Brasil

La historia que voy a contar es totalmente real y ahora mi vida ha cambiado por completo.

Brasil

La historia que voy a contar es totalmente real y ahora mi vida ha cambiado por completo.

Como decía esto sucedió hace unos días atrás estando en casa de mi madre. Voy a contar un poco mi situación. Soy hijo único, tengo 23 años, mis padres están separados desde hace quince y yo me quedé en casa de mi padre. Mi madre es una señora de 50 años, tiene unos kilos de más, pero todavía conserva la firmeza de sus carnes, sus muy buenas curvas y un par de tetas de esos que cualquiera se da vuelta a mirar. Muchas veces he visto a amigos míos babearse mirándole ese hermoso par.

Cuando mis padres se separaron mi madre se fue a vivir con un señor que falleció a los dos años y le dejó un par de propiedades y una pequeña renta que le permiten vivir en forma bastante cómoda. Yo suelo visitarla semanalmente y a veces me quedo a pasar varios días con ella.

Resultó que yo había ido a pasar una semana a su casa ya que me iba a adaptar a la casa porque mi madre se iba unos días de viaje y yo me iba a quedar al cuidado de la casa.

Mi madre se iba de vacaciones a Brasil y a pesar de que me había invitado a acompañarla a mí no me llamaba la atención ir con ella ya que si bien las playas son hermosas ir con mi madre me resultaba aburrido.

Estábamos pues en su casa cuando mi madre me mostró los trajes de baño que se había comprado para el viaje. Entre ellos había uno que era de dos piezas que le quedaba muy, pero muy bien. Su redondeado culo se le marcaba a la perfección y sus dos enormes y deliciosas tetas casi se le escapaban de la parte superior.

A mi la situación me gustaba mucho y me empezó a excitar. Al principio no quería prestar atención a este hecho ya que se trataba de mi madre y pensar en ella como una mujer, era para mí algo totalmente prohibido.

Luego del desfile privado de modas que me ofreció mi madre, se sentó a mi lado a conversar. Debo confesar que mi mente estaba en otra cosa, que no hacía más que pensar en ese par de tetas que se me ofrecían abiertamente y que estaban al alcance de mi mano y a las cuales no podía tocar ya que eran (hasta ese momento) prohibidas para mí.

Lo cierto es que la conversación derivó, o mejor dicho yo la llevé a que en las playas de Brasil se practica el topless con total naturalidad. Luego de hablar un poco del tema mi madre preguntó si me parecía que ella podría hacerlo sin pasar vergüenza.

A esto yo respondí que sí. Que tenía unos pechos espectaculares para su edad y que de ninguna manera pasaría vergüenza. Ella no quedó muy convencida con mis palabras. Decía que era bastante mayor, que el lugar estaría seguramente lleno de mujeres jóvenes y que sus pechos no estaban a la altura de los de las jóvenes.

Yo insistí y ella me preguntó nuevamente y para dejarlo en claro le dije: "mira, si yo tuviera delante de mí a ti y a alguna otra seguro que me deleitaría viéndote a ti y no a otra".

Dices eso porque eres mi hijo, dijo mi madre. Yo insistí y dije: "mira ya las estoy disfrutando ahora con lo que se puede ver, así que cuanto más lo haría de verlas totalmente desnudas".

Mi madre se sonrió y se sonrojó. Yo aproveche y lancé mi pedido: "¿Por qué no te animas y me muestras a mí? Prometo darte una opinión sincera y si no te queda bien te lo haré saber",

Mi madre se sorprendió por mi pedido y dijo: "Me da un poco de vergüenza estar prácticamente desnuda frente a mi hijo".

"Haz de cuenta que estás en la playa y que me encuentras de casualidad".

Mi madre sonrió nuevamente y me dijo "ya que estás tan entusiasmado, voy a ir a mi cuarto y me quito la parte superior y si me veo bien, me animo y vengo caminando para aquí como si fuera en la playa".

Muy bien dije. Recuerdo que los dos minutos que demoró me parecieron una vida. Mi corazón latía a mil y por mi cabeza pasaban ideas acerca de la mujer que vería, no de que fuera mi madre.

Por fin mi madre volvió al salón y muy tranquila me dijo: ¿Qué tal? ¿Qué te parece?

Estaba sencillamente divina, se había puesto otro bikini que tenía que era un poco más chico que el anterior y sus pechos se veían formidables y más que apetecibles.

Demoré en contestar y ella preguntó nuevamente "¿Qué te pasa, están tan mal?.

Ahí por suerte reaccioné. "No al contrario están muy bien. Nunca me imaginé que mi madre fuera una mujer tan apetecible". Sus pechos estaban enteros, enormes como siempre y con un detalle que yo no conocía unos pezones muy grandes y que comenzaban a ponerse erectos.

