Botas de policia

Sentado en la sala, escuche que tocaban a la puerta. Tan absorto como estaba en mi habitación me sorprendió la insistencia de la llamada. Me calce mis botas vaqueras...

BOTAS DE POLICIA

Sentado en la sala, escuche que tocaban a la puerta.

Tan absorto como estaba en mi habitación me sorprendió la insistencia de la llamada. Me calce mis botas vaqueras, pues es mi calzado favorito ya que tengo mas de 200 pares, y me dirigí a ver quien llamaba. Al asomarme por la mirilla pude observar que se trataba de un oficial, quizá de la policía montada pues llevaba unas botas altas, negras...

Relucían bastante, quizá recién lustradas, y el policía parecía molesto, era corpulento, con pinta de macho, bien parecido, como a mi me gustaban los hombres. De repente sin pensarlo tuve una erección observando a aquel sujeto...

De repente volvió a golpear la puerta esta vez más fuerte y tuve que apresurarme pues no comprendía el motivo de su llegada.

Así que abrí esa maldita puerta y rápidamente le pregunté que deseaba.

Él solo me observó de arriba a abajo y sin decir nada me empujo introduciéndome en la estancia cerrando la puerta de golpe.

Entonces le pregunte que qué le pasaba, que con qué derecho hacia eso y solo me dijo:

  • cállate el hocico puto, y pon las manos contra la pared.

No me dio tiempo de replicar, violentamente me tomó del brazo y me puso de espaldas a él con las manos en la pared y así empezó a registrarme, yo estaba furioso.

Y él solo se limitó a manosearme bruscamente, me revisó los costados las botas y por último me apretó las nalgas y los huevos, a lo que mi pito tuvo respuesta inmediata. Lejos de molestarme eso me estaba excitando.

Tomó mis dos manos haciendo que mi cara rebotara en la pared y así sujetado de las muñecas me esposó y con fuerza me volteó hacia él, vi su rostro que lucia una sonrisa cínica.

Entonces, para no demostrar miedo, o quizá para desviar su atención de mi verga erecta le grite.

  • por que hace esto? -

Entonces por fin escuché su voz, una voz varonil clara y fuerte, que denotaba un dejo de sarcasmo

  • Alguien me informo que aquí vivía un puto mamavergas y quería corroborarlo, supongo que eres tú.

Su comentario me indigno, me hacía enfurecer cada vez más pero al mismo tiempo sentía como mi verga quería botarse de mis jeans.

Me dijo -vamos a tu cuarto putito, quiero ver que tienes allí – al mismo tiempo que con un fuerte empujón empezó a arrastrarme hacia allá.

Al empezar a caminar los tacones de nuestras botas sonaban al unísono, produciendo ese incitante sonido propio de dos machos que las calzan.

Me imaginé viéndome caminando con ese oficial, un verdadero hombre en toda la extensión de la palabra, calzando unas espectaculares y relucientes botas de montar sonando como música celestial, preámbulo de un acto sexual.

Y yo en mis ajustados wranglers, con el bulto marcado y mis vaqueras al 1000.

Él me arreaba con su macana, la cual había sacado justo después de emprender el camino a mis aposentos.

Justo al llegar a la puerta me hizo a un lado y abrió. La sorpresa se dibujó en su rostro al ver el panorama: mas de 200 pares de botas vaqueras relucientes con el tubo a todo lo alto dispuestas en formación sobre el piso.

Entonces me jaló del brazo y me dijo - ¿que significa esto?- a lo que no tuve respuesta.

-¡Te sientes muy macho, con todas esas botas! – exclamó - ¿De dónde las sacaste puto? –

  • yo las compré - fue mi estúpida respuesta y baje la mirada, pero al hacerlo la sorpresa me invadió.

Su verga quería saltar de la entrepierna del pantalón, la delgada tela no podría soportar la presión, y no lo haría por mucho tiempo.

Se dejaba entrever un hermoso trozo que embonaría perfectamente bien en cualquier culo lo suficientemente caliente y apretado, justo como el mío se encontraba en ese momento.

