Bruma Negra

Desorientada, atada, sola... Cris tendrá que hacer frente a su suerte y aceptar su situación para sobrevivir, una tarea nada fácil. En el transcurso de este viaje conocerá a personas sombrías, carentes de la moralidad y los prejuicios habituales.

La cabeza me daba vueltas, me dolía, intenté abrir los ojos pero la luz me quemaba así que mejor dejarlos cerrados... ¿Dónde estaba? ¿Estaba atada? Joder, estaba de rodillas y con mis brazos separados y atadados, ¿estaba en una celda? El corazón se me iba a salir del pecho, instintivamente abrí los ojos, pero los tuve que volver a cerrar.Los ojos me ardían, la cabeza me estallaba, pero me obligué a abrirlos.

Estaba en una habitación de madera y estaba atada a la pared con cuerdas.No era solo la cabeza lo que me daba vueltas, era la habitación también, ¡estaba en un barco! Pero, ¿por qué estaba atada? No lograba recordar que había pasado. Recordaba un barco ¿y fuego? ¿Me golpearía con algo en la cabeza? La cabeza me iba a estallar. No conseguía acordarme de nada. No podía pensar, pero tenía que pensar, ¿donde estaba? y ¿como salir?. Tenía ganas de gritar, pero era obvio que eso no iba a servir de mucho. No llegaba ni por asomo a ningún sitio, ni siquiera con los pies. Había una distancia prudencial entre mí y cualquier cosa de la habitación.Tiré de las cuerdas, pero me resultó imposible soltarme, así que me resigné y miré a mi alrededor. Era un camarote,pero era grande. ¿Estaría en los aposentos del capitán? ¿Serían piratas o ingleses? No sé que sería peor.Yo no debería haber subido a ese barco. Tendríamos que haber ido por tierra, pero mi madre se empeñó ¿¡mi madre!? ¿Dónde estaría? ¿Estaría viva? Estaría en este barco también.Tenía que pensar que hacer cuando entrara alguien por esa puerta. ¿Debería negociar con él y decirle quién soy? ¿Ofrecerle una promesa de dinero? En el mismo momento que pensaba más opciones, la puerta empezó a abrirse. A pesar de estar todo en silencio no había oído sus pasos. Se me hizo eterno, pero finalmente una figura atravesó el umbral. Era un hombre joven y alto y lucía un vistoso sombrero negro colorido con plumas verdes y rosas que contrastaba con el resto de su atuendo negro.De su cinto colgaba un sable, pero me quedé hipnotizada cuando vi sus ojos.

Eran grises y lucía una sonrisa amistosa, pero sus ojos sólo reflejaban cansancio.

  • Veo que estás despierta, eso es bueno

  • ¿Dónde estoy? ¿Quién sois?- quería hacer más preguntas, pero no me atrevía.

  • ¿Queréis agua?- dijo ignorando mis preguntas. Lo cierto es que tenía la boca seca.

  • Sí.

Sirvió un vaso de agua y me lo acercó a los labios, me dio de beber con cuidado de no derramar el agua y mientras bebía respondió a mis preguntas.

  • Estáis en un barco y yo soy el capitán- terminé el vaso

  • ¿Qué clase de barco?

  • Eso no te concierne.Sois una prisionera y como tal deberías dejar de hacer preguntas. ¿Cómo te llamas niña?

  • No soy una niña, y me llamo María Cristina- no era una niña, había florecido hace ya 6 años.

  • Bueno "Cris", ¿sabes una cosa? La persona encargada de atenderme a bordo, está muerta. Algún indeseable de tu barco fue el culpable, así que te voy a proponer que la sustituyas.

  • ¿Y si me niego?

  • Pues creo que no deberías, estoy armado y hay un montón de hombres fuera de esta habitación que te harían cosas no muy bonitas. Pero tenemos un problema Cris, y es que no puedo confiar en ti, así que te lo voy a explicar para que quede claro, si me causas algún problema, tú mueres, de forma lenta y poco agradable, y si por lo que fuera intentaras matarme a mí y por un milagro lo consiguieras, no saldrías viva del barco y no digamos ya virgen, así que ten presente lo siguiente: dependes de mí y de serme útil Cris.

  • Mi familia tiene dinero, pagarían dinero por mí.

  • No puedo comprobar eso, como tampoco creo que el riesgo de que fuera cierto y el de realizar el intercambio merezca la pena.

