Bond, James Bond... con problemas
Bond se ve atrapado por una mujer en los servicios de una fiesta donde será torturado sexualmente.
Bond, James Bond... en apuros
Hoy te he imaginado como chica Bond con el pelo recogido en un moño alto, un vestido rojo muy escotado y totalmente descubierto por detrás hasta llegar justo donde empieza tu culito (no llevas bragas, claro), mostrando tu espléndida espalda.
El vestido llega casi hasta el suelo pero tiene un corte tan alto que cuando caminas se ven unos zapatos de tacón impresionantes y unas medias que terminan a medio muslo que muestran tus magníficas piernas. Un collar de perlas rodea tu esbelto cuello. Indicándome que te siga con el dedo y guiñándome el ojo me invitas a que te acompañe a los servicios, en medio de una fiesta de alto copete muy aburrida.
Nos metemos en el baño, cerramos la puerta con llave y tenemos una pica con un mármol enorme, un espejo que cubre toda la pared. Mientras haces como que te arreglas el pelo yo (Bond) me acerco por detrás y empiezo a oler tu perfume sobre tus hombros, mirando hacia abajo y casi mareándome por lo que puedo ver a través del vestido. Evidentemente notas mi presencia detrás de ti no solo por lo que ves en el espejo, si no por un bulto que crece por momentos en mis pantalones del traje de etiqueta Después de haber imaginado esto, creo que la historia continuaría de esta manera:
"Bond siguió acariciándole los hombros, pegando su cuerpo al de ella y, en un momento de descuido, la chica sacó una pistola de su liguero y se dio la vuelta apuntando a Bond justo en su entrepierna.
Le hizo entrar en uno de los baños, cerro el pestillo y le obligó a sentarse. Le dijo que se desnudara mientras le apuntaba entre ceja y ceja. Cuando estuvo en pelotas sacó de su bolso unas esposas se las dio para que se atara el mismo a la tubería de la pared por encima de la cabeza, bien alto. Ella se quitó sus bragas y se las puso en la boca. Con un pañuelo le amordazó y se dispuso a dejarlo allí para volver a la fiesta con su objetivo cumplido pero al darse la vuelta y abrir el pestillo miró por encima de su hombro y vio a un morenazo completamente indefenso, con una erección imponente que estaba a su merced para uso y disfrute de sus fantasías. Aún tenía tiempo jugar con el famoso espía.
Se acercó a el, sus pechos estaban a escasos milímetros de su rostro. Se subió ligeramente el vestido y fue bajando hasta insertar su coñito con el miembro duro del Bond. Estaba tan mojada que apenas le costó esfuerzo penetrarse. Sin moverse ni un milímetro sintió como aquella polla le llenaba por completo. La cara del espía era un poema al no poder moverse y notar el calor en sus partes más sensibles. Ella le mostró el microchip que, al parecer, él estaba buscando y se lo guardó en el bolso. Girándole la cabeza a un lado le empezó a besar el lóbulo de la oreja y a lamerle lentamente, besándole posteriormente el cuello y besándole en las axilas, cosas que la ponía muy caliente. La falta de movimiento en si mismo era una tortura para Bond y un placer para ella que el simple palpitar del corazón en la punta del miembro la estimulaba lentamente pero sin pausa.
Tras un buen rato besándole por todas partes le miró fijamente a los ojos y con una media sonrisa se levantó lentamente. Bond saboreó como pudo esos instantes de roce a lo largo de su polla palpitante hasta que la punta abandonó el coño de la chica. Los dos miraron el miembro del espía y éste se movía rítmicamente a medida que el corazón bombeaba la sangre por su interior. Estaba brillante por los jugos de la mujer, púrpura por la acumulación del líquido rojo y enorme por la excitación.
La chica se dio media vuelta y le dio la espalda. Él intentaba llamar su atención con movimientos torpes y gemidos sordos, pero era totalmente obviado por ella. Sacó un espejo de su bolso y un pintalabios y empezó a retocarse. A través del cristal podía ver la cara de desesperación del hombre y su miembro que seguía erecto sin perder ni un gramo de consistencia. De nuevo ella se acercó a el de espaldas y, levantándose el vestido se sentó sobre la polla de Bond pero, esta vez, no se la introdujo en el coño sino que lo hizo en su culito. Él lo notó porque estaba más prieto pero no por eso menos lubricado. Era curioso pero nunca había encontrado un culo tan predispuesto a ser penetrado.
