Buenos amigos 2. Natalia y Esteban

Ahora, una visión sobre qué les ocurre a la otra pareja de nuestro pequeño grupo de amigos cuarentones.

Buenos amigos 2.

Natalia y Esteban.

Natalia está de pie junto al muro, mirando al mar, un mar inmenso y azul, perlado por innumerables y brillantes gotas de sol. El aire de la brisa agita su pelo, embravecido y teñido de rubio, y levanta con suavidad su falda corta, dejando totalmente a la vista sus hermosas, largas y perfectas piernas desnudas. Esteban la mira desde atrás y no sabe que admirar más, si la belleza de los pies que se adivinan, casi por completo desnudos sobre unos zapatos de tacón alto de corcho y sujetos por dos pequeñas tiras de tela en la parte delantera, o la increíble rotundidad de unas piernas de ensueño, esbeltas y altas, blancas y preciosas, que se han introducido en sus más oscuros sueños para quedarse. Natalia, como su novia Julia, tiene cuarenta y pocos años, pero no los aparenta, parece más joven, y su piel es aún más blanca. ¿Por qué ha decidido llevar hoy, precisamente, hoy, cuándo los dos están solos visitando unas famosas ruinas al borde del mar, ese conjunto tan provocador ¿ ¿ Por qué, se pregunta Esteban, sintiéndose hechizado? Las piernas de Natalia captan su atención, pero también lo hace el hermoso y amplio culo de la mujer, un culo mucho más grande y rotundo que el de su novia Julia. Un culo que, se dice a sí mismo, con vergüenza, le gustaría acariciar y lamer en toda su extensión.

Natalia se da la vuelta y mira divertida a Esteban. Tiene esa mirada dulce y traviesa a la vez que tanto atrae a los hombres y Esteban se siente subyugado. Natalia baja la mirada y, sin dejar de sonreír, vuelve a mirar al mar. Esteban , sin saber por qué, concentra su mirada en los pies de la mujer, unos pies preciosos, largos y con uñas muy bien recortadas y pintadas de rojo brillante, unos pies apetecibles, desnudos, y de un deliciosos color blanco. Natalia se apoya en el muro más aún y levanta uno de los pies, dejando a la vista la planta desnuda del mismo, perfectamente cuidada y de un delicado color sonrosado. Esteban siente que la verga le empieza a temblar como si tuviera vida propia y se preocupa por si se le nota a través del holgado pantalón vaquero que lleva. Levanta la vista hacia arriba, intentando no mirar más los pies ni las desnudas y hermosas piernas de Natalia y su vista se fija en la espalda de la misma, cubierta por una blusa estampada, con dibujos de pétalos de rosa, a juego con la falda que tanto le ha turbado, por lo corta y reveladora. La blusa es descubierta en un amplio arco en la parte trasera, dejando gran parte de la espalda a la vista, blanca y apetitosa, con algunas simpáticas pecas titilando en ella, como islas en un mar lechoso. Natalia, que nota la mirada de Esteban clavada en su cuerpo, sonríe para sí , y cierra los ojos, llenándose de sol e impulsando su cabeza hacia atrás, arqueando su espalda unos segundos, para luego invertir el movimiento y quedarse apoyada con los codos en el muro, levantando ligeramente el culo hacia atrás. Un leve aleteo de remordimiento atraviesa la mente de la mujer, haciéndola ruborizarse : "¿Qué estoy haciendo?- se dice a sí misma- ¿Lo estoy excitando, es eso, lo estoy atrayendo hacia…hacia mi cuerpo…?¿Es que quiero follar con él? ¿Es eso, o es el calor, este día tan hermoso y la perspectiva de un poco de placer prohibido lo que me anima?"

