Bukowski capullo, te debo una.

Una chica preciosa. Rebelde en un barrio pijo. Trabajaba en su urbanización y tras años suspirando por ella en silencio un día se me cruzaron los cables.

Me llamo Adrián, crecí en una familia rica en un barrio pijo y la familia nunca ha sido mi fuerte. Tuve muchas discusiones con mis padres, casi todas por cuestiones de ideología; a ellos les movía el dinero y yo quería ser diferente, quería estudiar filosofía, no ADE; quería ir a manifestaciones, no trabajar como antidisturbios. El caso es que en cuanto pude me fui de casa y corté toda relación con mis progenitores. Supongo que la vida es bastante cómica y por seguirle el chiste acabé trabajando de portero en una urbanización de un barrio rico de Madrid.

Ya os podéis imaginar como era la gente a la que tenía que sonreír, abrir la puerta y preguntarles que tal el día y los niños; gente que te mira por encima del hombro porque creen que no eres digno de mirarles a los ojos. Pues entre toda esas personas de universidad privada, trajes caros y perros de raza se encontraba ELLA.

Era una chiquilla llamada Ainara, 18 años, metro 50, caderas finas, culo respingón, y unos pechos de tamaño normal, llevaba el pelo teñido de rojo, no de pelirrojo, de ROJO, unos ojos marrones enormes normalmente vacíos de maquillaje y llenos de luz y la sonrisa más dulce que he visto adornada por unos hoyuelos graciosísimos. La muchacha no se parecía a las otras que vivían por allí, la ropa más elegante que le podías ver entre semana y la mayoría de los findes eran unos vaqueros, siempre saludaba y bueno, parecía una flor que había crecido en el sitio equivocado En resumen, una chica con un cuerpo bonito y una cara aniñada que me hacía sentirme un poco Nabokov mirando a mi nínfula.

Supongo que esperáis que os diga que me la follé a lo bestia nada más verla. Pero no fue así. Me enamoré. Sí, tal cual. Me enamoré de su pelo rojo cortado a la altura del hombro siempre despeinado, me enamoré de sus prisas cada vez que salía corriendo por las mañanas porque llegaba tarde al instituto, me enamoré del arito negro que adornaba una de las aletas de su pequeña nariz, y de la fila de aros plateados que adornaba toda su oreja izquierda.

Trabajé en esa urbanización 4 años y en esos 4 años entablamos alguna conversación y la vi crecer. No cambió mucho. Seguía siendo bajita para su edad y el cuerpo era bastante similar al de sus 18. Yo la deseaba, mucho. Pero nunca me atreví a mencionárselo...le sacaba 12 años...Pensaba seguir así, amándola en silencio, pero un día todo cambió.

Esa semana libraba y estaba de bares con unos amigos por Malasaña (íbamos algo achispados pero manteníamos nuestras facultades) y de repente entro ella. Vestía unos vaqueros negros rotos por mil partes, unas botas de cuero con tacón y una camiseta ombliguera negra que se le ajustaba al pecho. Esa camiseta me hizo ver algo de lo que no me había percatado hasta ese momento: un tatuaje. Mi amor platónico llevaba tatuado al final de la espalda “Encuentra lo que amas y deja que te mate”, esa frase de Bukowski me dio la señal, yo la amaba y el alcohol me desinhibía asique, me envalentoné para decirle lo que sentía por ella sabiendo que era probable que su respuesta me matase. El problema fue que mientras decidía todo esto ella salió corriendo del bar.

Salí corriendo detrás de ella, la agarré del brazo para pararla e hice que se diera la vuelta. Estaba llorando, ese día se había puesto maquillaje, lo cual provocó que unos churretones negros cayeran desde sus ojos por sus mofletes. Pese a todo yo la vi preciosa.

Al reconocerme me abrazó y lloró un poco más, yo no lo entendía pero me limité a acariciarle el pelo y a consolarla. Cuando estuvo más tranquila me contó que le pasaba, y su confianza en mí le ocasionó la desgracia...había roto con su novio. ¡¡¡SU NOVIO!!!. Puede parecer estúpido pero me sentí traicionado. Algo estalló dentro de mí y le crucé la cara a mi nínfula llamándola puta. La agarré del pelo, mientras ella lloraba y gritaba sin entender nada. La metí en mi coche a rastras, le arranqué la camiseta y se la metí en la boca a modo de mordaza, la tumbé de otro guantazo en la parte de atrás del coche y le até los brazos a la espalda con mi camisa.

De esa guisa conduje hasta mi casa. Durante el camino recapacité sobre lo que estaba haciendo y decidí que al llegar le haría tomarse un somnífero y al día siguiente le diría que me la había encontrado llorando y borracha en la calle y decidí llevármela para que no le ocurriese nada. Me bajé del coche dispuesto a meterla en casa, darle el somnífero y dejarla dormir tranquilamente pero al abrir la puerta mi noble propósito fue desplazado a un segundo plano por una terrible erección.

Estaba tirada con su pelo rojo más alborotado que nunca, sus enormes ojos llenos de lagrimas con las pupilas dilatadas por el miedo, su pecho subiendo y bajando al ritmo de su respiración agitada cubierto nada más que por un sujetador de encaje negro. Estaba irresistible. La agarré del brazo y la metí contra su voluntad en mi casa. La empujé contra la cama y se quedó con el torso apoyado en el colchón y las rodillas en el suelo, marcando su precioso culo y luciendo el tatuaje que la había traído hasta aquí.

