Buena chica (Parte 1)

Rosana comete un error y queda a merced de un hombre que le resulta repulsivo. ¿Hasta dónde será capaz de aguantar?

Rosana está borracha. Muy borracha.

Además, le ha dado unas cuantas caladas a un porro que se estaban fumando los becarios. Le han ofrecido y ella se ha hecho la cool, no quería quedar como la mojigata de finanzas. La marihuana siempre la ha puesto cachonda. Quizá por eso está ahora en la sala de juntas de la cuarta planta, con las bragas por los tobillos, el sujetador bajado por debajo de las tetas medio salidas del vestido, las manos apoyadas en la larga mesa de reuniones y la falda levantada por encima del culo en pompa mientras Rodrigo se la folla salvajemente.

Todos los demás siguen abajo, en la fiesta de aniversario de la empresa de mierda en la que trabaja desde el año pasado. Llevaba 12 años enclaustrada en su trabajo anterior y no dudó un segundo cuando le ofrecieron este puesto. Era la primera vez que le ofrecían un trabajo desde que empezó en su anterior empleo, en el que además nunca la habían ascendido desde que dejo de ser becaria. Y ahí esta ahora. Follada por Rodrigo en la sala de juntas. La nueva joven promesa de la empresa. 10 años más joven que ella. Guapo. Seductor. Rosana es la sexta chica que se tira este año. Y eso sólo en la oficina.

Desde luego Rodrigo sabe lo que hace. Es un auténtico follador. Un fucker en toda regla. En apenas 10 minutos ya ha hecho que Rosana se corra tres veces. Dándole pollazos sin parar y azotándole el culo como a una zorrita. Así que ahora le toca a él. Considera que ya ha cumplido.

-       Quiero correrme en tu cara – Le dice sin remilgos.

Le da la vuelta y la sienta en una de las butacas de la sala, esas con rueditas que no paran de moverse, pero Rosana consigue dejarla más o menos quieta mientras se la chupa. Cuando nota que él está a punto se saca la polla de la boca. Se la menea a toda velocidad. El suelta bufidos y jadeos. Ella apoya la punta de su rabo en su mejilla cuando siente que va a correrse. Justo ahí le cae el primer lechazo. Mientras Rodrigo sigue eyaculando ella se va pasando su verga por toda la cara. Por su frente, sus mejillas, sus labios. Le deja la cara como un Pollock. Ahora es ella la que considera que ha cumplido.

Saca un pañuelo de papel de su bolso y empieza a limpiarse la cara. Él le dice que va bajando, no pueden llegar juntos y que todo el mundo los vea, empezarían los rumores, y ella es una mujer casada. Ella está de acuerdo claro. Además, el pañuelo no es suficiente, tiene que pasar por el baño a limpiarse bien y recomponerse.

Así que Rosana se queda sola en la sala. Se ajusta el vestido, el sujetador, el pelo. Y se dirige hacia los baños de la planta.

-       ¡AH Joder!

Se pega un susto de muerte al ver un tipo en la puerta. Quieto. Mirándola. Al principio no sabe quien es. Luego se da cuanta que es uno de los tipos de departamento de ventas. No le conoce. Nunca ha hablado con él. No recuerda su nombre. Pero le había visto en un par de reuniones.

-       Joder vaya susto me has dado carajo.

-       Lo siento. No era mi intención. Venía a recoger una cosa que dejé en la sala esta tarde.

-       Si claro. Tranquilo. No pasa nada. Yo necesitaba un poco de aire y usar los baños de aquí arriba. Abajo está muy cargado.

Él se aparta de la puerta cortésmente para dejarla salir. Ella apenas le mira cuando pasa por delante. Es una situación algo incómoda. Aunque el tipo está tan tranquilo.

-       Ya nos veremos. – Dice ella.

-       Si. Ya nos veremos.

