Breves historias de morbo: Vacaciones de verano
A sus 17 años, quedarse en la ciudad trabajando en la tienda de su tía, en lugar de ir con su familia a la playa, por las malas notas de ese curso no era lo que consideraba unas buenas vacaciones de verano
Trabajar en verano en la tienda de alimentación de mi tía, debido a mis malas notas durante el año académico no era lo que consideraba como “vacaciones de ensueño”. Pero mi padre era poco permisivo con estas cosas y no se le ocurrió mejor castigo que dejarme en casa, mientras ellos disfrutaban de una quincena en un apartamento en Benidorm.
La parte buena de esto, si es que tenía alguna, era que tenía el piso para mi solo aunque el hecho de levantarme todos los días a las seis y media de la mañana me dejaban con pocas ganas de disfrutar de noches locas.
Mi cometido en la tienda era descargar las mercancías de la furgoneta del proveedor antes de que llegara mi tía Rosi y colocarlo todo en los estantes y comprobar que todo estaba en perfecto orden. Uno vez que todo estaba en su sitio, y cuando llegaba mi tía, tenía que hacer los repartos a domicilio de los clientes con una carretilla.
El hecho que estuviera al cargo de mi tía Rosi, única hermana de mi padre y viuda desde hace 8 años, me hacía la vida más fácil, ya que todos los días comía en su casa y así llegaba ala mía sólo para descansar u poco sin tener que molestarme en meterme en la cocina.
Aquella mañana, que ya era el quinto día de trabajo en la pequeña tienda, hacía un calor sofocante y los repartos se sucedían uno tras otro debido a que la gente prefería el aire acondicionado de casa y que el “muchacho de colmado” le llevara el pedido. Mi tía llevaba esa mañana dos botones desabrochados de la bata que enseñaban el principio de unas gloriosas tetazas, que a sus 53 años parecían desafiar las leyes de la gravedad. Siempre me había fijado en mi tía como una mujer con mucho morbo y que desde la adolescencia había sido objeto de mis fantasías masturbatorias.
La gran cantidad de pedidos hacían que mi ritmo de trabajo fuera extenuante pasando de largo la hora del almuerzo por lo que me tuve que comer un bocadillo de salchichón para no cortar mis tareas.
A este agotamiento se unía lo cachondo que estaba toda la mañana viendo el escotazo de mi tía, que cada vez que se inclinaba me enseñaba casi la totalidad de las tetas… Mi polla llevaba dura más de dos horas en mi pantalón y ya empezaba a acusar un dolor en los huevos bastante importante.
Nene, ¿estás bien?- dijo mi tía Rosi desde el mostrador, al verme sentado sobre unas cajas de frutar.
Si, tía, estoy bien; sólo estoy algo cansado.
Bueno, ya he dejado de coger pedidos… Ya puedes recoger lo que queda y vamos cerrando. Hoy tengo para comer un gazpacho y salpicón de marisco.
No, tía Rosi, hoy creo que me iré para casa directamente… Estoy muy cansado.
¿De verdad? ¿Por qué no te vienes a casa, comes tranquilo y te acuestas en mi cama a descansar?
Buff. No sé, tía. Estoy deseando llegar a casa para darme una ducha y…
Vamos que resulta que en mi casa no hay ducha…- dijo sonriendo.
Yo no sabía como salir de ese apuro, porque a parte d ela ducha lo que estaba deseando es llegar a mi casa a hacerme una paja monumental pensando en el cuerpo de mi tía.
- Venga, no me gusta que mi sobrino se quede sin comer… No admito un “no” por respuesta, cierra la persiana y nos vamos a mi casa.
Mientras cerraba la tienda no era capaz de despegar mis ojos del culazo de mi tía que se subía en una banqueta para descolgar los carteles de las ofertas; no sé que coño me pasaba esa mañana pero mis hormonas iban a salir por las orejas.
Llegué con mi tía a su casa, un apartamento muy cercano a la tienda que compró tras la muerte de su esposo. Como no habían tenido hijos, prefirió vender el piso de cuatro habitaciones que tenían antes, para mudarse más cerca de nosotras y de la tienda y con una sola habitación para no tener tanto espacio libre.
- Anda, nene, ve duchándote mientras pongo la mesa; creo que en el cajón de una de las mesillas habrá un pantalón deportivo que era de tu tío y te estará bien- dijo mirándome de arriba abajo como calculando mis medidas.
Me metí en la ducha, donde no pude evitar comenzar a masturbarme para bajarme la tremenda erección que tenía. Metido en la placa de ducha con mi polla durísima en la mano y con ojos cerrados bajo el agua, no pude oír como la puerta del baño se abría:
- Nene, te dejo aquí la toa…- mi tía Rosi estaba en la puerta con una toalla en la mano y mirando mi polla erecta que daba saltos a pesar de haberlo yo soltado por la impresión.- ¡Ay, Dios mío!
Mi erección bajó de golpe antes de que ella cerrara la puerta, sin decir nada más, y dejando caer la toalla al suelo.
Cuando salí de la ducha me envolví en la toalla que me tía había dejado en el suelo y pasé al dormitorio, para ponerme el pantalón de mi difunto tío, totalmente avergonzado y sin saber donde estaba mi tía. Al abrir el cajón de la mesilla, encontré toda clase de ropa interior femenina, lo que provocó que mi polla volviera a saltar en mis pantalones. Unas braguitas de un tamaño considerable de encaje negro. Las guardé corriendo al escuchar un ruido en el pasillo.