Esteban se acerca a la novia de su amigo Ricardo. Natalia siempre le ha atraído de un modo vago, sobre todo debido a sus deliciosas y perfectas piernas, pero ahora es distinto, ahora, no sabe si podrá contenerse. Necesita tocarla, acariciarla, daría lo que fuese por poseerla allí mismo, junto al muro, a pleno día. Está tan apetecible, las curvas de su cuerpo se adivinan con tanta facilidad bajo su escasa ropa

Esteban fija su vista en el hermoso culo de Natalia, y logra ver el perfil de las bragas de la mujer bajo la tenue tela de la falda corta. Respira con dificultad y comprende que si las cosas siguen como van, perderá el control. Natalia, entonces, sintiendo la mirada de Esteban directamente posada en su culo, se da la vuelta y se encara al novio de su mejor amiga.

-Vamos, Esteban, bajemos a esas ruinas de ahí debajo, hay un sitio muy tranquilo justo allí. Podremos sentarnos a descansar, llevamos mucho tiempo caminando y admirando este paisaje.

Esteban sostiene la dulce mirada de Natalia y se pierde en la profundidad de sus grandes ojos negros. Asiente casi sin saber que lo está haciendo y pronto se ve a si mismo bajando hacia el conjunto monumental- columnas rotas, muros con relieves, restos innumerables de un pasado remoto y bello- siguiendo a Natalia muy de cerca. Mientras lo hace, su mirada bascula entre las piernas estilizadas de su acompañante y su culo grande y redondeado, perfilado con total claridad bajo la falda, tan corta.

No hablan durante la bajada y al fin encuentran el lugar. Ya casi no hay turistas en el recinto, aunque todavía es pronto y falta mucho para que cierre. Natalia lo encamina con firmeza hacia un recatado cuadrado amurallado, en el cual, como bien nota Esteban, es fácil pasar desapercibido. Se sientan como dos enamorados, aunque ambos saben que no lo son, son simples amigos, novios los dos de dos personas que han quedado lejos, en la mansión en la cual están pasando unos días de vacaciones.

Esteban inspira a fondo, y, sin dejar de sonreír, intenta no mirar mucho a Natalia, lo cual le resulta, al cabo, imposible, puesto que la dulce amiga de su novia ha decidido cruzar las piernas, realzando más, si cabe, la belleza de las mismas. Notando que el miembro viril se le sigue hinchando y endureciendo sin remedio, Esteban desvía la mirada y contempla ahora el busto de Natalia. Son unos pechos pequeños, aunque, por lo que se adivina desde fuera, bien formados. Esteban está acostumbrado a la grandeza y voluptuosidad de las tetas de su novia Julia, pero a pesar de eso, estas otras tetas, sensiblemente más pequeñas, le atraen también y contribuyen, para su turbación, al endurecimiento ,progresivo pero inexorable, de su pene.

Natalia mira para otro lado y suspira con fuerza también. Luego, mira a Esteban. Es evidente que el amigo de su novio está luchando contra las brutales fuerzas de la naturaleza, y va perdiendo. Natalia sonríe, burlona, sin quererlo ser, fijando sus ojos en el delator montículo tembloroso que tiene Esteban entre las piernas.

-Esteban- dice Natalia, dejando que su cuerpo, no su mente, lleve el control, dejándose llevar en aquella apacible y solitaria tarde de verano- Esteban, se te está poniendo dura.

Y señala al empinado monte de la entrepierna del hombre. Esteban balbucea azorado, enrojeciendo de vergüenza.

-Yo…yo, verás…es que…no he podido…evitarlo, eres tan bonita, perdona, no volverá a suceder, yo…me iré por ahí, si quieres, hasta que se me pase… ¡es tan bochornoso! ¡No sé que pensarás de mí!

-No pienso nada de ti. Simplemente, no pienso. Ahora mismo no pienso, Esteban- repone Natalia. Y adelanta una mano hacia el bulto varonil de su amigo, lo acaricia por fuera durante varios segundos y, luego, despacio, le baja la cremallera.

Esteban emite un largo gemido. Es un sueño, piensa el hombre, es un sueño, tiene que serlo, pero por si acaso, voy a disfrutar cada segundo de este sueño tan maravilloso. Y Natalia, sin dejar de sonreír, le baja la cremallera por completo, le desabrocha el botón del pantalón y le mete la mano dentro de la raja entreabierta que aparece en la prenda vaquera. Esteban vuelve a gemir: la mano de Natalia se ha cerrado en torno al tronco de su polla, y la ha sacado al exterior.

