Buenos amigos 5

Natalia y Julia siguen jugando, evitando a sus novios y también, aplacándoles de vez en cuando.

Buenos amigos 5

La luz de las lámparas del salón ilumina con suavidad la mesa comedor. Alrededor de la misma, dos mujeres, cuarentonas, vestidas ambas con trajes caseros muy cortitos, de esos que dejan al descubierto la totalidad de las piernas y por encima tienen un gran escote. Frente a ellas, dos hombres, también cuarentones, vestidos con ropa deportiva. Todos en torno a la mesa farfullan y gritan y ríen. La comida se ha acabado por hoy y cuentan anécdotas apoyados en una botella de licor. Una de las mujeres tiene un busto bastante amplio y el escote del trajecito revela a las miradas curiosas gran parte de sus pechos. Junto a ella, la otra mujer, un poco más alta, destaca por la longitud y belleza de sus piernas desnudas, a la vista gracias al traje corto y veraniego que lleva. Aunque no solo destaca por eso. También tiene un gran culo, amplio y hermoso, de nalgas caídas, pero igualmente apetecibles.

Bajo la mesa, de tanto en tanto, las manos de ambas mujeres interpretan una danza curiosa y dulce. Se acarician los muslos la una a la otra, aprovechando que no las pueden ver sus novios, que están frente a ellas, riéndose a mandíbula batiente de algún chiste malo, seguramente obsceno y sucio. Natalia, que es el nombre de la mujer de las piernas largas y bien modeladas, incluso se ha descalzado; quitándose las sandalias con disimulo, inclina la pierna derecha hacia su compañera de mesa y frota su pie contra el pie desnudo de su amiga.

Julia, que es el nombre de su amiga, la mira un segundo. Sonríe imperceptiblemente y continúa hablando como si no ocurriera nada, como si no sintiese arder su entrepierna al contacto con la piel de Natalia. Pero no puede olvidar el ardor de su bajo vientre, ni las horas de sexo lésbico que ha tenido con Natalia no hace mucho, en este mismo día, cuándo las dos estaban solas en la mansión olvidada. Y sabe que Natalia tampoco lo puede olvidar. Una vez más, mira a su amiga y queda arrobada por la belleza de aquel rostro que a ella se le antoja angelical: ojos grandes, piel sedosa y blanca, nariz pequeña, pelo enmarañado y teñido de rubio. En ese momento, Natalia se lleva a la boca un vaso de licor y Julia, como a cámara lenta, la mira beber; mira y admira como la punta de la lengua de Natalia sale fuera un instante, relamiéndose, y como una gota brillante de licor resbala por la comisura de aquellos deseados labios. Casi está a punto de sacar también ella la lengua y relamerse, pero, afortunadamente, recuerda donde están y con quien, y aparta la mirada. Todo ha durado un instante y los dos amigos ni se han dado cuenta.

Los hombres hablan entre ellos un largo rato y las mujeres, mirándose, inauguran una conversación fútil más, pero a un segundo nivel, sus mentes funcionan con rapidez y ambas empiezan a pensar en lo mismo: en el sexo. Concretamente, en el sexo que han tenido la una con la otra no hace mucho. Poco a poco, la conversación va bajando de tono y las manos por debajo de la mesa se disparan. Natalia y Julia se acarician mutuamente los muslos desnudos y se devoran con los ojos. Por suerte, los novios han bebido bastante y siguen haciéndolo, por lo que no están para captar sutilezas.

Las dos amigas han tenido aquella tarde varios orgasmos, pero eso no ha sido suficiente. Ahora están en plena forma, en plena excitación, y si no fuera por la presencia de Ricardo, el novio de Natalia, y de Esteban, el novio de Julia, saltarían la una encima de la otra, se arrancarían a zarpazos los trajes y, totalmente desnudas, se abrazarían como las lesbianas calientes que son para seguir gozando durante horas. Pero no puede ser. Notan la mojadura entre las piernas, notan la hinchazón de los labios vaginales, notan la dureza de sus pezones, pero no pueden dar rienda suelta a sus lujuriosos y pervertidos deseos.

-Bueno- dice Esteban, mirando a Natalia- creo que es hora de que nos vayamos a la cama, querida.

-¿Co…como dices?- balbucea Natalia, sorprendida, con el corazón saltándole dentro del pecho. ¿Iría aquel idiota a contarlo todo ahora, influido por la bebida? Perdería a Julia, sin duda, y eso era lo peor de todo. Porque un par de días atrás, ella y Esteban habían pasado una tarde juntos, follando. Todavía no sabía por qué lo había hecho, aunque estaba segura de que la terrible excitación sexual que últimamente la embargaba tenía algo que ver. No le importaba mucho perder a Ricardo, aunque antes si había pensado que era importante. Ahora, lo que quería era volver a frotar su almeja contra la almejita mojada de Julia; quería ver desnuda a Julia, besar a Julia, comerse a lametones las enormes tetas de Julia. Sofocada por su calenturienta imaginación, Natalia volvió a mirar a Esteban con la más inocente de las sonrisas, preparada para inventar algo, lo que fuese. Pero no fue necesario. Esteban se deshizo en carcajadas de medio borracho y Ricardo no pareció darse cuenta de nada. Ni Julia tampoco. Lógico, porque Julia estaba intentando evitar las suaves pero insistentes pataditas que Ricardo le daba bajo la mesa. Días atrás, justo el mismo día en que Natalia y Esteban tenían su experiencia sexual, ella y Ricardo habían tenido la suya. Al principio se había negado, pero Ricardo, que la había sorprendido totalmente desnuda, masturbándose y casi gritando el nombre de Natalia mientras lo hacía, la había amenazado con contarlo a los demás. Julia había pensado que no era buena idea que los demás supieran que estaba loca de deseo por Natalia. Así pues, se plegó a las exigencias de Ricardo y satisfizo sus más bajos instintos sexuales. Y además, y esto la molestaba, obtuvo placer con ello. En realidad, tenía que reconocer que había gozado mucho sintiendo la verga de Ricardo en sus entrañas, sintiéndola dentro de la boca…Era algo morboso, prohibido, la verga del novio de su mejor amiga. Eso la ponía cachonda y no podía negarlo.