  • Cuando acabes con la comida adecéntate un poco, ahí tienes un poco de agua y un espejo, pediré que te traigan alguna prenda que esté en mejores condiciones (tenía razón, mi vestido estaba hecho unos zorros), si necesitas hacer de vientre en ese cuarto ahí dos cubos, tú cojes el que es de color más claro. Cuando te hayas puesto medio presentable, coges la ropa de ese montón y la lavas.Los cubos también son cosa tuya, y la limpieza de la habitación. ¿Te ha quedado claro?-

  • Sí- tenía ganas de gritarle, ¿pretendía que limpiara sus mierdas?. Pero no pude hacerlo, a pesar de que el tono de su voz no fue amenazante en ningún momento, algo me decía que no tendría ningún apuro en deshacerse de mí si le daba problemas, así que entré en la cocina. Era muy humilde, pero supongo que era normal en un barco, eso sí, todo estaba muy limpio, y no había comida en mal estado. ¿Qué se suponía que podía hacerle para comer?

Después de dejar el guiso haciéndose (carne de cerdo, patatas, zanahorias, y lo que encontré por la cocina, que tampoco era mucho), sali de la "cocina", y descubrí que estaba sola.

En la cama había un vestido bastante feo de un color verde oliva, soso y sin adornos, pero limpio y de una pieza. Me lo puse y descubrí que me quedaba un poco grande, no lo llenaba de ningún lado. Era una chica menuda y con poca carne y poco pecho, y parecía que la anterior propietaria era más alta, ancha y pechugona que yo. Me arreglé como pude con el agua, el peine y el espejo que me dejó.

Después de poner en orden el camarote, y haber usado el cubo, tenía que ir a limpiarlo. Por suerte había varias ventanas en el camarote y no tenía que cargar con el contenido ni por el cuarto, ni por el barco, pero aun así no me agradaba la idea de salir, estaba casi segura de que el barco era pirata, y a saber que me podía hacer la tripulación. Pero, ¿y si venía y se daba cuenta de que el cubo no estaba limpio? Además, antes o después tendría que salir a limpiar la ropa.Abrí la puerta despacio, no había nadie, sólo un pasillo de madera. Se oían claramente las voces de fuera, y algunas no hablaban mi idioma. Tras recorrer el pasillo y ver varias puertas por las que por suerte no salió nadie, llegué a las escaleras. Ya fuera pude ver que era medio día y que el barco estaba en actividad. No había uniformes por ningún lado, eran piratas. El barco era enorme, para mi sorpresa en la popa había una mujer, una mujer negra, era más alta que el resto de los hombres, llevaba un látigo en una mano y reposaba la otra sobre su espada. Cada dos por tres daba voces y a veces gritaba algo en otro idioma. Cuando me vió parada mirándola, se dirigió escaleras a bajo hacia mí, no supe que hacer, pero de repente sentí que todo el mundo me miraba y se reían, me señalaban, todo esto terminó pronto pues la mujer agitó el látigo al aire y el chasquido hizo a todos recordar que tenían cosa que hacer, sin embargo, ella siguió hacia mí y se plantó delante. Si al capitan me quedaba grande, esta mujer me quedaba enorme. Era un coloso, todo músculo y nervio, con unos enormes pechos, y un parche en el ojo, tenía incontables pendientes a lo largo del rostro y orejas, así como un pelo muy corto, cosas que no ayudaban a mis ganas de salir corriendo. Un grito mudo salió de mi garganta cuando ella abrió la boca.

  • Deberías estar haciendo tus tareas, no te distraigas, si alguna vez alguien que no sea yo o el propio capitán se dirige a ti, ignóralo, y sigue con tus cosas, ninguno te tocará un pelo, pero como te vea holgazaneando o en sitios que no debes, tendrás la bonita marca de mi látigo antes siquiera de saber que estoy ahí. Si necesitas algo para atender las necesidades del capitán me lo pides a mí, pero no me hagas perder el tiempo-.

  • Sí- dije otra vez como una idiota. Esta vez no quería gritar, quería correr. Si el capitán era todo simpatía, sonrisas, y palabras suaves, esta mujer era todo lo contrario, aunque no gritaba, su tono era fuerte e intimidante.

Apenas había dicho sí, cuando estaba de vuelta escaleras arriba, así que salí disparada a lavar el cubo antes de que mi nueva amiga volviera a decirme buenos días.

Tras haber terminado de hacer mis cosas, a la comida le quedaba poco, asi que mientras esperaba coloque la mesa plato y cubiertos para uno, a penas habia terminado de colocar la mesa cuando me di cuenta de que el capitan llevaba en el umbral de la puerta mirando dios sabe cuanto tiempo, me puse nerviosa, me ruborice y las manos me empezaron a sudar.

