Buenos amigos

Dos parejas juntas en una mansión lejana, el deseo se palpa entre ellos

Buenos amigos.

  1. Julia y Ricardo.

Julia yace desnuda sobre la hamaca, boca abajo, recibiendo las cálidas caricias del sol de la tarde sobre su espalda, sobre sus amplias nalgas, sobre la parte trasera de sus muslos y de sus piernas, y sobre sus pies desnudos, que agitaba lentamente a un lado y a otro, mientras musitaba:

-Se está tan bien aquí fuera, en el jardín, desnuda, tomando este maravilloso sol

Julia se encuentra bien, pero hay algo que la molesta un poco, y es la presión que sus grandes pechos, enormes casi, ejercen contra la tela de la hamaca. Así pues, se apoya sobre los codos y relaja la presión. El calor empieza a ser más fuerte. Por suerte para ella, se encuentra bajo las ramas de un árbol, que tamiza algo la luz solar, y le permite disfrutar sin sufrir.

Sonríe. Aquel hermoso y decadente jardín dónde se encuentra, pertenece a una gran mansión alejada del mundo. Ella y su novio Esteban, así como su amiga Natalia y el novio de ésta, Ricardo, se encuentran allí gracias a la invitación de unos familiares de Natalia, que se han ido de vacaciones y necesitan que alguien les cuide el lugar.

Julia levanta algo más los hombros y mira a su alrededor. Que paz, que suavidad destila todo, sobre todo el aire y la música de los pájaros revoloteando por encima de las copas de los árboles. No muy lejos, la luz del sol hace titilar las aguas de una mediana piscina, rodeada de hamacas como la que ocupa. Suspira a fondo y voltea su cuerpo hacia arriba, estirándose cuan larga era para así recibir mejor el sol vespertino. Julia no es muy alta ; de pelo negro teñido, de cara ancha y nariz larga y afilada, de labios gruesos, de ojos negros profundos, de grandes y bamboleantes tetas, de culo ancho y no muy respingón, de piernas fuertes, un poco gruesas…una mujer de cuarenta y pocos años, que se regocija en su desnudez, allí, en una mansión prestada, en la que intenta iniciar una nueva vida con su nuevo novio, o por mejor decir, iniciar una vida, porque no tenía ninguna.

Todo parece ir bien.

Pero no es así.

Los pensamientos de Julia empiezan a tener vida propia. Y en su mente, la imagen de su novio comenzaba a desdibujarse, en beneficio de la vívida y acariciante imagen de su amiga Natalia. Natalia, su amiga, la de las piernas largas y perfectas, la de la piel sedosa y blanca, y tan suave…Natalia, la amiga de siempre, de su misma edad, de ojos grandes y pelo revoltoso y teñido de rubio, la de las tetas pequeñas y tiesas, la del culo grande y bien dibujado…Natalia, Natalia, Natalia

-Mmmmh, si, Natalia…- gime Julia, llevándose, sin querer, una mano a la entrepierna, para sofocar el ardiente deseo que la quemaba desde que llegó a la mansión y empezó, con demasiada frecuencia, a ver a su amiga Natalia vestida sólo con un coqueto bikini rosa. Aquellas hermosas y deseables piernas casi siempre desnudas, aquellos maravillosos pies con las uñas perfectas pintadas de rojo, aquellos labios sensuales y ligeramente gruesos, aquellos ojos grandes y amables…todo en Natalia la atraía de un modo morboso y antinatural. Un modo que la ponía muy cachonda.

-Si…Natalia…- gime de nuevo Julia. Y, sin pensar, se mete dos dedos en el sexo, hincándoselos todo lo adentro que puede.- ¡Oh! ¡Qué hago! No puedo masturbarme aquí, puede venir alguien, y, sobre todo, no debo masturbarme imaginándome a Natalia desnuda, en mis brazos y…ohhhh

La desnuda cuarentona , boca abajo sobre la hamaca, separa los muslos todo lo que puede y empieza, a pesar de sus propias protestas, a masturbarse, mientras pergeña en su mente imágenes obscenas en las que siempre aparece Natalia, totalmente desnuda, en posturas sensuales y lujuriosas. Empieza a mojarse. Siente la humedad en su sexo, y se saca los dedos del mismo, llevándoselos a los labios. El olor de sus propios efluvios la excita aún más. Y, cachonda, se mete los dos dedos en la boca y los chupa.

-Oh, que sabor tan maravilloso, y qué olor…humm…- Julia cierra los ojos e imagina a su amiga totalmente desnuda, frente a ella, abierta de piernas y enseñándole el coño, pidiéndole sin palabras que se lo chupe.- Si, Natalia, si, te lo chuparé, te lo chuparé todo, a fondo, y luego, te chuparé a ti, amada mía, deseada mía, si…eres tan bella, tienes un cuerpo tan hermoso, y estás desnuda delante de mí

-¿Chupárselo? ¿A Natalia? ¡Eres una tortillera, Julia, y creo que Natalia debe saberlo!-

Julia salta como impulsada por un resorte. Es la voz de Ricardo, el novio de Natalia. ¡No podía ser, tenían que estar a kilómetros de distancia, visitando quien sabe qué tontería! Y ahora estaba aquí, y la había visto desnuda, y la había visto masturbándose, y lo que era peor, la había oído hablando, susurrando el nombre de Natalia, diciendo que se lo chuparía y…era todo tan embarazoso.