Despertando de sus ensoñaciones, Julia lanzó una certera patada bajo la mesa hacia la pierna de Ricardo. Éste, bebido, recibió el golpe y también el mensaje. No habría, por ahora, segunda sesión de sexo con la amiga de su novia. Durante unos minutos, se hizo el silencio sobre la mesa. Luego, los hombres se levantaron, tambaleándose, y las mujeres, mostrando su disgusto, empezaron a recoger la loza. Pero era solo un disgusto externo, puesto que el comportamiento poco caballeresco de sus parejas les daba la oportunidad de encontrarse a solas en la cocina.

-Oh, Julia- estalló Natalia cuándo al fin estuvieron solas- Pensaba que no se iban a cansar nunca.

-Espero que estén lo suficientemente bebidos como para caer rendidos en la cama y que no quieran sexo con nosotras.- susurró Julia, sonriendo, mientras ponía una fuente en el fregadero.

-Julia, no he dejado de pensar en ti en todas estas últimas horas. No puedo dejar de imaginarte desnuda en mis brazos, y cuando lo hago, me pongo muy, muy caliente, mi amor.

-Lo sé. A mí también me pasa, Natalia. Te imagino desnuda a todas horas, pero debemos tener cuidado y procurar que esos dos no nos descubran. Si esta noche quieren sexo, tendremos que dárselo. Así, se quedaran dormidos con facilidad y podremos, en la madrugada, vernos a solas, en la habitación olvidada, arriba.

-¡Fantástico!-exclamó Natalia, acercándose a su amiga y rodeándola por el talle- No podía soportar pensar en el transcurrir de toda una noche sin ti, sobre todo después de lo que pasó en la habitación y en el jardín. Nunca me había sentido más excitada. Nunca.

Julia metió la mano bajo la corta parte inferior del traje de Natalia, de color oscuro, y se puso a acariciar las nalgas de su amiga. Natalia llevaba bragas, pero eran de tipo tanga, y en la parte trasera estaban formadas solo por un delgado y casi invisible hilito de tela de color rojo que se perdía entre las nalgas, amplias, aunque algo fofas y blanditas, de la cuarentona.

-Hum- dijo Julia, con una gran sonrisa- Me parece que estas braguitas que llevas no te las he visto, Natalia. Tienes todo el culo al aire. ¡Mala, mala, mala!

Y le dio tres nalgadas, no muy estruendosas. Natalia dio un respingo y, riéndose por lo bajo, se llevó un dedo a los labios:- ¡Ssshh! ¡Que nos va a oír esos dos!-

-Oh, no te preocupes por ellos. Ahora están en el balcón, diciendo tonterías. Tenemos unos minutos para nosotras antes de que vengan a buscarnos. Así que…tenemos tiempo para que te quites este trajecito y así yo pueda ver que llevas debajo.

-Tú sí que eres mala, Julia. ¡Quieres verme en ropa interior!- susurra Natalia, con una gran sonrisa, sofocada por la excitación. – No llevo nada espectacular debajo, solo un conjuntito de color rojo, unas braguitas tipo tanga y un sujetador que compré en la ciudad antes de venir aquí. Quería darle un empujoncito a la excitación de Ricardo, quería calentarlo….pero esta tarde me lo puse solo para ti, solo pensando en ti, Julia.

-Quítate el traje- dice Julia, mirándola fijamente a los ojos. Natalia sostiene la mirada un instante y luego, agarrándose el traje por la parte baja, se lo saca por la cabeza, quedándose en ropa interior. Las finas braguitas rojas, apenas un minúsculo triángulo invertido de tela transparente- que permite ver la oscura pelambrera que se oculta detrás, cubriendo la entrepierna- unido a un mínimo hilo rojo que bordea la cintura, atrapa la mirada de Julia. Pero los ojos de ésta pronto suben un poco, admirando el sujetador, también de tela roja transparente, a través del cual los pezones endurecidos de Natalia son perfectamente visibles. Natalia, sonriendo, se da la vuelta y permite que la mirada lasciva de Julia se deslice por su espalda desnuda, atravesada solo por el tenue hilo rojo del sujetador, hasta llegar a sus nalgas. Natalia tiene, realmente, el culo al aire, como si estuviera desnuda, puesto que la parte trasera de las braguitas consiste tan solo en un delgado y débil hilo rojo que no cubre absolutamente nada, ya que se pierde por completo entre las grandes nalgas.

-Tienes el culo al aire- comenta Julia con una sonrisa- Y es un culo precioso. La verdad es que ese conjunto te sienta de maravilla…mmmhh…estás para comerte.

-Qué cosas dices, Julia, amor- le dice Natalia, halagada por las palabras de su amiga. Julia se acerca despacio, le pone una mano en el culo a Natalia y empieza a acariciarlo. El contacto con las blandas y suaves carnes de las nalgas de Natalia excita a Julia, que no puede evitar gemir de placer.