Ya en el baño se mira al espejo. Tendrá que estar un rato arreglándose. Joder. Se da cuenta de que tienen un churretón de semen aún en el pelo. Y otro en el vestido. ¿Se habrá dado cuenta el tipo ese? Espera que no. No quiere que ande contando gilipolleces por la oficina. ¿Se habrá cruzado con Rodrigo? Tendrá que preguntarle. Pero bueno. El tipo es un cualquiera. No va a pasar nada.

Rebeca baja a la primera planta. Pero está cansada y decide largarse de allí sin despedirse, a la francesa. De reojo ve a Rodrigo bailando pegado a la secretaría de dirección, una jovencita algo cortita pero bien guapa. Supone que también se la follará esta noche, si no lo ha hecho ya. No le importa lo más mínimo sinceramente. Llama para pedir un taxi, no tiene que esperar demasiado y el conductor es de los callados. Los que a ella le gustan. No le estará dando el coñazo todo el trayecto.

De vuelta a casa piensa en el polvo con Rodrigo. No se siente especialmente mal. No es que ande engañando a su marido habitualmente, pero no es la primera vez que lo hace. Para ser concretos es la tercera. Todos polvos así. De una noche. Muy de vez en cuando se deja llevar. Son muchos años casada. No cree que tenga mucha importancia. No es que tenga un amante de repente, no piensa volver a follar con Rodrigo, no es más que un niñato guapete. Ya cumplió su función. Se pregunta si su marido habrá hecho alguna vez algo así. Imagina que si. Es un hombre maduro. Atractivo. El CEO de su compañía y con mucho dinero. No le faltarán oportunidades. A ella le parece bien. SI es así esporádico y mientras ella no se entere. Son muchos años casados. Hay que dejarse llevar de vez en cuando.

Llega a casa y su marido esta ya dormido. Toma un vaso de agua y decide darse una ducha rápida en uno de los baños de la planta de abajo. Así el no se enterará. Tampoco pasa nada. Ella suele ducharse antes de meterse en la cama cuando salen de noche. Odia oler a calle y a bar. Pero no quiere despertarle. Poco después se mete en su lado de la cama y se duerme rápidamente.

El día siguiente es el típico viernes de después de una fiesta en la oficina. La gente va llegando cuando quiere en mejor o peor estado. Los últimos los más jovencitos claro. Algunos ni aparecerán. Rosana llega pronto, de las primeras, no hay prácticamente nadie aún. Tienen una ligera resaca y cierta sensación de mal estar. Bebió bastante y fumó algo de maría. Pero no se acostó muy tarde así que lo lleva más o menos bien. Pero seguro necesita otro café así que va a la maquina de la cocina en la primera planta. Mientras lo prepara alguien se acerca por detrás.

-       ¿Qué tal? ¿Con resaca?

Uf, el tipo de anoche. El de la sala de juntas. Que pereza piensa. Pero es cortés claro. Lo justo.

-       Un poco. Nada serio. Me fui prontito a casa en realidad.

-       Si yo también. Ya no me da el cuerpo para estas cosas.

Ella le sonríe. Sin ganas. No tiene cuerpo para conversaciones cliché con gente random la verdad.

-       Perdona que te pregunte. Pero…tu eres Rebeca ¿verdad? Es que conozco a tu marido. Bueno…conozco. No es que fuéramos amigos. Íbamos juntos a la facultad. Un tipo listo. De los mejores de la promoción.

-       Oh que casualidad. ¿Y cómo te llamas?

-       O si perdona. Soy Ernesto. De ventas.

-       Ok. Le diré que te he visto.

-       Oh no creo que se acuerde de mí. Pero si claro. Dile por si acaso.

No le dirá una mierda claro.