-¿Qué…qué…?- Julia balbucea, con la cara roja como un tomate, dándose la vuelta y enfrentándose a Ricardo, que sólo lleva encima un bañador largo en el cual se nota una considerable erección. Un segundo más tarde, consciente de su desnudez, Julia se tapa los pechos con una mano mientras con la otra oculta la entrepierna, a la vez que cierra a cal y canto los muslos. –Yo…Ricardo…no deberías…no deberías estar aquí…y…y

-Vamos, Julia, que te he visto. Mejor dicho, te lo he visto todo. Todo. Y también he visto lo que estabas haciendo, metiéndote dos dedos en ese lindo coño tuyo. Pero sobre todo, te he oído. Y lo que has dicho es increíble. Creo que a Natalia y por supuesto a Esteban, les interesará saberlo.

-No, por favor, no se lo digas a nadie. Me moriría de vergüenza y, con seguridad, perdería a Esteban, y a Natalia. No lo soportaría. No soportaría quedarme sola otra vez. Por favor. Olvida que me has visto, olvida que me has oído. Por favor.

Julia seguía roja de vergüenza. Se sentía humillada en grado sumo al haber sido sorprendida así, totalmente desnuda, masturbándose, susurrando excitada el nombre de Natalia. Y tenía miedo de que Ricardo hablara. Si lo hacía, se quedaría sola de nuevo, sin novio, sin amiga. Volvería a la triste y horrenda soledad que la había tenido dominada durante años, largos y tediosos años que quería olvidar. No podía ser. No, de ningún modo. Ricardo no hablaría, Ricardo comprendería. Ricardo

Ricardo se baja el bañador y exhibe una polla de buen tamaño, en considerable erección.

-Ricardo…qué…qué haces…estás desnudo, por favor, vístete otra vez, no quiero

-Vamos, Julia, si quieres que no hable, tendrás que convencerme…con tu boca- dice Ricardo, sonriendo, malévolo.- Bueno, o quizá…con tu culo.

-¿Con…con mi boca…?¿ Con…con mi culo?- Julia traga saliva, intentando por todos los medios ocultar aún más su total desnudez al novio de su amiga, tapándose las grandes tetas con una mano, mientras con la otra trata de taparse la entrepierna.- No, nada de eso, nada de eso, ni mi boca…ni mi…culo.

-Vamos, Julia, querida, deja de taparte las tetas y saca la mano de tu entrepierna. Quiero verte desnuda. Vamos. Si no lo haces, no tendré más remedio que hablar con Natalia y con Esteban

Julia baja la cabeza. Está atrapada. No puede hacer nada. Nada, salvo claudicar. Deja caer los brazos a ambos lados de su cuerpo y, alzando la cabeza de nuevo, con una mirada de desafío en sus ojos castaños, se muestra totalmente desnuda ante Ricardo. Su amigo le dedica una amplia sonrisa y una apreciativa mirada, no solo a sus grandes pechos desnudos, sino también a la abundante selva de pelos negros que le cubren la entrepierna.

-Eres preciosa, con esas tetas tan grandes que tienes…si, eres muy hermosa, Julia.- dice Ricardo, acariciándose la verga, que ya estaba tiesa y completamente endurecida.- Ahora, por favor, separa las piernas y enséñame qué tienes ahí, tu más íntimo secreto.

-Oh, no, Ricardo, por favor, no me obligues a enseñártelo, no me obligues a enseñarte mí...mí…ohh…que vergüenza, que vergüenza

Julia se sabe vencida. No puede resistirse, es inútil. Se abre de piernas, mostrándole a Ricardo su hermoso y sonrosado coño, una deliciosa rajita entreabierta, lista y brillante, protegida por un grueso par de labios vulvares hinchados y excitantes.

-Hummm- susurra Ricardo, excitado, masturbándose con suavidad- Julia, ahora, quiero que bajes al suelo y te pongas a cuatro patas, de espaldas a mí. Vamos, hazlo, por favor.

Julia baja la mirada y obedece sin rechistar, sintiendo la brisa suave de la tarde en su cuerpo desnudo, sintiendo como se menean sus grandes tetas, dotadas de unos pezones sonrosados y en plena erección, sintiéndose mojada y, a pesar de todo, cachonda.

Ricardo se aprieta la polla mojada con una mano y sonríe. Frente a él está Julia, la novia de su mejor amigo, totalmente desnuda y a cuatro patas. Puede verle el culo, un culo no muy grande ni espectacular, pero un bonito culo después de todo. Ricardo siempre había deseado darle por el culo a Natalia, su amada Natalia. Pero ésta siempre se había negado. Ahora, Julia está aquí con el culo al aire. No tiene un culo tan hermoso y grande como el de Natalia, pero es un buen culo. Y sobre todo, eso piensa Ricardo, es un culo que se encuentra a su completa disposición.

-Separa más los muslos, Julia, quiero vértelo todo, tu agujero del culo, tu coño, todo, todo….el paquete completo. Vamos, sé que te gusta.

-No, no es así, yo…yo…- protesta Julia, obedeciendo, sin embargo, y abriéndose de piernas de forma obscena, mostrándole el agujero del culo a Ricardo. Éste concentra su mirada en el agujero anal de Julia, totalmente a la vista, y se estruja la polla con más fuerza, gimiendo de deseo.

-Julia- dice Ricardo, avanzando, manteniéndose la verga con una mano- Julia, voy a darte por el culo. He pensado que puedes dejar para después lo de usar tu boca conmigo.

-¡No, por favor, por el culo no!- gime Julia, que también se había negado a que su novio la enculara.- Nadie me la ha metido nunca por el culo, por favor, no lo hagas…no lo hagas…noooooghh….

Ricardo no se puede detener. La tiene tan dura y tan tiesa y tan mojada que piensa que la polla va a estallarle si no la mete en el agujero del culo de Julia. Y eso hace. Se sitúa junto a la desnuda Julia, apoya ambas manos sobre las nalgas de la gimiente mujer y, de un solo y potente empujón, le mete la polla en el culo, hasta el fondo. El agujero anal de Julia resiste unos segundos la embestida. Luego, cede, y la polla penetra con violencia incontenible en el conducto rectal de la cuarentona, que no cesa de gemir ni de jadear.