-Oh, Natalia, te deseo tanto…- le susurra a su amiga, con la boca pegada a la oreja. Natalia siente el roce de los labios de Julia en torno a su oreja y nota el calor de su aliento. Excitada, se da la vuelta de golpe y aplasta sus pequeños pechos contra las grandes tetas de Julia. Aún a través de la tela de su propio sujetador, a pesar de la tela más gruesa del traje de Julia, y del sujetador de ésta, Natalia puede sentir la dureza de los pezones de su amiga. Y eso no es que la excite. Eso la pone cachonda.

-¿Me deseas, Julia? Entonces… ¿por qué no te quitas tú también el traje y nos quedamos las dos en ropa interior?-

Y diciendo esto, Natalia besa en la boca a Julia. Los labios de las dos amigas se funden en un abrazo sexual intenso. Las lenguas se enroscan la una en torno de la otra. Los gemidos inundan la cocina.

-Mmmmmh- gimen las dos, besándose durante largos y deliciosos segundos. Al fin, cuándo las bocas se separan, Julia se quita el traje con un único movimiento de una de sus manos. Ahora, sus enormes tetas, cubiertas por un sujetador negro de tela de encaje transparente, quedan al alcance de Natalia, que no tarda en empezar a manosearlas a gusto.

-Tus tetas, tus tetas, Julia, adoro tus tetas. Me pasaría la vida entera tocándote las tetas, metiéndomelas en la boca, chupándolas…ahhh….me corro solo de pensar en que te estoy manoseando las tetas.

-Contente, Natalia, no estamos solas en la casa y nuestros novios…¿quieres estarte quieta?¡Vas a desnudarme!

Natalia, excitada, había sacado las tetas de Julia de debajo del sujetador y las estaba amasando con una mano, mientras con la otra le bajaba a su amiga las finas braguitas de encaje negro que llevaba. Julia se quejaba, pero no hacía nada para evitar las acciones de su mejor amiga. Así, pronto tuvo las bragas en el suelo, en torno a sus pies calzados con sandalias caseras, y sus grandes tetas, totalmente al aire, fuera de la cobertura del sujetador.

-Natalia, tranquilízate, me has quitado toda la ropa, estoy desnuda, y esos dos pueden…en cualquier momento…mmmhh-

-¿No decías tú misma que estaban en el balcón, hablando tonterías? Casi los oigo, de lejos. No vendrán. No todavía. Aún tenemos tiempo, amor.- dice Natalia, atrayendo más a Julia hacia ella, de un fuerte tirón. Impulsada por la fuerza de su amiga y amante, Julia pierde las sandalias y deja las bragas atrás, en el suelo. Ahora, solo lleva encima el sujetador, que no cumple su función, ya que Natalia le ha sacado las tetas por encima y ahora están a la vista, con los grandes pezones enrojecidos y tiesos.

-Nataliaaa…mmmh- gime Julia, dejándose llevar. Natalia la abraza y la besa nuevamente en la boca. Esta vez el beso lésbico es más largo y apasionado. La lengua de Julia explora a placer el interior de la boca de Natalia, mientras ésta hace lo mismo con la suya. Las dos lenguas, enroscadas, se lamen la una a la otra durante largos instantes de lujuria. Cuándo los labios se separan, hilos de saliva unen todavía las bocas de las dos amigas.

-Natalia, no sé muy bien como hemos llegado a esto, pero no podemos parar.- dice Julia, pasando a su vez al ataque: con un suave tirón de una de sus manos, le baja las finas braguitas a Natalia, hasta dejarlas en el suelo, entre sus pies.

-Oh, mis bragas, Julia, qué mala eres, me has quitado las bragas. Eso no se hace- le susurra Natalia, tan caliente ya que cree que va a estallar. Julia, sin saber muy bien lo que hace, le mete un dedo en la almeja a Natalia, hasta el fondo.- ¡Ohhh, Julia, Julia, Juliaaaa…..ahhh!

Natalia pone los ojos en blanco y separa las piernas, sentándose encima del mármol de la cocina. Julia le ha metido el dedo bien metido y no la suelta. Antes al contrario, empieza a menear el dedo a un lado y a otro dentro del sexo mojado y cachondo de su desnuda, cachonda y libidinosa amiga, que se deshace en jadeos de placer. Las sandalias de Natalia caen al suelo, dejándola descalza, además de medio desnuda. Julia, más que excitada, añade otro dedo a la particular exploración vaginal que le está realizando a su amiga y logra que ésta se deshaga en gemidos lascivos.

-Ven aquí, Julia- le dice Natalia, atrayendo de nuevo a su amiga hacia ella, con una suave presión de sus brazos. Julia se ve impulsada hacia adelante y su rostro roza el rostro de Natalia. Con una mano, Julia le acaricia la cara a Natalia, sonriendo, amándola con la mirada. La otra mano, Julia la tiene entre las piernas de su amada. Los dos dedos de Julia han hecho tan bien su trabajo, que los labios internos de Natalia están hinchados y mojados, y el clítoris, completamente fuera de su caparazón, está duro y tieso.

-Natalia, me gusta tanto tu almejita…- le susurra al oído Julia. Y mueve los dedos hacia arriba, hasta tocar y frotar el clítoris endurecido. Natalia se derrite, al borde del orgasmo.

Natalia, medio desnuda- solo lleva encima el sujetador rojo transparente-, sentada en el mármol, con las nalgas desnudas aplastadas contra la fría piedra, con sus largas y bellas piernas abiertas, rodeando a Julia, la cual, sin bragas, y con el sujetador remetido bajo las grandes tetas, le mete dos dedos en la concha mojada a su mejor y más íntima amiga. Si, en realidad, es que son amigas muy íntimas. En el suelo, tirados de cualquier manera, yacen los trajes caseros, de una pieza, de las dos mujeres, además de sus sandalias y sus bragas.