-Si, está dura. Bueno, casi dura- dice Natalia, sonriendo, sosteniendo en su mano derecha la polla gruesa y casi totalmente endurecida de Esteban, con el glande enrojecido y gordo brillando con dos gotas temblorosas en la punta.

-Natalia, Natalia- susurra Esteban, gimiendo de placer- Eres maravillosa.

Natalia le dedica una sonrisa de complicidad y empieza a acariciarle la verga a su amigo, primero con suaves roces de sus dedos, esparcidos por toda la superficie de la polla, y luego, con la mano enroscada por completo en torno al miembro masculino, con directos y duros movimientos arriba y abajo. Esteban jadea, admirando la precisión y habilidad de la mano de Natalia, que lo está llevando a la cima del placer, haciendo que en pocos minutos, su polla se ponga dura, total y completamente dura.

-Hum- susurra Natalia, mirando divertida a la cara a Esteban- Creo que ya está lo bastante dura. Si, está dura del todo.

Esteban estaba estupefacto por la naturalidad y facilidad con que Natalia le habla, y sobre todo, con la facilidad con que se ha puesto a manosearle la polla. Y ella que parecía una chica formalita, se dice Esteban, asombrado. Qué cosas más extrañas ocurren en la vida. Y sin embargo, también Natalia está algo turbada por su propia desfachatez y por su lujurioso comportamiento, es algo que nunca había esperado que se expresase con tanta rotundidad en el exterior.

Si, es cierto que, a veces, tenía oscuras fantasías sexuales con…Julia, imaginándosela desnuda, imaginando sobre todo las enormes y jugosas tetas de Julia a su disposición. Por eso, tal vez, se dice a sí misma Natalia, por eso me comporto así con Esteban, para afirmar mi normalidad sexual, puesta en duda por mis ensoñaciones lésbicas. Bueno, por eso, y porque estoy muy cachonda.

-¿Quieres que te la chupe?- pregunta Natalia a un entregado Esteban, que no hace sino jadear de placer y congratularse de haber ido con la mejor amiga de su novia a ver las ruinas al borde del mar.- Puedo hacerte una mamada aquí mismo, si quieres.

-Si, si, chúpamela, Natalia, hazme una buena mamada pero antes, antes, por favor, desnúdate. Quítate toda la ropa, quiero verte desnuda. Eres preciosa y quiero que te desnudes para mí.

-Si, me desnudaré. De todas formas, iba a hacerlo más tarde, cuándo nos pusiéramos a follar. Porque quieres follar conmigo. Supongo.

-¡Oh, si, si! ¡Esto es increíble! Claro que si, claro que quiero follar contigo, Natalia, así que, desnúdate, ponte de rodillas y chúpame la polla, por favor. Por favor.

La mujer esboza una tímida sonrisa, lo cual no deja de ser una broma, y empieza a quitarse la ropa. Esteban se queda quieto, con la verga tiesa, y los pantalones a medio bajar, mirando embobado como la mejor amiga de su novia se desnuda para él. Natalia se desabrocha la blusa y se la quita con lentitud, arrojándola al suelo, junto al anciano muro que los protege de miradas indiscretas. Sus pechos, pequeños, pero firmes todavía, se adivinan bajo el sujetador semitransparente de color negro que lleva. Esteban recorre con la mirada ansiosa el estómago de Natalia, ligeramente hinchado, y se fija en su delicado ombliguito, sintiéndose más y más excitado por momentos. Si, Natalia ha consentido en desnudarse, pero… ¿lo hará de verdad?, se pregunta Esteban, mirando como las manos de su amiga se deslizan sobre la parte superior de la falda corta, y empujan hacia abajo.

