Brindo por tí....y por tu nuevo....estado civil.
Y lucho por convencer a mi camisa de que permanezca cerrada, sobre unos pechos que no dejan de subir y bajar al ritmo de mi agitada respiración
Ella era la visita. No se esperaba que fuera ella quien diera el primer paso. Y así fue. Se quedó muy tranquila en el cuarto que le había sido asignado, lamentando no haber dado algún indicio de sus intenciones.
Qué diantres! Acaso haber golpeado a su puerta para pedirle un lugarcito por una noche, ¿no era buen indicio? Haber elegido la noche, en que su esposa sale con…amigas, ¿no era toda una señal? Incluso, lucir ese camisón corto de seda natural, color carmesí, con finos breteles que insistían en caerse, dejando que alguno de mis pechos, asomara traviesamente, ¿no era todo un regalito para mi anfitrión? Parece que la nueva vida de casado, le sentaba de maravillas, y no estaba del todo dispuesto a arriesgar esa seguridad, que le brindaba la nueva posición social. Había sido muy correcto, muy gentil, y jamás me hubiera negado ese lugar, pero sabía mantener la distancia.
− Hola? – había sonado su voz grave en el intercomunicador del pallet.
− Soy yo - contesté con timidez.
− Subís? – invitó cortésmente.
− No quiero incomodar, pero necesito un lugar para pasar la noche – susurré.
− Subí - casi imperativamente.
Ni bien sonó la apertura de la puerta, me lancé al interior del edificio, y casi corrí, hasta el ascensor. Por suerte ya estaba allí. Ese ascensor me llenaba de recuerdos bonitos. Cuantas veces estuve allí con él. Cuantas veces, los vecinos se habían quejado de las demoras del ascensor. Todavía tengo presente la cara del portero, cuando habiendo reiniciado varias veces la computadora que controla el ascensor, llamó al servicio técnico. Mi amante bandido, había pensado un juego para mí, y ni corto ni perezoso, me había llevado a su casa. Una vez dentro del ascensor, y cuando éste había casi alcanzado el tercer piso, decidió accionar el botón de parada. El ascensor se detuvo, entre un piso y otro. La ventanita de la puerta del segundo piso, quedaba justo a la altura de nuestras rodillas. Cualquiera que pretendiera tomarlo en ese piso, nos vería allí dentro, mientras nos desnudábamos el uno al otro. Comenzó dándome un beso en la frente. El conocía muy bien mis puntos más sensibles, y no dudaba en utilizarlos en su favor. Sus labios comenzaron a recorrer mi cara, hasta llegar a la comisura de mis labios. Primero fue un beso, luego otro, luego muchos más, hasta que casi sin darme cuenta, me envolvió en un abrazo, y me hizo girar para apretarme contra un lado del ascensor, aprisionándome de manera que ya no podía moverme. Comenzó a besar mi cuello. Su olor me envolvió, provocándome un temblor en todo el cuerpo. Mi corazón late con una fuerza inusitada, y mi respiración se aceleraba provocando que su olor penetre cada vez más en mi cabeza. Sus besos, poco a poco se convierten en mordiscos, que al principio son suaves, y gentiles, y poquito a poco, se tornan fuertes, duros, me hacen gemir de dolor, que se mezcla con el placer que estoy sintiendo. Intento moverme, y provoco, un brusco giro que nos deja en otra esquina del ascensor, intento abrazarlo, tocarle la nuca, y su mano izquierda aprisiona mi muñeca, y la aleja para ir soltándola despacito. Mis manos se dirigen a su pantalón, logrando desabrochar el botón de la cintura, y bajando el cierre, para liberar aquello que yo tanto anhelaba tocar. La tomo con mis manos, y comienzo a apretar, iniciando un movimiento lento de arriba abajo. Puedo notar que él está disfrutando de este masaje. Sus manos se dirigen a mis pechos, que bregan por liberarse de su encierro. Con cierta torpeza, tironea de mi camisita, de bambula, casi transparente, haciendo volar los botones. Los escucho