-Oh, no, Ricardo, no por favor…mmmmhhh- gime Julia, volviendo hacia atrás la cabeza, suplicando con la mirada y con las palabras, con la boca entreabierta y la lengua casi fuera, mientras sus jadeos y gemidos de placer la desmienten con descaro. La violenta y dura presencia de la polla de Ricardo dentro de su culo, provoca una intensa y desbordante excitación en Julia, que pronto empieza a derramar jugos sexuales a borbotones. Ricardo acaricia con su mano derecha el coño de Julia y comprueba la cachondez de ésta, al retirar sus dedos totalmente mojados.

-Estás cachonda, Julia, estás muy cachonda- susurra Ricardo, que empieza a meter y a sacar su dura polla del culo de su amiga- Y yo también…no puedo resistir más…mmmhh…ahhh

Julia gime de placer. Sin poder evitarlo, empieza a correrse, despacio y en abundancia, mojándose los muslos con sus propios jugos sexuales. Ricardo, sobreexcitado, agarra por el pelo a Julia, tira de su cabeza hacia atrás y estalla en un violento orgasmo.

-¡OOohhh…me coorroo…ahhh!- gime el hombre, llenando con su semen el conducto rectal de Julia. La polla sale despedida hacia atrás, como un cohete, y continua derramando su leche, ahora directamente sobre el culo de Julia. Chorros y más chorros de semen caliente y pegajoso se estrellan contra las nalgas blancas de la mujer, que se siente humillada, cachonda y mojada. Cuándo termina de correrse, Ricardo se deja caer sobre el cuerpo de Julia, la cual abandona entonces su postura perruna para pasar a extenderse boca abajo sobre las losas calientes del suelo.

-Oh, me ha gustado mucho darte por el culo, Julia, y siento si he sido un poco brusco antes…pero deseaba tanto hacerlo contigo que no se me ocurrió otro modo.

Mientras habla el hombre sitúa sus manos debajo de Julia y empieza a manosearle las grandes tetas. La mujer mira hacia atrás, notando la presión de una polla grande y dura contra sus nalgas. Lo mira con ojos turbios, velados por el placer que acaba de sentir, y por la impresión del delicioso y largo orgasmo de que había disfrutado mientras Ricardo la enculaba.

-Ricardo, Ricardo, no insultes mi inteligencia. Tú querías follarme y lo has hecho. Nada más te importaba, y creo que seguirás esgrimiendo tu amenaza para conseguir que folle nuevamente contigo. ¿Me equivoco?

Ricardo no responde. Se limita a sonreír, mientras sigue manoseando a placer las voluptuosas tetas de Julia, coronadas por un enorme par de pezones, rugosos y en plena erección.

-Ricardo, no sigas…no sabemos cuándo regresarán Esteban y Natalia, por favor, no pueden vernos así…- suplicó Julia, ahogando un gemido de placer.

-No te preocupes. Cuándo los dejé estaban muy ocupados viendo monumentos y esas cosas que les gustan a ellos. No regresarán temprano, así que tenemos tiempo.

-Oh, no- gime Julia, con ojos asustados.

-Oh, si- contesta Ricardo, con sorna- por cierto, creo que te corriste antes, y que lo disfrutaste a fondo.

-No, yo no…me corrí, fue un…un…un orgasmo, vale, si, me corrí, no pude evitarlo, pero es que estaba ya muy…preparada.

-¿Preparada? Ah, si, claro, lo olvidada. Te has pasado la tarde ahí desnuda, tirada, masturbándote pensando en mi Natalia. Eres una lesbiana, o una bisexual, no sé. Dime, ¿te la imaginas desnuda, te la imaginas debajo de ti, gimiendo de gusto?

Julia no contesta. Se siente demasiado avergonzada para hacerlo. A pesar de que le disgusta lo que Ricardo le ha hecho, una parte de ella siente que se lo tiene merecido, por puta, por zorra, por haberse atrevido a masturbarse pensando en Natalia, imaginándosela, si, imaginándosela desnuda por completo y entregada a ella.

-No, no quiero hablar de eso, no me siento muy orgullosa de que me hayas visto así

-¿Así, cómo, Julia? Dímelo, no sé a qué te refieres.

-No te hagas el tonto, no me hagas decir lo que no quiero, Ricardo, por favor. Y deja ya de manosearme los pechos.

-No. Y me vas a decir lo que quiero oír, Julia, lo sé y tú lo sabes. Vamos, dilo ya.

Julia suspira resignada, notando como la verga de Ricardo se pone cada vez más y más dura aplastada contra sus nalgas desnudas y mojadas de semen.

-Yo…yo…si, me la imaginaba desnuda. Me imaginaba a Natalia totalmente desnuda y me imaginaba que ella y yo, en fin, que, que hacíamos el amor, ya sabes. Empecé a masturbarme, y estaba desnuda y hacía tanto calor, y luego tú llegaste. Nada más.

-Nada más. Y nada menos. Te gusta Natalia, mi novia. Y también te gusta mi polla, porque te has corrido de gusto mientras te daba por el culo. Por cierto, tienes un bonito culo, no muy grande ni espectacular, pero bonito y atractivo. Me ha gustado mucho penetrarte por ahí.

-No, Ricardo, no me gusta tu…tu…polla. Y esto ya se va a terminar, se acabó, ahora mismo voy a levantarme y todo habrá terminado, no hablaremos de esto jamás y ya está. Fin.

