Buen provecho

Una cena amistosa, unos amigos especiales y un ingrediente secreto.

Soy lo peor, os contaré lo que hice ayer. No espero que me entendáis, algunos pensareis que soy un mierda, otros qué no merezco tener amigos y otros, pues no sé, que merezco la pena capital. En el fondo no soy mala persona y siempre se puede contar conmigo para cualquier cosa. Pero, todos tomamos en algún momento de nuestra vida una decisión de la que arrepentirnos después. No fue ese mi caso, no me siento orgulloso, pero tampoco me arrepiento de lo que hice. Sin más, os contaré lo que pasó y que cada uno saque sus conclusiones. Por cierto, me llamo Rubén, y esto es una historia real.

El pasado viernes, teníamos el plan de quedarnos en casa. Como ahora apenas se puede ir a ningún sitio, nos reunimos en mi casa. Vivo solo en un piso, así que siempre quedamos en mi casa. El plan era comer algo, ver una peli y beber lo que se pueda. El grupo varía en número, cuatro, seis, depende del día. Ese viernes éramos cinco, contando conmigo. Sara, Clara, Arturo y Anabel. Estos dos son pareja y siempre van en pack. Habíamos quedado a las diez de la noche y a las nueve, después de ducharme, me puse a preparar todo. Ya tenía listo el hielo, los vasos en la mesa y algo de picar. Todo era congelado, soy pésimo en la cocina así que, es difícil verme con un delantal. Saqué las pizzas para meterlas en el horno, primero dos y después la tercera y última. Y ahí, algo dio un chispazo en mi cabeza. No me pregunten por qué, pero tuve la brillante idea de añadir un ingrediente secreto.

Quité los plásticos de los envases y puse las tres pizzas en la mesa de la cocina. Una carbonara, otra barbacoa y, la protagonista de la noche, una pizza cuatro quesos. A parte de los ingredientes, que ya traen, les añado picante a la barbacoa y queso para gratinar a las tres. La pizza cuatro quesos, viene con un sobre de queso líquido, que sería perfecto para camuflar mi ingrediente secreto. Ese era el panorama que había en la cocina. Yo frente a tres pizzas. Me saqué la polla, que ya estaba húmeda solo de pensar lo que iba a hacer. Empecé a tocarme para que se me empalmase y, seguidamente empecé a masturbarme. No tenía mucho tiempo pero, tampoco lo necesitaba. Acabaría rápido. Dejé que mis pantalones terminasen de caer con el movimiento.

Tenía mi pene casi rozando la pizza. Era inevitable que de vez en cuando, mientras me pajeaba, con el movimiento, mi glande tocara la pizza. Pero no importaba, yo seguía dándome caña, con una mano apoyada en la mesa y la otra agarrándome el pene. Me escupí un poco para lubricarme y, sin esperarlo, sonó el timbre. Miré la hora en el móvil, se me había hecho un poco tarde.

  • ¡Voy! - Grité desde la cocina.

No sabía quién era, pero me ponía muy caliente pensar que alguno de mis amigos, o todos, estaban ya esperando en la puerta. Escuchaba risas a través de la puerta, pero no las identificaba. Notaba en ese momento que estaba a punto, mi polla iba a explotar. Hacia unos cuatro días, o cinco, que no descargaba. Y ocurrió. Me corrí como pocas veces lo he hecho. Un chorro de semen salió disparado hacia la pizza. Yo apuntaba y exprimía mi polla para aprovechar hasta la última gota. Cogí una cuchara para untar el semen por toda la pizza, no quería tocarla con las manos. No está bien tocar la comida de terceros, con las manos, higiene ante todo. Me subí los pantalones y, rápidamente le eché el sobre de queso. Así disimularía  toda la corrida, y después lo tapé con el queso de gratinar. Metí esta pizza en el horno y fui corriendo a abrir la puerta.

  • ¿Qué tal chicos? Pasad, acabo de meter las pizzas.

Pasados unos minutos, charlando, fui a sacar las pizzas. La verdad es que tenía un olor normal. Estaba muy nervioso, por el sabor. No sabía si alguien notaría algo raro. Cuando Clara se llevó el primer trozo de pizza a la boca, parecía que se me iba a salir el corazón. El queso gratinado y fundido se estiraba mientras ella retiraba su trozo. Ahí, mezclado con el queso, iba mi esperma. Que tensión. Volví a la calma cuando ella continuó charlando, entre risas. No se había percatado de nada. Que sensación tan extraña, mientras veía a mis amigos comiendo pizza con mi semen. Nervios y excitación recorriendo mi cuerpo. Terminada la noche, se marcharon. Sin tener ni idea de lo que se habían comido, yo me quedé pensando toda la noche en lo que había hecho. No sentía culpa ni arrepentimiento, pero tampoco pensaba en volver a hacerlo. Ahora, no podré quitarme esa imagen de la cabeza, cada vez que los vea. Sara, Clara, Arturo y Anabel masticando mi semen entre risas.

Fue una noche para el recuerdo.