-Julia, amor, si sigues así, me voy a correr. No creo que pueda aguantar mucho más sin correrme.- jadea Natalia, babeando ligeramente, con la lengua fuera.

-Natalia, me encanta mirarte cuándo te corres. Pero yo también necesito tu dedito en mi almeja…estoy tan cachonda…por favor- suplica Julia, adentrándose más entre las piernas de Natalia. Ésta, subyugada como estaba por la habilidad de los dedos de Julia, encontró fuerzas para, incorporándose un tanto, hacerse hacia adelante y rozar con sus tetas, cubiertas por el sujetador rojo, las grandes tetas de su amiga, tetas que, si bien en general estaban algo colgantes, debido a la edad, ahora estaban tiesas y firmes, debido a la presión que ejercía el sujetador remetido bajo ellas. Deseando complacer a Julia, Natalia, sonriendo pícaramente, le mete un dedito en el coño.

-¡Ohh! Si, gracias, Natalia, lo necesitaba…mmmhh-

Durante varios minutos, las dos mujeres se penetran mutuamente con los dedos, deshaciéndose en gemidos de placer, mientras sus clítoris, erectos, reciben tiernas caricias una y otra vez. La luz de la lámpara de la cocina ilumina la lujuriosa escena de pasión, con dos mujeres de cuarenta y pocos años, casi desnudas, metiéndose mano la una a la otra. Natalia, sentada sobre el mármol de la cocina, abierta de piernas, vestida solo con un corto sujetador rojo que apenas esconde sus pequeñas tetitas. Entre ella, entre sus piernas largas y bellas, Julia, prácticamente desnuda, pues solo lleva encima un sujetador, que está enrollado bajo sus grandes tetas. Y lo que es aún más excitante, Julia le está metiendo dos dedos en la almeja a Natalia y ésta le está metiendo uno de sus deditos a Julia en la rajita. Las dos mujeres están mojadas, las dos tienen los labios interiores de sus sexos hinchados y humedecidos, las dos tienen los clítoris en erección, las dos están jadeando de placer, besándose de cuando en cuando, acariciándose la cara la una a la otra.

Saben que están en peligro. Saben que sus novios pueden verlas, descubrirlas, en cualquier momento. Pero eso las pone aun más cachondas si cabe y en sus mentes recalentadas solo hay espacio para el sexo, para placer lésbico que están experimentando, placer que por el hecho mismo de ser entre mujeres, de ser un placer en cierto modo prohibido y rechazado, ocultado, es más sublime y deseable.

-Oh…Julia…me corro, amor, me corro…- susurra Natalia, mordiéndole con suavidad una oreja a Julia. Ésta siente como su amante se corre, como le inunda los dedos y la mano con sus efluvios calientes y viscosos. Y no puede resistirse, sobre todo porque mirar como el rostro de Natalia se contrae y tiembla, víctima del más intenso placer, es algo que la pone demasiado cachonda.

-Yo también…me…corro…ahh- contesta Julia, eyaculando a su vez sobre la mano de de su amiga Natalia.

Las dos amigas desnudas se derriten de placer durante unos intensos segundos. Luego, se separan, satisfechas, dándose un último beso de amor. Cada una tiene una mano llena con la lechosa sustancia derramada por la otra. El olor a sexo femenino impregna el aire de la cocina. Con lascivia, las dos se llevan a la vez las manos pringosas a la boca y rebañan con la lengua todo lo que pueden, tragándolo luego, dejando las manos limpias, aunque ensalivadas.

-Mmmm- gime Julia- me gusta mucho tu sabor, Natalia.

-Y a mí el tuyo, amor- le contesta Natalia. Luego, se quedan contemplándose la una a la otra durante varios minutos, en los cuales se escuchan los gritos y carcajadas de sus bebidos novios en el balcón, como si provinieran de otro mundo.

-Aquí huele mucho a almeja cachonda, Julia- le dice Natalia a su amiga.- Abramos de par en par las ventanas y la puerta, para que se vaya ese olor. Además, tenemos que vestirnos, estamos desnudas y esos dos pueden descubrir nuestro pequeño secreto

-Tienes razón, Natalia- concede Julia. Y empieza a vestirse, poniéndose las bragas y arreglándose el sujetador, mientras Natalia hace lo mismo. Al poco, ambas están vestidas y han abierto las ventanas para que el aire nocturno refrigere la habitación. Luego, friegan con rapidez toda la loza, quejándose en broma de sus parejas respectivas, que no las han ayudado en el trabajo.

-Pero gracias a su desidia hemos podido estar a solas- dice sonriendo Julia, acabando de secar los platos.

-Tienes razón. Bien por ellos…y por nosotras. Ahora, creo que debemos ir a buscarlos. La noche nos espera, Julia. No te olvides.

-No lo olvido. En la madrugada, cuándo Esteban esté dormido, subiré a la habitación vacía. Y tú harás lo mismo, espero. Te necesito, Natalia, ya lo sabes.

-Y yo también, amor, yo también. Subiré a la habitación, una vez esté segura de que Ricardo está profundamente dormido. Lo cual no tardará en producirse. Si da mucha guerra, pienso dejarlo seco a base de sexo. Y no te pongas celosa.

-No me pongo celosa. Bueno, un poco sí, pero supongo que es necesario para poder tenerte. La verdad, creo que yo también tendré que darle una buena ración de sexo a Esteban para que se duerma, a pesar de que está algo bebido.

-Vamos a buscarlos entonces. Ardo en deseos de tenerte de nuevo entre mis brazos, Julia.

