Buenos amigos 4

Julia y Natalia, buenas amigas, continúan estando solas, y continúan divirtiéndose.

Buenos amigos 4. Dos amigas en acción.

Una mujer desnuda, de cuarenta y pocos años, de piel muy blanca y de apariencia sedosa. Su nombre es Natalia; es delgada, de largas y muy bien esculpidas piernas, de pechos pequeños y tiernos, algo colgantes ya por la edad y un buen culo, de generosas dimensiones, aunque sus más que blancas nalgas estén, también, algo fofas y decaídas. Su cara es bonita, de ojos grandes y expresivos, enmarcada toda ella en una esponjosa y bien teñida cabellera rubia. Tanto las uñas de sus manos, como las de sus bien cuidados y preciosos y largos pies, están pintadas de rojo brillante. El cuerpo de Natalia reluce, engrasado a conciencia, dándole una apariencia aún más excitante.

Tiene la cara manchada, con abundantes regueros cremosos que rodean, sobre todo, su boca, de labios pintados de rojo, labios no muy gruesos. Está tumbada boca arriba sobre unas losas calientes, en un jardín frondoso, en una gran y alejada mansión campestre. Está abierta de piernas, y entre sus muslos, asoma la cabeza de su mejor amiga, Julia. Que también está total y absolutamente desnuda. Julia es algo más baja que Natalia, y sus piernas son más cortas que las de su amiga. Además, su culo no es tan grande, aunque, para compensar, es muy redondeado y atractivo, a pesar de su pequeñez. Natalia gime de placer, con la boca abierta y babeante, mientras Julia boca abajo, desnuda bajo el sol, con sus grandes- enormes en realidad- tetas aplastadas contra el suelo le chupa la almeja con fruición y evidentes ganas. El culo desnudo de Julia resplandece bajo el sol de la tarde, y la mujer, excitada, cachonda, no puede evitar llevarse una mano a la entrepierna y ponerse a jugar con su propia y desconsolada almejita.

-Oh, Natalia- jadea Julia, sacando la cabeza de entre los muslos blancos de su amiguita- Natalia, estoy tan, tan cachonda.

El rostro de Julia está también manchado con los restos jugosos de la crema femenina de su amiga. El olor salado y salvaje del sexo de Natalia la invade y enseguida vuelve a su ocupación, penetrando con su lengua en la raja prohibida. Natalia responde con un gemido intenso, de placer entregado y total.

Ambas han pasado ya la cuarentena, y se les notan las arrugas en torno a los ojos y en los pliegues del cuello. También se les nota la edad en lo colgante que tienen ambas las tetas, factor que se hace más evidente en Julia por tener un enorme par de melones, y en lo fofas que las dos tienen las nalgas y los muslos. Sin embargo, son dos apetecibles cuarentonas.

-Oh…- gime Julia, sacando nuevamente su babeante y mojada boca de entre los muslos lechosos de su amiga- Natalia, me estoy poniendo muy cachonda, por favor, necesito que tu también me chupes a mí mientras yo te chupo.

-Si, si, Julia, mi amor, ponte encima de mí, yo te chuparé la almejita, pero tu inclínate hacia delante y sigue chupándome la mía, por favor.

-Enseguida voy, Nata…ahhh

-¿Qué te ocurre, Julia?- pregunta Natalia, extrañada porque su amiga se ha detenido, con una expresión de intenso placer en la cara.

-Na…nada…que he estado a punto de correrme, pero me he contenido, he podido retrasarlo…oh, menos mal, quería venirme sobre tu boca, amor.

Julia se saca los dos dedos del coño mojado. Ha estado muy a punto de correrse, y ahora está chorreante. Pero lo ha evitado. Con presteza, se sienta sobre la cara de Natalia y le restriega durante varios segundos la almeja por toda la cara. Natalia gime, excitada, cachonda. Luego, Julia se inclina hacia delante, como prometió, y mete la cabeza entre los muslos expectantes de su amiga. Un olor embriagador, mezcla de olor a almeja mojada, a culo y olor corporal sudoroso impregna la nariz de Natalia, que jadea, excitada hasta lo más hondo, sintiendo como la lengua de su mejor amiga empieza a lamerla de nuevo.

