Buena chica [Parte 3]

La serie de relatos 'Buena chica'' está presentada desde el punto de vista de un amo hacia su sumisa a lo largo del día a día. Azotes, sexo en público y demás garantizado, espero que disfruteis!

Por el camino hacia la ducha pasamos por la cocina y yo me detengo a comer algo para recobrar fuerzas mientras ella sigue andando sin detenerse ni darse cuenta de que yo lo hago. Se aleja tranquilamente y desde mi posición veo como sus nalgas rebotan al ritmo de sus pasos, unas nalgas perfectamente redondas y, ahora, rojas.

Cojo el chocolate que hay sobre la mesa y parto un trozo para llevármelo a la boca mientras reanudo mi camino. Entro en el cuarto de baño al tiempo que acabo de comer y la veo a ella ya metida en la ducha mojándose esa tremenda melena mientras el agua cae por su desnudo cuerpo y lo hace aún más apetecible. Me acerco a ella por detrás y la rodeo por el vientre con mis manos al tiempo que acerco mi cuerpo al suyo hasta que estamos piel con piel. Ella gira la cabeza y acerca sus labios a los míos para darme un largo beso mientras mis manos van bajando entre caricias hasta su coño. Sin dejar de besarla empiezo a masajeárselo con calma mientras mis caderas se mueven, restregando mi polla por su culo. Voy aumentando el ritmo de mis dedos poco a poco y ella sonríe sin dejar de besarme. De hecho, casi de manera proporcional, sus besos son cada vez más intensos y su lengua está cada vez más juguetona.

Sin previo aviso, subo el ritmo al máximo y, tras un breve momento para prepararlo, suelta un gemido en mi boca al tiempo que su cuerpo se arquea. Se gira, deja de besarme y me mira a los ojos.

-Fóllame otra vez, por favor -me suplica.

Yo le sonrío y azoto su trasero para luego acercarla a mi aún más y mirarla a los ojos desde muy cerca.

-Veo que vas aprendiendo modales, buena chica. Sin embargo, no es el lugar más indicado para follar -contesto -. Ponte de rodillas.

Obedece al momento, nada satisfecha con lo que le acababa de decir, y me mira desde abajo.

-¿No te has olvidado de algo? -pregunto.

-Em... ¿no? -contesta perdida.

Sin mediar palabra me agacho, agarro uno de sus empalmados pezones y lo retuerzo hasta escuchar su queja, a la cual no hago ni caso y sigo apretando hasta que suelta gritando un ''¡Si amo!'' repetidas veces. Lo suelto y me levanto de nuevo.

-¿Cómo has dicho?

-¡Si amo! -me vuelve a gritar.

-Así mejor, que no se vuelva a repetir. Ahora cójeme la polla y métetela en la boca mientras yo me limpio.

-Si amo -dice, ahora, sin dudarlo.

Lo hace y empieza a chuparla como ella bien sabe hacer, ayudándose de sus manos para no dejar ni un centímetro al descubierto, lo cual me encanta y hace que mi erección sea cada vez mayor en su boca.

Mientras ella está ocupada, yo me voy enjabonando el cuerpo y el pelo tranquilamente. Cuando he acabado, la miro para comprobar que está entretenida y empiezo a quitarme el jabón, que va a caer a su cabeza y su cara, que no deja de moverse adelante y atrás.

-Amo, ¿puedo levantarme y lavarme yo también, por favor? -me pregunta sacándose un momento la polla de la boca.

-Tranquila, ya te lavo yo -contesto para su sorpresa y continúa comiéndomela.

Echo un poco de champú en mi mano y empiezo a masajearle la cabeza. Para que me sea más cómodo, ella se mueve menos y aprovecha más su lengua para juguetear con mi polla.

Tiene ya toda la cabeza llena de champú menos la parte de atrás. Llevo mi mano hasta allí y empiezo a hacer cada vez más fuerza hacia mi cuerpo al tiempo que acerco cada vez más mi vientre a su nariz. Mi polla está cada vez más cerca de su garganta y, de repente, se la meto de golpe. Ella no estaba preparada y la embestida le produce una arcada. Retiro un poco mi polla para que se recupere y se la vuelvo a meter hasta dentro. De nuevo, otra arcada, pero está vez no dejo que se safe y, no solo mantengo mi polla en la misma posición, sino que se la intento meter más, a lo que le acompaña otra nueva. Bajo la vista para disfrutar un momento de la vista, y se la saco. Nada más salir mi polla de su boca, toma mucho aire y me mira, probablemente, pensando en el horroroso ser que soy. Yo le sonrío y le doy unas palmaditas en la cara que suenan más de lo normal debido al efecto del agua.

-Límpiate un poco, anda -le concedo.

Se levanta sin dejar de mirarme ardiente de deseo y super cachonda.

-¿Puedo tocarme, amo? -pregunta creyéndose que mi respuesta va a ser la que ella espera.

