Borrachera bien aprovechada

Cuando uno ahoga sus penas en el alcohol, pasa lo que pasa

BORRACHERA BIEN APROVECHADA

Cuando uno ahoga sus penas en el alcohol, pasa lo que pasa

Cuando llegó a casa esa tarde de viernes, dispuesto a arreglarse para irse de marcha con sus amigos, Mario se enteró que su hermana Fabiana (Fabi) estaba triste, y decidió ayudarla, ya que para eso son hermanos. Él tiene 19 y ella 17 años. Desde pequeños se han llevado muy bien, y ahora que han ido creciendo juntos, las distancias por la pubertad de cada uno, han hecho que se separaran un poco, ya que no coincidían en gustos musicales, amigos, fiestas… Pero aún así, siempre que tenían un problema fuera de casa, se buscaban el uno al otro para darse apoyo y ayuda. Pero Mario comenzó a ver a su hermana de una forma distinta, ya que su adolescencia le hacía pensar cosas que no se le ocurriría hacer nunca. Fabi había crecido, y tenía un cuerpo espectacular, ya que con un poco de ejercicio que hacía en el instituto, y las ganas que tenía siempre de hacer cosas, hacían que estuviera estupenda ("quizá tenga poco pecho" pensaba su hermano), pero al momento volvía a la realidad, y se decía que aquello no podía ser.

Pero cuando la vio tan sola y tan triste en casa, un viernes, en que sus padres se habían marchado a una reunión del grupo de bailes de salón al que pertenecían, pensó que algo malo la estaba pasando. Fabi no quería hablar, estaba tirada en el sofá pasando canales, le preguntó que la pasaba, y ella contestaba que le dejara en paz, pero tras la insistencia de Mario, contestó casi saltándosela las lágrimas que su novio la había dejado por una "mejor". "¿Mejor que tú?, yo creo que ese imbécil no sabe lo que tiene por novia, una chica, guapa, alta, sexy…", y al momento, el pensamiento de Mario comenzó a volar. Rápidamente, su cerebro (mejor dicho su otra cabeza) empezó a delinear un plan para poder saciar su cuerpo con el de su hermana.

"Mira Fabi, lo mejor es que no pienses en ello", pero ella no le escudaba. Entonces, Mario cambió el plan, y se fue del salón a la cocina, y volvió con una botella de ginebra y dos vasos, se sentó al lado de ella y comenzó a llenar los vasos, y cuando terminó, alargó uno a su hermana y otro se lo quedó él. Fabi, sin mirarle, cogió el vaso y comenzó a beber, rápido, y antes de que su hermano terminara el vaso, ella se lo puso delante de la cara para que se lo llenara, sin quitar la vista de la TV. Mario se lo volvió a llenar, y él pensó en beber muy poco a poco, para que no le hiciera efecto la ginebra; cuando tuvo otra vez el vaso listo, se lo acercó a su hermana, y volvió a repetir la misma operación, así, hasta el cuarto vaso, en que la botella se estaba acabando. Fabi, con lágrimas en los ojos, y una borrachera que comenzaba a crecer, cogió directamente la botella y bebió a morro lo que quedaba de ella (su hermano sólo bebió un vaso, y se estaba relamiendo de lo que iba a hacer).

El alcohol que llevaba Fabi, y la calentura de Mario, hizo que éste pasara un brazo por el hombro de su hermana, y ella no dijo nada; luego colgó su mano que cayó justo en su teta, y ella seguía sin decir nada. Comenzó a sobarla, y Mario se sorprendía de que su hermana no dijera nada, pero la tristeza de Fabi, la ginebra y su mente en blanco, no la hacían efecto sobre lo que le hacía su hermano. Mario, sorprendido y excitado por la poca obstrucción que ponía su hermana, siguió más allá, y puso su otra mano en el pantaloncito de pijama de Fabi, y ella siguió sin protestar. Mario dejó su mano ahí un rato, sintiendo el calor que desprendía ese coño que debía estar jugoso. Comenzó a pasar su mano por él, despacio, disfrutando del momento y con cautela por si su hermana le reprendía, pero Fabi seguía absorta en la tele, con las manos de su hermano en su cuerpo, acariciándola lentamente, para que ella despertara su líbido y se lanzara hacia él.

Mario no aguantaba más la indiferencia de su hermana, y metió la mano bajo sus pantalones de pijama y sus bragas. Tocó el clítoris de su hermana, y esta reaccionó, con un gemido y una cerrada de ojos, que dejó claro a su hermano que estaba excitándose con los tocamientos de él. Mario comenzó a pensar con su polla y bajó las bragas de Fabi, y ella se dejó hacer, pero ya no miraba la tele, ahora miraba lo que estaba haciendo su hermano. Él comenzó a acariciarle el coño, le pasaba el dedo por el clítoris y lo bajaba hasta su entrada y mojando su dedo con el líquido que empezaba a desprender su coño. Fabi se dejaba hacer, gemía bajito y cerraba los ojos ante las caricias de su hermano en su coño. Cuando Mario pensó que su hermana ya no se echaría atrás, bajó su cabeza hasta la entrepierna de ella, y pasó su lengua por la raja de Fabi, que respondió como un resorte con un claro jadeo de placer.

