Buena dilatación

A los 17 descubrí que mi culo quería pija.

Mi inicio sexual fue a los 17. Desde pequeño supe que era gay, pero sentia ciertos temores de entregarme a mis compañeros de escuela, aunque a veces la situación daba, Pero yo esperaba a un hombre más grande para iniciarme en el sexo. La ocación se dio un verano, en Mar del Plata, yo salí a caminar por la costa, Estaba muy bronceado y ya llevaba más de un mes de vacaciones.

Cerca del mediodía me cruce con un hombre que me miró profundamente, me sentí muy atraido. Era mayor, pasaba los cuarenta, bien morocho, musculoso y con mucho vello en el pecho y en las hermosas piernas. Me sentí terriblemente excitado y decidí llevar adelante las cosas. Sostuve su mirada ardiente e incluso después de cruzarnos me di vuelta para seguir mirándolo.

Joaquín, ese era su nombre, me sonrió y me sentí aun más caliente. Bajé hacia las rocas y vi que el volvía a donde yo había bajado, bajo también a las rocas, y a los cinco minutos, lo tenía a mi lado. Fuerte, masculino, hermoso. Comenzamos a hablar y a los 10 minutos me invitó a su casa, un departamento frente al mar a pocos metros de donde nos encontrábamos. Accedí y fuimos.

A cada paso que daba estaba más caliente, y Joaquín me gustaba más. Su pelo negro, su piel morena, sus ojos, sus manos. Subimos al departamento. Era un hermoso ambiente, relajado y con una hermosa vista al mar. Me ofreció una copa, acepté y mientras el la iba a buscar a la cocina, yo me quité la remera y las zapatillas para disfrutar de la fresca brisa marina que entraba por la ventana. Estaba ardiendo de excitación. Solo con mi traje de baño me acodé en la ventana a disfrutar del paisaje.

Joaquín llegó con las bebidas y se puso justo detrás de mi, mientras me envolvía con sus brazos musculosos, apoyo su pija contra mi culo. Sentí su protuberancia, dura y firme. Fue un momento hermoso, al sentir su piel sobre la mia. Me beso el cuello, me paso la lengua y al darme la vuelta me besó en la boca. Sentir su lengua dentro de mi boca, fue uno de los momentos más hermosos. Era caliente y me llenaba.

Joaquín manteniéndome junto a la ventana, fue bajando su lengua por mi espalda, cuando llegó a la pintura, me bajó el pantaloncito y me lo sacó. Me encantó quedarme desnudo delante de un hombre tan grande. Nunca nadie de su edad me había visto desnudo. Y la idea me excitó y me sentí deseado por Joaquín. El me pidió que lo desnude –Dale mi amor, poneme en pelotas.

Le saqué la remera primero, después las zapatillas y no pude dejar de besarle un pie, tan lindos y viriles que eran. Lo mejor fue sacarle las bermudas, debajo tenía un slip azul que resultaba muy atractiva con su piel morena. Al bajarle el slip, pude verle la hermosa verga. En realidad no se trataba de una pija especial, simplemente que toda pija bien puesta es hermosa. Y la de él estaba en su momento más hermoso: bien erecta, brillante la cabeza, humedecida por el primer chorrito de su lubricante.

Él me la empujó hacia la boca, y yo la recibí terriblemente contento y excitado. Se la chupe lentamente, sintiendo por primera vez el extraordinario gusto del macho. Como esto sucedió hace bastante tiempo todavía no era necesario el uso del forro como en la actualidad, y pude sentir sin problemas el exquisito gusto de la leche masculina. Aunque no fue en esa ocasión.

Joaquín me dio vuelta y me acostó en el sillón, me abrió las piernas y se mojo en su saliva los dedos pulgar e índice y con ellos me tocó el culo. Me lo ensalivó y me metió dos dedos. Para mi fue una novedad, sin embargo sabía que se acercaba algo grande. Joaquín se recostó y colocó la cabeza de su pito en mi agujero, empujó y me penetró. No puedo explicar lo que sentí. Fue lo más hermoso, nada de dolor, tenía una dilatación natural espléndida. Sentí como la pija de Joaquín me penetraba. Entraba sin dificultades, apenas lubricada por su saliva. Sentía la presión hermosa sobre mi culo, sentía sus pelotas golpeando debajo de mi agujero, sentía la presión de sus piernas sobre las mias. Su lengua en mi cuello. Me sentía más hombre que nunca al ser poseído por otro hombre. Y llegó el clímax, la verga de Joaquín parecía llenarme todo, y después de un empujón sentí la esperma dentro mío, su calor y su fuerza.