Rebeca se escabulle en cuanto puede. No es sólo que le de pereza, es que hay algo en este tipo que no le gusta. Le genera rechazo. Es un tipo alto, corpulento, diría que intimidante. Tiene ya ciertas entradas en la cabeza y aún así lleva el pelo engominado hacia atrás. Una barba abundante pero perfectamente recortada, seguro que le hace sentir más varonil. Eso es lo que desprende. Es varonil, pero en un sentido algo caduco. De esos tipos que huele a puro, aunque no fume. Se lo imagina casado con una tipa aburrida que conoció en la facultad y yendo de putas a moteles de carretera baratos mientras ella cuida de los niños. Es ese tipo de rancio. Hay algo sucio en él. No es que huela mal, no es que tenga el pelo grasiento o lamparones en la camisa. Pero hay algo sucio que no se ve. En su aura. Definitivamente no le gusta. Le da repelús. Le da asco.

A los tres minutos ya se ha olvidado de él.

El fin de semana no hacen gran cosa. Está cansada y su marido tiene partido de golf así que ella decide relajarse un poco. Un fin de semana tranquilo, para olvidar. La semana siguiente en la oficina tampoco tienen mucho que hacer. Está todo un poco parado últimamente. Pero no durará mucho, así que aprovecha para irse pronto a casa todos los días. Su marido si tiene lío y llega tarde cada noche. Ella va al gym al menos 4 veces esta semana. El jueves vuelve a estar sola en casa. Después de una clase de spinning matadora decide darse un baño de espuma mientras bebe un vaso de vino. Relajada. A gusto. La alerta de mensajes de su iPhone interrumpe la paz. Es un número que no conoce.

634 56 77 65: Hola Rosana.

Rosana: ¿Quien eres?

634 56 77 65: Ernesto, vi tu teléfono en el directorio. Quería pedirte una cosa si no es molestia.

No jodas. Puto pesado. Piensa Rosana.

Rosana: No se. Dime que es y te digo.

634 56 77 65: Quiero que me mandes una foto de tus tetas.

¿Qué cojones?

Rosana: Mira creo que te has equivocado de número. O de Rosana.

Le llega un archivo. Es un video. Lo abre. Se ve a Rodrigo follándose a Rosana en la sala de juntas. Se ve perfectamente su cara, su cuerpo, sus tetas bamboleantes fuera de la camisa. Rodrigo moviendo el culo adelante y atrás. Apenas dura 10 sg.

634 56 77 65: No, no me he equivocado de Rosana.

A Rosana se le hiela el estómago. Hijo de puta. Estaba allí desde el principio. Grabando el muy cabrón.

Rosana: Voy a llamar a la policía ahora mismo.

Ella espera su respuesta. Sale el simbolito de que está escribiendo. Se tira un buen rato.

634 56 77 65: Si ya imaginé que dirías eso. Puedes hacer lo que quieras claro. A mi me da igual. Yo sólo te digo una cosa. Tengo todo grabado. Y quiero decir todo. Se que ahora estarás nerviosa. Pensando que puedes salir de esta llamando a la policía o algo. No se. Quizá tengas razón. Lo único que se es que si no haces lo que te pido voy a mandarle todo esto a tu marido. Tengo todo grabado. Sinceramente no es sólo que estés follando con otro, es que pareces una puta.

Le manda otro video de unos 10 segundos. Rodrigo le restriega la polla por su cara llena de semen. Hace zoom a la cara de Rebeca. Se ve nítido y perfecto.

634 56 77 65: Me da a mi que tu marido no es de los que tolera estas cosas. Por lo poco que se de él. Ya te dije que amigos no somos. Pero se ve. No te perdonará. Pedirá el divorcio. El tiene dinero. Poder. Abogados. Tendrás que dejar tu preciosa casa. Te vas a quedar con poca cosa te aviso. Y seamos sinceros, tu trabajo y tu sueldo son una puta mierda. Incluso peor que el mío. Vas a vivir en la mierda. Y estás muy buena, pero algo mayor ya. Te costará encontrar otro como él. Pero bueno me la suda. Todo esto ya lo sabes. Se que ahora estás en shock y tienes que pensar. Así que te dejo 24 horas que pienses lo que te de la gana. Pero aquí sólo hay dos opciones. O me mandas una foto de tus tetas o le mando los videos a tu marido. Tu decides. 24 horas.