Y empieza a lamer a su vez, metiendo la lengua y chupando y mordiendo. El sabor de la almeja de Julia la excita y también el tacto de aquella tierna y crujiente piel rojiza y mojada. Julia lanza varios gritos de placer, largos gemidos guturales de deseo que cortan el aire de la tarde caliente. Poco a poco, comienza a correrse, viniéndose sobre la cara y dentro de la boca de su amiga Natalia.

-Oh, oh, Natalia, Natalia, Natalia, no puedo…no puedo más…nooo….ooh…- susurra Julia, corriéndose poco a poco, inundando con su lujuria lechosa las mejillas, los labios y la lengua de su amiga Natalia, que poco puede hacer también para evitar el orgasmo. En efecto, unos segundos más tarde que Julia, Natalia empieza también a correrse, lanzando varios chorritos de leche caliente contra la cara y la boca abierta de su amiga, que los recibe mientras se deshace en gemidos de placer.

Julia se derrumba sobre Natalia, y deja que su cabeza toque el suelo, entre los muslos de su amiga. Ambas mujeres, desnudas, calientes, jadeantes, satisfechas, sudorosas y engrasadas, con sus cuerpos de cuarentonas brillando al sol, permanecen en silencio durante varios minutos, dejando que la resaca del orgasmo las envuelva con calma. Dejándose acariciar por los rayos del sol, las dos mujeres cierran los ojos y disfrutan el momento, oliéndose la una a la otra, pues cada una tiene la cabeza entre los muslos de la otra. Al fin, Julia se levanta con algo de trabajo y pocas ganas y se sitúa junto a Natalia, pegada a ella, hombro con hombro. Se miran, sonríen con picardía y se besan, suavemente, con dulzura, demorándose con las lenguas entrelazadas en un abrazo lésbico casi interminable. A ese beso sucede otro, y luego otro y otro, y otro más. Se besan una y otra vez, sin prisas, lamiéndose las lenguas, derramando saliva la una en la boca de la otra, sonrientes, abrazándose con los pechos estrujados los unos contra los otros, sintiendo cada una clavarse en sus tetas los pezones duros de la otra.

-¿Qué tal si nos vamos a una cama, Natalia?- pregunta Julia, sonriente.

-Una cama… ¿sabes que esa pregunta me la has hecho miles de veces en mis más oscuros y perversos sueños sexuales, Julia?-

-Me alegro de estar en tus sueños sucios, Natalia. Tú también estás en los míos. Creo que una cama nos irá bien, podremos seguir…divirtiéndonos arriba, en la habitación grande. No quiero que esta tarde acabe nunca, Natalia, porque nunca había sentido tanto placer.

-Julia, Julia, amor, yo también estoy tan cachonda que me parece imposible. Así que

No pudo terminar. Julia la hizo callar poniéndole un dedo en los labios.

-Ssh…calla….Natalia, Natalia…necesito restregar todo mi cuerpo contra el tuyo, y, sobre todo, necesito restregar mi almeja mojada contra la tuya, amor. Si tú quieres, claro.

-Si, si, y si, Julia, yo también estoy loca de deseo, y también siento unas ganas incontrolables de restregarme contra tu cuerpo, contra tus tetas, tus maravillosas tetas, y de aplastar mi almejita contra la tuya.

Riendo, las dos mujeres se levantan. Julia aprovecha y le da una sonora palmada en el culo a Natalia.

-¡Ay!- exclama la sorprendida- ¿Y eso?-

-Es que me encanta tu culo y no he podido resistirme- le dice Julia, sonriendo. Y antes de que su amiga pueda hacer nada, le da otra palmada, aún más fuerte, en las nalgas-¡Y sigo sin poder resistirme!

-¡Ay!- grita Natalia de nuevo, volviéndose con rapidez para castigar a su malvada compañera. Pero ya Julia corre muerta de la risa hacia el interior de la casa.