Julia, por toda contestación, esbozó una sonrisa cómplice y le dio una palmadita en el culo a su amiga. Luego, ambas fueron a buscar a sus chillonas parejas, que aún estaban arreglando el mundo en el balcón.

Más tarde

En el silencio de la noche iluminada por la luz de la Luna, en la habitación de la pareja formada por Julia y Esteban

-Aahh…sii…ahhh- jadea Julia, con la lengua fuera, y las tetas saltando arriba y abajo, arriba y abajo, una y otra vez-Si, hasta el fondo, si….toda adentro….mmmhhh

Está desnuda, por completo. Sentada a horcajadas sobre su novio Esteban, que también está desnudo. La cuarentona, no muy alta, de grandes tetas y piel muy blanca, tiene insertada dentro de su vagina la verga de su pareja, una verga dura y de buen tamaño, que la está poniendo más cachonda de lo que pensaba.

-Aahhh- gime Esteban, alzando sus manos y abarcando con ellas las grandes tetas de su novia- ¡Que tetas tienes, y que bien follas, Julia, amor mío! ¡Ohhh…como te mueves…no creo que….ahhh!

Julia se muerde los labios y jadea con ardor. Salta sobre su pareja, sin parar, cada vez más rápido, follándose a Esteban como nunca antes lo había hecho. En su mente domina la idea de follarse a Esteban hasta dejarlo exhausto, hacer que tenga un orgasmo tan violento e intenso que caiga agotado. Lo cual no cree que sea tarea difícil, pues su novio ya está cansado y bebido. Además, está sintiendo realmente un placer bronco y fuerte, que nunca antes había experimentado en sus sesiones de sexo con Esteban. Su almeja, mojada, con los labios hinchados y más que sensibles, recibe con los brazos abiertos la endurecida y rugosa verga de su novio, y Julia, tiene que reconocerlo, está cachonda. Su mente vuela libre, y se imagina a Natalia, no puede quitársela de la cabeza: se la imagina desnuda, bajo ella, lamiéndole el clítoris. Y su excitación sexual se dispara. Sin poder reprimirse, Julia empieza a correrse:

-Oh, cariño, me…corro…ahhh…- susurra Julia, relamiéndose con obscena lascivia, mientras sus grandes melones, coronados por un impresionante par de pezones rojos y duros saltan con deliciosa rapidez a un lado ya otro- me corro, Esteban, me corrooo….ammmhhh

Es un orgasmo suave, largo, que permite que una cachondísima Julia se retire de su postura y, situándose más abajo, sujete entre sus manos la verga dura, mojada y a punto de Esteban.

-Julia, por favor, hazme una mamada, amor mío, por favor. No duraré mucho más, y quiero correrme dentro de tu boca.

Julia no dice nada. Aún está cachonda, aún continúa corriéndose, derramándose con deliciosa lentitud. Sin poder borrar de su mente la imagen de su amiga Natalia- una Natalia desnuda, excitada, convertida por su mente calenturienta en una especie de puta salvaje- Julia se mete en la boca la polla de Esteban y comienza a chuparla. Siente la jugosa blandura del glande de su novio, lame con la punta de su lengua la rajita que corona la dulce fresa del placer de Esteban, y un segundo más tarde, un chorro de semen caliente inunda su boca.

-¡Mmmmpff!- gime la desnuda y blanca mujer, con la boca llena de semen. Esteban se deshace en gemidos y se corre sin remedio, desbordando la boca de Julia y derramándose por fuera, manchándole a su novia los labios, las mejillas, la barbilla…La verga sale al fin despedida de la boca de Julia y aún tiene potencia para lanzar un par de chorros más, que van a estrellarse directamente contra la cara de la mujer.

Esteban cae hacia atrás, jadeando, tembloroso, satisfecho. Julia sabe que está tan cansado, tan bebido, y tan contento por el orgasmo, que no le dará problemas y se dormirá como un niño bueno.

-Oh, Julia, amor mío, ha sido increíble…creo que nunca habíamos follado como esta noche

-Cállate, Esteban, estás bebido. Anda, duérmete y descansa, lo necesitas.- le aconseja Julia, limpiándose la cara llena de semen con el dorso de la mano derecha. Tal y como ella pensaba, Esteban no resistió más de unos segundos sin caer rendido. Balbuceando necedades, el hombre cayó redondo y empezó casi enseguida a dormirse. Julia sonrió, desnuda y cachonda, pues el orgasmo le había durado mucho, aunque no había sido tan intenso como los que había disfrutado con Natalia. Luego, se acomodó junto a su pareja, simulando dormir también, pero en realidad, esperando a que el sueño profundo dominase a Esteban, para, así, poder salir, en la oscuridad de la noche, a encontrarse con Natalia.

Casi en esos mismos instantes, en la habitación de Natalia y de Ricardo, éste se derrite en gemidos de placer, mientras su novia, desnuda, le hace una magnífica mamada…por segunda vez.

-¡Ooooh, Natalia, no sabía que chupases tan bien…ahhh!- dice el hombre, mesando con ambas manos los cabellos teñidos de rubio de Natalia, que está acurrucada a sus pies, metida entre sus muslos, chupándole la polla.