Al girarme con la toalla alrededor de mi cintura aún, ví a mi tía en la puerta con la misma bata con la que trabajábamos puesta. Me miraba de un modo extraño a los ojos y entró en la habitación cerrando la puerta tras de sí.
- Nene, tenemos que hablar…
- Tía, lo siento… No sabía que ibas a entrar.- me excusé un poco compungido
- Cállate, haz del favor… Lo entiendo, tienes 17 años y es normal que te masturbes.- me cortó mi tía, apoyada en la puerta y mirando al suelo.
Levantó su mirada para enfrentarla a mis ojos; se la veía enfadada pero con un extraño rubor en su cara. En menos de diez pasos se quedó a escasos centímetros de mí; muy despacio, alargó su mano y, cogiendo el nudo de la toalla, lo deshizo haciendo que ésta cayera al suelo.
- Ti…Tita, ¿Qué haces?- exclamé, mientras daba un paso atrás y ella fijaba su mirada en mi polla tiesa.
- ¡Te he dicho que te calles!- insistió con una autoritaria voz, empujándome para que cayera sentado en la cama.- Y ahora, túmbate en la cama.
Yo, por supuesto, obedecí con temor a lo que fuera a ocurrir, puesto que no sabía si era parte de un castigo ejemplar. Mis dudas se disiparon cuando mi tía, sentándose en la cama mientras yo estaba tumbado, cogió mi polla con su mano e inclinándose se la metió en la boca. La sensación de sentir la humedad caliente de su boca, en la primera mamada que me hacían en mi vida, hizo que se nublara la vista.
- Ummmmm… Tiiiita…- jadeé sacando todo el aire de mis pulmones.
Ella, por toda respuesta, aceleró los movimientos de su mamada mientras una de sus manos jugaba con mis huevos y otra sobaba mi pecho. No voy a presumir de lo que no tengo y mis16 cmle parecerían pocos, porque noté como mis huevos se calentaban al entrar también en su hambrienta boca.
- Ahhhhh, joder que bueno… Me voy a correr- le anuncié presintiendo la llegada de la lefa por mis huevos.
En ese momento, Rosi se sacó mi polla de la boca y poniéndose en pie se enrolló la bata a la cintura, se quitó unas bragas grandes color carne, dejando ver un chochazo muy peludo. Se subió de nuevo a la cama, poniéndose a horcajadas sobre mí y, cogiéndome mi polla entre sus muslos la guió a la entrada de su coño, haciendo que entrara como un cuchillo en una tarrina de mantequilla.
- Ohhhhhh- gimió mi tía al sentarse sobre mi polla llegando incluso a aplastar mis huevos.- Que buenoooo, joooder…
- Tia…Esto…Uffff…Es la hostia, uffff…
- Callate, por dios…- me dijo poniéndome la mano en la boca para que no dijera nada.
Comenzó a cabalgarme muy despacio pero con movimientos muy secos y fuertes. De su boca solo salían bufidos y palabras ininteligibles… Juraba, maldecía y se movía como una bestia clavada en mi joven polla. Yo empecé a gemir con la boca tapada dando a entender que estaba a punto de correrme, lo que hizo que ella acelerará el ritmo. Se incorporó un poco, abriéndose por completo la bata para sacarse esos dos globos que tenía por tetas, con dos pezones oscuros que parecían galletas María. Quitó la mano de mi boca y dejando un solo dedo para pedirme silencio mientras se movía más despacio me dijo:
- Ahora, incorpórate un poco y chúpale las tetas a tu tía… Cómetelas…- me ordenó acercándolas a mi boca a la vez que yo me levantaba.
Empecé a chupar esas tetas, mordisquear esos pezones con ansía… Todas las ganas acumuladas desde niño de mamar esas tetazas las volqué, en ese momento, mientras ella empezó a follarme de forma animal.
- Ay, ay, nene… Así, asiiiiii. Me meo del gusto, ya me vienen los caldos… Ay nene malo, échalo todo, échalo todo en el coño de tu tiíta querida.- relataba mientras la cama crujía de los botes que daba sobre mi polla.
Con un grito desgarrador se corrió a la vez que yo, agarrado aún a esas tetas, me vacié como nunca lo había hecho. Noté como mis huevos lanzaban chorrazos de lefa en ese chochazo peludo. Ella me había puesto chorreando los mismos huevos y hasta los muslos de una corrida que parecía una autentica meada.
Se levantó un poco, sacándose mi polla de dentro que cayó floja hacia un lado, para meterse las manos en su coño y, sacando restos de leche, llevándoselos a la boca de forma compulsiva.
Después se bajó de la cama, se colocó la bata y, agachándose, recogió las bragas del suelo y me las echó:
- Límpiate con esto…- me dijo otra vez de forma autoritaria.- A partir de hoy, vendrás todos los días a comer y a dormir aquí, si no quieres que me queje a tu padre.
Cuando se iba a marchar por la puerta se paró en seco y dando media vuelta, se volvió a acercar a mí que me limpiaba con afán la descomunal corrida que tenía encima. Sin mediar palabra se inclinó sobre mí dándome un beso con mucha lengua, haciéndome probar el sabor de mi propia leche.
- Muchas gracias, cariño… No sabes lo feliz que me has hecho.- me dijo con una sonrisa que se correspondía más con el carácter de mi tía Rosi.
Después de esto, sí se dirigió hacia la puerta desde la cual me lanzó un beso con la mano, para marcharse y dejarme sólo en aquella habitación. Parece ser que, al final, el castigo iba a ser mucho más llevadero de lo que pensaba en un principio. ¡Bendito trabajo de verano!