Bombones Rellenos
Desconfía del chico que te prodiga dulces...
Bombones Rellenos
Y ahí estás: frente a mí, sonriendo; con esa sonrisa espléndida y sensual. Prodigas alegría y tu juventud se refugia en cada poro, en cada rincón. ¡Si supieras cuánto te deseo!
Sonríes al grupo de amigos, de compañeros de clase y muchos de ellos, al igual que yo, intuyo tendrán pensamientos parecidos al mío.
Te ofrecí caramelos, tus preferidos. Mientras le quitas la envoltura al bombón de chocolate, se agolpa la sangre bajo mi vientre; como si aflojaras mi cinturón y bajaras con lentitud apabullante la cremallera; como si rasgaras con las uñas mi ropa interior y dieras abrigo en tu boca a mi enjuto y deleznable sexo… y el calor allí adentro, tu saliva, tu lengua buscando con frenesí el líquido relleno en la golosina, el líquido relleno en mis entrañas. Trato de buscar el indefinible punto de corte de la realidad con la fantasía, pero esta obsesión constriñe mis ansias hacia ti.
Regreso a la realidad y sólo te veo ahí: reina de las bellas altaneras, de las que menosprecian y rechazan a su antojo, las ricas y poderosas. Y me veo a mí como el abyecto rechazado, como el desposeído material y sexual; aquel rey de la masturbación, el que llenó los bombones con su propio semen en el baño de la facultad.