Brazos Rotos en la casa de mi tía II ( La visita)

En la parte I hablábamos de un chico que se había hecho un esguince en su mano y se había roto la otra. Su tía se ofreció a cuidar de él y empezaron a ocurrir cosas un tanto morbosas.

PARTE II

En la parte I hablábamos de un chico que se había hecho un esguince en su mano y se había roto la otra. Su tía se ofreció a cuidar de él y empezaron a ocurrir cosas un tanto morbosas. Esta es la continuación:

No os podéis imaginar mi desesperación después de ver a mi tía limpiándome el pene. Eran las 2 de la madrugada y no me podía dormir de pensarlo y lo más terrible de todo era que no podía pensar en ella con mis manos. Que terrible tortura!

Así que me las ingenié para hacerme una paja. Me levanté de la cama, encendí la luz con mi cabeza y busqué la forma de bajarme los pantalones para así por lo menos rozarme con la almohada o algún otro objeto que me diera placer. Estaba tan excitado que por un momento pensé en ir a la habitación de mi tía Helena con cualquier excusa de dormir con ella o que me la tocara aún más:

"Tía Helena, tengo ganas de hacer pis otra vez…" noo era un poco descarado; "tia Helena, tengo pesadillas…" patético, no soy un niño; "Tía Helena tengo la polla dura y me gustaría comerte el chocho y correrme en tu boca y ver como te lo tragas todo…" Eso era lo que quería decirle, pero era yo demasiado cobarde y también era demasiado arriesgado… que pensaría mi madre, tan católica ella.

Volviendo a la realidad… Como decía, necesitaba bajarme los pantalones como fuese, entonces lo que hice fue pisar mi pijama (me venia grande) y acercarme a la punta de un escritorio que estaba al lado de la ventana e intentar bajármelos con uno de los bordes. Al final después de sudar la gota gorda intentando quitármelos lo conseguí. Lo mismo hice con los calzoncillos: me acerqué a una silla y en los cuernos del respaldo los enganché. Al final quedé sin ropa, a excepción de la camiseta que era imposible quitármela.

Posicioné mi almohada en la posición de " te voy a dar por culo" y me pajeé como pude. Al final me corrí y acabé tan agotado que me dormí enseguida sin pensar en vestirme de nuevo.

Al día siguiente lo que ocurrió fue inesperado:

Era un domingo a las nueve de la mañana y mi tía no paraba de llamarme desde fuera de la habitación para ir a desayunar. Yo tenía pereza de levantarme porque me trasnoché bastante intentando correrme sin la ayuda de mis manos.

De fondo oía otra voz femenina, yo estaba tapado con la sabana, de repente abrieron la puerta de mi habitación y en frente mía me veo a mi hermana, que había venido a visitarme:

  • Va dormilón, despierta, vamos a dar un paseo que llevas mucho tiempo encerrado!

Yo estaba asustado de que ocurriera lo que no quería que ocurriera, que mi hermana me quitara las sabanas y me viera con la polla al aire.

Te estamos llamando hace rato y no te levantas! ¿Que te acostaste tarde o que?

Heyyy Natalia jeje ( con un tono nervioso)

De repente se acercó y se sentó en mi cama y empezó a hablarme, yo estaba tumbado de lado y cuando tomó asiento sentí como su zona lumbar rozaba mi pene, ella echó su mano hacia atrás para estar más cómoda y fue cuando me esperé lo peor, estaba empezando a sentir una erección, una situación un tanto incomoda, entonces mirándome con esa sonrisa tan linda que tenía me dijo:

-¿Qué, cómo sigues?

ehhh bien, muy bien.

¿No me ves más morena?

Sí la verdad es que sí, ¿donde has estado?

Pues vengo de Mallorca!

Ah que estabas con papá y mamá?

Claro tontorrón! Que no te enteras!

Es que como siempre viajas tanto.