-Mmmpf….mmmhhh…- es lo único que se le oye decir a Natalia, con la verga, dura y gorda, de Ricardo bien metida dentro de la boca. La blanca y delgada mujer, de magnífico, carnoso y colgante culo, decidió, al comenzar la noche con su novio, llevar a éste lo más rápido posible al orgasmo. Y con esa intención, se dedicó a chuparle la verga. Se la chupó una vez, y pensó que con eso Ricardo tendría bastante y se dormiría. Pero no. Ricardo no tenía bastante con una simple mamada y quería follar. Pero Natalia tenía otros planes. Sin hacer caso a los deseos de su bebida pareja, se puso a hacerle una segunda mamada. Con la cara manchada por la primera corrida de su novio, Natalia se introdujo dentro de la boca la verga endurecida de Ricardo, y empezó a chuparla. Mientras lo hace, tan solo piensa en Julia, en su rostro hermoso e inteligente, en su alegría, en sus grandes tetas, en su culito redondeado y apetecible. A pesar de que el sabor, la textura y el grosor, así como el tamaño de la polla de Ricardo son realmente apetecibles, Natalia solo tiene en mente el cuerpo desnudo de Julia. Se pone cachonda, se lleva una mano a la entrepierna y empieza a masturbarse, pensando en su amiga.

-Oh, sí, Natalia, cariño, estás cachonda, tan cachonda que tienes que masturbarte….ohhh- gime Ricardo, encantado de la vida- ¡y como chupas, chupas como una diosa chupona, como una auténtica chupapollas!

Normalmente, a Natalia no le hubiera gustado nada que su propia pareja la llamase chupapollas, pero ahora era distinto. Todo era distinto desde que estaba en aquella mansión, desde que había desahogado su frustración sexual con Esteban, con el novio de su mejor amiga, y, sobre todo, desde que había empezado una ardiente relación sexual con Julia. Ahora, no le importaba. Y para corroborarlo, se sacó la verga de la boca, y le dio un tremendo y largo lametón, desde la base hacia arriba, hasta la punta jugosa del glande, con los ojos fijos en Ricardo.

-Me gusta chupar. Y me gusta tu polla, cariño.- le dice a Ricardo, que no puede creerlo. Y se pone tan excitado, que, sin poder contenerse, eyacula, con gran violencia, lanzando al aire un surtidor de esperma que, al descender, se estrella contra la cara expectante de Natalia. Ricardo continúa corriéndose, y Natalia continúa lamiéndole la verga, rebañando y tragando todo el semen que puede, sintiendo que ahora si, que ahora, su novio no estará para más batallitas y se dormirá sin problemas.

-¿Quieres que te la chupe otra vez, cariño?- le pregunta Natalia, con voz untuosa, con la cara chorreante de semen, y la boca babeando saliva y esperma.

-No…no…déjalo estar por ahora, Natalia…creo que voy a dormirme…estoy cansado, muy cansado

La sonrisa de triunfo que esbozó Natalia fue de antología. Dejó que su novio se acurrucara en un borde de la cama, medio dormido ya, rendido por el cansancio, la bebida y las dos mamadas disfrutadas, mientras ella tomaba posesión del otro lado de la cama y fingía intentar dormir a su vez.

Pero no era esa su intención. Ni mucho menos. Porque sabía que en la habitación vacía, en aquella gran cama, la estaba esperando, un poco más adelante en la madrugada, su maravillosa amiga Julia.

Una mujer ataviada solo con un ligero y corto camisón negro totalmente transparente. La corta indumentaria apenas le cubre la entrepierna, formada por un abundante matorral de pelos negros, que resaltan a la luz difusa de la Luna, pues la mujer está totalmente desnuda bajo el camisón. Las piernas desnudas, no muy largas ni muy bien formadas, brillan a su vez con fulgor blanco en medio de la noche. Las grandes tetas de la mujer, perfectamente visibles bajo la mínima y transparente tela del camisón,- dotado de un más que generoso escote que deja a la vista gran parte de lo que pretende esconder-son el rasgo más característico de esta fémina, que, un poco nerviosa, está al tanto de cualquier sonido que venga de la parte baja de la escalera. Ella ocupa la parte alta, y a pesar de la noche, la luz de la Luna ilumina con fuerza los escalones y parte del pasillo de abajo, en los que ella posa su mirada.

-Natalia, Natalia, vamos, por favor, ya llevo aquí demasiado tiempo….vamos- murmura, desesperada por la tardanza de su amiga. Inquieta, se da la vuelta y ahora es su bello culo el que queda casi a la vista, tapado por la tela transparente del camisón, un camisón tan corto que propicia que la parte baja del trasero quede al aire de modo directo. Entonces, un discreto sonido llama su atención. Se vuelve, con el corazón palpitante, y la ve.

Natalia está abajo, mirándola, sonriendo con picardía. Lleva el mismo conjunto de bragas y sujetador que ya pudo verle en la cocina, pero ahora, además, lo ha aderezado con unas medias de encaje, también rojas, que le llegan hasta medio muslo. El color rojo de su erótica ropa interior no es perceptible más que como un extraño color oscuro. Pero Julia se queda igualmente impresionada y también sonríe. Ahora es Natalia la que admira a Julia, fijándose en el excitante camisón transparente, en los grandes pechos, realzados por el enorme escote y la tela que más que ocultar, deja todo a la vista.

Poco a poco, Natalia comienza a subir, contoneándose despacio y con estudiada lascivia, meneando con erotismo las caderas, de un lado a otro, una y otra vez, de forma exagerada. Julia abre la boca y se relame y una gota de saliva se le escapa, mojando sus labios y descendiendo por su barbilla. Está tan excitada que se mete una mano en el escote y empieza a acariciarse las tetas bajo la tela negra. Natalia continúa subiendo, con insinuantes y calientes contoneos. En uno de ellos, se da la vuelta sobre el penúltimo escalón y se vira de espaldas.

Julia sonríe y aplaude con suavidad. Las bragas de Natalia, en su parte trasera, están compuestas solo por una fina tira de tela roja que se pierde entre las grandes nalgas desnudas, que, así, quedan completamente a la vista. En realidad, con aquellas bragas tan eróticas, Natalia lleva el culo al aire.