Rebeca se pasa 10 minutos escribiéndole de vuelta. Insultándole primero, amenazándole después, incluso suplicándole al final. Pero él no vuelve a contestar. Hijo de puta.

Sabe que está jodida. Si esos videos llegan a su marido la mandará a la mierda. Y el cabrón de Ernesto tiene razón. No quiere renunciar a su marido. No quiere renunciar a su vida. Se pasa horas dándole vueltas. Se pregunta si puede hablar con la policía y pedir que actúen discretamente. Intenta investigar en internet casos parecidos. Más o menos encuentra información. Pero no se ve llamando a la policía y contando todo esto. Arriesgándose a que esos videos salgan expuestos. Que los vea su marido. Toda la oficina. Su familia. No sabe que hacer. ¿Y si habla con su esposo? Y si le cuenta la verdad. Al fin y al cabo, no es que sea una adultera. Bueno si. Pero un poco nada más. Sólo ha tenidos tres escarceos en sus 15 años de matrimonio. Podría entenderlo. Con suerte el habría hecho algo parecido. Pero si ve esos videos. Está jodida. Maldito hijo de puta. Asqueroso cabrón.

Su marido vuelve. Ella intenta actuar normal. Espera a que se acueste y le dice que tienen que acabar unas cosas de trabajo. Ella se queda en el despacho de abajo. Le da vueltas y vueltas.

Se dirige al baño. Se levanta la blusa que lleva para dormir. Tiene unas tetas bonitas. Firmes. Sus pezones son rosados y no muy grandes. Les hace una foto. Solo son tetas. Mira el encuadre. No se le ve la cara, es de cuello para abajo. Solo son tetas.

Le manda la foto a Ernesto. El hijo de puta no tarda ni dos segundos en contestar.

-       ¿Estas de coña no? Podrían ser las tetas de cualquiera. Quiero verte la cara.

-       No jodas.

-       Mira. Esas fotos son solo para mi. No las voy a publicar en ningún sitio. Si quisiera ya tengo tus videos follando y chupando polla que son bastante mas guarros que una foto de tus tetas.

-       Eres un pedazo de mierda. Lo sabes ¿no?

-       Si. Yo soy un pedazo de mierda. Y tu eres una puta adultera que va chupando pollas en los despachos.

Se mira en el espejo. Se vuelve a subir la blusa. Se hace otra foto de las tetas. Ahora se ve su cara. Perfectamente. Se la manda.

-       Buena chica – Responde Ernesto.

Por supuesto sus tetas son solo el principio. Solo son tetas, pensó. Pero en realidad fue mucho más que eso. Fue aceptar el chantaje, entrar en su perverso juego, rendirse ante él. Cada dos o tres días le pide algo. Y ella se lo manda. Sabiendo que cada vez que le manda algo está más jodida. Más en sus manos. Le da más y más material que podría mandarle a su marido. Cada foto que le manda está más entregada a su chantaje. Más rendida. Lo siguiente que le pide es su culo. Ahora su culo en pompa. Chúpate una teta. Una en tu cama de matrimonio con las piernas abiertas. Haz como que chupas una polla. Ponte unas braguitas más sexys. Vestida más puta. Ahora en pelotas, pero déjate los tacones. Métete un dedo en el culo. Ahora mándame un video. Quiero ver como te tocas. Di a cámara que eres mi puta. Buena chica.

Pasan los días. Las semanas. Se cruzan en la oficina. Ella le evita. Le da asco. Le odia. Querría matarlo. Hijo de puta. Bastardo. La ha convertido en su puta actriz porno personal.