No podía creerlo, estaba excitadísimo al igual que yo.

Y al darse cuenta lo que le miraba, hizo un gesto de rabia, me jaló por el pecho de la playera y me empujó hacia atrás con lo cual caí sobre todas mis botas sintiendo como los tubos y las puntas, algunas de metal se me clavaban en la espalda y en las nalgas

  • Así es como debes estar siempre puto, a los pies de un macho que te domine, adorando sus botas. Lamiéndolas para hacerlas brillar y pidiendo piedad siempre -.

Entonces avanzo hacia a mi repitiendo:

  • ¿te sientes muy macho, no cabroncito? ¿muy macho sólo por que usas botas vaqueras? -.

  • vas a sentir unas verdaderas botas, cabrón, y las vas a sentir ahora...¡¡las mías!!, botas de un verdadero macho -.

Avanzó hacia mí y con un pie me abrió las piernas, yo no podía oponer resistencia y entonces empezó a torturarme...

Con unas botas masculinas y muy relucientes me empezó a pisar los huevos y la verga con una maestría que mas que dolor, causaba éxtasis,

Yo con las manos esposadas no dejaba de acariciar las botas que tenia en la espalda y de frotarme contra ellas con mis nalgas.

Mis ojos estaban fijos en ese macho botudo pisoteándome.

Sabía como hacerlo, sabía dónde presionar y cuando ya estaba por venirme me pisaba los huevos de manera que impedía mi eyaculación.

En un momento dado, dejó su pie sobre mi paquete, se agachó y...

Y me tomó de las botas, me levantó las piernas y empezó a lamerlas, mientras seguía presionándome las ingles... ¡y vaya que sabía hacerlo!

Yo estaba entre sorprendido, excitado y confundido.

Entonces pareció hartarse...

Dejó caer mis piernas que azotaron en el boterío cachondo y entonces se agachó para jalarme de los cabellos.

  • ¡ven aca cabrón, puto! ¡ahora vas a saber lo que es rendirle honores aun buen par de botas! -.

Y con las dos manos y jalándome más de los cabellos, me repegó la cara al tubo de las botas y automáticamente empecé a lamerlas.

Mi reacción fue automática: me prendí a ese par de botas altas como un niño a un dulce y me dedique a lamer cada centímetro de piel... el tubo... el empeine... la suela... los acicates... el tacón.

Mi lengua recorrió todos y cada uno de los rincones de esas botas.

Él me pisaba la cara, me apretaba entre sus piernas, y dirigía mi cabeza hacia donde creía necesitaban mas saliva.

De repente me jaló la cabeza para mirarlo a los ojos - te vas a chupar cada centímetro de lo que yo te dé a mamar -.

Yo estaba encantado, por fin iba a poder ver lo que escondía su pantalón y entonces y para mi sorpresa, saco su macana y me la puso en los labios.

  • ya sabes que hacer puto – dijo - y mete el pantalón en tus botas -. A lo que acto seguido, me quito las esposas.

Entonces empecé a chupar esa macana tan dura, fría y tosca, pero que me hacía imaginar que era lo equivalente a su fabulosa verga que relucía.

Él metía y sacaba a placer haciéndome tragar casi todo el palo, mientras yo me acariciaba las botas. Entonces tomé una del suelo y empecé a frotarla contra mi verga lo que no pareció molestarle.

Al mismo tiempo que me daba a chupar la macana, él se frotaba la verga sobre el pantalón con dos enormes guantes de piel de los que no me había percatado, brillosos, de piel negra, suave y ajustada a esos dedos largos y firmes.

Al parecer la macana empezaba a causarle envidia pues realmente yo me esmeraba al chupar, y eso hizo que él se antojara de sentir mis labios y mi lengua recorriendo su falo.

Entonces sacándola de golpe de mi boca, lo cual me lastimó el labio inferior, la arrojó lejos...

  • ahora sabremos que tan mamavergas eres putito de mierda -.

Y abriendo de un tirón su pantalón , salió resplandeciente, dura y enorme su verga que apuntaba perfectamente hacia el techo.