Ricardo se levanta, y Julia, durante un instante, tiene la impresión de que ha ganado y que no pasará nada más. Pero Ricardo se sienta en una hamaca, abierto de piernas, con la verga ya endurecida casi al máximo y, con una sonrisa, le dijo:

-Si, te gusta mi polla. Asi que ahora, ven aquí, arrástrate hacia mí a cuatro patas y chúpame, Julia. Chúpame la polla, Julia, vamos, hazme una buena mamada. Seguro que sabes hacerlo muy bien. Seguro que eres una chupapollas. Vamos Julia, usa tu boca conmigo, como te dije antes. Úsala y no te arrepentirás.

Julia, enfurecida, se levanta y se encara con su amigo.

-¡No soy ninguna chupapollas y no te la voy a chupar de ninguna de las maneras, cerdo!-

-Vamos- insiste Ricardo, divertido- sabes que vas a hacerlo, que tienes que hacerlo si no quieres que hable con los demás. Así que, déjate de tonterías, ponte a cuatro patas, y avanza hacia mi, no tienes otro remedio.

Julia se muerde el labio inferior. Se siente derrotada, pero también excitada de un modo salvaje. Ricardo tiene ahora la verga dura y estirada hacia arriba, tiesa casi por completo y es algo realmente digno de verse. Reconoce que está cachonda, de una manera obscena y sucia. Asi pues, obedece a Ricardo, no sin antes dedicarle una furibunda mirada de odio, y se pone a cuatro patas. Poco después, comienza a avanzar hacia su amigo como lo haría una perra sumisa, arrastrándose por el suelo usando sus rodillas y las palmas de sus manos, caminando a cuatro patas.

  • Oh, si, desnuda y a cuatro patas, ¿qué más puedo desear?- murmura Ricardo para sí mismo, mientras se masturba ligeramente, para aumentar su ya poderosa erección.

Julia avanza hasta llegar a escasos centímetros de dónde se encuentra su amigo. El olor penetrante de su verga lo llena todo y Julia no puede pensar. Sólo siente el calor de un horno en su entrepierna, la brisa acariciando su desnudo cuerpo y, sobre todo, unas ganas terribles de tener otro orgasmo.

-Cerdo- susurra, mientras coge la polla con una mano. Pero ni a ella misma le suena seria su increpación. Ricardo, por su parte, agarra con una mano la cabeza de Julia y la atrae hacia sí, hacia su verga enhiesta y dura.

-Ooohh, si, sii, chúpamela, ah…sé que te gusta chupar, Julia, lo noto en tus ojos calientes.

Julia no le contradice. Lo mira un instante con los ojos enfebrecidos por la pasión y por la furia, y luego, sin decir nada, se mete la polla en la boca. La siente dura y grande y sabrosa y muy excitante. Se la pasa a un lado y a otro de la boca varias veces, presionando ligeramente con la lengua y con el paladar. Luego, se pone a chupar. Simple y llanamente, se pone a chuparle la polla a su amigo Ricardo, al novio de su amiga Natalia, su deseada Natalia. Siente el sabor de la polla, la dureza de la misma, la siente temblar de pasión dentro de su boca. La estruja con el paladar y con la lengua, y luego, se pone a lamerla, con suavidad pero con firmeza, deleitándose en la sensible parte baja del glande hinchado y mojado.

Julia hace ruido al chupar. Mucho ruido. Un delicioso y excitante ruido de chupeteo que se enseñorea del lugar y que produce en Ricardo un efecto fulminante. Ricardo hinca aún más sus dedos en el pelo de Julia, atrayéndola más hacia sí. Julia se deja llevar y pronto tiene la polla de Ricardo casi en la garganta.

-Sigue chupando, sigue chupando, Julia, no dejes de chupármela, por favor- susurra Ricardo, con la boca abierta y la lengua fuera, gimiendo de placer- Sigue chupando, sigue chupando, sigue chupando, no te pares ni un segundo, oh, que maravilla, tu boca es maravillosa, sabía que te gustaba chupar pollas, lo sabía.

Y Julia continúa chupando, sin parar. Continúa chupando, llenando de saliva la verga enhiesta y dura de Ricardo, haciendo un característico y excitante ruido con la boca al chupar, succionando y lamiendo a la vez el miembro endurecido de su amigo. La saliva se le sale fuera de la boca. Julia está babeando en abundancia, la saliva le forma brillantes colgantes que penden de sus labios, mientras las mejillas se le hinchan con la polla que se pasa a un lado y a otro. Se siente cachonda y caliente a más no poder. Sabe que necesita correrse, que necesita un orgasmo, otro orgasmo que la lleve a la cima del placer. Se mete un dedo en el coño mojado y empieza a masturbarse mientras chupa.

Una caliente escena de sexo tiene lugar bajo el sol declinante de la tarde, allí, en aquel jardín olvidado. Un hombre desnudo, sentado en una hamaca, y una mujer desnuda, arrodillada frente a él, a cuatro patas, chupándole la polla. La mujer, Julia, no muy alta, de cuarenta y pocos años, tiene las piernas separadas y podemos verle el agujero del culo, así como el coño peludo y la raja abierta y chorreante. Además, se está metiendo un dedo en el coño, masturbándose sin parar mientras le chupa la polla al hombre desnudo, a su amigo Ricardo, al novio de su mejor y más deseada amiga.