"Mira las cosas que dices, recuerda que soy tu madre. ¿acaso nunca has visto una mujer?".

"Mujeres he visto varias, pero ninguna con unos pechos como los tuyos y con un cuerpo tan excitante como el tuyo", contesté. Hacía un par de semanas que no tenía sexo y mi mente ya se había disparado para cualquier cosa. Mi pija comenzó a crecer y crecer y a apretarme dentro de mis pantalones. Mi madre lo notó y dijo: "bueno, bueno, veo que en verdad te han gustado y que ya no eres el bebé que alimenté con ellas".

Yo a esta altura no aguanté más y le pedí me dejara tocarlas con la excusa de saber que tal estaban al tacto. Mi madre pareció un poco confundida por mi pedido pero aceptó.

Comencé con unas suaves caricias, ella se sonrió y yo dejé las caricias de lado para pasar a un manoseo ya bastante descarado. Ella se puso colorada y sus pezones estaban enormes. Dijo "¿qué haces?, me estás poniendo rara. Hace mucho que un hombre no me toca."

Al escuchar esto la acerqué un poco más a mí y comencé a besarlas, de a poco y lentamente, hasta que me metí un pezón en la boca y lo chupé como un desesperado. Mi madre había comenzado a gemir y suspirar. Con sus dos manos apretó mi cabeza contra sus pechos y me pidió que siguiera.

Yo seguí y empecé a pasar mis manos por todo su cuerpo. Ella posó una de sus manos sobre mi pene y la apretó fuertemente. Fue ahí que me abrí el cierre saqué mi pene y le pedí que me la chupara. Ella dijo "esto no está bien", a lo que contesté besando y apretando aún más sus pechos. Luego le dije "somos un hombre y una mujer en una playa, que desean disfrutar de sus cuerpos". Ella sonrió y me dijo "No, me refería a que tú debes chuparme a mí.". Acto seguido, se quitó el bikini, luego de esto bajé hasta mi pepa y lentamente comencé a besarla para luego empezar a lamerle la raja. No podía creer que a mi madre la estaba chupando de esa forma. La chupaba como si fuera lo último que iba a hacer en mi vida mientras ella me tomaba de los cabellos y preiuonaba mi cabeza contra su sexo. Ahora ya no éramos madre e hijo, éramos dos amantes que se deseaban y deseaban gozarse mutuamente.

Una vez que me quité la ropa me tiré en el sofá para estar más cómodo mientras seguía mamándola y al acabar caminamos hasta el dormitorio, ella me agarró la pija como si fuera la mano y me condujo al dormitorio. En el camino me dijo: "nunca pensaste que tenías una mamá tan caliente y tan putita. Espero que puedas llevarme el ritmo, porque cuando alguien me calienta lleva mucho para que me saque la calentura". "Espero poder complacerte en todo lo que pueda" dije yo.

Entramos en el cuarto y ella se tiró en la cama, yo me puse encima de ella y comencé a besar sus pechos lentamente, de nuevo bajé a su concha y comencé con una chupada a full. Mordía su clítoris, lamía sus labios y metía mi lengua y mis dedos en su empapada concha. Primero uno, luego otro y al final tres más mi lengua. Ella gemía, me apretaba a cabeza contra su concha. Se notaba que estaba gozando y mucho. De pronto un dulce líquido inundó mi boca, iba acompañado de un suspiro largo y aliviado.

"Ahora te quiero adentro" dijo. Yo sin dudar coloqué mi pene en la entrada de su pucha y de un solo empujón la enterré a fondo en su húmeda vagina. Comencé a bombear y a besarla. En nuestras bocas se mezclaron los sabores más íntimos de los dos. Ella suspiraba y se movía como loca. Casi enseguida lanzó un grito y su cuerpo se volvió a aflojar. Para mi era maravilloso poder hacer que mi madre tuviera esos orgasmos. En determinado momento me dijo que parara, me dijo que me acueste en la cama y ella se montó sobre mí con una agilidad inusitada y dijo "Así es como te quiero tener" Se colocó mi pija en su concha y se dejó caer, comenzó a cabalgarme y se tiraba hacia atrás. Yo con mis dos manos apretaba y sobaba sus hermosas tetas que habían desencadenado todo. De pronto comenzó a agitarse aún más y sentí en mi pija sus jugos. Sin duda había vuelto a acabarse.

Quedamos los dos tendidos en la cama en silencio. Luego de un rato ella comenzó a reír y me dijo "nunca pensé en que terminaría cogiendo con mi único hijo. Es que la abstinencia te lleva a que hagas cualquier cosa. Pero ahora ésta es nuestra casa, y ésta será nuestra cama"

Yo sólo atiné a decir sí.

"Ahora, vamos a preparar tu equipaje, vas a venir conmigo a Brasil y no vas a discutir"

"lo que tú digas, mamá"