Y qué culo.

Julia vuelve a aplaudir en silencio, agradeciendo el gesto de su amiga, la cual ya se ha vuelto a poner de frente. Sube el último escalón y ambas amigas se abrazan, como si no se hubieran visto en años.

-Julia, te eché tanto de menos esta noche. Quería que fueses tú quien estuviese acostada junto a mí, en mi cama, y no Ricardo. Es horrible, es un buen chico, lo sé, pero hoy….es decir, esta noche….casi lo odié, por no ser tu, por impedirme, con su presencia, acostarme contigo.

Julia traga saliva antes de contestar. Ricardo, el buen chico, es el mismo que casi la violó un par de días atrás, en el jardín, si bien Julia reconoce que después de los primeros y extraños momentos, ella misma no opuso ni la más mínima resistencia y que, al final, incluso disfrutó.

-No te preocupes- le dice Julia, mientras Natalia le acaricia el culo por debajo del camisón- no te preocupes, Natalia…. ¿tuviste muchos problemas con él?

-Oh, no, ninguno, aunque tuve que hacerle dos mamaditas…después de las cuales se quedó dormido como un niño. ¿Y tú?¿Tuviste que follar con Esteban, Julia?

Al hacer la pregunta, Natalia recuerda su sesión de sexo con Esteban, el novio de su mejor amiga y ahora su amante lesbiana. No está muy orgullosa de ocultar los hechos a Julia, pero no se atreve a decir nada, por temor a romper el hechizo de deseo sexual que parece envolverlas a las dos.

-Si, tuve que hacerlo, Natalia, no te enfades…Follé con él, solo una vez. Cuándo iba a terminar, le chupé la polla un poco y se corrió….nada más. Luego se quedó dormido.

-Y tú…- le pregunta Natalia, mordiéndose los labios y bajando la mirada hacia las enormes tetas de Julia- tú… ¿te corriste? Porque yo no, y la verdad, estoy muy cachonda, amor.

Julia desliza sus manos sobre las nalgas de Natalia y se las acaricia a conciencia antes de contestar.

-Si, me corrí. No fue un orgasmo como los que he tenido contigo, no sé si me explico. Pero me corrí, si, tuve un orgasmo.

-No tienes por qué explicarte, amor, es tu novio. Lo decía por otra razón…y es que estoy muy cachonda, y no he podido tener un orgasmo con Ricardo, tan solo, como te he dicho, se la he chupado un par de veces. Estoy tan cachonda que necesito correrme ahora, para desahogarme. Luego, en la cama, las dos, podremos disfrutar de lo lindo. ¿Me entiendes, amor?- Julia la entiende. Es más, la comprende, porque en sus caricias ha llegado ya hasta la almejita de su amiga y la ha encontrado muy mojada, con los labios internos hinchados y salientes, evidenciando un estado de excitación crítico. Las bragas que lleva Natalia no han sido obstáculo para tal exploración, puesto que, en la entrepierna, solo consisten en una fina telita de encaje que los dedos de Julia han apartado con primor.

-Si, Natalia, te entiendo- le dice a su amiga, empujándola con suavidad hacia el barandal de la escalera, hasta que las nalgas de Natalia se aplastan contra la madera.

-Oh, Julia, Julia, Julia, mi amor- susurra Natalia, con inmensa ternura, acercando sus labios hasta los labios de Julia y posándolos en ellos. Un fugaz y cálido beso reconforta a las dos mujeres. Sonríen con alegría y Julia, agarrando por encima las bragas de Natalia, les da un tirón y se las baja hasta dejárselas a medio muslo, sobre las eróticas medias rojas.

-Ah- jadea Natalia, traspuesta de deseo, caliente y cachonda- ah, me estás bajando las bragas, que mala eres, amor.

Julia posa su mirada en la entrepierna peluda de su mejor y más íntima- muy, muy íntima- amiga y, sacando la lengua, se relame con antelación. Luego, sus ojos, plenos de lascivia, se deslizan hacia arriba, hacia el ombligo precioso de Natalia, hacia su estómago, no del todo plano, y hacia sus tetitas, cubiertas todavía por el sujetador rojo transparente.

-Desnúdame, Julia, desnúdame, por favor- le suplica Natalia, respirando con pesadez debido a los intermitentes jadeos- Quítamelo todo, necesito estar desnuda en tus brazos.

Julia la obedece de buena gana. La abraza y le desabrocha el sujetador, dejando que caiga al suelo. Ahora, las tetas de Natalia están al aire, y, una vez más, Julia empieza a salivar mirándolas, pues, a pesar de que son pequeñas y algo colgantes, le parecen deliciosas y apetecibles, con sus pezoncitos endurecidos y tiesos, que parecen apuntar hacia ella. Con una de sus manos, acaricia aquellas tetas que tanto la atraen, mientras Natalia sigue jadeando de placer. Luego, con una de sus manos asiendo todavía una teta de su amiga, desliza la otra hacia abajo. Al llegar a la entrepierna, sobrevuela con sus dedos abiertos el bosque negro y frondoso, lleno de pelos, y siente el calor que desprende, como un horno a punto de explotar. Sin poder contenerse, acaricia con sus dedos los labios protuberantes de Natalia, unos labios hinchados y enrojecidos, mojados ya. Natalia lanza un estertor de placer, un ronroneo más bien, mostrando que está muy, muy cachonda. Julia aparta la mano de debajo de la entrepierna de su amiga y, alcanzando de nuevo las bragas, que aún están enrolladas a medio muslo, les da un fuerte tirón y se las baja del todo, dejándolas tiradas en el suelo.