Ricardo, que se siente próximo al orgasmo, saca la polla de la boca de Julia y aprieta el glande hinchado contra las mejillas de la mujer. Como consecuencia, el orgasmo llega inevitable y explosivo, un potente chorro de semen que se derrama directamente sobre la cara de Julia. Ésta cierra los ojos y deja que la esperma le chorree por la frente, por los párpados, por la nariz…Ricardo lanza otro chorro de semen caliente y esta vez, Julia tiene la boca abierta y expectante. El semen penetra en la boca de la mujer, que lo deja avanzar hasta la garganta, y más allá, tragándoselo con deleite, sintiéndolo bajar por la traquea, caliente, ardiente fruto del deseo. Julia saca afuera una lengua cubierta de semen viscoso, y Ricardo lanza otro chorro más, que vuelve a estrellarse contra la cara de su amiga. Ahora, Julia tiene semen por toda la cara, chorreándole en largos y cremosos riachuelos brillantes y viscosos que le cuelgan de la mandíbula y de la nariz. Ricardo dispara el último cartucho, un chorro con menos fuerza que los anteriores, que va a parar directamente a la boca abierta de Julia. Ésta lo recibe pero no se lo traga. Cierra la boca y se pasa el semen a un lado y a otro, amasándolo con su propia saliva, hasta formar una bola más grande y más viscosa. Luego, abre la boca y lo expulsa lentamente, sacando fuera la lengua. Ricardo, con el corazón a toda máquina, ve como Julia expulsa de su boca una bola viscosa de semen y de saliva, que se demora en su lengua y que, finalmente, se le resbala hacia abajo, hasta caer entre sus grandes tetas.

Todo ha terminado.

Julia sigue durante unos minutos en la misma postura perruna, a cuatro patas, con el culo levantado hacia arriba, con el agujero del culo bien a la vista, con un dedo metido hasta el fondo en el coño. Estaba mojada y cachonda, pero ahora tiene que esperar. Ricardo acaba de tener un fuerte orgasmo y no sabe cuánto tardará en recuperarse. Porque necesita follar. Necesita con urgencia follar. Necesita ardientemente una polla.

-Ricardo- susurra Julia, con los ojos velados por el deseo.

-¿Si, Julia?- contesta su amigo, jadeante, divertido y excitado aún, al ver a Julia , totalmente desnuda y a cuatro patas, rendida a sus pies, con la cara llena de semen, con el culo cubierto de semen, con semen incluso en sus hermosas y grandes tetas. Una imagen seguramente para recordar y recordar sin parar, para masturbarse sin cesar imaginándola.

-Ricardo, yo…no sé que me pasa…pero necesito…necesito que me folles. Necesito sentir tu polla en mi coño, muy adentro, adentro del todo. Fóllame, por favor. ¿Tardará mucho en ponérsete dura otra vez?

Ricardo sonríe, alegre y satisfecho. Aquella mujer desnuda, la novia de su amigo, le suplica que la folle. Es maravilloso, casi un sueño hecho realidad, una fantasía erótica sublime que repta hacia el mundo real.

-Por favor, Ricardo, no te rías de mí y no me consideres una…una…puta.- susurra de nuevo Julia, bajando la vista, acercándose de nuevo todo lo posible a la verga chorreante y flácida de Ricardo- es solo que, en fin, estaba tan caliente, masturbándome, pensando en Natalia…y luego tu vas y…me obligas a dejarte hacer, me das por el culo; y yo no lo impido. Me excitó mucho que me dieras por el culo. Me corrí. Y después de eso, me obligaste a chupártela. Te la chupé, y eso me excitó aún más. Ricardo, quiero que comprendas que yo no soy así todos los días, no soy una puta chupapollas, no soy una ninfómana, pero hoy, ahora, esta tarde, necesito sexo. Y tú estás aquí, desnudo, con tu…POLLA, tu gran polla mojada. Necesito que se te ponga dura de nuevo. Por favor. Fóllame.

-Claro que te follaré, Julia. Pero creo que antes tendrás que chupármela otra vez. Para que se me ponga dura lo más rápido posible.

-Te la chuparé, si, te la chuparé otra vez. Pero no te corras dentro de mi boca ni en mi cara, no te corras de ninguna manera hasta tenerla dentro de mi coño. Necesito follar contigo.

Julia coge con delicadeza la verga de Ricardo, alza los ojos hacia su amigo y sonríe con picardía:

-Se te está poniendo dura otra vez, Ricardo- le dice, acariciando la polla con su mano derecha. Las caricias duran un par de minutos. Ricardo gime de placer, sintiendo la presión de los dedos y de la mano de Julia, unos dedos y una mano que recorren toda la superficie de su miembro viril, acariciando y masajeando con dulzura y suavidad.

-Por favor- dice Ricardo- por favor, Julia, métetela en la boca. Se me está poniendo dura muy rápido y quiero que me la chupes antes de follar contigo.

Julia obedece de buena gana y se mete en la boca la polla de Ricardo. Una polla ciertamente endurecida, pero que aún no está dura del todo. Como antes, se la pasa a un lado y a otro de la boca, embadurnándola con abundante saliva y lamiéndola despacio. Ricardo gime, excitado y caliente, acariciando el pelo revuelto de Julia. Ésta pasa a la acción y empieza a chupar.

-Oh, Julia, Julia, Julia- gime Ricardo, sintiendo como oleadas de placer recorren su cuerpo y se concentran en su polla, amenazando con estallar en un orgasmo inenarrable.- Sigue chupando, sigue chupando, por favor…no te pares.

Y Julia sigue chupando. También como antes, hace mucho ruido al chupar y la saliva se le escapa a borbotones a través de los labios pintados de rojo, mientras mueve la cabeza adelante y atrás, una y otra vez, metiéndose la polla hasta el fondo, hasta la garganta, para luego sacarla casi del todo y volver a metérsela bien adentro de nuevo y vuelta a empezar.

-Ohh- gime Ricardo, extasiado ante la magnífica labor de chupapollas que está desarrollando su amiga Julia.