Mario siguió comiéndole el coño, pasando su lengua por toda su entrada, cogiendo entre los labios su clítoris cada vez más abultado, y tras un rato de comida de coño, Fabi reaccionó, poniendo sus manos sobre la cabeza de su hermano, y marcándole el ritmo. Mario al momento, pensó que eso mismo haría él cuando le tocara a él disfrutar de los labios de su hermana (si es que su hermana se lo hacía). Fabi le quitó de repente la cabeza de su entrepierna, y le miró a los ojos llena de placer, jadeante y con mirada brillante. Mario se temía lo peor, que parase porque lo que estaban haciendo no estaba bien, y todo el rollo moral que llevaba. Pero su sorpresa llegó cuando su hermana le incorporó y comenzó a desabrochar su cinturón. Mario se alegró internamente, porque deseaba a su hermana, y se desvistió rápidamente, ayudando a Fabi a hacer lo mismo.

Fabi cogió su mano y le indicó que se tumbara a su lado. Sintió el calor que desprendía el cuerpo de su hermana, y eso hizo que su polla se pusiera aún más grande de lo que estaba. Mario hizo ademán de darle un beso en los labios, y su hermana se lo aceptó, y se fundieron e un beso acompañado de caricias por sus cuerpos, que terminó de calentarlos a los dos.

La hermana se incorporó un poco, y Mario dejó que se levantara. Él se puso de rodillas en el sofá y ella al momento reaccionó y se sentó al lado suyo, con cara de saber lo que quería su hermano. Acercó su boca hasta la herramienta que tenía delante, y pasó primero la lengua por su glande, despacio, sin mirar a su amante. Luego la recorrió con la lengua en toda su longitud, para pasar por fin a engullirla. Fabi se comía con ganas la polla de su hermano, que disfrutaba y no quitaba ojo de lo bien que la chupaba su hermana, y de cómo se la tragaba entera de vez en cuando, y eso le daba mucho placer. Hizo lo mismo que había hecho su hermana antes con él: le cogió la cabeza y comenzó a guiar la mamada a un ritmo lento, para disfrutar al máximo del placer que le proporcionaba la boca de su hermana.

Mario paró la mamada que le estaba haciendo Fabi, y se tumbó en el sofá. Al momento, Fabi comprendió lo que quería su hermano. Se tumbó encima de él, y comenzó un sesenta y nueve entre ambos, dándose placer y recibiendo. Mario se llenó del líquido que derramaba su hermana, y él se lo tragaba todo. Hasta que Fabi explotó en un orgasmo, temblando del placer que le daba su hermano, y ahogados los gritos por la polla que tenía en la boca.Mario siguió comiéndose el coño de su hermana, tragándose la corrida que había tenido, y sintiendo en su polla las mamadas y lametones de su hermana, que había escondido sus gritos con su polla. Fabi, se incorporó un poco, y Mario aprovechó para acercar su polla al manjar que tanto quería, que era el coño de su hermana. Lo puso cerca de su ingle, y Fabi, como hipnotizada por tanto alcohol y excitación, terminó el acercamiento, hasta acoplar la punta de la polla de su hermano en su entrada.

Mario se estuvo quieto, y vio como su hermana comenzaba a bajar despacio por su polla, intentando acoplarse y adaptar su coño a la gran tranca que tenía su hermano ("es más grande que la que tenía mi novio", pensaba para sus adentros). Fue bajando poco a poco, hasta que se la hundió entera. Entonces, Mario comenzó un mete saca lento, pausado, disfrutando del estrecho coño de su hermana ("que gozada" pensaba Mario).

Siguió follando a su hermana en esa postura por un rato, pero en un momento, le dijo que se cambiara. Ella sacó su polla de dentro del coño, y al momento, Mario se sentó en el sofá, cogió a Fabi de su mano y la volvió a sentar, esta vez de frente a él, para disfrutar totalmente del cuerpo de su hermana. La sentó y se la enterró lentamente, hasta que sus huevos hicieron tope en el culo de Fabi. Comenzaron el mete-saca, y Mario no pudo evitar comerse las tetas de su hermana, que con el bamboleo del movimiento comenzó a disfrutar más aún del polvo que estaba echando, fruto de la furia y el alcohol. Ella saltaba encima de la polla de su hermano, gritando y jadeando como una loca, y él, le chupaba, mordía y tocaba las tetas, y sobaba el clítoris a su hermana, aumentando a ritmo el fragor del polvo que estaban echando.

Fabi se paró y se levantó de la polla de su hermano, y se puso a cuatro patas en el sofá, y con la mirada de fiera cristalina en sus ojos, mandó con un movimiento de mano a su hermano para que la diera en esa posición. Mario, al momento ocupó el lugar que le había dicho su hermana, y esta vez, ya muy excitado, se la enterró de un solo golpe, que hizo gritar de placer y dolor a Fabi, que apenas podía aguantar las embestidas que le daba su hermano, que a su vez, cogió sus tetas y como si fueran las riendas de la follada, marcó el ritmo con sus movimientos de tetas hacia atrás, hasta que los huevos de él quedaban pegados al vello púbico de ella. Mario ya no controlaba el placer ni la follada que le estaba dando a su hermana, y cada embestida era un placer que hacía que se ahogara él mismo en sus jadeos, mayores que los de su hermana. La taladraba rápido cada vez, estaba ido de placer. Hasta que sintió un latigazo en sus huevos, y sacando la polla del coño de su hermana, soltó tres chorros de semen (y unas cuantas gotas después) en la espalda de Fabi, que restregó con una de sus manos, mientras con la otra masturbaba a su amante esporádica, hasta que conseguía volverla a hacer que se corriera, con un placer único para ambos.

Lo que sucedió ese día, no se volvió a repetir, pero como siempre, la confianza que ambos se tenían, aumentó más cada día.