¡Si, lo hace, Natalia se baja la falda! Los ojos del hombre siguen con avidez el recorrido de la falda, que se desliza hacia abajo, recorriendo los muslos, las rodillas, y las pantorrillas desnudas de la mujer, para, finalmente, quedar arrolladas en torno a los pies aún calzados. Ahora es momento de fijarse en las bragas, y Esteban lo hace. Natalia lleva unas bragas negras semitransparentes, que permiten vislumbrar a la perfección un nutrido y embelesador matorral de pelos cubriendo la entrepierna.

  • Si, sigue así Natalia, sigue, no te pares, desnúdate, quítatelo todo por favor- susurra el hombre. Pero Natalia se detiene.

-No, no me lo voy a quitar todo por ahora. Primero, voy a hacerte una mamada y voy a hacer que te corras en mi boca. Después, me quitaré las bragas y el sujetador, para que tu polla empiece a reaccionar de nuevo con facilidad al verme desnuda.

-Lo que tú quieras, Natalia. Lo que tú quieras- dice Esteban, asombrado ante el vocabulario y las acciones de Natalia, una mujer de quien nunca había sospechado siquiera que era, en realidad, una puta caliente. Pero por lo visto lo era, o lo era ahora, en este momento. No importaba. No importaba nada excepto que Natalia, vestida solo con un sujetador y unas bragas, iba a hacerle una mamada.

Y Natalia también estaba asombrada de su propio comportamiento, pero le gustaba. Muy metida en su papel de putilla, Natalia sonríe sin cesar, y así, caliente, y cachonda, se arrodilla delante de Esteban, le agarra la verga temblorosa con una mano y se la lleva a la boca. Se la mete bien adentro y empieza a chuparla, con lametones fuertes y concentrados sobre todo en la punta del sensible glande, mientras envuelve el palpitante y sabroso miembro masculino con una inundación de saliva que se le sale por la comisura de los labios.

Extraños fogonazos mentales, con la imagen de Julia totalmente desnuda, con sus grandes tetas meneándose a un lado y a otro sin parar, emergen en la cabeza de Natalia, poniéndola todavía más cachonda de lo que está. La mujer, casi desnuda, chupa aún con más fuerza, para evitar volver a recibir esas imágenes tan provocadoras, tan pervertidas, tan lésbicas, que la hacen temblar en su mundo de seguridades sexuales. Chupa con mucha fuerza, para olvidar que, en lo más profundo de su ser, desea a Julia, desea ver a Julia desnuda, desea follarse a Julia y que Julia se la folle a ella. Y por eso chupa con una vehemencia desmedida, moviendo la cabeza a un ritmo incesante, arriba y abajo, arriba y abajo, llenando de saliva la polla de Esteban y machacándola con la boca, succionándola como si quisiera dejarla seca de golpe.

Esteban gime y gime, jadeando sin parar, babeando también casi, hundiendo sus manos en el pelo teñido de rubio de su amiga. "Puta, puta- dice Esteban mentalmente- puta, más que puta, puta, puta, oh, si, sigue, puta, puuutaa…Puta chupapollas, te gusta chupar pollas, te gusta mi polla, sigue así, puta chupona"

Pero, aunque esas palabras, esos insultos vejatorios toman forma en su mente, el hombre no los dice. No llama puta a Natalia, a pesar de que mentalmente si lo hace. Después de todo, es su amiga, y la mejor amiga de su novia y no va a insultarla de ese modo, aunque la verdad sea que se está comportando como una auténtica puta.

Natalia se emplea a fondo en la mamada. Cuándo la verga de Esteban está más que dura y temblorosa, cuando está tiesa y enhiesta, Natalia se la saca de la boca y la deja descansar unos segundos.

Luego, saca la lengua y se pone a lamer la polla por toda su superficie, sin metérsela en la boca. Despacio, empieza a lamer desde el tronco, cerca de los testículos, hacia arriba. La lame por todas partes, hasta llegar al glande, donde se detiene largo y tendido, lamiendo y lamiendo, ensalivándolo a fondo y, sobre todo, acariciando con su lengua la punta, sensible y deliciosa. Esteban tiembla de deseo y sabe que no puede contenerse más. Emite un largo y profundo gemido y empieza a correrse , lanzando chorros y más chorros de semen que se estrellan con fuerza contra la cara de Natalia, que no hace nada por apartarse, antes bien, abre la boca y saca la lengua todo lo que puede para recibir la caliente lluvia de crema lechosa. El semen inunda la cara de Natalia, se le mete dentro de la boca y le llena la lengua, corriéndole en amplios torrentes barbilla abajo.