caer al piso e incluso rodar hasta perderse por ahí. Si bien, cuido mucho mi ropa, me excita que me haya arrancado la ropa. Igualmente, las cosas no van a quedar así, y decido ir por más. Le saco el pantalón, y pretendiendo iniciar una mamada de libro, me acuclillo, logrando alcanzar la ventanita del piso dos. Sin dudarlo, tiro su pantalón hecho un bollito, hacia afuera. Entre risas, y gemidos, nos miramos con cierta complicidad. Los dos tendríamos que abandonar el ascensor, exhibiendo alguna parte más de nuestras anatomías. Él no se anda con vueltas. Sin dudarlo toma mi cabeza con las dos manos, y se inclina hasta alcanzar mi boca con su lengua. Una lengua ágil, y habilidosa, que recorre toda mi boca, dejándome saborear una de las cosas más apetecibles que conozco. Haciendo alarde de su buen estado físico, va forzándome hacia atrás, a la vez que se va extendiendo sobre mí. Termino con la espalda apoyada contra el piso. Su cuerpo no me toca, sin embargo, me retuerzo en el piso solo de pensar lo que está por llegar. Con una mano sigue sujetando mi cabeza, y con la otra sostiene todo el peso de su cuerpo. Mi cuerpo le está pidiendo a gritos el contacto, y finalmente, se deja caer suavemente sobre mí. Sabe perfectamente que me gusta esa presión. Nos quedamos unos minutos disfrutando de ese “full contact”, hasta que sentimos como alguien intenta abrir alguna de las puertas del ascensor. Mi primera reacción fue liberarme, para tratar de recobrar algo de compostura. Pero no coincidimos esta vez. Su mano, se apresuró a mi entrepierna, para acariciar mi clítoris, y para luego, introducir dos dedos en mi coñito inundado de placer. Mi boca se abrió para protestar, el riesgo era demasiado. No eran desconocidos. Seguramente alguno de sus vecinos, había notado que el ascensor estaba trancado. Esa mirada penetrante, que se clava en mí, manifestando su autoridad, su boca que aprisiona la mía para sofocar cualquier intento de protesta, y su mano que dirige hábilmente su polla a mi interior. De un solo empujón me penetra, hasta el fondo, para esperar unos segundos, y sacarla con el mismo ímpetu. Fue una sola embestida, pero me hizo estallar en un orgasmo que sacudió todo el ascensor, eliminando cualquier ruido que pudiera venir desde el exterior de nuestro pequeño mundo. Necesito disfrutar de este momento, permaneciendo unos minutos, tirada en el piso del ascensor, pero sus brazos, me levantan, poniéndome de pie. Trato de arreglarme lo más rápido posible, y lucho por convencer a mi camisa de que permanezca cerrada, sobre unos pechos que no dejan de subir y bajar al ritmo de mi agitada respiración. Mi amante, traía una camisa, que apenas le cubría las ingles, lo que implicaba que su polla quedaba casi totalmente expuesta. La corbata no ayudaba mucho, ya que era de esas moderna, extremadamente fina. El ascensor comienza a moverse, y en lugar de subir a nuestro piso, desciende a la planta baja.
− Buenas noches − saludamos como si nada hubiera pasado.
El portero, junto con los dos técnicos de la compañía de ascensores, se nos quedan mirando. No logran esbozar una palabra, así que mi amante, hace una venia con su mano, tocándose la frente, en señal de despedida, y presiona el botón 4, con lo que la puerta vuelve a cerrarse, dejando a nuestros tres mirones, patiperplejos.
Los recuerdos habían dibujado una sonrisa en mi cara, y para cuando se abrió la puerta del ascensor, mi mirada se iluminó al sentir su olor. Un bóxer…se había vestido para recibirme. Seguramente su nuevo estatus, le impedía recibirme…como siempre…..como antes. Debió notar mi turbación.
− No se vería bien que saliera a recibirte en bolas – aclaró con una guiñada.
− Disculpame, sé que no debería recurrir a vos…ahora…pero es que – justificando mi presencia allí.