-¡Te atraparé, Julia, no lo dudes, esto no quedará así!- le grita Natalia, sin poder aguantar la risa, saliendo enseguida tras su amiga. Julia se retrasa adrede y cuando Natalia la alcanza, ambas forcejean en broma, abrazándose. Julia, entonces, le da otra palmada en el culo a Natalia.

-¡Pero, será posible!- grita Natalia, ofendida, mas en broma que en serio. Y riéndose, le asesta un buen tortazo en el culo a Julia.

-¡Ay, que bruta!- grita Julia. Y las dos mujeres desnudas, engrasadas y sudorosas, se ponen nuevamente a correr, a perseguirse como niñas por toda la casa. De cuando en cuando, Julia alcanza a Natalia y le da una buena palmada en el culo. Natalia, menos eficiente, solo logra darle un par de débiles tortazos a Julia en las nalgas. Pero es igual. Ambas se lo pasan en grande, y, sobre todo, se van excitando cada vez más. Hasta que al fin, sudorosas y calientes, alcanzan su objetivo: la gran cama de la habitación vacía.

Allí, Natalia se tumba la primera, abriéndose de piernas por completo, poniendo carita de inocente, jadeando por el ejercicio físico al cual no está acostumbrada.

-Ju…Julia, no te atrevas a acostarte conmigo…Eres mala, mala, mala…- le dice a su amiga, que ya enfila directa hacia la cama. De un salto, Julia se abalanza sobre su amiga y pronto están las dos abrazadas, rodando sobre la cama, revolcándose como lesbianas cachondas que son, besándose y acariciándose la una a la otra, sin dejar de reír. Julia hace resbalar sus enormes tetas sobre las tetas mucho más pequeñas de Natalia, obteniendo así un gran placer, pero sobre todo, dándole más gusto todavía a su amiga.

-Oh, Julia, tus tetas, tus maravillosas tetas….las siento sobre mis tetitas, y siento también tus pezones clavándose en los míos…es maravilloso, no quiero parar, no quiero que esto termine, por favor.

-Natalia, no terminará. Al menos, no todavía.

Julia, jadeando, se agarra una teta y se la ofrece a Natalia, que no duda en lamerla y en chuparla a fondo, metiéndose dentro de la boca el pezón enhiesto y duro. Luego, saca la teta de la boca de su amiga y, haciéndola resbalar por todo el cuerpo de Natalia, llega por fin a la entrepierna. Allí, después de oler y aspirar el aroma a sexo que desprende Natalia, Julia le mete la teta entre las piernas, introduciéndole el pezón en la almeja cachonda y abierta. La carnosa concha de la cuarentona recibe con los labios abiertos al pezón invasor, y pronto éste alcanza las más oscuras profundidades.

-¡Oh, Julia, me vuelves loca, amor!- gime Natalia, totalmente despatarrada, con los pezones duros como piedras, los ojos casi en blanco, la lengua fuera y la baba cayéndole por la comisura de los labios, mientras Julia se la folla, metiéndole un pezón en el coño.-¡Ooooh!

Julia, enloquecida de lujuria, restriega con fuerza su teta contra la almeja de Natalia, alcanzando con su pezón el clítoris endurecido. Unos segundos más tarde, Natalia se corre en medio de un torrente de gemidos de placer, mojando abundantemente la teta de Julia.

-Oh, qué maravilla- gime Natalia, con la voz entrecortada y los ojos brillando de lujuria.

-Ahora…ahora, Natalia, quiero restregar mi coñito contra tu cara. No hace falta que me lo chupes, solo deja que lo frote contra tu cara. ¿Te importa?- pregunta Julia, relamiéndose, babeando y jadeando.

-Claro que no me importa, haz conmigo lo que quieras. Además, me gusta mucho olerte la almeja.