Es que dio la casualidad de que estaba en Ibiza con unos amigos entonces me pasé por Mallorca, me contaron lo que te pasó y decidí venir dos días antes para que me diera tiempo a verte porque me tengo que volver a Madrid.

Ahhh entiendo

Vamos!, que he venido a sacarte de este antro, que mi tía no te saca o que? Estas muy paliducho!

-Fue entonces cuando apoyó su bonita mano en mi abdomen y empezó a darme golpecitos diciendo: Venga vaaa levanta perezoso!

-Es que no me apetece salir.

  • Que sí hombre que te vas a deprimir aquí, vamos arriba!

Y empezó a intentar quitarme las sabanas. Yo resistiéndome, las aguanté todo lo que pude con la entrepierna pero no pude y pasó lo que pasó:

Ui, que duermes desnudo!

Yo muy sonrojado contesté:

mmm sí, a veces

Yo también jajaja, ¿a que se duerme más a gusto?

Me asombró su tranquilidad mientras intentaba taparme todo lo posible y contesté:

  • bueno

Veo que no has hecho pis!

¿Por qué lo dices?

Pues porque todos los tíos cuando estáis recién levantados la tenéis dura, a mi novio le pasa.

Ahhh claro claro, es inevitable, (sobretodo si tienes en frente a semejante bombón) pensé yo.

En ese momento apareció mi tía diciendo:

¿Ya te has levantado?

Y vió que estaba desnudo, mientras mi hermana me observaba de pie.

  • ¿Qué haces nene? Desde que conozco tu pene casi siempre te lo veo en erección!

Y mi hermana con un tono de sorpresa y una risa coqueta dijo:

  • A sí???? Jaja no sabía yo eso.

Entonces me preguntó mi tía si me quería duchar, a lo que yo contesté con un no rotundo. A lo que mi hermana se opuso:

  • Ah no, si no quieres salir por lo menos dúchate! Y abre esta persiana que huele mal!

Tu hermana tiene razón, a la ducha.

En ese momento sonó el teléfono y mi tía le dijo a mi hermana:

  • Natalia, puedes ir ayudando a tu hermano a hacer pis.

Ella contestó de muy buena fe que sí, que no tenía problema.

Venga tete, a ver si bajas esa erección, levántate.

Cuando me levanté se notó aún más que estaba mi polla dura, ella no paraba de mirar lo que yo tenía en la entre pierna y se reía.

Me acompañó al baño y dijo: "¿jaja así es imposible mear no?" Mi polla apuntaba directamente a la pared de la tapa del retrete.

Entonces dijo: "¿puedo?" y con el dedo índice la empujó hacia abajo un poco. En ese instante me di cuenta de que no serviría de nada porque iba más hacia arriba que hacia abajo.

  • Aléjate un poco tete. Me dijo ella. Entonces solté un chorro de meado combinado con lubricante pre-acto-sexual. Cuando empecé a mear el chorro salió disparado hacia la pared de la tapa del retrete y ella se asustó y me cogió la polla con las dos manos intentando controlarla y riéndose.

Cuando acabé me sacudió el pene por las gotas que aún salían y fue entonces cuando me apretó con el dedo pulgar e índice el pene, e hizo un movimiento desde el principio del miembro hasta la uretra como queriendo escurrirlo, y fue cuando se percató de que estaba excitado porque después de la última gota de orín salio una pequeña gotita de lubricante. Y se empezó a reír de nuevo diciendo:

¿Estas excitado?

Un poquito.

Fue entonces cuando acercó su dedo a mi uretra y tocó el líquido que me salía y lo frotó en mi pene dibujando un círculo.

En ese momento entró mi tía al baño que ya había acabado de hablar por teléfono, nos vio y dijo:

¿Qué hacéis?

Y mi hermana contestó:

Nada, que le estaba ayudando a hacer pis y la erección no se le baja.

Y mi tía Helena contestó:

Nene, compórtate un poco, no te da vergüenza?

Y mi hermana dijo:

Tía es algo natural, no se puede evitar el deseo sexual! Déjame a mi y verás como le bajo la erección, sal si quieres.