− No me expliques. Somos amigos. Sabés que siempre podés contar conmigo – dijo, sacándome un peso de encima. No tenía ganas de hablar.
Su mano toma mi nuca, y dirige mi boca hacia la suya. Los besos seguían allí. Como siempre. Me tranquiliza. O no. Me excita, me pone a mil, me acerca peligrosamente a cometer un atropello. Me contengo. Se lo prometí el día de su boda. Ya no intentaría seducirlo. Ya no lo besaría. Ya no le saltaría arriba, tan solo al aproximarme. Ya no tendríamos esas apasionantes sesiones de sexo desenfrenado. Ya no haríamos planes alocados para futuros encuentros. Ya no calabacines, ya no palanca de cambios, ya no bijoutería….Todo eso había contribuido a que me bajoneara tanto….y terminara tocando a su timbre. Una vez dentro de su casa, me mira con dulzura, y me pide disculpas por ponerse cómodo. Sabe que verlo desnudo, será una prueba de fuego para mí. Es la primera vez que estamos juntos y solos, desde su boda. Ese día, nos habíamos despedido sexualmente para siempre…aunque ninguno de los dos, estaba seguro de cumplir lo pactado.
Fue una noche de verano, espectacular. Habíamos celebrado junto con su familia y sus amigos, hasta la medianoche, brindando con vino. Vino que tenía cierta historia. Hacía meses que venían planeando el menú para tan célebre ocasión.
− Un buen vino - dijo él.
− Un Vega Sicilia – sugerí, entrometiéndome un poco.
− Si prometés venir a la boda, y portarte bien, ¡contá con él! – me retó.
− Prometo venir, si es para despedirnos como Dios manda. Y Dios es más bien, justo. Jamás permitiría que siendo tan cariñosos….nos despidiéramos fríamente – accedí con picardía.
El vino era espectacular, y estábamos muy seguros, porque lo habíamos probado durante todo el día. Los últimos invitados ya se retiraban, deseándoles felicidades, éxitos, y los más confianzudos, hasta les deseaban una buena noche. Yo escuchaba todas las despedidas, observando desde mi auto, con el asiento un poco reclinado, y los vidrios apenas bajos. Estaba estacionada justo detrás de un cerco, lo suficientemente espeso como para no ser vista, pero con algunas desprolijidades, que providencialmente habrían sido generadas por algún insecto hambriento…y que me daban la posibilidad de mirar como mi amante y su nueva esposa, hacían adioses, y sonreían con educación ante cada comentario sagaz de sus amistades. El último de los coches arranca, y se escucha el motor hasta que se pierde de vista en la última curva del camino. Él la toma en sus brazos, como marca la tradición, y la entra en el casco de estancia, que había servido de salón de fiestas, y que ahora oficiaría de cuarto nupcial. Reclino un poco más el asiento, haciéndome a la idea, de que descansaría un rato, hasta recibir novedades. Mi mano, ha estado todo el tiempo acariciando mi entrepierna, y no puedo vencer la tentación de tocarme, a sabiendas de que estaría muy mojada. Siempre me sorprendo, porque siempre estoy más mojada de lo que supongo. Mi vestido es floreado, de gasa, corto, y muy escotado. Por suerte había tenido la precaución de levantarlo para no sentarme sobre él, o sea que lo único que se ha manchado un poco hasta el momento, es el asiento de mi Mitsubishi Colt. Ya tendré tiempo de mandar a limpiar el tapizado, y me divertiré, explicando, e incomodando al chico del lavadero, cuando le diga cómo lo ensucié. Apoyo mi pie izquierdo sobre el asiento, y comienzo a jugar con mis manos….arrastrando mi juguito de mi coñito a mis labios, y disfrutando cada gota. Comienzo a pensar lo que debe estar ocurriendo en ese cuarto, con la luz encendida, que apenas veo por encima del cerco….y….