Siempre he sido un poco aficionado a los jueguecitos sexuales, nada serio como ahora, pero tenía las típicas esposas acolchadas que no dudé en ponerle inmediatamente a Ainara. Una vez que la tuve esposada saqué una cámara de vídeo que grabaría todo lo que pasase en mi habitación. Iba a poder machacarmela mucho con ese material.

Di la vuelta a la belleza asustada que tenía en mi cama y me puse a besar cada trozo de su piel que estaba libre de tela, sus cara, sus labios, sus brazos, su tripa, la parte visible de sus pechos, cada parte de sus piernas que su pantalón lleno de rotos dejaba a la vista. Yo era tierno. Quería serlo. Pero ella me apartaba la cara y eso me enfurecía. ¡¡¡ME MIRABA CON ASCO!!! Era igual que sus vecinos...esa zorra tenía que aprender la lección.

La desamordacé, le arranqué el sujetador y me dediqué a pellizcar y morder sus pequeños y rosados pezones haciendo que gritase de dolor, dejado la marca de mis dientes en sus pechos y en su tripa al bajar hacia el cierre de sus pantalones. Abrí el cierre y se los bajé arrastrando con ellos unas braguitas a juego con el sujetador y sacando también con ellos sus botas. Tuve otro momento de lucidez y me paré a observarla.

Tenía a mi diosa desnuda, esposada, con sus pechos marcados, sus piernas juntas escondiendo un delicioso coñito de labios abultados sin nada que sobresaliese de ellos perfectamente depilado, y su cara llena de lagrimas, maquillaje y sorbiendo hasta mocos producidos por el llanto. Era como encontrarse a la Lujuria indefensa. Necesitaba follármela.

Me puse a la altura de sus piernas y se las abrí con fuerza magreé sus muslos y llevé mi boca a su coño y mis manos a sus nalgas. Le lamí el clítoris y se lo mordí, le recorrí los labios arriba y abajo una y otra vez y le penetré el coño con mi lengua. Cuando ya no pude más me desvestí, la tumbé bocarriba en la cama, me puse sus piernas en los hombros y se la metí de una. Ella dio un respingo, me parece que más de placer que de dolor, ya que mi comida de antes parecía haberla motivado bastante. Aproveché que la chica era bastante flexible para que con sus piernas en mis hombros penetrarla a la vez que bajaba mi cuerpo para lamerle los pechos, morderselos y pasarle la lengua por donde pillase, su cara, sus labios, lo que fuese...

Yo cada vez la daba más fuerte y ella cada vez gemía más y más. Yo no quería eso, yo quería que lo pasase mal.

Se la saqué de golpe. La puse de rodillas, apreté sus mandíbulas con mi mano obligándole así a abrir la boca.

-Me la vas a chupar puta de mierda. Para que cuando te abra el culo mirando ese tatuaje de guarra literaria no me haga demasiado daño si está muy estrecho.

Ella puso cara de horror pero yo se la metí en la boca entera de golpe, dije que me la iba a chupar, pero realmente lo que hice fue follarme su garganta. No hice caso ninguno de sus arcadas, ni de sus lágrimas producidas por la asfixia. Me limité a obtener placer y a dar sufrimiento. Y me encantó.

Como veía que iba a correrme y no era eso lo que quería, terminé con la follada de boca y la puse a cuatro patas, mordi toda la carne de su espalda y su culo sin dejar de apretar sus tetas y pellizcar sus pezones. No quería meterla direcctamente, quería parar un poco para durar más cuando le follase el culo, así que me dediqué a darle azotes, pero eso no era bastante, quería humillarla y degradarla. Le hice repetir la frase que tenía tatuada 50 veces antes de parar de pegarla. No paraban de sonar gritos mezclados con ENCUENTRA LO QUE AMAS Y DEJA QUE TE MATE en mi habitación. Después de eso le obligué a decirme que me amaba y que la matase a pollazos. Tras esa humillación la tenía llorando como una niña, abrí sus nalgas, escupí entre ellas y empujé mi polla hacia su agujerito. Estaba muy cerrado, y ella trataba de huir pero con las manos la sujetaba de los hombros mientras ses la metía lentamente...con un poco de esfuerzo le cupo toda, tenía un culito glotón.

Empecé un mete saca lento, que prontó pasó a ser frenético, estaba disfrutando como nunca ffollandome a esa guarra. La agarre del pelo, y la hice pegar así su espalda a mi pecho, así tenía sus tetas más a mano y por supuesto las disfruté agarrando y pellizcando. Continúe en esa postura, recreándome en ella, sacándosela entera y volviéndola a meter. Sabía que eso le molestaba porque el culo se le cerraba un poco y se lo abría de golpe. Me corrí así al cabo de un cuarto de hora.

No estoy orgulloso de lo que hice, pero tampoco lo lamento. No fue un polvo bonito, pero eso sí, ¡qué polvo! El mejor orgasmo de mi vida, con diferencia.

Después de eso le enseñé el vídeo donde estaba grabado todo e hice hincapié en la parte en que ella gemía como una perrita en celo, la amenacé con dejar una copia en todos los buzones de la urbanización. Al mes, cuando ví que ella no iba a hablar, pedí el traslado a otra urbanización.

Nota de la autora: No tengo nada en contra de la gente de clase alta, aunque no apruebo las actitudes clasistas. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. El relato no es más que una fantasía.

P.D. Agradezco cualquier tipo de crítica constructiva, bien sea en comentarios o por correo. Si alguien desea hacerme la crítica por correo que lo deje en comentarios y me pondré en contacto con él/ella.