Bombones

Juegos sexuales de órdenes y complacencias entre una mujer guapa y un tipo algo cobarde.

BOMBONES.

Estamos tumbados en la cama, fuera hace calor, es junio, se oyen niños bañándose en la piscina. Las sábanas, de color marfil, están frescas, me gusta sentirlas bajo mi piel desnuda. Son las seis de la tarde, ni siquiera hemos comido, nos hemos pasado el día entero entregados a la pasión. Hemos follado tres veces, ni sé cuántos orgasmos me han hecho jadear enloquecida, y él se ha corrido dentro de mí, en mi pelo, en mi boca y en mi cara.

Conozco a este hombre desde hace tres semanas, y pienso que son más de mil las veces que le he comido la polla

Se levanta y sale del dormitorio, observo sus movimientos al caminar, es engreído porque se sabe deseable, sus espaldas anchas incitan pensamientos perversos, su culo inexplorado me lleva a imaginar juegos hasta ahora prohibidos. Regresa, y me sonríe con su rostro pícaro, yo le envío un beso muy sonoro. Trae una cajita de bombones en la mano.

Chocolate… me encanta!

Abro la caja, hay cuadraditos oscuros, de chocolate amargo, mi preferido. Triángulos rellenos de nuez. Bolas grandes de chocolate blanco rellenas de licor. Diminutos rectángulos de capuchino, perlitas de almendra bañadas en chocolate con leche, trufas, bombones con champán

Ve cogiendo.- propone- Eliges uno, te lo comes, y cumples una de mis órdenes.

Genial. Sexo y chocolate, me encanta.

Y elijo. Empiezo por un cuadrado muy oscuro que promete delicias amargas de cacao y avellana. Entonces me desvela su capricho, quiere que le deje ordeñar mis tetas. Y eso me excita un montón, es un premio para mí, paladeo la crema exquisita mientras me coloco a cuatro patas sobre él, y deslizo mis pechos sobre su boca. Sus labios carnosos besan mis pezones, saca la lengua, traza con ella círculos a lo largo de mis tetas, las come durante un segundo, succiona como si mamara, y después aprieta, sus manos fuertes aprietan, como si fueran dos tenazas… tira, y tira, estruja mis senos y tira de ellos como si estuviera extrayendo leche de una vaca. Y yo, porque sé que le gusta, dejo de jadear, y empiezo a mugir. Y, en poco tiempo, pierdo por completo el control, y sólo puedo mugir, me olvido de cualquier cosa, y me comporto como un animal, lo que él quiere ver.

Noto cómo se empalma, y una corriente de escalofríos sube y baja por todo mi cuerpo. Tiemblo, de ganas, y él me besa y me invita a comer otro bombón.

Vale. Este.- señalo, y me decido por una pieza redonda, que huele a café. Y sabe a café, la introduzco despacio en la boca y se deshace dentro de mí, me obsequia con toda esa cafeína que tanto me gusta.

¿Te gusta?.- dice- Espero que te guste tanto como a mí me va a gustar penetrarte con una zanahoria.

Me río. Me hace gracia, lo cierto es que a este tipo le apasiona la comida. Ni hace un mes que nos tratamos y ya me ha metido un pepino, un par de calabacines, un plátano, un aguacate de esos sin hueso que era enano y se perdió dentro de mí, un polo de limón

Y abro las piernas, mis muslos están pringosos de tanto sexo, y disfruto de sus dedos mientras acaricia mis labios vaginales, los roza apenas, se entretiene con los pliegues de mi concha sedienta de placer, toca aquí y allí, y, sin previo aviso, introduce una zanahoria bastante gruesa en el interior de mi gruta húmeda y ávida. Mmmm, me excita, me excita más la sensación de que me esté haciendo eso que la zanahoria en sí, la verdad es que la zanahoria me resulta bastante sosa. Pero a él le encanta, y la mete y la saca, una vez y otra, muy rápido, ahora dentro y ahora fuera, perfora con ella mis pasadizos del deseo, y se le pone la verga muy dura al ver como mi coño es profanado por una vulgar zanahoria, gime, y le crece el pene, y yo lo disfruto todo encantada.

  • Otro bombón.

  • A ver…- me lo pienso, todos parecen buenísimos, y escojo una trufa blanca repleta de licor.

  • Uy, ese. Ese dice que lo que tienes que hacer es comerme los pies.

Sé que le entusiasma que me arrodille delante de él, le fascina la dominación, y lo hago, estoy desnuda, y mis rodillas puntiagudas reciben el tacto suave de la alfombra, y cojo su pie izquierdo y comienzo a acariciarlo entre mis tetas. El pie está frío, y lo muevo con fuerza entre ellas, y también lo estrujo con los dedos. No sé por qué razón extraña a él le vuelve completamente loco que me coma sus pies, casi tanto como que me coma su polla. Y no le hago aguardar más, meto el pie en la boca, contrasta su frialdad con el calor de mi saliva, lo chupo, separo sus deditos con mi lengua, lamo, y le ofrezco un regalo de lametones y besitos. Mientras, el licor baja ya por mi garganta, y su polla erecta me regala una visión asombrosa. Está a punto de correrse.

Entonces me ruega que me detenga, no quiere que se acabe tan pronto el juego, y yo me paro, y nos reímos, fuera el sol abrasa, tengo mucha hambre, pero no importa, no quiero dejar de experimentar más y más sensaciones placenteras, soy como una planta carnívora, voraz, necesito más y más sexo. Él me acaricia la melena, y se dispone a comerse un bombón.

No digo nada, voy a la cocina, sé que me mira, que se devora mis piernas con los ojos, que le agrada el vaivén de mis caderas, que le gusta verme caminar desnuda. Regreso, contenta, ya tengo lo que quería. Has comido un bombón, le digo, entonces soy yo la que ordena. Y quiero que te tumbes en la cama y que goces con este hielo que voy a meter poco a poco en tu culito.

No quiere. Se niega. Se levanta y dice que va a ducharse, que después salimos a comer algo. Tendría que enfadarme, pero estoy demasiado caliente, me río. Me quedo en la cama, tumbada, y exhausta, el cubito de hielo va a parar a mi coño, heladito… entra, y refresca mis ardores, y después me meto otro. Y, mientras me preparo para meter el tercero, otro pedacito de frescura en mis intimidades húmedas, imagino a ese hombre penetrado por mis dedos, y pienso nuevos juegos para conseguir conquistar sus terrenos vírgenes. Hasta el momento nunca me ha dejado invadir su culo, es cobarde

Y sigo comiendo bombones, él se ducha, fuera los niños chapotean en la piscina