Buen trabajo de fin de curso
Un mayo de mucha calor y yo apunto de acabar la carrera. No me esperaba recibir tan maravilloso regalo de fin de curso.
Buen trabajo de fin de curso
Era mayo y en la facultad estábamos a punto de terminar el semestre. Era mi último año de carrera y al verdad, ya tenía ganas de pasar página, acabar mi carrera de historia y dedicarme a opositar para profesor, que era lo que realmente quería. En clase se vivía la típica época de final de clases: mucha gente en las aulas (con la llegada también del calor ), colas en copistería, todo el mundo desesperado por conseguir apuntes, bibliotecas llenas, etc.
Yo este curso lo llevaba bastante bien, aunque los anteriores tuve que esforzarme demasiado para conseguir aprobarlo todo, pero ahora iba bien tranquilo. Por eso me sorprendió cuando recibí en mi cuenta de e-mail de la universidad un mensaje de una chica de primer curso de historia, donde me decía que yo era su compañero de un trabajo en parejas de una materia de primer ciclo. ¡Yo no me acordaba para nada que me quedaba esa materia por recuperar! Ni siquiera me había pasado por esa clase ni había hablado con el profesor. Ella si lo había hecho y el profesor le dio mi cuenta de e-mail para que se pusiera en contacto conmigo e hiciéramos el trabajo. Aunque me dio bastante rabia, el trabajo era bastante sencillo y también me sabía mal que por mi falta de responsabilidad a esa chica pudiera suspender la materia. Así que quedamos por mail para vernos un día de esa semana en la biblioteca.
Como no nos conocíamos tuve que describirme para que pudiera conocerme cuando nos viéramos. Le dije que era un chico de 22 años, alto, delgado, moreno y con los ojos verdes. Ella me comentó que se llamaba Nuria, y que era una chica de media estatura morena y con los ojos azules. Claro, con esas descripciones yo pensé que tendíamos problemas para encontrarnos, pero nada de eso. Estaba yo esperando en la puerta de la biblioteca de la facultad, era la hora después de comer, y no había mucha gente por la facultad, así que ella vino directamente a mí que era el único que tenía pinta de estar esperando a alguien. Cuando la vi yo supe reconocerla perfectamente, sobretodo por los ojos azules. Tenía unos ojos muy grandes, de un azul cielo precioso que llamaba mucho la atención. Y con la descripción se había quedado muy modesta. En realidad era una ricura de adolescente con 18 añitos, más bien bajita (claro que yo soy muy alto), delgada pero con un cuerpo bien formado me refiero sobretodo a sus pechos, que llamaban mucho la atención, quizá precisamente por ser tan bajita, o por culpa de ese calor espantoso que a todos los hombres nos atrofia el cerebro. Nos presentamos, nos dimos dos besos, hablamos más o menos sobre el tema del trabajo y nos hicimos una lista de tareas antes de ponernos a redactar. Necesitábamos sobre todo documentarnos antes de nada, y la verdad es que el tema propuesto por el profesor no era nada fácil para encontrar bibliografía, más cuando en esa época los libros de la biblioteca más solicitados estaban todos en préstamo.
Mientras hablaba con ella me era muy difícil concentrarme. No podía evitar mirarle directamente a los ojos cuando hablaba con ella, me intrigaba ese color celeste y esos ojos tan grandes, cosa que ella notaba y parecía incomodarle un poco, porque se le veía nerviosa. De vez en cuando le decía alguna parida para que se sintiera cómoda y me respondía con una sonrisa tímida y muy dulce, capaz de derretir a cualquiera.
Cuando nos dispusimos a buscar los libros que necesitábamos no pude evitar dejar de mirarla varias veces. Primero porque (por una extraña manía de los hombres) necesitaba saber como era su trasero. Llevaba unos tejanos azules acampanados pero que le recogía bien las carnes de sus nalgas. Tenía un culito jovencito, redondo y muy respingón. Cuando la veía de perfil estaba claro que era una chica espectacular, con unas curvas de espanto. Si no fuera por esa carita de niña buena y dulce, tenía todos los puntos para poder comportase como una femme fatale y capaz de llevar a todos los hombres que quisiera con la palma de la mano. De hecho más de uno en la biblioteca levantaba la mirada de sus libros para echar un vistazo a tal maravilla. Cuando se está estudiando, ya sabéis, cualquier excusa es buena para distraerse.