-No -contesto ante su asombro.

-Pero...

-Pero nada -la corto -, creo recordar que él que manda aquí soy yo, ¿me equivoco?

-No -contesta agachando la cabeza -, perdón amo.

-Bien. De todas maneras, si te comportas como una buena perrita fiel -levanta la cabeza -, tendrás tu merecido premio.

Se le escapa un risita y un ''Si amo'' pone fin a la conversación.

Ella se queda en el cuarto de baño lavándose y yo voy ya a prepararme para la tarde. De camino a la habitación mi polla se había bajado y estaba en su estado natural, bastante más pequeña que hace un momento en la boca de Miriam.

Ya en la habitación, cojo mi móvil de la mesilla, me tiro desnudo en la cama y hago la rutina de siempre: poner música, revisar correo, twitter, whats app y demás. Una vez hecho todo y visto que la mierda abunda, empiezo a prepararme. Cuando estoy acabando de vestirme llega ella con solo una toalla rodeándole el pelo, dejando al descubierto su increíble cuerpo, que se acerca a mí. Se planta en mis narices y la beso con deseo mientras la agarro de las nalgas con fuerza.

Separa sus labios de los míos y se aproxima al cajón donde guarda su ropa interior.

-No necesitarás de eso hoy -le digo mientras sonrío.

Se para, me mira, me devuelve la sonrisa y me pregunta juguetona:

-¿Qué debería ponerme, amo?

-Me alegra que me preguntes, ponte el vestido ese -digo señalando a uno bastante ligero y corto de color naranja. Me gusta particularmente ese vestido en ella porque me deja muy accesible todo su cuerpo, especialmente las partes que me gustan más.

Ella obedece y se lo pone del tirón, acompañándolo con unos tacones negros. Está espléndida así vestida y su orgullo se le escapa por los ojos cuando se mira en el espejo y ve mis ojos clavados en ella.

Un cuarto de hora después estamos ya en el coche y de camino a lo que le tenía preparado. Es un trayecto de unos tres cuartos de hora y no puedo evitar jugar.

-Bájate eso -ordeno mientras voy bajando por su brazo uno de los tirantes.

-Si amo.

Se baja el vestido hasta la altura de la cadera y deja libres sus preciosas tetas. Vamos con las ventanillas abiertas y aún no hemos salido de la ciudad, por lo que las posibilidades de que se las vean son bastante altas, pero dudo que a ella le preocupe. Coloca su brazo derecho apoyado en el hueco de su ventanilla y se relaja en el asiento.

Seguimos así durante unos cinco minutos sin hablar de nada y escuchando la radio, que está bastante interesante a estas horas de la tarde. Al llegar a un semáforo en rojo nos detenemos y yo no puedo evitar deleitarme con su cuerpo. Ella me devuelve la mirada y sonríe al tiempo que se aprieta una de sus tetas.

-A ver ese coñito -le digo amablemente.

Sin dejar lo que estaba haciendo se remanga el vestido y deja a la vista su coño, que estaba algo húmedo aún después de todo y muy hambriento.

-Puedes tocarte si quieres, pero ni se te ocurra correrte, ¿entendido?

-Si amo -sonríe y lleva rápidamente la mano a su coño para empezar a hacer círculo sobre su clítoris.

La dejo a lo suyo y pronto el semáforo nos da paso, por lo que tengo que prestar atención a la carretera y solo puedo disfrutar del espectáculo en cortas ojeadas y cuando a ella se le escapa algún suspiro o pequeño gemido.

Pasa el tiempo y una media hora después estamos llegando al lugar. Tan solo nos quedarán unos seis o siete minutos y ella aún sigue a lo suyo, pero con bastante calma. Ahora con el dedo corazón metido en el coño entrando y saliendo despacio.

-Dale rápido -ordeno.

-Si amo -contesta. Y acata mi orden sin vacilar.

No mucho más tarde se empieza a escuchar su húmedo coño siendo penetrado con rapidez por dos dedos y sus gemidos saliendo de su boca en cortos intervalos. De hecho, muy cortos, y parece que esté a punto de correrse pero espero que recuerdo lo que le he dicho sobre eso.

Muy poco después su respiración es cada vez más rápida y sus gemidos son constantes. Se arquea en el asiento sin control mientras introduce más y más rápido sus dedos en su más que empapado coño. Reduzco la marcha y la miro como recordándole lo que le había dicho pero parece que pasa de mi orden y se corre ante mi cara de incredulidad. Sigue gimiendo y suspirando unos segundos después de haberse corrido y entonces decido tomar la palabra sin dejar de mirar a la carretera con seriedad.

-Te he avisado, ahora atente a las consecuencias de tu desobediencia zorra.

Cuarta parte y resto de la serie (según se vaya escribiendo) en: relatosdominacion.blogspot.com