiamos.
La mía es rubia con el pelo aleonado, labios gruesos, con un cuerpo exuberante, muy sensual. Le hago una señal para que se acerque, lo hace andando a cuatro patas contoneándose, al llegar a mí se frota como una gata contra mi sexo, la otra permanece en la cama, apretándose las tetas y frotándose el clítoris. La sujeto por la cabeza.
-Lámeme los pies.
Mira al suelo, mira a los demás, enrojece de placer, lame los zapatos, las suelas, hasta sacarle brillo, me los quita, lame los pies sobre los calcetines mientras se frota el clítoris, me quita los calcetines y lame los pies metiendo la lengua entre los dedos, los chupa como si fueran penes, al mismo tiempo se estruja las tetas y los pezones, gime.
-Hazle lo mismo a él.
Cuando acaba le digo que se arrastre hasta la cama, se eche sobre ella y se abra. La pelirroja abre las piernas creyendo que la otra la va a chupar.
-No, pelirroja, date la vuelta y ponte a cuatro patas, y tú puerca, ábrele el culo y chúpaselo.
El otro hombre se coloca delante de la pelirroja para que ésta lo mame, la mujer abre la boca para que se la folle como le gusta a la mayoría de los clientes y se prepara para recibirlo, el hombre no se hace esperar y entra en la boca sujetándola por la cabeza.
-Joder qué puta! dice el hombre
-Ja, ja. De que te extrañas? Aquí todas estás guarras vienen porque les gusta ser utilizadas como cosas.
-He venido poco.
-Ya te acostumbrarás. La mayoría son traídas por sus amos para ser entrenadas.
El hombre entra en ella hasta la garganta, las lágrimas afloran a sus ojos, a pesar de ello hace un esfuerzo y abre más la boca y trata de que el hombre llegue más al fondo, se mete también los huevos y lo mira para que vea como lo tiene todo metido en la boca hasta lo más profundo.
-Sus amos?
-Sí. Dinos perra tenéis amos?
-Ahora somos vuestras contesta la rubia dejando de lamer a la pelirroja durante unos segundos.
-Me gusta saber que puedo hacerles lo que se me antoje.
Las lágrimas corren por sus mejillas, él tiene que notar como las arcadas casi la hacen vomitar cada vez que empuja. La sujeta por el pelo y vuelve a follársela forzándola aún más.
-Lo que hayas pagado por hacerles, recuerda que son putas, no es así preciosas?
-Si amos.
-Estás casada yegua? le pregunto a la rubia.
-Sí, pero mi amo es mi amante. Yo soy una puta infiel feliz de trabajar para mantener a mi amo.
Nota como la rubia le mete la lengua en el ano limpiándoselo, nota el calor de la respiración en su culo y la lengua en su ano abierto, nota como saca la lengua para mojarla y volver a metérsela, la saliva le corre por la raja del culo mojándole el sexo que le arde. La rubia refriega la cara contra su agujero.
-Y tu pelirroja?
-No amos, mi novio es quien me hace prostituirme para que aprenda que soy una mierda para él.
-Guau! dice el hombre.
-Y lo amas?
-Sí, tanto que puede hacer conmigo lo que quiera.
Empujo a la rubia para que se aparte, cae boca arriba, abre las piernas y cierra los ojos, le pellizco los labios del sexo, hace el gesto de cerrar las piernas pero sin atreverse a hacerlo del todo, palmoteo su cálido sexo, le tironeo de los labios, se estruja los pechos, gimiendo se muerde los labios, no se sabe si de placer o de dolor.
-Cuando acabes con ellas puedes valorarlas y si no estás satisfecho serán castigadas.
-Cómo las castigan?
-Si quieres verlo puedes hacerlo. Incluso aunque te satisfagan puedes decir que no se han portado bien y lo serán.
-Pero
-No te preocupes, sólo son esclavas y no tienen derecho a protestar.
El otro hombre se corre en la boca y el la cara de la pelirroja, besa a la rubia mientras la pellizca, esta muy excitada.
-Mira lo buena que estoy, usa mi cuerpo.
-Trae los instrumentos.
La pelirroja va a un mueble de donde saca consoladores, corsés, látigos, esposas,...
-Vestiros.
Ambas se ponen corsés muy ajustados de cuero que le oprime el pecho levantándoselo, el estómago y la cintura, ceñidas y las caderas abombadas.
-Ven rubia, pelirroja ensalívate las manos. Ahora, amigo mío, verás como esta puerca se corre de gusto.
La pelirroja se acerca lamiéndose las manos.
-Tu, de rodillas.
Al oír esto parece como si una señal se hubiese encendido, los pezones de la rubia se endurecen hasta parecer de piedra. La pelirroja la empuja hacia adelante.