Sólo necesitó asentir con la cabeza para que mi boca ya estuviera cubriendo cada centímetro de esa jugosa, caliente, dura y babeante pieza de carne.

Yo mamaba y mamaba ese rígido palo sujetándome con fuerza de sus poderosas botas para hacer palanca y poder mantener el movimiento.

Su glande era muy suave, rojo y húmedo. Contrastaba perfecto con el negro de sus botas.

Y entonces me enfilé hacia ellas, quería saborearlas, mezclar el sabor de su pito con la piel de sus botas al mismo tiempo que mamarle los huevos.

Entonces el poli se agachó y tomo una bota cercana, vaquera, negra y muy picuda y ante mi sorpresa empezó a mamarla como quien mama una rica verga de policía.

Ante esa escena mi excitación aumentó y como pude me saqué los jeans sin sacarme las botas.

Y empecé a rozar mi verga contra las botas del policía. Entonces me sentí tentado a hacer algo riesgoso para mi.

Empecé a bajar el pantalón poco a poco hasta dejar al descubierto sus nalgas.

Chupé mi dedo y empecé a introducirlo lentamente en su ano.

Al hacerlo espere un insulto o un golpe pero solo hubo un pequeño sobresalto.

Y ese caliente y apretado ano empezó a dilatarse más y más... deseoso de alojar todo mi dedo y si he de ser honesto mi mano entera.

Entonces dejo su tarea de mamar la bota vaquera y me la entrego, a lo cual entendí perfectamente que quería que hiciera.

La punta, perfectamente lubricada, goteaba de su saliva.

Decidí agregarle más lubricante y le escupí. Acto seguido y con mucha suavidad empecé a acariciarla contra su culito ansioso.

Empecé a empujar hacia dentro más y más hasta sentir como ese oso se estremecía ante esa deliciosa sensación, experimentada antes por mi...

Sus gemidos empezaban a inundar la habitación y bueno... ser penetrado con la punta de una bota vaquera y estar siendo mamado de la verga por un cabrón vaquero no es algo que pase todos los días.

Se encontraba trémulo de excitación, parecía un desquiciado gimiendo sin vacilación. Entonces buscó algo que soportara su peso sin arrastrarse. Y encontró mi escritorio. Apartándome de él, giro sobre sus talones y avanzo hacia ahí, para recargar las manos en el mueble y quedar de espaldas hacia mi. De un golpe arrancó sus pantalones y su trusa, quedando con las nalgas al aire, levantadas en un claro ofrecimiento de ano.

Me arrastré de rodillas sin soltar la bota que el me había otorgado y me acerqué lentamente a su culo. Ligeramente rocé mis labios en sus nalgas y lancé un ligero soplido que lo estremeció; quizá lo hizo imaginar lo que venía a continuación.

Primero introduje la bota en ese culito ya abierto de excitación y después de acariciar unos segundos decidí que era el momento de saborear yo mismo ese placer. Abrí la boca y lentamente saqué la lengua, la cual fui introduciendo en el culo del policía. Sus gemidos inundaron el edificio entero, él me pedía cada vez más y yo alternaba entre su dilatado agujero y las botas que calzaba,

La bota que primero le metía en el culo, ahora se ocupaba de rozarle la verga y mi lengua y mis labios saboreaban ese delicioso ojete caliente.

Después de un rato pareció hartarse, con una mano me aventó de la cara y me apartó de él. Se volteó hacia mi y se arrancó lo único que le faltaba: la camisola. Se dejó el cinturón y las botas y su verga seguía tan dura como cuando inició.

-Te crees muy listo pendejo? ¿Crees que puedes hacerme lo que me hiciste sin pagarlo?-

Esas palabras me alteraron, el miedo empezó a invadirme pero por extraño que parezca mi verga no se amilano. Con el sonido de sus botas me di cuenta que avanzaba hacia mi, como un gigante... como un papi se dirige a su pequeño.