Julia no espera. Se incorpora y repta hasta situarse sentada encima de la cara de Natalia. Luego, empieza a menearse, con fuerza, hacia todos los lados, arqueando el cuerpo y gimiendo de placer. Natalia siente en su cara el contacto mojado de los labios vulvares de Julia y, sobre todo, de los hinchados labios interiores de su amiga. Julia se restriega con ímpetu, sin detenerse en un lugar concreto, abarcando en sus movimientos sensuales la totalidad de la cara de Natalia. Los labios internos de Julia están totalmente hinchados y enrojecidos. Natalia los siente una y otra vez sobre su rostro, frotándose contra sus mejillas, contra su nariz, contra sus cejas…Excitada, Natalia se lleva una mano al coño y empieza a masturbarse, mientras el profundo olor sexual de Julia la envuelve por completo.

-Ohh- exclama Julia, deteniéndose- creo que…que…ahhh

Y se corre, gimiendo de placer, mojando la cara de su mejor amiga, que ahora también es su amante. Mientras se corre, urgida por la pasión, Julia estruja con ambas piernas la cabeza de su amiga. Natalia, así encerrada, se impregna por completo del olor salado y salvaje del sexo de su amiga. Excitada, cachonda, Natalia siente como Julia le restriega por la cara el clítoris, largo y endurecido, y los jugosos e hinchados labios inferiores.

Al fin, Julia deja de apretar los muslos y deja libre la cabeza de Natalia.

-Oh, perdona, no quería hacerte daño…por favor, yo no

-No te preocupes, Julia, no ha pasado nada, al contrario, ha estado muy bien, así he podido sentir a tope tu coño en mi cara.

Julia sonríe y se da la vuelta, situándose de nuevo acostada junto a Natalia. Las dos jadean de modo entrecortado, las tetas de ambas mujeres subiendo y bajando, sudadas, brillantes por el bronceador derramado, con los pezones tiesos y duros apuntando al techo. Natalia gira la cabeza y besa a Julia. Las lenguas de las dos amigas se entrelazan, y se dedican a lamerse mutuamente, en un largo y apasionado beso de amor. Un largo gemido acompaña al largo beso, y cuando las bocas, ensalivadas, se separan, los ojos de las dos amigas están velados por el deseo, con los párpados caídos, y la expresión perdida de las que están presas de la lujuria. Natalia, entonces, aún jadeando, se desliza hacia abajo, hasta situarse a los pies de su mejor amiga. Se pone frente a ella, tumbada también boca arriba sobre la cama, la gran cama, y se abre de piernas.

-Creo que ha llegado el momento, Julia.- le dice, sonriente y excitada. Julia se fija en la almeja expuesta de su amiga, en sus labios hinchados, en su clítoris al descubierto, y también se abre de piernas, mostrándole a su vez el coño a Natalia. Los dos clítoris están a la vista, fuera de sus carnosas protecciones. Los dos están casi endurecidos y listos, el de Julia es un poco más grande que el de Natalia. Los labios interiores, hinchados y lujuriosos, esperan el momento deseado.

Natalia se acerca a Julia, enlaza sus piernas sobre las piernas de su amiga, la rodea por los costados y aplasta su almeja contra la almeja de Julia. Los labios internos de ambos coños, extendidos y enrojecidos, mojados, se restriegan entre sí. Y los clítoris, en un instante mágico, se juntan, se funden el uno con el otro, en un abrazo lésbico maravilloso.

Natalia primero y Julia después, comienzan a menearse, a frotarse la una contra la otra, arqueando sus cuerpos, moviendo sus culos, apoyándose en sus brazos y en sus piernas, para lograr el maravilloso objetivo: follar.

Coño contra coño, almejita mojada contra almejita mojada, las dos desnudas y cachondas amigas lesbianas se frotan la una contra la otra. Con las bocas entreabiertas, en un gesto de disfrute obsceno, con los ojos casi en blanco de puro placer, con las lenguas fuera, babeando de gusto, gimiendo, jadeando, pidiendo más a cada meneo, las dos amigas, desnudas, sudorosas, llenas de crema, follan como nunca han follado, disfrutando tanto que les parece imposible.

Los clítoris suben y bajan, frotándose uno contra el otro y contra los sensibles y protuberantes labios vulvares.

-¡Oooohhh!- exclama Julia, uniendo por completo su concha pegajosa contra la de Natalia-¡Ohhh, sii, siii…! ¡Es increíble! ¡Ahhh!