-pon plato para ti tambien- dijo mientras cogía un libro de una estanteria y se sentaba a la mesa

La comida transcurrió en silencio se termino lo que le serví, se levantó y se fue

Yo segui con mis cosas, y me puse a preparar las cosas para la cena lo deje todo preparado para no tener que hacerlo luego.

Ya por la noche habia terminado con todo, habiamos cenado juntos de nuevo, sin mediar palabra y se habia ido nada mas terminar como la vez anterior. Recogi todo, ya lo limpiaria mañana con luz, me quede sentada un rato en la silla (pues no me atrevia a que entrara y me viera echada en la cama) contemplando la mesa, entonces oi unos pasos, pesados y rapidos, habia oido mas a lo largo de dia pero todos iban a otras puertas, pero estos no estos se detubieron ante la puerta del capitán, la puerta se abrió tan rapido que me llego una rafa de viento y la titanica negra entro mientras agachaba la cabeza para pasar por el marco.

Casi me caigo de la silla del susto, habia entrado y yo no estaba haciendo nada, me faltaba aire, el corazón me iba a salir por la boca, y las manos me temblaban, llevaba el látigo en la mano.

-¡Ven!- dijo apenas habia pasado la cabeza dentro de la puerta

En cuanto empeze a levantarme se giro y salio a la misma velocidad que entro. Sus piernas eran larguisimas y andaba rapido, yo casi tenia que correr para seguirla, en el pasillo nos encontremos con un hombre que rapidamente se apretó contra la pared para dejarnos pasar, ella ni si quiera se inmuto, como si no le hubiera visto, mientras la seguia no podia parar de pensar que pretendía azotarme en publico, casi estaba llorando, apenas podia poner una pierna delante de la otra, pero hizo lo posible por contenerme. Ya fuera pude ver que era completamente de noche y que para mi sorpresa el barco estaba parado, habíamos echado el ancla en una pequeña isla, aparentemente deshabitada. Habia algunos hombres abajo en la playa.

-¡baja!-

casi estuve apunto de salir corriendo y saltar por la borda, pero me controle, no habia rampa, y no se como salieron de mi boca dos palabras

-¿por donde?-

se giro sobre sus talones los musculos se le tensaron y parecia que me fuera a arrancar la cabeza de un bocado, como si con sus ojos me estubiera decapitando. Me agarro del brazo tan fuerte que parecia que me lo fuera a reventar, me acerco a la borda, pense que me iba tirar, pero solo me asomo,

-¡por ahi!- dijo señalando a unas cuerdas que hacian de escalera de mano al final de las mismas habia un bote

¿me iban a abandonar en la isla a mi suerte? en el bote habia un hombre esperando a los remos, me dispuse a bajar como pude por esas cuerdas, pero iba despacio,

-¡vamos!- me grito desde arriba mi mejor amiga.

intente ir mas rapido pero me era imposible, estábamos muy alto ¿y si me caía? finalmente llegue al bote

-cuidado niña- me dijo el hombre de los remos nada mas habia pisado el bote. De repente un ruido sordo se escucho justo detrás de mi, instintivamente me agache, el bote empezo a moverse violentamente, pero el hombre no parecía asustado y empezó a remar me gire y vi detrás a la titánica negra, una vez en la playa el hombre saco el bote del agua y la negra echo a andar, yo instintivamente la seguí. Todo estaba oscuro, caminamos por la playa alejándonos cada vez mas del barco, hasta que se detuvo, yo iba tan rapido tratando de seguir sus pasos que casi me choco con ella.

-Desnudate- Me quede paralizada, la boca se me quedo entre abierta, y las extremidades paralizadas, ¿por que quería que me desnudara? ¿iba a azotarme?

-¡VAMOS!- dijo mientras dejaba suelto el latigo que hace un momento llevaba recogido en la mano.

Como pude me quite el vestido.

Entonces ella empezó a quitarse las botas. ¿que pretendia hacerme?¿que clase de perversion iba a hacer conmigo? Se quito los pantalones y la camisa, no pude evitar quedarme contemplándola algo centelleaba en sus pezones ¡llevaba pendientes ahi tambien! y ¡otro mas en el obligo! se le marcaban todos los músculos del cuerpo, si no fuera por sus anchas caderas y enormes pechos podria ser un hombre, instintivamente mire sus ingles, ¡llevaba varios pendientes ahi tambien! no tenia ni un solo pelo en ninguna parte del cuerpo, se giro y se agacho para buscar algo entre sus cosas, efectivamente ni un solo pelo.

cuando lo encontro se volvió

-¡metete en el agua!-

-si- dije, obediente una vez mas

esta vez me siguió ella una vez le llegaba le agua por las rodillas, se detuvo.

entonces se acerco a mi, me agarro por el hombro con la mano libre y dijo.