Saber que mi amante, estaba haciendo suya a esa chica, deslucida, flaca, derecha, como autopista argentina, y cuya conversación, giraba siempre en torno a su trabajo, a sus hermanos y sobrinos, o a quien ganó Operación Triunfo, la noche anterior,….me daba cierta inquietud, me daba como temblores….Bueno, en realidad, lo que me estaba provocando esas sensaciones, era pensar en él, estando a tan solo metros de su cuarto, y sabiendo que en cualquier momento me visitaría. Sabía que debía estar preparada para cualquier cosa, ya que su cabeza es una máquina de inventar juegos, y retos; no obstante, mi cuerpo ya no quería esperar, y comienza un bailoteo, acomodándose para que mi mano, llegue a donde tiene que llegar…..Mi otra mano, acompaña, presionando desde fuera, y mi orgasmo se hace inminente. Ya no puedo detenerme, mis ojos se cierran, y los grillos acompañan mi respiración agitada. Mi mano derecha se mueve con avidez, primero uno, luego otro, y aquí va el tercero…tres dedos, que se meten y salen una y otra vez para brindarme un placer excepcional. Me están violando, yo no quería tener un orgasmo, para recibir a mi amante bandido, con todas las ganas…sin embargo, no creo que mengüen. Comienzo a moverme, mi pierna izquierda se levanta aún mas, facilitando la tarea de las manos, y mi rodilla, golpea el vidrio de la ventanilla, espasmódicamente...
− Toc…toc…toc…toc…. – golpeo con gusto.
− Tic ...tic…tic…tic… − me responden.
Me responden?....Cómo? Qué?. No entiendo nada. Algo me saca de mi universo orgásmico. Abro los ojos, ya estaba allí. Mi amante, estaba golpeando con su alianza, en el vidrio de mi ventanilla, riendo ante tal situación.
− Uy, perdón,…no quise incomodarte … pero es que hace frío acá afuera, y pensé que podía ayudar - dijo entre risas.
Nuestras bocas se fundieron en un beso, que hizo que me levantara de mi asiento, para abrazarlo, y tocarlo. Al fin. Ya estaba nuevamente conmigo. No. No estaba nuevamente conmigo. Esa era la despedida… ¿o no?
Me dijo algo sobre su nueva esposa, que el vino, que se había dormido, en sus brazos….que no pudo despertarla…..siempre me había hecho gracia….él le decía cariñosamente: “mi pequeña marmota”. Ciertamente, no le prestaba mucha atención. Quería vivir mi momento al máximo. Lo abrazaba, lo besaba, lo tocaba. Su espalda era musculosa, todo su cuerpo era un deleite de tocar, firme, rico. Sus brazos me envolvían, y parecían abarcarlo todo. Bajó el cierre de mi espalda y mi vestido cayó fundido a mis pies. Nunca traigo ropa interior, ya que me resulta fastidioso estar apretada. Fuimos dejándonos caer hasta quedar tendidos en el césped. Nuestras bocas no dejaban de recorrer el cuerpo del otro con avidez. Intento preguntar si será seguro estar allí, pero su mano acaricia mi cara, mi cuello, ejerciendo cierta presión, lo que significa, que no debo hablar. Mientras, pellizca uno de mis pechos, con sus labios, para luego darme un golpecito con su mano, lo agarra, lo apreta, pellizca el pezón….intentando arrancarlo, creo. Pero no, no logra desprenderlo, y por el contrario, genera en mí un estremecimiento. Lo nota. Continúa haciéndolo, por varios minutos… No puedo dejar de temblar. Se apoya sobre su lado izquierdo, y me hace girar….me deja boca abajo, y comienza a darme de golpecitos en las nalgas, sosteniendo mi cabeza de lado. Se separa un momento, dejándome allí tendida…. con mis brazos debajo de mi propio cuerpo. Algunas gotas comienzan a caer en mi espalda, no es frío, pero sí fresco, y enseguida siento como su lengua las chupa y las saborea…Siento el olor….Me hace girar, me besa, y siento el sabor….Es el Vega Sicilia…mi…Vega Sicilia.
−Felicidades, brindo por tí – me dice, con una copa en su mano.