"La tiene ya muy dura- piensa Julia, sin dejar de chupar ni un instante- tengo que dejarlo, o se correrá en mi boca. Pero es que sabe tan bien, está tan buena esta polla, me gusta tanto chupar…Tengo que serenarme, dejar de chupar y ponerme a follar. Ya"

Y lo hace. Julia se saca la verga de la boca, dejando que durante unos segundos varios hilillos de saliva tiendan puentes brillantes entre sus labios mojados y la polla de Ricardo. El hombre la mira, al dejar de sentir la presión de los labios y la lengua de Julia sobre su miembro. Julia alza un rostro preñado de regueros de semen hacia Ricardo y sonríe. Este asiente y se acomoda, separando las piernas, dejando que su verga se muestre enhiesta y dura como un palo, temblorosa y preparada para el asalto final.

Julia se incorpora. Ricardo la sostiene por las axilas y la atrae hacia sí. Julia se sienta a horcajadas sobre su amigo, sintiendo como la verga de éste le acaricia el culo manchado de semen. Ricardo le acaricia el estómago a Julia, le acaricia los costados, disfrutando la suavidad de aquella piel tierna y sedosa. Luego, le acaricia las tetas y Julia gime de placer. Finalmente, le estruja los pezones con ambas manos y se los lleva a la boca, dónde los chupa durante varios segundos. Satisfecho, Ricardo aparta las manos del cuerpo de la desnuda Julia.

-Vamos, Julia, vamos- le dice.

Julia saca la lengua, se relame con estudiada lascivia y gime de placer. Luego, alza su cuerpo un poco y después lo deja caer, ensartándose despacio en la endurecida y tiesa polla de Ricardo. Julia hunde todo el peso de su cuerpo hacia abajo, hasta incrustarse del todo la verga de Ricardo en el coño. El culo de Julia ahora está pegado a los muslos de Ricardo, pero por poco tiempo. En efecto, pronto la desnuda mujer inicia el proceso inverso, alzándose de nuevo. Un instante en el aire, con la verga casi por completo fuera del coño y después, un rápido descenso, y un sonido chafado, carnoso, cuándo el culo de la mujer choca nuevamente contra los muslos del hombre y rebota hacia arriba casi sin descanso.

Julia aumenta pronto el ritmo y empieza a follar a gran velocidad, subiendo y bajando su cuerpo una y otra vez, golpeando sin cesar con su culo los muslos de Ricardo, mientras siente como aquella verga endurecida y caliente, hincada en su coño, la está llevando, al fin, al anhelado orgasmo. Ricardo no hace nada. Se limita a resistir los embates de Julia, sintiendo un delicioso y terrible placer mientras la cachonda amiga de su novia folla enloquecida sobre él.

-Asi, Julia, así, sigue follando, sigue follando. Eres increíble, no sabía que follaras tan bien ni que fueras tan salvaje- le dice Ricardo, apretando los dientes para no correrse mientras Julia salta y cabalga sobre él, follando y follando sin parar.

Julia llega al límite. Un poderoso orgasmo estalla en su coño y oleadas de lechosa crema invaden su sexo y mojan la polla de Ricardo. Julia se deshace en gemidos de placer mientras se corre, con la verga de su amigo introducida hasta el fondo, una verga que no tardará en estallar.

-Aahh- jadea Julia, corriéndose, meciendo todavía su cuerpo con la polla de Ricardo incrustada en el coño- Si, me corro, me coorrooo

Ricardo no puede resistir mucho. Al notar la eyaculación de Julia, le resulta imposible aguantar más y empieza a correrse dentro de su amiga.

-Oh, Julia, Julia, yo también me corro-

Varios minutos más tarde, ambos permanecen todavía en la misma postura: Julia, ensartada en la verga de Ricardo y éste, desplomado sobre la hamaca, jadeante y feliz, admirando la desnudez de su amiga.

-Creo que es tiempo de movernos- dice Julia, poniéndose a ello, levantándose y sacándose la polla del coño. Ricardo la mira levantarse y ve que la novia de su amigo tiene los muslos cubiertos de cremosos regueros viscosos que se deslizan hacia abajo. De la raja del coño de Julia mana un torrente blancuzco que se desliza igualmente hacia los muslos blancos y ya manchados.

Ricardo sonríe mentalmente. Realmente, se ha follado a Julia. Se la ha follado bien follada y la prueba está en que la tetuda cuarentona está cubierta de semen. Julia le da la espalda ahora y el hombre puede deleitarse viéndole el culo atravesado por varios regueros cremosos de semen, así como los muslos, que están cubiertos en su cara interna por abundante esperma y jugos femeninos. Julia vuelve el rostro hacia Ricardo y éste comprueba la intensidad de su segunda eyaculación, cuándo se corrió sobre la cara de la mujer. En efecto, Julia tiene numerosos regueros de semen salpicándole la cara y algunos hilillos viscosos todavía le penden de los labios y de la barbilla. Fue un buen trabajo, piensa Ricardo, orgulloso. Como si supiera lo que el hombre está pensando, Julia le mira directamente a los ojos y sonríe; luego, se limpia la boca con el dorso de la mano, manchándosela de semen.

-Vámonos de aquí, debemos entrar en la casa y vestirnos, no pueden encontrarnos así- dice Julia. Pero Ricardo aún no se mueve, contemplando extasiado las grandes tetas de su amiga, que se mueven a un lado y a otro, al compás de sus tenues movimientos.

-Ricardo, deja ya de mirarme las tetas y vamos dentro, que se está haciendo muy tarde y Natalia y Esteban están ya al caer.- repite Julia, desnuda y maravillosa, recortándose su figura contra la última luz del sol poniente. Ricardo al fin reacciona, se levanta, y, recogiendo su bañador, se lo pone. Julia sigue desnuda, no tiene ropa allí fuera, ya que salió sin ella al jardín.