Pero ya cuando me volví loco fue cuando la vi agacharse una vez para coger un libro que estaba en el último estante. Pude ver como se bajaba su pantaloncito y dejaba ver gran parte de su ropa interior: un tanguita de color negro minúsculo. Más de una vez disimulaba ponerme a buscar libros en el estante de atrás para poder verle sus intimidades. Sé que es muy ruin, pero me estaba volviendo loco.
Llevábamos casi dos horas buscando y la biblioteca poco a poco se fue llenando de gente. Pusimos en común todos los libros que habíamos conseguido para el trabajo, y eran bastantes, pero el mayor problema no era ese sino que la mayoría no estaba en préstamo, es decir, que no podíamos llevarlos a casa, sino que había que fotocopiarlos. Fuimos a la fotocopiadora de la biblioteca y la cola de gente cargados de libros hasta las cejas nos desmoralizó. Hicimos un rato de cola, era un pasillo muy estrecho y hacía bastante calor, lleno de gente como estaba. Y olía bastante a sudor pueril, porque no decirlo. Llevábamos un cuarto de hora y nos habíamos avanzado nada, a mi la sudor ya me estaba agobiando, y a Nuria la escuchaba quejarse y resoplar a menudo. Había mucha gente y Nuria y yo estábamos muy juntos. Ella en un momento decidió quitarse una camiseta que llevaba y quedarse simplemente con un top que llevaba debajo. ¡Yo no supe a donde mirar! Si bajaba la mirada podía contemplar descaradamente gran parte de los pechos de Nuria, un canalillo impresionante y unos pezones erizados que casi hacían reventar ese minúsculo trozo de tela. La visión de su ombliguito y de su vientre plano no ayudaba nada a la situación que me encontraba, con ella casi pegada a mi cuerpo, yo sin saber donde mirar e intentando disimular mi erección.
Se nos acabó la paciencia y dijimos de intentar convencer al bibliotecario para que nos dejara salir de la biblioteca con los libros un momento y poder ir a la fotocopiadora de autoservicio de nuestra facultad. Esa fotocopiadora está en una sala de estudiantes que poca gente conoce, ya que tienes que pedir a conserjería que te la abran para casos especiales, pero normalmente no te ponían problemas. Lo que no sería fácil era que nos dejaran salir con los libros, pero la mirada seductora de Nuria consiguió movilizar al duro bibliotecario y arrancarle un malhumorado "sólo os doy veinte minutos".
Nos abrieron la sala los conserjes y tuvimos suerte, porque al no haber clase no había nadie en la facultad. Echamos unas monedas a la fotocopiadora y nos organizamos para poder ir más rápido. Al estar en una parte del edificio que no le tocaba el Sol, se estaba muy fresco allá, y con el contraste del calor de afuera pude ver como a Nuria se le puso la carne de gallina. Yo estaba muy nervioso y excitado, después de lo visto en la biblioteca, y estar con esa chica a solas, con esa ropita tan sexy en una sala tan pequeña sin que nadie pudiera vernos tenía una erección más que considerable, y mi nerviosismo era muy notorio ya, y creo que se lo pude contagiar a Nuria. Ella agachaba su mirada e intentaba evitarme.
Bromeé sobre como tenía la piel de erizada por el dulce fresco de la sala y nos reíamos, me dijo que le había entrado un poco de frío. No paraba de hacer fotocopias y yo sin pensarlo le froté los brazos con mis manos para que se sintiera mejor. Pude ver como se puso de colorada, pero como no hizo nada por quitarme de encima, yo, armado de valor y dejándome llevar por mi sofocón erótico, le empecé a dar pequeños besitos en el cuello. Ella, de espaldas a mí, sonrió, "me haces cosquillas" dijo, y poco a poco la iba besando con más pasión por su cuello, acariciándolo con la punta de mi lengua, por detrás de las orejas. "Para, para por favor" me decía pero sin oponer demasiada resistencia, de hecho su respiración se aceleraba y su cuerpecito se agitaba. Yo ya estaba lanzado, puse mis manos sobre sus pechos, y con mis dedos pellizcaba sus pezones, durísimos como piedras. Bajé mis manos y acaricié su ombligo. Subí el top hasta arriba y aparte su sujetador. Coloqué su enorme pecho en toda la palma de mi mano, pude notar que su carne estaba muy caliente, su corazón iba a cien por hora y respiraba cada vez más rápido. Ella giró la cabeza hacia mí y me empezó a chupar la oreja, cosa que me vuelve loco, y sólo se interrumpía para lanzar pequeños pero largos gemidos. Desabroche su pantalón, bajé la cremallera y metí mis dedos dentro de su tanga, mientras con la otra mano le seguía acariciando sus pechos. Me molestaba el pantalón y se lo bajé hasta las rodillas. Estaba mojadísima. Poco a poco fui metiendo mis dedos en su mata de pelito, haciendo formas circulares, buscando su clítoris. Desde atrás le iba embistiendo con mi polla para que pudiera notar como me la tenía de dura. Mientras jugaba con mis dedos dentro de su coñito ella gemía más fuerte, "más, más rápido". Se abría de piernas como podía y yo pude meterle hasta tres dedos y moverlos cada vez más rápido. Ella con sus manos palpó detrás suyo hasta que consiguió dar con la cremallera de mi pantalón, yo me dejé hacer. Estaba nerviosa y desesperada por encontrar mi polla, le temblaban las manos y no podía coordinar sus movimientos. Apoyaba hacía atrás su cabeza en mi hombro con los ojos cerrados y mordiéndose los labios para no gritar. Le ayudé y me bajé los pantalones. Ella metió sus manos en mi boxer y agarró mi polla como un palo, restregando su culito encima de ella mientras se corría de gusto en mi mano y soltaba un largo "¡síiiiiiii .!".