−Por mí?, no tendríamos que brindar por tu nuevo estado civil? – protesto
−No, yo brindo por tí, y tu…nuevo, eeeeh…. ¡estado civil! – explica, guiñándome un ojo.
─mmmmmm ─ entrecierro los párpados, tratando de adivinar su juego.
−A partir de hoy, dejaste de ser mi sexbuddy, para convertirte en: Mi Putita – aclara.
No deja de ser gracioso, festejar de esa manera su casamiento, y sin darle tiempo a nada, me le tiro arriba, haciendo que se derrame el vino. Sentadas a horcajadas, comienzo a sacarle la camisa de adentro de su pantalón, aunque ya casi estaba totalmente fuera…le desabrocho el cinturón, y lo saco de las presillas, dejándolo a un lado. Bajo el cierre sin dejar de mirarlo a los ojos, y él se deja hacer. Saco su polla, que está desesperada por ser liberada de su encierro. Es un espectáculo muy interesante, y no puedo evitar maravillarme. La tomo con mis manos, y la apretó. Me tiro hacia adelante, y comienzo a besar su torso desnudo, con mi lengua voy recorriendo cada centímetro de su pecho, alternando con apretoncitos de mis labios, y voy descendiendo. Me quedo un ratito jugando en su barriga, mientras busco sus manos, con las mías, y entrelazamos los dedos. Sigo bajando, hasta que con mi pera, toco su miembro, y lo apretó inclinando la cabeza. Lo dejo aprisionado un momento en mi cuello, mientras lo miro a los ojos. Su mirada es dulce, seductora, tierna. Busco con mi boca, y comienzo a darle besos todo a lo largo de su pene. Paso la lengua por sus testículos, provocándole un movimiento en su miembro, que se eleva para caer y golpear suavemente mi mejilla, como si educadamente, estuviera golpeando a la puerta. Como buena anfitriona, abro mi boca, para permitirle la entrada. Primero, solo entra la puntita, y apreto apenas con los labios. Luego, lo invito a entrar más, con mucha suavidad, voy sintiendo como entra cada vez más profundamente. Subo y bajo, una y otra vez. Sus manos se sueltan y toman mi cabeza. Él es un dulcito, pero no puede evitar tener el control de la situación todo el tiempo, y eso me seduce. Ahora es él, quien manda. Mueve mi cabeza para proporcionarse placer. En determinado momento, apreta mi cabeza con fuerza, hasta casi ahogarme. Cuando logro liberarme, me arrastro por encima de él, llenándolo de besos, hasta encontrar nuevamente su boca. Solo le doy un beso que dura como 10 minutos…..Sus manos en mis caderas, me enderezo, para quedar nuevamente sentadas a horcajadas sobre su polla. Me levanto un poquito, y él ya está dirigiendo su instrumento hacia mi agujerito, con total exactitud. Desciendo suavemente, hasta sentir como va invadiendo mis entrañas. Mis piernas comienzan a temblar.
−¿Todo bien? – me pregunta caballeroso.
−No te detengas, moveme – susurro.
Sus manos sobre mis caderas, me mueven arriba y abajo, y me acomodan, para que el ajuste sea perfecto. Me siento volar. Cada vez que me penetra, siento que me echo a volar…y me dejo llevar, con esa sensación de que estoy flotando… Sus brazos son fuertes, me siento segura. Al principio son movimientos lentos, constantes, luego, cada vez más rápido, más fuerte…..Una de las cosas que me hace hacer, es rozar mis labios vaginales contra su propio cuerpo hacia adelante y hacia atrás….Me acomodo, me inclino hacia adelante, para que el rozamiento me dé aún más gustito. Lo nota. Saca una de sus manos de mis caderas, y me acaricia el clítoris, suavemente, como sabe que me gusta a mí, suave y rapidito. Siento que me viene, él también lo sabe. Me mueve más rápido y tomo su mano, para detener sus dedos. Me mira y con sus ojos, me dice que lo suelte. Subo y bajo, y subo y bajo…..Su polla, rellena todo mi interior…Me encanta….siento que no aguanto más, Mis piernas se abren mas y mas, favoreciendo cada vez más el contacto, si es que se podía más….hasta que todo se detiene a nuestro alrededor, y nuestro cuerpos moviéndose al unísono, se funden en la más feliz, y completa de las uniones….
