Búnker infernal
El calentamiento global arrasa con todo, incluidos los prejuicios de dos hermanos mellizos.
Hacía mucho calor Los casquetes polares se habían fundido, los desiertos habían avanzado era el año 2400 de nuestra era y yo tenía apenas 18 añitos. Era el día del Apocalipsis, mi hermano mellizo y yo aguardábamos en un búnker a ser rescatados por alguna nave espacial que nos llevase en dirección a Marte, donde parte de la humanidad ya había sido evacuada. Había una pequeña brecha en el búnker y la temperatura se elevaba por momentos. El termómetro había pasado en pocos minutos de los 20 grados a los 25. De los 25 a los 30. Y seguía subiendo. Mi hermano y yo estábamos descalzos por el calor, y yo me quité la camiseta, quedándome en sujetador ante él. 35 grados. Él también se quitó la camiseta. La verdad es que esas horas de gimnasio se notan en su cuerpo. 40 grados. Me quito los pantalones, el calor es insoportable, él también se quita los suyos. Nos quedamos en ropa interior. ¿Cuándo van a venir a rescatarnos? 45 grados. No puedo más, me estoy asando, mi hermano me sopla y yo también le soplo a él. Tengo calor en todo el cuerpo. 48 grados, me desprendo del sujetador. Mi hermano me mira con lascivia. Si no estuviera ahí delante me quitaría las bragas, noto tanto calor en mi entrepierna. Creo que él está pensando lo mismo. 52 grados. Mi hermano se quita sus calzoncillos. Menuda herramienta tiene, ¡es enorme! No se la veía desde que éramos unos niños. 53 grados. No puedo más. Me bajo las bragas. 55 grados. Nos vamos a asfixiar. Nos vamos a morir de calor. Hablo con mi hermano. Asiente con la cabeza. Ya que nos vamos a morir, moriremos follando.