Cuando le dije a Joaquín que había sido mi primera vez no lo podía creer, de tan buena dilatación que tenía. Recostados, uno junto al otro, desnudos, enamorados, ardientes, al poco tiempo ya estaba deseando volver a probar la maravilla de su maraca. El se dio cuenta y me buscó, primero la boca, el largo beso. Las lenguas, las salivas mezcladas. Después ya en erección, me abrió las piernas y me pasó la lengua por mi agujero, lentamente de arriba hacia abajo humedeciéndome con su saliva. Después se puso mis piernas en sus hombros y así bien abierto me volvió a penetrar. Bien al fondo. Llevaba su pija hasta el borde de mi ano, su glande apenas adentro y de allí hasta el fondo y así nuevamente. Sentía perfectamente como el ensanchamiento de su glande dilataba mi agujero, el repliegue del escroto confundido con los músculos de mi esfínter. Amé la sensación de ser penetrado. Y eyaculé. Un bombeo profundo de Joaquín pareció llenarme hasta el fondo y desde allí sentí una terrible fuerza que me sacaba como nunca antes toda la leche. Ver mi eyaculación excitó aun más a Joaquín y sacó su pija de mi culo y junto a la masa blanca de mi semen, sobre mi panza, el depositó el suyo. Las leches se mezclaron como nuestros cuerpos lo habían echo antes. Joaquín pasó la mano, recogió la leche y me la ofreció. Yo la devoré, y el también y nos besamos y juntos nos comimos nuestras lechas. Fue hermoso.

Así descubrí la profundidad de mi naturaleza pasiva. Amé la pija, amé ser poseído, ser flexionado y penetrado. Amé comer la leche de Joaquín, ame el sabor de sus axilas humedecidas por el sexo. Ame el perfume de su pubis, su vello, sus pies. Amé verlo desnudo, comer sobre su pecho ancho. Amé verlo hacer pis, ver ese chorro dorado y enérgico salir de su pene maravilloso. Amé que me garche una y otra vez.

Pero…. quise conocer a otros hombres, otros penes, otras leches. Establecer diferencias, calcular efectos. El verano me excitaba, ver en la playa tantos hombres hermosos, apenas cubiertos por sus pantaloncitos. Imaginando bultos, espiando rincones, soñando cuerpos, manos, pies, bocas, pezones, ombligos, glandes, escrotos, leche, sexo.

Unos días después conocí a Marcos. Tenía 29 años, lindo machito, profesor de matemática, acostumbrado a farolear con pendejos, me manejó a las mil maravillas. Nos cruzamos en el hall de un cine, yo estaba con mis primas y el con novia. Me miró y fue al baño. Yo hice lo mismo. En el baño me metió en una cabina y me besó, me metió la lengua hasta el fondo de la garganta. Le toqué el bulto y me sorprendió el tamaño que me encontré. Me dijo si al otro día quería ir a su casa. Quedamos.

Marcos tenía lo que se conoce como una verga terrible, gruesa, larga, con un glande enorme, brillante. Me encantó su pene, me hizo doler un poco, pero fue una experiencia increíble. Mucha leche, después de coger durante veinte minutos me seguía chorreando su leche. A veces la recogía y me la comía. Marcos era hermoso. Rubio, ojos celeste, musculoso por la natación, lampiño. Éramos de la misma altura y muchas veces me cojía parado, contra la pared. Probamos poses, como en revistas porno. Nos duchábamos juntos y terminaba con su poronga enjabonada adentro mio.

La tercera conquista fueron Pablito y Marcial. Eran mellizos, lindos, simpáticos, cachorritos juguetones de 21 años. Vivian con su abuelita. Después que se dormía íbamos a su casa a coger. No tenían ninguna inhibición de coger juntos. Es más lo excitaba. A veces me parecía que yo era una excusa para hacerse el amor entre ellos. Mientras uno me penetraba el otro me ponía el pito en la boca, y se miraban, felices y enamorados. Un día se me ocurrió decirles que me penetren juntos. Una doble. Yo lo había visto en la revista de Marquitos, y mi culo naturalmente flexible no solo se lo bancaría sino que lo disfrutaría. Y así fue. El roce de sus pijas dentro mío lo excitó terriblemente. A mi también. Fui muy feliz ese verano, entre las pijas de todos mis amantes. Fui un hombre completo.