− Me encanta – atino a decir.
Rápidamente, me abraza y me hace girar, para quedar de lado. Siento que toma algo con sus manos en mi espalda, pero no entiendo qué puede ser. Mi s brazos están rodeando su cuello. Los toma, y los deja a mi espalda. Lo que estaba a mi espalda, era su cinturón, que yo misma, había dejado allí, hacía unos minutos. Lo utiliza para aprisionar mis muñecas a mi espalda.
− Ahora sí, se puede decir que sos mía…literalmente – dijo con orgullo.
Su polla seguía en mi coñito, y así con las manos inmovilizadas a mi espalda….siento como comienza a llenarme nuevamente…. y yo empiezo a inundarme de placer… Siento que vuelvo a estremecerme, pero….la saca de un golpe. No puedo hablar, mis ojos se cierran, pero me retuerzo, suplicando.
− Te lo dije – arguyó - Debería haber apostado, estaba seguro que eras multiorgásmica .
Me hace girar un poco más, para quedar con mi espalda contra su pecho. Y girando sobre sí, me deja acostada encima de él. Mis manos alcanzan algo, que me gusta, y como puedo, me las arreglo para masturbarlo. Mientras tanto, él con su mano izquierda me pellizca los pezones, y con su mano derecha, me acaricia el clítoris, los labios, sus dedos suben y bajan…mis piernas se separan, mi cabeza está colgando hacia atrás, por encima de su hombro, con lo cual, logro juguetear con el lóbulo de su oreja. Me tiento, lo muerdo. Sé que le gusta, pero haciéndose el enojado, mete tres dedos de una sola vez, en mi coño. Mi orgasmo interrumpido de hace unos minutos…estalla por fin, inundando su vientre, con los jugos que, cual alquimistas, habíamos mezclado, en mi interior. Estoy mareada, embriagada, más por el placer que él me provocaba, que por todo el Vega que habíamos ingerido esa noche….
− Estoy borrachita – comento sonriéndole, cuando me deja acostada sobre mis manos atadas.
Él se había arrodillado a mi lado, y me miraba con cariño, como con orgullo. Creo que se siente como un cazador en su coto, y con su presa.
− Mi putita…borrachita….─ me besa la frente, sin dejar de tocarse su pene − ¿tomaste mucho?
− Siiii ─ gimotee.
− y aún no tomaste todo lo que yo tengo para ofrecer – y acto seguido acercó su polla a mi cara para eyacular en mi boca.
Sabía que esa sería mi primera vez, y tomó los recaudos del caso, como buen caballero. Solo intentaba asustarme, tuvo un polvo de antología, en el que volcó una cantidad considerable de su juguito, justo sobre mis pechos. A continuación, tocó un poco de semen con la punta de su dedo, y lo introdujo en mi boca.
− Saboréalo – indicó. – La próxima vez, será directamente de la fuente, y no desperdiciarás ni una sola gota.
Estaba desatando mis manos, cuando se escuchó la voz de su mujer:
- Pablin, mi amooor, ¿dónde estás?
−Ya voy, amor, estoy fumándome un puchito ! –gritó acomodándose la ropa.
Sacudí su pelo, para sacar algunos pastitos que juguetones, marcaban que “alguien” había cometido una falta. Me besó largamente en los labios. Prendió el puchito.
Me senté en el auto, cerré la puerta. Él se asomó por la ventanilla, me tocó la cara. Miró el tablero.
− En punto muerto, hasta la curva, please – sugirió.
Y se fue, caminando despacito. Cuando estaba a diez pasos, se dio vuelta, y pude ver la picardía, en su cara…
─ ¡ Muy linda palanca de cambios, tiene tu auto, eh?! – comentó, guiñando un ojo.
─ ¡ Muy lindo tu cinturón ! – dije poniéndomelo alrededor del cuello, y arrancando, sin darle tiempo a recuperarlo…