No hablan. En silencio, se dirigen hacia la puerta doble de entrada a la casa. Ricardo va detrás, admirando el hermoso culo de Julia y regocijándose al recordarse a sí mismo una y otra vez que él se ha follado ese culo, que ese culo ha sido suyo, y solo suyo. Julia penetra en la casa y Ricardo, sin pensar, sin poderse resistir, la sigue, la alcanza y le da una fuerte palmada en el culo.

-¡Ay!- gime Julia, sorprendida, con el culo ardiendo por la palmada recibida-¿Estás loco? ¿Qué te crees que haces?

-Lo siento, Julia, no he podido reprimirme. Pero es que me gusta mucho tu culo.

Julia se siente halagada, de una forma obscena y sucia, pero no lo reconoce. Sonríe un poco y Ricardo comprende. Luego, observa como la mujer sube las escaleras que llevan a la parte superior de la casa, dónde están las habitaciones.

-Venga- dice Julia- a vestirnos. Que esos dos pueden llegar en cualquier momento y no me gustaría nada que me vieran desnuda junto a ti, no creo que tuviésemos excusa alguna que oponerles.

Ricardo asiente y la sigue, escaleras arriba. Cuando llegan al pasillo superior, varias habitaciones se abren a ambos lados. Julia se dirige a la que comparte con Esteban. Ricardo la ve dirigirse hacia la habitación, y no puede contenerse. Se acerca, raudo y veloz, y le da otra palmada en el culo a Julia, que suelta un gritito.

-¿Pero qué haces, loco?- y se ríe, contenta.- ¡A vestirse! Y nada de darme más palmadas en el culo, se han acabado. Todo se ha acabado, ¿entendido?

Pero Ricardo no contesta. Abraza a Julia por el talle con una mano, la atrae hacia él y la besa en la boca, enlazando durante una maravillosa eternidad su lengua con la de ella. Julia se resiste apenas un instante, intentando con ambas manos separarse del abrazo de su amigo, pero desiste enseguida. Ricardo nota como la verga, aún después de los tres orgasmos disfrutados, reacciona al contacto de su boca con los labios sensuales de Julia, y sobre todo, a la deliciosa sensación que le produce lamer la lengua de su amiga.

Al fin, las bocas se separan.

-Oh, Ricardo, Ricardo, ¿por qué lo has hecho?- musita Julia, mirando con ojos calientes a su amigo.

Ricardo afloja la presión del abrazo y sitúa sus manos directamente sobre el culo de Julia, manchándose con su propio semen.

-Porque te deseo, Julia- le susurra Ricardo al oído, haciendo que ella note su aliento cálido.

Luego, Ricardo tira del brazo de Julia y la dirige hacia la cama, dónde él toma asiento en uno de los bordes. Julia, hermosa y desnuda, lo mira sin comprender, en pie junto a él. Ricardo sonríe y se quita los pantalones, exhibiendo una verga gruesa y temblorosa, en pleno proceso de erección.

-No, no, otra vez no- gime Julia, respirando con dificultad, excitada al ver el pene de su amigo.

-Ponte aquí, Julia, boca abajo, sobre mis muslos- dice Ricardo, palmeándose los muslos para indicar el lugar. Julia comprende entonces y sigue quieta junto a él. Ricardo tira del brazo de la cuarentona desnuda y la empuja hacia delante con suavidad. Julia no reacciona y hace lo que el hombre quiere: se tumba de través sobre los muslos de Ricardo, quedando boca abajo, con el culo al aire y hacia arriba. Está excitada, de un modo extraño y sumiso. Ricardo contempla el culo de Julia. Luego, alza la mano derecha y le da una palmada, no muy fuerte, en las nalgas. Julia exhala un gemido, que casi parece de placer.

-¡Aah!-

Ricardo alza nuevamente la mano y la hace descender con más fuerza que antes sobre las nalgas de Julia, propinándole otro azote.

-¡Ay!- exclama Julia- Ricardo, nos van a ver, pueden venir, ya casi es de noche, además… ¡me estás azotando en el culo y eso no puede ser!

Ricardo alza la mano por tercera vez y vuelve a golpear el culo de Julia, con la mano abierta y los dedos extendidos. Julia lanza un gritito de dolor, puesto que la última palmada ha sido realmente fuerte y le ha dolido un poco. Ricardo lo siente inmediatamente y se deshace en disculpas. No volverá a azotarla con tanta fuerza, le promete. Julia, vagamente, intenta desasirse de aquella humillante postura y terminar con el castigo vejatorio a que está siendo sometida, pero es inútil. Ricardo la sujeta con una sola mano, sin problema alguno, y continúa azotándola. Su mano derecha se estrella una y otra vez contra las carnosas nalgas blancas y desnudas de Julia, la cual, a estas alturas, está ya muy excitada y no puede ocultarlo, pues se le escapan sin cesar gemidos inequívocos de placer. Los azotes no son muy fuertes, pero así y todo, poco a poco el culo de Julia va tomando una uniforme tonalidad rojiza.

-Aaahh- jadea Julia, totalmente excitada, al recibir otra palmada en el culo- Ricardo…se te está poniendo dura otra vez.

Y es cierto. Julia nota la dureza de la verga de su amigo, que se le clava en el estómago casi. Y es que Ricardo también está muy caliente. Tanto, que no lo puede soportar más.

-Julia- le dice- Te gusta que te azoten, ¿verdad?

-No…bueno, yo…es decir, nunca me habían azotado, pero había fantaseado con la idea, si…y ahora, bueno, estoy, estoy….

-Cachonda- terminó Ricardo.