La cuarentona traga todo lo que puede, saboreándolo a gusto, mientras los últimos chorros de esperma lanzados por la polla de Esteban inundan su ya chorreante cara. Al fin, Esteban termina de correrse y se sienta con más comodidad, lanzando su cuerpo hacia atrás, emitiendo un jadeo de evidente satisfacción. Su polla está ahora en franca retirada y cuelga hacia abajo, aún gorda y goteante, como un monstruo satisfecho. Natalia permanece durante varios minutos en la misma postura, de rodillas, entre las piernas de su amigo, pero pronto se levanta y se sienta junto a él. Esteban admira el precioso cuerpo de Natalia, de piel blanca y suave, de tetas pequeñas y de piernas maravillosas. Se fija en que su amiga, no solo lleva todavía sujetador y bragas, sino que también tiene puestos los zapatos. Mira hacia otra parte e intenta descansar, recuperarse lo más pronto posible para poder follarse a Natalia. Ese es su objetivo, follarse a Natalia, a la mejor amiga de su novia, a la cual, en el interior escondido de su mente, ha llamado puta una y otra vez mientras se corría a borbotones ingentes sobre su cara.

Natalia se acerca y apoya su cabeza en el hombro de Esteban, sonriendo. El hombre desliza su mano derecha por la espalda de su amiga y alcanza la parte trasera del sujetador.

-Esteban, Esteban…- susurra Natalia, acercando su rostro a la cara del hombre- Siempre supe que esto pasaría.

-Yo…también- asevera Esteban, admirando la cara de Natalia, bella a pesar de estar cubierta por amplios y goteantes regueros de semen caliente. Los labios de ambos están tan cerca, cada uno puede sentir el aliento del otro…y sucede lo que tiene que suceder. Las bocas se juntan en un largo y apasionado beso, mientras las lenguas se entrelazan amorosamente. Los labios se separan, para volver a juntarse nuevamente. Natalia agarra la verga de Esteban con una mano y empieza a acariciarla y a estrujarla suavemente, intentando que se ponga dura lo más rápido posible.

-Se te está poniendo dura de nuevo- susurra Natalia, separando su boca de la boca de su amigo.- ¿Qué tal si…?

Y entonces, se oyen voces cercanas. Habían olvidado que estaban en un lugar público y ahora hay turistas cerca. Con extrema rapidez, Esteban se mete la polla dentro del pantalón y Natalia se pone la blusa y la falda como puede. Recomponiendo una imagen de pareja normal que no ha hecho nada raro entre aquellos muros antiguos, salen de allí sonriendo sin parar, hasta llegar al coche.

  • Ha faltado poco- dice Esteban, aunque piensa que, de algún modo, el que los vieran allí haciendo el amor habría estado bien, habría sido excitante – Muy poco.

-Si- contesta Natalia, recomponiéndose poco a poco, efectuando esos ligeros y perfectos retoques que las mujeres realizan con tanta efectividad y rapidez- Ahora, vámonos de aquí.

Los dos suben al coche. Esteban conduce y no dice nada, aunque no deja de mirar las piernas desnudas de Natalia. ¿Se ha terminado todo? ¿Podrá follársela, como desea ahora con brutal intensidad? Porque su polla ha despertado del todo y, estimulada por la deliciosa y hábil mamada que Natalia le había hecho, es un volcán a punto de estallar. Sin embargo, nunca haría nada que a ella le pareciese mal, nunca la forzaría, ni siquiera un poco. Así pues, espera. Una señal, un guiño, una mirada. No quiere preguntar. Dejará que sea Natalia quien decida, quien hable primero. Después de todo, puede que todo se haya acabado por ahora y que, simplemente, vuelvan a la casa, donde les esperan sus parejas respectivas.

