Bsb
Mi primer encuentro con el mundo del sexo más fuertecito fue de los más ridículo, inesperado e inusual.
Yo tenía 20 años cuando conocí a Kevin, un poco por causalidad, en aquel verano los BSB (BackStreet Boys) iban a visitar mi ciudad ya que se encontraban haciendo una gira de conciertos por Europa. Admito que no me gustaban mucho, pero tenía muchas amigas interesadas en ellos y decidí que podía ser divertido acudir. Lo pase bien, preste muy poca atención al espectáculo, pero lo pase bien bailando y riendo con la gente que me acompañaba.
Mi amiga Virginia estaba estudiando en la Complutense y tenía varios amigos de fuera de España que habían venido con una beca Erasmus para estudiar y se habían quedado a pasar el verano con el fin de conocer mas España culturalmente (Al menos es lo que siempre tratamos de vender), para mí que el fin era más gozar de determinadas libertades que no siempre se tienen en otros países. La cuestión es que habían quedado para verse a la salida del concierto y yo que siempre he sentido predilección por los extranjeros decidí quedarme a conocerlos.
Cuando el espectáculo termino salimos a la entrada del recinto de la Peineta de Madrid y allí entre el tumulto Virginia diviso a sus tres compañeros, Kevin, Marc y Tolga, cada uno de ellos estaba bueno a su manera, o eso o yo estaba muy salido en aquel tiempo, cosa algo más probable. Eran muy distintos entre sí, Kevin era Norte americano, rubio, vulgar en sus faciones, rosa intenso de piel y con un cuerpo bien definido, fue sin duda el que más me llamo la atención, no solo físicamente, era muy masculino y sobre todo tenía mucho sentido del humor, no le entendía muy bien pero me parecía un poco como el típico actor de tele serie americana, con gestos muy grandilocuentes, muy divertido y poco preocupado por lo que los demás opináramos de él (Facultad que me parece muy sexy en un hombre).
Marchamos hacia el centro y estuvimos bebiendo y riendo hasta altas horas, intercambiamos móviles y quedamos en volver a vernos pronto, fue una buena noche, Kevin olía muy bien y me ponía muy cachondo, puedo decir que me gustaba mucho. No falto el tonteo, que yo entendí como el típico tonteo entre un heterosexual y un gay reconocido y aunque me excitaba y gustaba no le di mayor importancia.
Unos días más tarde estaba tirado en casa, sin hacer nada y sin ningún plan, cosa bastante poco frecuente en aquella época pero casualmente así era. Recibí la llamada de Kevin, me invitaba a ir al cine, o a dar una vuelta, la verdad no le entendía del todo bien, el poco Ingles que sabía era mucho más propio de Inglaterra y su pronunciación me desconcertaba. Quedamos en Sol, en seguida le vi aparecer, ambos fuimos puntuales, tras el saludo inicial bajamos andando hacia Atocha charlando, riendo, (a veces no sabía muy bien ni de qué), llegamos a la zona del retiro y montamos en las barcas, ósea, todo un planazo para un chaval de 20 años recién llegado al mundo gay, el tampoco parecía estar descontento. Ya de noche, en un bar del centro él me confesó que tenía cierta curiosidad por experimentar el sexo entre hombres y que yo le había resultado muy interesante (No le costó ningún esfuerzo admitir esto). Yo no sabía muy bien que decir, me apresure, eso sí, a dejar claro que el a mi me ponía mucho y que me gustaba, pero admito que me dejo bastante bloqueado, nunca nadie había sido tan claro en cuanto a sus intenciones conmigo. En muy poco rato nos dimos nuestro primer beso y empezamos a hablar sobre lo que nos gustaba en el sexo, el me comento que le agradaba mucho el sexo fuerte, y yo, como no, por no quedarme atrás le comente que a mí también, ¡mucho más fuerte que a él!, ¡Donde va a parar! (Borrico el ultimo), sin sospechar ni donde me estaba metiendo.
Al día siguiente quedamos, pero esta vez en Cuzco, donde el compartía piso con otros estudiantes, subimos a su casa, todo era caótico, su habitación estaba toda revuelta, en la cama apenas había espacios sin ropa, libros u otros trastos, el suelo lleno de calcetines, zapatillas, de repente Kevin, que siempre me había parecido un chaval de lo más ordenado y limpio me pareció poco menos que un guarrete y lo peor es que en ese momento descubrí que la mezcla de olor a zapatillas, calcetines y testosterona que desprendía aquella habitación me ponía más que cachondo.
Kevin, se me acerco y beso nada más que cerró la puerta de su habitación, un instante después estaba retirando todos los enseres de encima de la cama de una forma abrupta y haciéndolos caer al suelo. Nos besamos, acariciamos, el bufaba y me decía cosas que no podía entender muy bien pero que me sonaban a gloria.
Bajo sus pantalones y sin pensármelo me agache a lamer su polla, la metí en mi boca, era muy blanca, larga y sin prepucio, con una gran vena, casi más grande que el resto de la polla, es como si la ocupara entera, diría que aquella era una de las pollas más grandes (más bien larga) que había visto, lamí sus huevos, me encantaba la pelusilla rubia que los revestía. Se sentó en la cama, mientras yo seguía lamiendo, levante la cabeza para mirarle y de repente, me dio un ostión terrible, cuando aún no había podido cerrar la boca por la sorpresa sentí un lapo en mi cara, mi desconcierto crecía, ¿Qué había pasado?, ¿Por qué?, tenía ganas de llorar, me sentía fatal, opte por levantarme y largarme pero no me lo permitió, de repente estaba atorado con un calcetín blanco de algodón metido en mi boca, mordí el calcetín, no sabía muy bien ni que hacer, la polla se me había bajado, estaba de todo menos excitado, pero el parecía disfrutar viéndome así, se quito los calcetines y metió sus pies en mi boca, me agarro la mandíbula y me obligo a sacar la lengua mientras el frotaba mis pies contra ella. Cuando se canso, se agacho, me beso y apto seguido me coloco en una postura que le permitía comerme el culo, yo seguía desconcertado pero admito que verle allí comiendo el ojete mientras me miraba desafiante me puso muy cachondo, en cuanto vio mi polla erecta de nuevo empezó a chuparla también, iba del culo a la polla parando en los huevos, me puso tan cachondo que estuve a punto de correrme, sin mediar palabra, Kevin empezó a follarme, aquello era lo mejor que me podría haber pasado, follaba de muerte, la metía lo justo para que me encantara y de repente parecía otra persona diferente, no perdió parte de su agresividad pero la canalizo en sus movimientos y no en mi, un instante antes de correrse saco la polla y me echo toda su leche en la cara, nada mas sentirla, yo también me corrí, instantáneamente le había perdonado.
Kevin y yo nos vimos otras veces, nunca más me pego, creo que el noto que no me había gustado, eso sí, me siguió utilizando, en otras ocasiones me obligo a lamer su culo muy sudado después de una hora de footing (Que previamente había hecho con la única finalidad de que yo le limpiara el sudor), sobacos, me preñadas y por supuesto lamí sus pies todas y cada una de las veces que me encontré con él, sudados, limpios y sucios, a Kevin le daba igual, y a mí me acabo encantando…