Suavemente fue descendiendo hasta que se sentó por completo. De nuevo la sensación de calor alrededor de su polla le volvió loco. Ella no se moví ni un milímetro por lo que era imposible sentir placer que le aliviara. La chica seguía observando la escena a través del espejo hasta que decidió terminar con el ritual y guardarlo de nuevo en el bolso. Se dejó caer hacia atrás apoyándose en el cuerpo de Bond, subiendo sus brazos que se unieron a los del chico para que éste sintiera al máximo el cuerpo de la mujer que le estaba torturando. Al mismo tiempo ligeros movimientos para acabar de encajarse mejor provocaban ligeras oleadas de placer a ambos, pero nunca llegaban a ser suficientes para llegar a ningún tipo de satisfacción definitiva.
La chica deslizó su mano derecha a su entrepierna, donde buscó su rajita bien húmeda y, en especial, su clítoris grande y brillante. Suavemente empezó a acariciarlo con la yema de su dedo medio, alternando los rozamientos con penetraciones de dos y tres dedos en su coñito. Los gemidos empezaron a sonar dentro del pequeño habitáculo. La puerta cerrada del baño principal le permitía no ser oída por nadie si gritaba. Al poco tiempo sus caricias en el monte del placer se complementaron con movimientos de su culo para notar en su interior la polla de Bond penetrándola ligeramente, lo justo para sentirla pero también para que él no llegara al orgasmo.
Los gemidos de la chica le volvían loco, con la otra mano se pasaba la mano por la cara, la cubría y luego se recogía el pelo a un costado. Apretando su espalda contra el chico casi le ahogaba con el pelo en su cara. Él sentía el aroma de su perfume mezclado con el sudor de la piel de la mujer que se lo estaba follando. Poco a poco notó como ella llegaba a su orgasmo, gritaba desesperadamente y se agarraba al muslo de Bond provocándole heridas con sus uñas.
Por unos instantes los dos se quedaron inmóviles, reaccionando a lo sucedido. Bond no se atrevía a moverse. Por unos segundos pensó que ella había perdido el conocimiento tras el orgasmo y vio una oportunidad para escapar, pero
Bueno chico, te comportaste manteniéndote duro todo el tiempo. Es una lástima que tenga que matarte, serías un amante genial. Si hubieras sabido llegar al orgasmo con lo poco que te he ofrecido quizá te habría dejado vivir, pero me decepcionaste.
Diciendo esto se levantó bruscamente y se dio la vuelta para mirarle la cara. De nuevo empuño la pistola y se la puso en la frente. Se miraron unos segundos y ella descendió el brazo para apuntar justo a la polla erecta del espía. Cargó el arma y se dispuso a disparar. Bond se concentró como nunca lo había hecho y centrando toda su sensibilidad en su pene y gracias al último roce que había sentido en su miembro pudo llegar a un orgasmo como pocos había tenido. El semen salió disparado sobre su pecho manchándole también la cara. Un par de embestidas más provocaron algunas gotas suplementarias que salieron de la punta que aún palpitaba como si nada hubiera pasado.
Ella bajo el arma. Le miraba sonriente, con las piernas abiertas y cayéndole ligeras gotitas por sus muslos del orgasmo que se había regalado. Su postura chulesca le daba aún un toque más atractivo. Bond sonrió también como pudo con la mordaza puesta. Aún tenía posibilidades de salvar la vida. Ella se la quitó y le dejó tragar saliva de nuevo.
Bien, encanto, te has salvado por un pelo. Realmente eres bueno. Te mereces seguir con vida. Con la humillación que sentirás cuando vengan a rescatarte tengo suficiente de momento. Volveremos a vernos.
Sin poder decir nada le dejó atado en el baño, sudoroso, impregnado con su propio semen pero feliz. Había encontrado a una mujer de su nivel. Esto no quedaría así, la buscaría y se vengaría con la misma elegancia de ella.
Le costó mucho explicar al director del Hotel lo que había pasado: un robo con toda regla. Le convenció de la situación y salió airoso del marrón. Más difícil era entender lo de su semen por todas partes, pero no hay nada que no pueda arreglar un Austin Martin nuevo que el director estaría encantado de conducir durante una buena temporada. "