Breves historias de morbo: Al salir de trabajar
Este hombre nos cuenta como al salir de trabajar y llegar antes de tiempo a casa, se encontró con una ¿desagradable? sorpresa... (Una nueva forma de hacer relatos para mi: escuetos y al grano)
Aquel día salí casi tres horas antes del trabajo, puesto que en la oficina se había estropeado el aire acondicionado y era totalmente imposible desarrollar nuestro trabajo en condiciones mínimamente soportables. Aquel mes de Julio era particularmente caluroso y al salir, no quise pararme a tomar las cervecitas con los compañeros como de costumbre. Decidí aprovechar que era más temprano para llegar a casa a darme un baño en la piscina antes de que Ceci, mi mujer, preparara el almuerzo.
Cogí el bus que me dejaba muy cerca de casa y así me ahorraba tener que buscar aparcamiento por la zona centro en plena hora punta. Abrí la cancela que daba la entrada al jardín de mi casa y me sorprendió ver allí la moto de mi yerno Carlos.
Carlos es el novio de mi hija; un chico de veinte años que siempre ha sido muy atento con nosotros y bueno con mi hija. Normalmente, este verano solían ir a casa a almorzar al salir mi hija de clase en la universidad; supuse que mi hija habría salido más temprano y habían decidido, al igual que yo, disfrutar de un baño antes de comer.
Llegué a la puerta principal y al ir a abrir la puerta escuché unos jadeos provenientes del salón que me dejaron helado. Para no hacer ruido, decidí entrar por la puerta trasera que daba a la piscina para entrar en la casa. Con mucho cuidado, abrí la puerta y entré en la casa para asomarme desde la puerta de la cocina. Conforme me iba acercando empecé a escuchar más calaros esos jadeos:
- Umm… Ceci, que bien la chupa usted… - oía decir entre gemidos a Carlitos.
- No me llames de usted, nene…Shurpp… Que tengo…Shurp… Tu polla en mi boca- respondía la voz de mi mujer entre chupetones.
La sangre me hervía en las venas por la traición, pero también me hervía otra cosa: me sorprendí al ver el tremendo bultazo que tenía en mi bragueta. Llevaba años sin empalmarme de esa forma y eso sólo escuchándolos.
Decidí esperar a ver que pasaba y me asomé por la puerta entornada para admirar la morbosa escena echándome mano al bulto de mis pantalones.
Allí estaba mi yerno Carlos con los pantalones por los tobillos y mi mujer sentada a su lado, a sus cuarenta y nueve años, y mamándole la polla aquel niñato que yo quería como a mi hijo. El muy cabrón le empujaba la cabeza para que chupara más rápido su polla, en una mamada como hace siglos no me hacía a mí.
A estas alturas de la película, yo ya tenía mi insignificante polla, en comparación con la del muchacho, y me la machacaba como un mono, viendo la escena. La mezcla de morbo e indignación me tenían a mil.
- ¿Qué pensaría tu marido si supiera que su mujer es tan zorra como para comerle la polla al novio de su hija?- decía el muchacho provocando aún más morbo
-No metas a tu suegro en esto y disfruta…- decía mi mujer, sacándose la polla de la boca y comenzando a chuparle los huevos
. - Bufffff- gimió mi yerno- Pues la tiene bien enseñada, porque su hija no me hace estas cosas… Joder, que gusto…
- ¿Ah no? ¿Mi hija no te hace esto? No te preocupes aquí me tienes para que yo te lo haga cada vez que puedas escaparte. Te voy a enseñar otra cosa… Túmbate.
El chico no se lo pensó un instante tumbándose a todo lo largo del sofá, muy confiado en manos de aquella madura mujer. Ceci le abrió las piernas y mientras lo pajeaba comenzó a comerle el culo.
Ahhhhh… Ufff… Hostiaaaa… ¿Qué me haces?... Diooooos…- gritaba fuera de sí, Carlos mientras su suegra le comía el culo.
¿Te gusta?... Ummm.- lap, lap lap
Te gusta que te coman el culo, ¿eh?
Se…Señora… Me voy… Ufff… Me voy a correr…
Al escuchar esto, mi mujer subió para ponerse le polla entre sus tetazas caídas y Carlos empezó a correrse, moviéndose en el sofá como una anguila.
- Así cariño, así… Échalo todo en las tetas de tu suegra… Ummm, que calientee, ufff…
Parecía que aquellas palabras me las estuviera diciendo a mí porque al escucharlas comencé a correrme en mi mano, pero ni punto de comparación con la cantidad de leche que adornaban los pechos de mi mujer.
Salí de casa de nuevo por la puerta trasera y salí al jardín, donde me lavé las manos y la polla con la manguera con cuidado de no mancharme. Me dirigí a la parada para, desde allí, llamar desde el teléfono móvil a casa para decirle a mi mujer que había salido antes y que ya estaba de camino.
Me escondí detrás de la parada de bus, para ver como mi yerno salía con la moto de mi casa. Tras perderlo de vista me acerqué a la casa y entré hasta la comida donde estaba mi mujer preparando la comida.
Qué pronto has llegado, ¿no?- me dijo dándose la vuelta y mostrando su bata con unos espesos goterones secos de la lefa de Carlos.
Se ha roto el aire acondicionado y nos han dejado salir antes.- dije sin apartar la vista de la moteada prenda.- Te has manchado…
Ah vaya.- dijo sin un atisbo de rubor- habrá sido al montar la nata para los espaguetis. Ahora me daré una ducha cuando salgas tú.
Me metí en la ducha, donde tuve que cascármela otra vez de lo dura que la tenía. Era la primera vez en dos años que empalmaba dos veces seguidas en menos de una hora. Mientras el agua de la ducha caía sobre mi cuerpo ya estaba pensado como hacer para poder verlos otra vez en acción