La verdad es que duró bastante poco, se lo dije y ella me comentó que estaba muy caliente, y apenas recuperada de su orgasmo se agachó delante de mí. Me bajó los boxer y al ver mi polla dura apuntando hacia arriba cerró los ojos y llevándose las manos a la cara dijo "¡mmmm, no puede ser!". "¿Qué no puede ser?", le pregunté. "Pensarás que soy una zorra pero me encantaría chuparte la polla ", yo me quedé paralizado, y me excite más todavía si cabe. Ella continuó explicándome que "siempre me ha apetecido chupársela a mis novios, pero me daba vergüenza que pensaran mal de mi". Yo no podía más, "yo no pensaré mal de ti, haz lo que te apetezca, está así de dura por ti guapa", al decirle esto ella me miró a los ojos, la agarró rápida con la mano y se la llevó la punta a la boca, cerrando bien los labios y moviendo su lengua sobre la puntita de mi polla como una batidora. Para no haberlo echo nunca, era una delicia! Siguió así u buen rato y yo notaba que estaba a punto de correrme, así que le agarré la cabeza y le metí toda mi carne en su boca. Sólo pudo gritar un "¡mmmm!" y empezó un dulce mete saca sin soltar mis huevos de su mano. De vez en cuando paraba para coger aire y seguía. Yo ya no podía más y vi que ella empezó a agitar su cuerpo, se estaba masturbando de nuevo. Estaba disfrutando de lo lindo, "¿te gusta eh?" le comenté, y ella rió sin soltar mi polla de su boca. Estaba a punto de correrme en su boca, acariciándole el pelo despeinándola toda mientras me arañaba mis nalgas con su mano. "Sigue, que me voy" le dije y ella me soltó de golpe. "¡No! Métemela por favor", por suerte llevaba un condón y pude satisfacer sus deseos. Iba a apoyarla en la pared para follarla cuando ella me empujó a una silla al lado de la fotocopiadora. Me sentó en ella y me colocó el condón como una experta. Se abrió de piernas y se sentó encima mío, dándome la espalda. Agarró mis manos y las puso en sus tetas, y con sus manos en mis rodillas, empezó a botar primero suave y después bruscamente. Estábamos hipercalientes y esa decisión de ella y esa postura hizo que me deshiciera del todo lo que tenía acumulada en mi cuerpo para ella desde que la vi. Sin dejar de masajearle las tetas la atraje hacia mí y le solté la corrida más larga de mi vida. Pude notar como sus labios vaginales apretaban mi polla que soltaba semen con embestidas muy bestias Nuria se quedó unos segundos sin poder hablar hasta que recupero la voz y apenas con un hilillo lanzó un "sssíiii" que fue en aumento hasta convertirse en un verdadero grito.
Sabíamos que teníamos que darnos prisa porque podían pillarnos en cualquier momento, pero ella encima mío con mi polla todavía dentro de ella y sentados en la silla fuimos incapaces de movernos. Estábamos traspuestos.
Suspendimos el trabajo y no la he vuelto a ver. Yo pude hablar con el profesor y pude aprobar la materia sin tener que hacer el trabajo. Nuria supongo que sigue estudiando y espero que se acuerde de mí cada vez que haga fotocopias en la salita de los estudiantes.