-Oh, amor, me has quitado las bragas…estoy desnuda, desnuda….ahh….sigue Julia, no te pares, no ahora, estoy demasiado cachonda, por favor, sigue….quítame las medias si quieres, pero hazlo rápido, estoy muy caliente, mi amor.

-Me gusta verte con esas medias, Natalia…te las dejaré puestas, si no te importa, claro.

-No, no me importa, pero date prisa, Julia, hermosa, bella Julia, estoy muy excitada, por favor, haz que me corra, necesito correrme, por favor.

Julia se separa un poco de su amada. Aferrando su camisón por la parte baja, se lo saca por encima de golpe, de un tirón, quedándose totalmente desnuda frente a Natalia. Ésta se abre de piernas, con el culo pegado a la barra de madera del barandal de la escalera, y, casi sin saber lo que hace, se mete un dedo en la almejita chorreante.

-Julia, estás desnuda, mmmmh….que buena estás, de verdad- le dice, mordiéndose el labio inferior, masturbándose delante de su mejor amiga- Ooohh….pero que buena estás, estás para comerte…ahh…ahhh….

-Sshh…tranquila, tranquila, deja de masturbarte, Natalia- le dice Julia con una sonrisa- para eso están las amigas, y yo soy tu mejor amiga.

Un beso de amor en plena boca sella la declaración de Julia. Los gemidos resuenan en la blanca noche de Luna mientras las dos mujeres se besan con pasión, como lesbianas consumadas y expertas, frotando sus tetas la una contra la otra, abrazándose, cada una con las manos en el culo de la otra.

-Y ahora- dice Julia- voy a chuparte, amor, y tendrás tu deseado orgasmo. Te chuparé lo mejor que se, porque disfruto cuando tu disfrutas, me gusta oírte gemir de placer y quiero que te corras en mi boca y que tu leche moje mis labios.

-Oh, sí, si….Julia, mi amor….ah- balbucea Natalia, con la lengua fuera, y los ojos inyectados de lascivia.

Julia se agacha y se arrodilla delante de Natalia. Se inclina hacia delante e introduce su cabeza entre los muslos de Natalia. El olor a sexo desatado y mojado es penetrante allí dentro, entre las suaves y blancas carnes de su amiga, más blancas aún por el efecto de la luz de la Luna. Julia también está cachonda y se lleva una mano a su propia y desconsolada almejita, que no se merece estar sola. Arquea el cuerpo y levanta el culo y se mete un dedo entre los pliegues de su propio sexo. Saca la lengua y lame durante varios segundos la concha empapada de Natalia, concentrándose en los labios internos, hinchados, demasiado hinchados y sobresalientes. El contacto con la lengua de Julia es electrizante y Natalia lanza un gemido de intenso placer, hundiendo sus manos en el pelo alborotado de su amiga.

-Oh, Julia- le susurra, con voz profunda y quebrada por el deseo. Julia siente como la pasión de su mejor amiga palpita a todo lo largo y ancho de aquella hermosa y deliciosa vagina. Mete la lengua bien adentro y arranca de Natalia otro gemido de placer. Julia, cachonda, imprime más velocidad a su dedito y se masturba más y más rápido, mientras usa su lengua con más rapidez todavía. Está tan excitada, que incluso siente que aquella postura, allí de rodillas, con la cabeza entre las piernas de su amiga, es una postura humillante, pero por eso mismo le gusta tanto. Le gusta sentirse humillada, lamiendo la almeja de Natalia, Natalia, que está de pie, mientras ella, arrodillada, humillada, con el culo al aire y respingón, se siente tan, tan cachonda.

"Oh,-piensa Julia- estoy desnuda, totalmente desnuda, aquí, de rodillas, con la espalda arqueada hacia arriba, con el culo en alto, con mi cabeza metida entre los muslos de Natalia. ¡Y la estoy chupando! Estoy chupando a Natalia, que está en pie, mientras yo permanezco aquí, en esta postura sumisa. Y la verdad es que me gusta tanto….me encanta, me excita, me pone cachonda, humillarme ante mi mejor amiga…"

-Oh, Julia, Julia, creo que…que…. ¡aaahhh!- gimió Natalia. Y un torrente desbocado de efluvios cremosos inundó la boca de Julia. Natalia se corría en medio de jadeos de placer, y Julia permanecía allí, arrodillada, sumisa, lamiéndole todavía la almejita a su amiga, tragándoselo todo. Julia dejó que su mente vagara libre. Y recordó que cuando Ricardo se la folló, también le dio unos cuantos azotes en pleno culo. Y eso le gustó.

-Julia, amor, ha sido maravilloso- le dijo Natalia, resbalando hacia abajo, cayendo de culo y quedándose sentada frente a Julia, que la mira con la boca babeante.

-Vamos- le dice Julia.- Ahora soy yo la que está cachonda, amor, y necesito frotar todo mi cuerpo contra el tuyo. Necesito correrme, necesito que me des placer, y también necesito dártelo yo a ti. Pero no hay prisa. Tenemos toda la noche por delante, Ricardo y Esteban no se despertarán hasta muy tarde. Al menos eso espero.

Natalia se toma un respiro y luego se levanta, aún jadeante. Julia piensa, al verla, que su amiga nunca ha querido humillarla, ha sido solo un extraño y ardiente pensamiento que la ha asaltado de pronto, poniéndola cachonda. Para corroborarlo, Natalia acaricia con ternura las mejillas de Julia y le da un amoroso y largo beso.

-Vámonos- le dice.- Si, la noche es larga, y es nuestra y de nadie más.

Y las dos desnudas y calientes amigas se dirigen hacia la habitación vacía, donde una gran cama las está esperando.