Por fin llega un día que no le pide nada. Ya le ha mandado todo lo que le podía mandar. Quizá ya está satisfecho. Quizá ya se ha aburrido de su perverso juego. Ilusa.

634 56 77 65: Hoy quiero que te quedes en la oficina hasta tarde. Quiero hablar contigo en mi despacho. Dile a tu marido que llegarás tarde. Que tienes trabajo.

Le dice que si. Quizá sea una oportunidad de hablar con él a solas. De poner fin a su juego. Le ha dado todo lo que quería. Quizá por fin deje de joderle la vida. Ella prometerá olvidarse de todo. El prometerá borrar todas las fotos y videos. Si. Realmente por un segundo piensa que todo se acabará.

Avisa a su marido que llegará tarde. La tarde pasa. Le gente empieza a irse. Poco a poco la oficina se va vaciando. Tiene que esperar a que se largue Arantxa, que está un poco agobiada con unos resultados que tienen que presentar la semana que viene. Pero al fin se va. Se despide de ella. Miente diciéndole que tiene mucho que hacer y quiere avanzar esta semana. Por fin se queda sola. Ella y Ernesto. El hijo de puta. El cabrón que la está jodiendo.

Va a su despacho. Se queda de pie mirándole.

-       Y bien. De que cojones quieres hablar.

Ernesto esta reclinado en su silla. Detrás de su mesa de escritorio. Le pega un repaso de arriba abajo. La desnuda con la mirada. Sin disimulo. Asquerosamente. El hijo de puta es repugnante.

-       Ponte de rodillas en el suelo.

-       Ni en sueños pedazo de hijo de puta.

-       Ya sabes lo que hay.  O te pones de rodillas en el suelo o te largas por esa puerta. En cuanto te largues tu marido recibe todas las fotos y videos que tengo de ti.

-       Eres una mierda.

-       Si. Lo soy. Y tu eres una puta. Una puta que deja que se corran en su cara en la sala de juntas de su oficina.

Rosana entiende que él quiere dar el siguiente paso. Ahora tendrá que chuparle la polla. Las fotos eran sólo la prueba inicial. Los inicios de su asqueroso y podrido plan. Todo lo que quiere es que le coma el rabo. En su vida una mujer como ella se ha metido su verga en la boca. Bien, Rebeca esta dispuesta. Se la chupa a este hijo de puta y que se acabe todo. Que la deje en paz de una vez. Una mamada y dejará de joderla.

Se pone de rodillas.

Ernesto se levanta de su silla. Sale de detrás de su mesa. El tipo es grande. No lleva la chaqueta del traje, solo la camisa arremangada hasta los codos. Desabrocha la camisa y exhibe su pecho peludo. Tiene algo de barriga. Tuvo un cuerpo musculoso hace tiempo, ahora es una mezcla entre medio fofo y fuerte. Ni una cosa ni la otra, pero las dos a la vez. Su pelo hacia atrás está algo descolocado, hace más de 10 horas que se puso la gomina en el pelo que se aplica cada mañana. Su barba tupida también está algo más larga de lo habitual. Aunque la recorta cada día por la noche ya le ha crecido algo anárquica, es así de macho él. Apesta a colonia a granel. ¿Se la habrá echado antes de que viniera ella? Eso aún le da más asco. Es un hijo de puta repulsivo. Sucio. Emana suciedad por los poros. Se planta frente a ella. Pone su bragueta a la altura de la cara de Rosana. Ella aparta la cabeza a un lado.

-       Mira al frente zorrita.

Baja la cremallera. Empieza a magrearse la polla por encima del interior. Apenas a 5 centímetros de su cara. A Rosana el olor a polla la golpea de sopetón. Sale de debajo de su calzoncillo. Se le mete en las fosas nasales. Se le mete por la piel de su cara. Huele fuerte. Varonil. A macho rancio. No puede darle más asco. Ahora se saca la verga. Esta tiesa como un roble. Es gorda. Gorda y venosa. Normal de largo. Pero es un buen trozo de carne. Tiene pinta de pesar. Apesta a polla todo alrededor de ella. Empieza a meneársela. Apenas a 4 centímetros de su cara. A 3 centímetros. Sube y baja la piel despacio. Respira fuerte.