-Veo que ya has venido aquí varias veces me comenta el hombre.
-Y ya te lo ha dicho la madame, mi perra vendrás dentro de un momento para trabajar.
-También a ella la castigas si un cliente no está satisfecho?
-En ocasiones dejo que sea la madame quien le aplique el castigo que ella crea conveniente.
La cara de la rubia está a pocos centímetros de mi sexo, me desabrocho, la pelirroja comienza a meterle los dedos en el ano, aplasta su cara contra mí rehuyendo la mano que va entrando en ella, se retuerce gimiendo al ser forzada, jadea, llora mientras aferra mi pene erecto, lo masturba frenéticamente, lo chupa mientras la pelirroja consigue meterle toda la mano.
-Aunque sepas que es injusto?
-Eso no me preocupa, la justicia no es un concepto aplicable a una esclava.
-Pero eso se presta a los abusos de los clientes.
-Es algo que saben los clientes que pueden hacer, abusar de ellas todo lo que les parezca.
En ese momento entra mi amiga, se dirige hacia el otro hombre que está echado sobre la cama. El pene flácido y brillante por algunas gotas de semen que le limpia con la boca. Se refriega contra él ofreciéndole su cuerpo desnudo y abierto, sujetándose los pechos le mete los pezones en la boca pidiéndole que se los muerda, sabes el efecto que esta invitación hace en un hombre, inclinas la cabeza para hacerlo tú también con el otro. Su pene va creciendo y le invita a montarlo de espaldas, dejándome la visión de tus tetas botando y su coño abierto y empalado.
-Te gusta mi perra?
-Es así de caliente siempre?
-Ja, ja. No sabe ser de otra manera. Todo el día está caliente. Y si la dejase se correría cien veces.
-Cómo la encontraste?
La pelirroja al verla aumenta sus envites, la rubia siente como su ano se desgarra pero le pide a la otra más. Le mete la otra mano en el coño metiendo y sacando una y otra. Le cuelgo a ambas pesos en los pezones y a la pelirroja de los labios del sexo también. Mi amiga se inclina hacia mí sujetándose las tetas para facilitar que le ponga pesos también, aumenta la intensidad de los movimientos acusando el dolor que le producen los pesos. La rubia se corre mordiéndose las tetas. La pelirroja está caliente, apenas si ha gozado en toda la tarde, sólo ha estado con un hombre, un viejo al que apenas si se le levantaba y que se corrió en su espalda después de jugar un rato con su ojete, quiere gozar, se monta sobre la rubia para que ésta la chupe, pero al ordenarles a ambas que se tumben se lo impido. La pelirroja está inquieta y mojada, los brazos los extienden sobre la cabeza, voy por una fusta, al verla palidecen.
-En los senos no, por favor, los tengo doloridos.
En ellos se pueden observar marcas de látigos, pellizcos y quemaduras. La rubia no los tiene mucho mejor, pero así tienen todo el cuerpo y es lógico, ambas tienen la piel muy blanca, casi transparente, da la sensación de ser muy frágil y esa misma sensación de fragilidad invita al castigo.
-Está bien, le diré a Verónica que no has querido complacernos.
-No, por favor, eso no. Hagan lo que quieran pero no se lo digan.
-Bien, abrid bien las piernas.
Comienzo a azotarlas, sobre la palidez de sus cuerpos contrastan las marcas de las líneas rojas que van apareciendo. Se cogen de la mano. La rubia tiembla esperando el próximo azote.
Mi amiga hace que la polla del hombre entre una vez en el coño y otra en el culo, se corre repartiendo la leche entre ambos agujeros, exprimes la polla con la boca sacándole las últimas gotas de semen.
Me siento sobre las tetas de la pelirroja para que me haga una paja con sus globos.
Mi amiga se sientas sobre la rubia para que le chupe el semen del hombre con su lengua.
Las sigo azotando para notar como se cierra, como se estruja las tetas sobre el pene a cada golpe. Me corro sobre su cara y su pecho, lo recoge para chuparlo y dárselo a la rubia que te lo mete en el coño con la lengua, mientras se pellizca el clítoris. Mi amiga se corre sobre su cara, ella sigue chupándole y excitándola, sus gemidos aumentan y los espasmos de placer le recorren el cuerpo. Me incorporo y se la meto en la boca, me la chupa ansiosa. Mi amiga se orina sobre la rubia que se masturba con la orina que no puede tragar, me meo en su boca salpicando también a la rubia. Se vuelve a correr cayendo sobre la rubia. Os sigo meando mientras la pelirroja se masturba y pajea al otro hombre.