-Para aquí- dice Natalia, mirando por la ventanilla entreabierta- Es un buen sitio. Está escondido. Está solitario y perdido.

Esteban siente que el corazón le da un vuelco. Así pues, Natalia quiere continuar. Quiere follar. Y ha elegido un lugar, un revoltijo de matorrales un poco alejado de la carretera. Tras ellos nadie podrá verlos.

Esteban inclina el coche, iniciando la maniobra para dejarlo aparcado en el arcén, junto a la carretera, pero Natalia lo insta a que introduzca el vehículo dentro de la tierra y lo deje justo al lado de los matorrales que ha divisado y elegido. Esteban así lo hace y comprueba, con una sonrisa, que así nadie podrá verlos, ni tampoco al coche, desde la carretera. Y desde el interior, no se ve a nadie en varios kilómetros a la redonda, es un paraje desértico y en el cual las casas brillan por su ausencia. Perfecto.

La pareja baja del coche. Esteban no puede resistir comerse con la mirada a Natalia, con aquellas hermosas piernas desnudas, con aquellos ojos grandes y acaramelados, con aquel pelo tan revuelto y excitantemente teñido de rubio, con aquella blancura brillando en su piel aterciopelada. Natalia, por su parte, no deja de mirar el prominente bulto viril que destaca entre los muslos de Esteban, símbolo inequívoco de la excitación de su amigo. No hablan. Simplemente, se sitúan juntos al frente del coche, justo sobre el capot. Natalia lleva una de sus manos a la entrepierna de Esteban y le palpa el montículo que sobresale en sus pantalones.

-Natalia, Natalia…sigue, desnúdame, Natalia, sácame la polla, cógela con tus manos, haz conmigo lo que quieras, pero por favor, desnúdate. Desnúdate, desnúdate, necesito verte desnuda, Natalia.

-Me desnudaré, Esteban- dice Natalia, acariciando la verga de Esteban a través de la tela de los pantalones- pero primero te desnudaré yo a ti.

Esteban se queda sin habla, pero no pone reparos, obviamente. Se queda con el culo pegado a la carcasa embellecedora del radiador del coche y deja que Natalia empiece a desnudarlo. La mujer le quita primero la camisa y le acaricia el pecho y los brazos desnudos. Luego, las manos femeninas se aferran al borde del vaquero y desabrochan el botón del mismo, bajándolo a continuación de un solo tirón. El pantalón se queda a medio muslo, con el calzoncillo a la vista y la monumental erección de Esteban más a la vista todavía. Natalia le baja los pantalones del todo, hasta los pies y le arranca todo de un fuerte tirón, zapatos incluidos. Entonces, de un suave zarpazo de una de sus manos, Natalia le baja los calzoncillos a Esteban y lo deja con la polla al aire, una polla ya casi totalmente dura y enhiesta.

-Natalia, por favor- gime Esteban- por favor, desnúdate ya, desnúdate de una vez, necesito verte desnuda… ¡no voy a poder resistir más!

Natalia disfruta. Empuja a Esteban suavemente y lo obliga a darse la vuelta, dejándolo de espaldas a ella. En esa postura, acaricia la espalda del hombre, completando su actuación con unas excitantes caricias dedicadas al culo de su amigo. Empuja a Esteban hacia delante. La polla del hombre hace un ruido muy audible al chocar contra el metal del coche. Natalia introduce la mano por debajo y le acaricia los testículos y, como no, la verga, hasta que nota que ésta está muy, muy dura.

-Date la vuelta, Esteban- ordena Natalia, sonriente- quiero verte la polla.

Y Esteban, cachondo, obedece, dándose la vuelta y mostrándole a Natalia el resultado de sus afanes: una polla endurecida y tiesa, gorda y lista para el sexo.