Los meneos de ambas mujeres son cada vez más intensos, más rápidos, más brutales. Sudando, sin dejar de gemir, se follan la una a la otra a gran velocidad, estrujándose los coños, aplastándose las almejas entre sí, proporcionándose placeres sublimes

-¡¡Oh, Julia, que me vengo, Julia…ahhh!¡Me coorrooo!- grita Natalia, eyaculando en medio de bestiales y casi increíbles espasmos, llenando con su crema pringosa y caliente la ya pegajosa concha de Julia-¡AAaaahhhh, siii, siii, me coorrooooo, me corro, me corro todaaa…!

Julia desgarra las sábanas con sus uñas, intentando, con los dientes apretados, extender más el sucio y pervertido placer que la domina por completo; pero es imposible.

-¡Oh, Natalia, amor, yo también me vengo! ¡Siii, sii, ahhh, ahhhhh! ¡Me corrooooo!- chilla Julia, corriéndose también, lanzando contra el coño de Natalia poderosos chorros de jugos calientes y viscosos, que se quedan enredados entre los abundantes pelos que tapizan las entrepiernas de las dos mujeres.

Las almejas de las dos amantes rezuman torrentes de cremosos jugos derramados, manchando las sábanas arrugadas y calientes. Durante varios minutos, ninguna de las dos dice nada. Solo intentan recuperarse, asumir lo que ha pasado, intentar comprender y encasillar la maravillosa experiencia lésbica que acaban de gozar. Poco a poco, comienzan a reaccionar; Natalia se levanta la primera de la cama y se dirige hacia la ventana. De pie, mirando hacia afuera, descorre un poco las cortinas blancas y deja que entre el aire fresco de la tarde. Julia la admira, deleitándose en recorrer con su mirada lasciva la espalda, el gran culo y las hermosas piernas desnudas de su amiga. Las caras internas de los muslos de Natalia están chorreantes, plenos de jugos derramados en el éxtasis de la pasión. Julia sonríe, y se incorpora, sentándose sobre la cama.

-Estás preciosa, Natalia- le dice. Natalia vuelve la cabeza y fija los ojos, grandes y acuosos, en los ojos de su amiga.

-Gracias, Julia. Tú si que eres maravillosa. Jamás había disfrutado tanto, nunca había tenido un orgasmo tan intenso, tan puro y brutal, como el que he tenido ahora, aquí, contigo.

-A mi me ocurre igual. Nunca había sentido tanto, y con tanta pasión, con tanta fuerza. Nunca había sentido tanto placer sexual. Nunca.

Los ojos de las dos mujeres se encontraron. Durante algunos segundos, cada una bebió en la otra el deseo más desenfrenado, presente en el brillo de aquellos ojos pletóricos de lascivia. Luego, los ojos bajaron la mirada al suelo. Julia se levanta y se acerca a su amiga. La abraza por el talle y le planta un amoroso beso en el cuello. Luego, con una de sus manos, empieza a acariciarle el culo.

-Natalia, debemos vestirnos, debemos ducharnos. Estamos sucias, y esos dos están a punto de llegar, casi es ya de noche.- le susurra a Natalia en la oreja, aprovechando para mordérsela con suavidad.

-Mmm…si- contesta Natalia, dejándose invadir por la sensación maravillosa que le produce el estar allí, con el brazo de Julia enroscado en su cintura, con la mano de Julia perdida en sus nalgas- Si, debemos ducharnos, tenemos que recoger nuestros bikinis, que todavía están en el jardín…debemos ponernos en marcha.

-Si, en marcha pues- contesta Julia- Mira, se está haciendo de noche, y creo que ya va haciendo frio.

Las dos mujeres se miran la una a la otra. Se abrazan, y se besan con amor, antes de separarse. Luego, trotando, desnudas, con las nalgas y las tetas interpretando una excitante danza saltarina, las dos amigas se dirigen al jardín, en busca de los perdidos bikinis. La noche, es cierto, se acerca y el frio las rodea. Pero ellas dos, a pesar de estar totalmente desnudas, están muy, muy calientes.