-       Llama a tu marido.

-       Que coño dices. Estás loco.

-       Llama a tu marido o le llamo yo. Solo quiero que hables con él como un día cualquiera. De cualquier mierda. Él no se va a enterar de que tienes mi polla pegada a tu cara. No te preocupes por eso. Te quiero llenar la cara de leche mientras hablas con él. Como te la llenó el otro día Rodrigo. Vamos. Llama ya.

Rosana agarra el teléfono. Haz lo que quiere y esto se acabará. Piensa.

-       No. Ponte los auriculares. Quiero tu cara libre. Esos sin cables que usas todo el rato.

Los saca de la cajita y se los pone. Después de tres o cuatro tonos su marido contesta.

-       Hola cariño.

-       Hola mi vida ¿Ya vienes?

-       No, no…aún no salgo. Me queda un rato. Llamaba para descansar unos minutos. A ver en que andas.

-       Estaba hablando con Miguel por mensaje. Que te parece si les invitamos este sábado. Hacemos algo en el jardín con ellos. Parece que va a hacer bueno.

Ernesto le acerca aún más la polla a la cara. Ya casi toca su piel con el capullo de su rabo. Está visiblemente excitado. Pero intenta no hacer ruido. Cada vez se la menea más rápido. Arriba y abajo. Cada vez se la pone más cerca.

-       Si. Me parece bien, hace tiempo que no los vemos, podemos encargar algo de cenar. – Rosana aguanta la compostura como puede.

Ahora ya le restriega la polla por la cara directamente. Se la pasa por la mejilla, por la nariz, por la frente, por los labios. El muy hijo de puta le esta pasando toda la verga por la cara mientras habla con su esposo, incluso se agarra las pelotas y también se las restriega, se las pone debajo de la nariz. Ella huele sus bolas mientras habla como puede. El acelera su paja. Ahora le da duro. Quiere correrse en su cara.

-       Si genial. Yo tengo unas botellas que me gustaría abrir. Las guardaba para alguna ocasión así.

El primer chorro de semen sale disparado como un geiser. Le cubre media cara.

-       Si, es el momento perfecto. Aprovecha.

A ese le siguen varios. Le cae lefa en los ojos, en la boca, en el pelo, se corre como un caballo, no para de soltar leche como si fuera una manguera.

-       Ok. Por cierto ¿viste los papeles que te mande esta mañana? Necesito que los firmes.

El semen le chorrea por su rostro, le caen goterones por la nariz, por la barbilla, le salpica los ojos. El le restriega toda la polla por la cara untándola aún mas con su pringue. Soltando todavía unas últimas gotas. Se agarra las pelotas para exprimirlas. Al menos sus jadeos son contenidos. No parece que su marido los oiga.

-       No aun no los he mirado. Lo miro aquí en la oficina y los firmo antes de irme.

Le pega tres o cuatro pollazos en la cara. Con fuerza. Esta tan llena de leche que los pollazos salpican la lefa por todas partes.

-       Bueno, tengo que dejarte que si no no acabo nunca.

-       Si claro. Te veo en un ratito. Ciao amor.

-       Ciao.

Ernesto se mete la polla y se abrocha el pantalón. Agarra su chaqueta. Se pone frente a ella y se queda mirándola unos segundos. Saca su teléfono y le hace varias fotos. Ella sigue de rodillas con semen chorreando por su cara. Un poco en shock. Sin saber que hacer. Humillada. Usada.

Antes de irse y dejarla allí tirada como a una vulgar prostituta le dice una última cosa.

-       Buena chica.

(Continuará)