-Ah- gime Natalia. Pero Esteban no resiste más y se abalanza sobre la novia de su mejor amigo, arrancándole de cuajo la blusa y desabrochándole el sujetador, todo a la vez, en un veloz movimiento que deja a Natalia sorprendida y con las tetas al aire. Son unas tetas pequeñas, algo colgantes, pero tienen los pezones en erección y son bonitas. Esteban las coge con ambas manos y las sopesa, las acaricia y las manosea durante varios segundos, antes de sumergirse en la falda de su amiga, una falda que pronto corre el mismo destino que la blusa, arrancada de cuajo y tirada en el suelo. Ahora, Natalia está casi desnuda; solo lleva encima las bragas negras y los zapatos. Esteban siente como la polla se le pone aún más gruesa y dura, y se lanza a por todas. Sitúa sus manos sobre la parte superior de las bragas de Natalia y tira hacia abajo. Le baja las bragas a su amiga sin que ésta oponga la más mínima resistencia.

-Mis bragas- susurra Natalia, melosa- me has bajado las bragas, me estás desnudando…oh, si, si

Esteban agarra ahora a Natalia y la tira – con cuidado, eso si – sobre el capot del coche, boca abajo. La vista de la espalda desnuda de su amiga, y, sobre todo, la magnífica visión del potente culo de Natalia excitan a Esteban de tal manera que no puede contenerse, ni quiere. Separa los muslos de Natalia y le ve el coño, sonrosado y entreabierto, con la raja titilante y esperando, mojada. Se agarra la polla con una mano y la dirige hacia la deliciosa rajita. Natalia siente el contacto del glande de Esteban contra los labios de su vulva.

-Oh, si, métemela, métemela bien a fondo, fóllame, fóllame toda, Esteban, por favor.-

Natalia está desnuda, tirada boca abajo sobre el capot del coche, con las piernas abiertas, el coño al aire. La respetable cuarentona solo lleva encima sus zapatos y está jadeando de placer, sintiendo como la verga de su amigo empieza a penetrarla, despacio pero con firmeza.

-Aah- gime Natalia. Esteban hunde más y más su polla en el coño de la amiga de su novia, haciendo realidad un oscuro sueño que lo asaltaba de cuándo en cuándo en lo más profundo y húmedo de la noche. Sus manos, ansiosas, se pierden sobre la amplia superficie de las nalgas de Natalia, nalgas que recorre hasta el último milímetro, acariciándolas, manoseándolas, amasándolas, estrujándolas.

Natalia nota el frió metal aplastándose contra sus tetas desnudas. Se abre de piernas todo lo que puede y levanta el culo al máximo, para facilitarle las cosas a Esteban. Este sigue a lo suyo, follándose a Natalia sin pensar en nada que no sea el inmediato placer. Una vez tiene la verga bien metida, la sostiene allí unos segundos y, poco después, empieza el dulce vaivén del placer, metiéndola y sacándola casi del todo, para seguidamente volver a meterla, en un baile sin final.

-Ah, ah, ah- jadea Natalia, la desnuda y follada Natalia. Su cuerpo se impulsa hacia delante con cada empujón de Esteban, para volver hacia atrás al instante. Otro empujón, y vuelta a empezar.- Oh, si…fóllame, fóllame toda, por favor.

Natalia está cada vez más cachonda. No podrá resistir más. Y lo sabe. La dura y gruesa polla de Esteban se la está follando con fuerza, y ella quisiera que el placer se prolongara por siempre, pero eso no es posible. Un estallido, un aullido de placer, y Natalia se corre, mojando la verga de Esteban por completo.

Esteban, excitado, saca la polla del coño de Natalia. Admirado y caliente, contempla la excelsa belleza del culo de su amiga, un culo grande y hermoso, de amplias y temblorosas nalgas; y sobre todo, contempla, arrobado, el oscuro y magnético agujero del culo de Natalia, un agujero del culo que parece estar llamándole como las sirenas llamaban a Ulises. Solo que él no está atado al mástil del barco. Y su mente, obsesionada ahora con aquel oscuro y perturbador agujero anal, escribe las órdenes y su cuerpo actúa, sin dudar, sin pensar. Como un autómata, separa con ambas manos los muslos de su amiga y le mete la polla por el culo.