Y mi tía con un tono de sorpresa preguntó:

-Que vas a hacer Natalia?!

¿Tú que crees?

No me lo creo.

Que sí que no pasa nada de verdad. Es solo hasta que pueda hacerse pajas él solito. Cierra la puerta si quieres, que yo me encargo.

A mi tía se le veía en ese momento los labios más carnosos y húmedos, los mordía con ansias mirándome a mí de pie con la polla dura y a mi hermana arrodillada y con su mano aguantándomela mientras se echaba el pelo hacia atrás. Y dijo entonces mi tía:

-No, déjame verlo que hace tiempo que no veo a alguien eyacular.

Y mi hermana contestó con un tono pícaro: tranquila que no verás muchas gotas jijiji.

Y fue entonces cuando abrí los ojos sorprendido como el emoticono ese del Messenger, estaba muy asustado por lo que podría ocurrir.

Entonces mi tía Helena se sentó en el borde de la bañera, su mirada era lasciva y hacía un recorrido constante entre mi cara, mi polla y las manos de mi hermana.

Entonces mi hermana me riéndose dijo:

A ver cuanto aguantas. Jiji

Yo estaba muy cachondo y no sabía si podría aguantar mucho. Fue entonces cuando ella empezó a masturbarme suavemente mientras me miraba a los ojos y con un tono suave y haciéndome un guiño me decía:

¿Te gusta?

Mientras tanto yo veía como mi tía me sonreía y en el momento que nuestras miradas se cruzaron, mi hermana empezó a hacer movimientos menos pausados con su mano y el ruido de la fricción era más intenso.

Fue entonces cuando mi hermana me miró a los ojos otra vez y empezó a acercar su cabeza a mi miembro. Y lo que hizo fue lo más excitante que me habían hecho en la vida. Empezó a rozar mi glande con sus dientes y se la empezó a meter poco a poco y yo que tenía ganas de explotar sentía como mi glande se deslizaba en su paladar.

Entonces mi hermana dijo limpiándose la boca y tragando saliva combinada con lubricante para poder hablar:

Madre mía como chorrea! Mira tía.

Y mi tía preguntaba:

¿A que sabe?

Y mi hermana contestó metiéndosela en la boca de nuevo y mirando hacia arriba como aquel que degusta un nuevo vino o una nueva comida:

mmm sabe a salado, no está nada mal.

Así pues se la volvió a meter en la boca, y cuando iba a hablar de nuevo se percató de que tenía un pelo de polla en la lengua e intentó quitárselo pero no podía, entonces dijo:

Tía a ver si le afeitas un poco a mi hermanito que tiene ya muchos pelos.

Mientras decía esto me levantó la polla y me tocó los testículos y la muy picarona se reía mirándome a los ojos diciendo: "Aquí no tienes muchos pelos" Y se la volvió a meter a la boca, esta vez hasta la garganta, qué placer! era como si se fuera a tragar mi pene, porque la muy zorra realizaba contracciones como queriendo tragar comida y yo que no me creía lo que veía ante mis ojos.

En ese momento llamaron a la puerta y mi tía tuvo que salir del baño.

Entonces mi hermana dijo:

"- Mierda, viene alguien." Y empezó a masturbarme con la máxima intensidad y a chupármela absorbiendo muy fuertemente. A lo que yo no pude aguantar y empecé a correrme como un caballo en su garganta. Ella tragaba pero no podía con todo. Y tuvo que escupir algo porque no podía con tanta leche. Se le volvían los ojos llorosos y hacía gestos de intentar vomitar. Pero ella se reía.

No pudo evitar que mi semen se regara por su ropa.

Cuando acabé dijo exhausta de tanto tragar:

  • ¿ Te sientes mejor? Tanta leche acumulada no es bueno jiji.

En ese instante se oyó una voz masculina que llamaba a mi hermana desde el salón.

  • Natalia, Natalia!

Era su novio.

Continuará