Al llegar frente a mi me tomó de los brazos y me levantó con brusquedad, Se quedó viéndome con ojos fríos e inexpresivos, me soltó de los brazos magullados y me tomó con fuerza el rostro.

Sorpresivamente comenzó a besarme de una manera tan cálida y sensual que estuve apunto de expulsar toda mi leche en su vientre. Abría sus labios e introducía toda su lengua en mi boca buscando la mía para entrelazarlas y darnos caricias orales, sus besos estaban causando en mí un clímax como nunca antes, como en una fantasía imposible, de sentir como un hombre tan masculino, un macho, un fruto prohibido ahora era, por el momento, mío y me poseía a placer.

Intercambiamos saliva, chupamos nuestras lenguas mordimos nuestros labios . Y abajo, nuestras botas se acariciaban, como imitando a sus dueños en un perfecto encuentro de piel rozándose.

Mientras nos besábamos, él se encargaba de darle dedo a mi culo ansioso y húmedo y yo me encargaba de apretarlo y engullir cada centímetro de ese dedo. Me aparté un poco de sus labios y me agaché para recoger la bota que poco antes lo poseía a él.

Quería sentirla entrando agresivamente en mi culo, con su ruda punta y su piel brillante, lubricada por la saliva y manipulada sabiamente por mi policía, al que la entregue.

No necesite voltearme, seguí besándolo sin encontrar resistencia y él se encargaba de penetrarme con mi propia bota vaquera.

No pudiendo esperar más me voltee para darle la espalda y todo lo que pude hacer fue ofrecerle mi culo abierto .

Lo necesitaba dentro, quería ser suyo y sólo de él. Quería ver nuestro reflejo en mi espejo, un policía cogiéndose salvajemente a un vaquero. Dos cuerpos desnudos perfectamente formados bañados en sudor, calzando solo dos pares de botas, vaqueras y de montar que lucían con la luz del mediodía.

Mi deseo no tardo en realizarse. Escupiéndose la verga, la enfundó en un condón que sólo Dios sabe de dónde salió, la mojó para lubricarla y mi culo sólo fue lubricado por el sudor de su vientre.

Yo sólo sentí como de repente una macana semejante a la que mame por mucho rato me penetró las entrañas y empezó a sacudirme con unas embestidas brutales.

Yo no clamaba piedad, más bien gritaba : ¡¡¡mas, mas, mas.!!!

Su verga sin circuncidar entraba y salía a placer sin ningún obstáculo que lo impidiera. Así de espaldas me fue agachando hasta ponerme en cuatro, muy cerca de las botas que tanto me calentaban y que empecé a lamer con fruición.

Me cogió en cuatro, Me monté sobre él estando acostado, sentía como alternaba entre macanas, la real y la de frío metal, así como con uno que otro par de botas a su alcance.

Puedo decir que su venida fue espectacular

Yo estaba sobre de él y de repente se impulsó con piernas y brazos y logrando sostenerme, pudo penetrarme más profundamente y correrse en mis entrañas, llenándome de su leche que calentó mi culo. Y al mismo tiempo presionándome de tal forma que me vine automáticamente salpicando nuestras botas

Y así nos quedamos: entrelazados... sudados... botudos y satisfechos yo encima de él.

Como te atreviste? -Me gritó- no podía creerlo ¡¡¡estaba molesto!!!

-¿Que hice?-

Ensuciaste mis botas con tu asqueroso semen, así que ahora vas a limpiarlas con la lengua como el perro que eres.

Y fue entonces que el sabor de sus botas ¡¡fue de gloria!!! Semen sobre piel ¡¡¡ufffff!!!

El sólo veía, diciéndome -¡¡así puto, lame, lame más, límpialas, mama, mama!!-

Dejándole relucientes las botas, él me aventó nuevamente sobre la mías y me dijo

-Por hoy es suficiente putito, no te necesito más, pero esto no ha terminado... apenas comienza... y será todas las veces que YO quiera, y cuando YO quiera...-

Y así como llegó, se vistió rápidamente y salió con paso airado de mi estancia, dejándome mojado, adolorido, arrastrado y …. Deseando más... muchísimo más.