-Si, estoy cachonda. Muy cachonda. Por favor, sigue azotándome en el culo- continúa Julia.

Ricardo le pasa un dedo por el coño a Julia. El coño está mojado, muy mojado. Excitado, Ricardo le mete el dedo hasta el fondo y Julia ronronea como una gata en celo. Luego, el hombre saca el dedo del sexo de la mujer y, alzando de nuevo su mano derecha, le propina varios azotes más, todos en pleno culo, el cual ya está rojo del todo.

Entonces, se detiene. Sabe que Julia está más que cachonda y no quiere dejarla así. Vuelve a meterle el dedo en el coño y esta vez, la folla con fuerza, metiéndole y sacándole el dedo del sexo una y otra vez. Julia vuelve hacia él la cara, con la boca abierta y la lengua fuera, babeando de gusto, con los ojos velados por el deseo y la lascivia. Al fin, pocos minutos después, Julia se deshace en jadeos de placer y se corre a chorros, mojándole la mano por completo. Después de esto, Ricardo cesa en sus azotes y afloja la presión que ejercía sobre el cuerpo de Julia, la cual se levanta en silencio y se queda en pie frente a él, que la observa con la polla tiesa.

  • Julia, chúpamela otra vez, por favor- le dice Ricardo a su amiga, que por un instante lo mira como si estuviera loco.- Por favor, necesito correrme en tu boca, dentro de tu boca.

-Ricardo, mi novio y tu novia pronto regresarán, si es que no están entrando aquí en este mismo momento. Es peligroso, no pueden vernos así, no pueden encontrarnos aquí, tu desnudo, yo desnuda, y sobre todo, no pueden vernos mientras te hago una mamada.

-Lo sé, pero lo necesito. Sabes chupar muy bien. Por favor- Ricardo mira a Julia con la mirada más tierna de que dispone.

-Oh, bueno, está bien. Pero será rápido.

Ricardo sonríe, pleno de agradecimiento. Se abre más de piernas y pone a disposición de su amiga la rotundidad de su polla endurecida. Julia se arrodilla una vez más y se sitúa entre los muslos de su amigo. Siente que el culo le arde debido a los azotes recibidos, nota como sus muslos están pegajosos, mojados con sus propios jugos. Todavía le zigzaguean por la cara abundantes regueros de semen, producto de la mamada que le hizo antes a Ricardo. Lo que va a hacer es peligroso, puede concentrarse demasiado y perder el sentido de todo, puede que Natalia y Esteban regresen y no los oigan llegar, puede que los descubran.

Pero tiene que hacerlo. Lo sabe, Ricardo lo necesita, es evidente, y ella también lo desea, pues, a pesar del reciente orgasmo, aún está excitada, y aquella polla están tan dura, tan palpitante, tan mojada

Julia se introduce la verga de Ricardo en la boca y empieza a chuparla. Como siempre, hace bastante ruido al chupar, y ese ruido, ese ruido sensual y obsceno, llena toda la habitación y hace que Ricardo tiemble de placer. Es un ruido de succión, un ruido de saliva restallante y abundante, un ruido de lametones sin fin, todo junto en un solo sonido evocador. Julia se pasa la polla a un lado y a otro de la boca, sintiéndola dura y caliente. La inunda con su saliva y la rodea con la lengua, lamiéndola por todas partes. Y chupa y chupa sin parar, mientras mueve la cabeza adelante y atrás, adelante y atrás en un delicioso y erótico vaivén sin final.

De pronto, el sonido inconfundible de un coche al llegar. Ricardo y Julia se miran a los ojos. Julia se saca la polla de la boca.

-¡Son ellos, tenemos que dejarlo, tenemos que parar ya!- exclama, asustada.

-¡Ni pensarlo, Julia, todavía tenemos tiempo, tienen que meter el coche en el garaje y llegar hasta aquí, es una casa grande! ¡Sigue chupando! ¡Sigue chupando!

Julia asiente con la cabeza y vuelve a meterse la polla de Ricardo en la boca. El saber que pueden estar a punto de descubrirla allí, desnuda, arrodillada ante el novio de su mejor amiga, chupándole la polla, la pone más caliente de lo que jamás hubiera imaginado. El corazón le late a toda prisa, le tiemblan las manos, pero sigue chupando. Chupa rápido y con prisas, lamiendo, aplastando y succionando a la vez la ensalivada polla de su amigo, moviendo la cabeza en un raudo meneo de vaivén, adelante y atrás, adelante y atrás. Se oyen pasos dentro de la casa, se oyen conversaciones entrecortadas. Los están llamando.

-¡Oh, Julia, que mamada me estás haciendo! ¡Es la mejor mamada que me han hecho nunca!- gime Ricardo, bajando la voz todo lo que puede. Julia sigue chupando, como una autómata. Al fin, Ricardo se corre espasmódicamente, llenando de semen la boca de Julia con una serie de sucesivos y ardientes chorros incontenibles. Julia intenta tragárselo todo, y casi lo consigue, aunque abundantes regueros de esperma se deslizan afuera de su boca y se quedan colgando de sus labios mojados.

-Ahora- dice Julia, con una extraña tranquilidad, sacándose la polla de la boca- tienes que irte, a tu habitación, ya.

Ricardo no se lo hace repetir dos veces y sale volando, recogiendo antes su bañador. Julia escucha los cercanos pasos de Natalia y Esteban que regresan y, rauda, se encamina al baño, que por suerte está en la misma habitación. Cierra por dentro y abre la ducha. Amortiguado por el sonido del agua al caer, le llega el saludo de Natalia y luego el de su novio Esteban. Les contesta, todavía manchada de semen. Luego, se mete en la bañera y abre más aún el grifo de la ducha. La verdad es que necesita darse un largo, largísimo baño.