-¡Oooh! ¡Mi culo!- exclama Natalia, mirando hacia atrás con incredulidad. La gruesa polla de Esteban, lubricada por los humores derramados de la mujer, penetra con dificultades a través del agujero anal.- ¡Mi…cuuulooo…aumpfff!-

Esteban empuja con fuerza y la resistencia cede. La crudeza de la penetración anal sorprende a Natalia, cuyo culo es virgen. Casi puede oírse el crujido que produce la verga de Esteban al penetrar en el ano de la doblegada Natalia, la cual, gimiendo de placer, no opone resistencia alguna a esta bestial intromisión en su más íntimo y oculto agujero. Natalia siente un extraño dolor en el culo, al principio de la penetración, un dolor que pronto es sustituido por un obsceno y prohibido placer, el placer anal. La gruesa polla de Esteban invade por completo el conducto rectal de Natalia, llenándola con su vigor y dureza. El hombre siente que va a correrse, en este supremo momento de lujuria, con Natalia desnuda, tirada sobre el capot del coche, boca abajo, abierta de piernas y ofreciéndole el culo sin ninguna resistencia. Consigue dominarse y empieza a retirar la verga hacia atrás, hacia el agujero anal. Justo cuándo la polla sale del agujero del culo de Natalia, el poderoso orgasmo estalla sin freno y el hombre gime, aúlla de placer, lanzando potentísimos chorros de semen que alcanzan a estrellarse contra la cara de la mujer, que en ese momento volvía la cabeza hacia atrás. Pero la corrida no termina ahí. El semen, inexorable, continúa brotando de la polla de Esteban en forma de larguísimos chorros que se estrellan contra la espalda y contra el culo de Natalia, que empieza a sentirse, así, no solo mojada por la esperma de su amigo – en realidad, se siente casi bañada en semen- sino auténticamente follada, follada de un modo completo y absoluto. Y es ese supremo momento, Natalia se corre también, por segunda vez, gimiendo de placer mientras los restantes chorros de semen de Esteban se estrellan contra su espalda, contra su culo, contra su pelo teñido.

El hombre se retira, con la polla aún tiesa, pero ya comenzando la inevitable bajada de excitación. La mujer se desploma sobre el capot del coche, jadeando.

Luego de la tormenta, la calma.

Ambos, hombre y mujer, permanecen en silencio durante largo tiempo, casi sin moverse. Poco a poco, no obstante, comienzan a reaccionar. La mujer es la primera, incorporándose y buscando, despacio, sus ropas, que han quedado dispersadas en un amplio arco- incluso sus zapatos, tirados por el suelo debido a la fuerza de la lujuria triunfante-. Desnuda, con abundantes regueros de semen resbalándole por la cara y por el pelo, por la espalda y por el culo, Natalia se pone en pie y empieza a recoger su ropa. Esteban la contempla, sin moverse, dejándola hacer. Una vez que ha localizado y recogido toda su ropa, Natalia comienza a vestirse. A Esteban le excita particularmente verla mientras se pone las bragas. Pero no va a intentar nada, sabe que todo ha terminado por hoy y que ya basta. Deja que la mujer se vista y cuándo lo ha hecho, es él quien recoge poco a poco su ropa, se la pone y se dirige al coche.

-Vámonos- dice Natalia, sin mirarle a la cara- Es tarde y nos estarán esperando en la casa.

-Si- contesta Esteba, lanzando una turbia mirada a las preciosas piernas desnudas de Natalia- Mejor nos vamos ya, si. Sube al coche, Natalia.

Y ambos suben y Esteban arranca el coche. El rugido del motor los asusta, como si alguien pudiera sorprenderlos de pronto, allí, en el lugar de la traición. Pero nada sucede. El coche enfila la carretera cuándo ya la tarde apunta a su último resplandor, con un bello rayo de sol brillante y amarillo iluminándolo todo con una nostalgia que a ninguno de los dos se le escapó.