-¡separa las piernas!-

Y la pastilla de jabón empezó a recorrer mi cuerpo, desde la planta de los pies fue ascendiendo, despacio, pero de forma concienzuda, empezó a resultarme agradable, tal vez apretaba un poco de mas, pero prefería eso mil veces a las voces. La pastilla seguía subiendo, estaba frotando con dedicación mis muslos. Me fijé en su rostro, pero rápidamente aparté la mirada por temor a que se diera cuenta de que la observaba, pero durante ese fugaz instante creí percibir una leve sonrisa. Me hizo darme la vuelta y empezó a frotar mis nalgas, juraría que se lo estaba tomando con más calma, pero no podía estar segura. Entonces noté como un escalofrío me recorría, la pastilla estaba entre las dos nalgas, estaba segura de que iba mucho más despacio, entonces sentí como la pastilla empezaba a empujar mi ano, por un momento pensé que pretendía meterla, pero siguió su camino hacia abajo y empezó a recorrer los labios. Estaba nerviosa, asustada y excitada, nunca nadie me había hecho nada parecido, sentía como la pastilla hacía el amago de entrar en mí, pero nunca llegaba a entrar, estaba empezando a sentirme acalorada, una parte de mí quería más. Entonces puso la cara a mi altura, y sonrió, me tocó con la mano y sonrió aun mas.

Por fin la pastilla dejó mis ingles y siguió subiendo, aunque una parte de mí se sentía decepcionada, la pastilla subió mas y mas, recorrió mi espalda, mis hombros, mis brazos, estuvo en mis axilas y cuando llegó a mis costillas decidió que era el turno de mis pechos. No eran grandes, pero al parecer necesitaron de más tiempo del que pensaba, pues la pastilla estuvo haciendo círculos en ellos, no paraba de encontrarse con mis pezones ya duros entre unas cosas y otras, y cada vez que lo hacía las sensaciones eran contradictorias. Entonces sentí como la mano que no portaba la pastilla agarraba mi otro pecho y pellizcaba mi pezón, no pude evitar quejarme, y pareció que aquello le gustó, pues apretó el pezón con dos dedos y lo retorció ligeramente, aunque a mí me pareció que me estaba matando, y después de lo que me pareció una eternidad, lo soltó y ese pecho matratado pasó a recibir la atención de la pastilla. Antes de que me diera cuenta había agarrado el que ya estaba limpio y colocó su boca sobre el, me miró desde abajo, con una sonrisa traviesa, y yo le devolví la mirada atemorizada ¿qué pensaba hacer?. Abrió la boca como si pretendiera meterse mi tetita en la boca entera, y apretó los dientes contra ella, empezó a cerrar la boca despacio, mientras sus dientes arañaban mi pecho, se acercaban lentamente a mi pezón, ¡me lo iba a arrancar! Quise apartarme, pero una mano en mi nalga y otra en mi cuello me impidieron hacerlo, volvió a mirar hacia arriba mientras su mandíbula se cerraba sobre mi pezón y sus dientes casi rasgaban mi piel, llego al pezón y sentí como sus dientes no se detenían, se me saltaron las lágrimas, pero paró justo a tiempo, se quedó un instante apretándolo con los dientes. Entonces soltó y succionó tan fuerte que creí que me iba a quedar sin mi maltrecho pezón, por suerte no fue así y al parecer ya estaba satisfecha pues se separó de mí, y se irguio en toda su estatura, imponente me miraba desde arriba con una sonrisa de satisfacción, yo no pude evitar llevarme una mano al pecho magullado. Entonces me dio la espalda.

  • Ve a vestirte- era la primera vez que no hablaba como si fuera a matarme.

  • Y espérame en el bote- añadió

  • Sí- dije, parecía mi palabra favorita, empezaba a odiarla, anhelaba poder decir no.

Me vestí, el pecho me escocía una barbaridad y seguía duro, la muy perra me había hecho sangre, por el camino me planteé adentrarme isla adentro, pero era absurdo, me encontrarían rápido, y no quería pensar en que pasaría después de las molestias que les habría causado, así que descarté la idea. Llegué frente al bote, allí estaba el hombre encargado de remar, me escuchó llegar, pero no se giró, tenía los pies metidos en el agua.

  • Cuando venga Val nos iremos, siéntate mientras- así que mi mejor amiga se llamaba "Val".