Breve encuentro E 1

Dos personas coinciden en una sala de espera. Él, un hombre ya mayor, que cree estar de vuelta de casi todo, se fija en el defecto físico de ella. Ella ya no es una jovencita. Poco romántica, quizás a la fuerza por una espalda deformada que cree haber dejado atrás. Y ambos elucubran

Sala de espera de la notaría. Jonás tiene cita a las 12 y media. Ha llegado con tiempo. Por enésima vez piensa en su último borrador, que le tiene algo obsesionado.

En ello estaba cuando Jana se sentó a su lado. Al sentarse la raja de su vestido mostró más pierna de lo estrictamente razonable.

Jonás es un jubilata de 63 años. Abandonó anticipadamente su puesto de alto funcionario harto de politiqueo y de no encontrar satisfacción alguna en su trabajo. Su única ilusión es escribir, su verdadera pasión. Publica sus relatos en diferentes páginas en internet, y se estaba planteando seriamente hacerlo en serio. Su último borrador empezó muy bien pero como solía ocurrir perdía fuelle cuando se aproximaba el desenlace.

Jana acababa de cumplir 39 años. Hacia tres meses que le habían diagnosticado una grave enfermedad degenerativa. El mejor pronostico era que empezaría a afectarle en un año si se medicaba. El peor, en cualquier momento si dejaba de hacerlo. Soltera y sin compromiso, Jana padecía desde su niñez un defecto físico que la tuvo acomplejada hasta más allá de su adolescencia. Poco a poco fue desembarazándose de esa lacra y había aprendido a quererse a sí misma a medida que dejaba de importarle la gente.

Aun así, su espalda deforme estaba siempre presente y sabía que era objeto de compasión. “Tan guapa y mírala, pobre...” Eso pensaba que decía la gente al verla. Y no le faltaba razón. Acababa de heredar una impresionante cantidad de dinero, y dada su situación decidió dejar la ciudad, donde nada la ataba, y se fue a la costa, donde compró una casa frente al mar en una playa todavía a salvo de la masacre inmobiliaria a esperar su hora. No tenía intención alguna de prolongar su vida más allá de lo razonable.

Las mujeres encontraban atractivo a Jonás. Alto y enjuto, su sonrisa levantaba pasiones. Le gustaban las  hembras, claro, pero para él eran solo un objeto intelectual, en consonancia con su idea del sexo. Felizmente divorciado desde hacía muchos años, tuvo la suerte de que su ex era tan inteligente y con tanto sentido común como él, así que su separación fue irreprochable. Y al no tener hijos las cosas fueron muy fáciles. Quedaban de vez en cuando, y esos encuentros eran gratos para ambos.

Su primer y único novio lo tuvo a los 20. Todavía arrastraba mucho del “qué dirán, o pobrecita” por su espalda deforme. Quizás por eso no fue demasiado exigente. La había desvirgado al segundo día de conocerse. Fue su primera decepción. Las siguientes ocasiones en que practicó el coito le confirmaron de que esa clase de sexo no iba con ella. Unas imágenes en un cuento cuando tenía 10 años le turbaron de tal forma que desde entonces supo que era muy rara. Eso, y la verdad objetiva de que su espalda constituía un handicap como atractivo sexual,  la hizo renunciar a buscar relaciones.

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me gusta esta chica. ¿Estará casada, divorciada... tendrá mucha vida interior como decía mi amigo El Fiera? me gusta su piel y su tipo redondito y de carnes generosas y acogedoras, como la Jana de mi relato. Y es guapa a rabiar. Tendrá seguramente barriguita. Y da igual la joroba, casi mejor. Sin duda, es mi Jana.

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Me está mirando. Estoy segura. Me recuerda a Sean Connery. ¿Se habrá dado cuenta de mi chepa? Seguro. ¿Le importará? Joder, por supuesto. ¿Qué hago yo elucubrando con este tío? Con lo bueno que está se puede ligar a cualquiera. Y yo, la figa de mí, enseñando muslo. Ay Jana... qué tonta eres..

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Se ha dado cuenta de que le he mirado el muslo. Y no se la tapado. Bueno, es igual. Total, no me la voy a llevar al catre. Hacer un poquito de teatro para ponerme en forma no estaría mal. Colgadita de la barra con su cuerpo retorcido, mmm. Puñetas, voy a concentrarme en el maldito borrador en lugar de pensar tonterías de adolescente

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Se ha sonreído. ¿Será por mí? Ojalá. ¿En qué estará pensando? Probablemente en alguien muy lejos de aquí. Me recuerda cuando tenía 14 años... aquel señor mayor sentado a mi lado en la sala de espera del médico. Me miraba sin parar. Mi madre ni se enteraba. Yo acojonada. ¿Qué elucubraría el rijoso aquel? Y aquella noche soñé con él. Yo corriendo por el bosque y él persiguiéndome. Hasta que me cazó, me desnudó y me ató a un árbol. Cogió una rama muy recta y me pinchaba en mi ombligo, una y otra vez, cada vez más fuerte. Uff, me desperté sudando y jadeando. Vaya orgasmo tuve ¿y si quisiera hacerme eso? Ay... Qué tonterías piensas Jana.

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¿Tendrá el pubis con vello como mi Jana? Lo más probable es que siga la mierda de moda de depilarse. Y las axilas por supuesto. ¿Porqué no seré un descarado y le pregunto? Sería divertido: ¿oiga señora, Vd. se depila la chichi?

Salió por la puerta la administrativa: Sr. Rius?

— Vaya, me toca. Hasta luego.

Jonás esta vez tuvo tiempo de verla. Y sí, redondita como la Jana del relato. Su sonrisa devuelta... le pareció algo más que protocolaria?

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Vaya... se va. Qué pena. Qué sonrisa tiene el tío. Mortal de necesidad. Adiós Connery.

Cuando terminó el trámite, Jonás salió a la sala de espera. Allí estaba ella esperando su turno. No se lo pensó dos veces y volvió a sentarse a su lado dedicándole otra sonrisa, a la que ella de nuevo contestó. Para disimular volvió a sacar el smartphone, pensando qué haría cuando le tocara el turno a ella y desapareciera definitivamente. Francamente, no tenía ni idea.

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Connery a vuelto. Qué alegría. Voy a provocarlo un poco.

Y obligó a la falda a mostrar más carne.

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Ay Jana ¿qué esperas con esta exhibición? Ay Jana... te estás oxidando. Ni te acuerdas como se liga.

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Je je je, lo ha hecho a propósito. Me encanta esta mujer. Qué ingenuidad.

Se giró hacia ella y volvió a sonreír. Ella se puso roja como un tomate.

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joder, me ha pillado... mierda. Y ahora qué?

Se tapó inmediatamente pero el daño estaba hecho. Se puso seria echando vista al teléfono, disimulando. La estaría mirando todavía? Estaría casado? La gustaría hacerle esas cosas que le gustaban a ella, que ningún hombre le había hecho, y que en tantas ocasiones le quitaban el sueño?

...

Bah, qué tonterías estoy pensando. Vaya, mi turno. Menos mal.

Continuará