Bombón-Capítulo 1

Nati está borracha en un bar de mala muerte luego de un largo día de trabajo. Allí la ve a ella, a Bombón, cubana, hermosa con piel de chocolate reluciente. En un viaje al baño cruzan camino, se ven directo a los ojos y hablan por primera vez, a Nati le espera una gran sorpresa.

Bombón

Natalia, una mujer de saco, pollera y zapatos de tacón aguja, se encontraba tirada en la barra de un bar medio borracha. Un lugar con el que no combinaba su estética elegante aunque sí con la depresiva, pues si bien muchos iban allí a divertirse no eran pocas las almas en pena que tapaban sus problemas con el alcohol, el tabaco, la compañía y la música fuerte. En el bar siempre sonaba música que Natalia detestaba, rock pesado y bien rollinga que a veces cambiaba a un buen tema de música nacional pero que aun así ella no solía escuchar, la música le importaba poco en realidad.

Recordaba muy claro la primera noche que llegó a ese bar de rockeros, al menos el principio, había preparado la mejor presentación de su vida una idea magnífica y revolucionaria que cambiaría todo lo que su empresa de publicidad había hecho hasta ahora desde su fundación. Estaba convencida de que el cliente (Una prestigiosa empresa de computación dirigida por quien algunos decían era uno de los hombres más inteligentes del mundo) compraría la idea y cerrarían el trato, llevando ella una jugosa comisión o quizás un gran ascenso. Sin embargo cuando llegó a la sala de conferencia se percató de que todos ya estaban ahí, raro porque faltaba casi media hora. Ahí estaba su jefe Pablo, hablando con énfasis mientras gesticulaba con las manos, conocía esa forma de hablar de él, la había visto y escuchado muchas veces. Al abrir la puerta escucho como decía con emoción el remate de SU idea. Los clientes se levantaron y aplaudieron, se acercaron a felicitarlo y palmear la espalda. Ella solo se quedo en el umbral paralizada como una idiota, estorbando cuando todos comenzaron a salir.

Lo enfrentó claro que si, quería gritarle pero el shock le había causado un nudo en la garganta. El anticipado sonrió con esa sonrisa seductora suya, explicándome calmadamente como le había revisado la computadora después de haberla dormida a base de sexo salvaje. Cambió discretamente la reunión un poco antes y para que ella no dijera nada guardo unas selfies sexys que ella le había enviado.

"Si decís algo yo te hago quedar como la puta de la oficina que quiere escalar con la concha, la que nunca se le ocurre una. Así es el negocio este beba, bah todos los negocios. Aprende de esta experiencia." Le dijo mientras ella guardaba silencio al borde de las lágrimas.

"¿Nos vemos a la noche?" Dijo y se retiró dándole una suave nalgada. Riendo.

Se fue inmediatamente, varias horas antes del fin del horario laboral y caminó sin rumbo hasta encontrar el primer bar que vio, no le importo nada del lugar más que el alcohol.

Ni recordaba cómo llegó a su casa, solo que le faltaba su saco y el celular. Cuando recordó dónde estuvo anoche pensó que le robaron, pero aun así debía de ir a preguntar, por suerte era un sábado.

No le tomó mucho tiempo regresar al bar, estaba bastante cerca del trabajo y posiblemente era el único bar rollinga de la zona. Al entrar algunos recuerdos regresaron confirmando que ese era el lugar correcto. Las sillas estaban sobre las mesas, el pool ordenado, todo mucho más limpio de lo que recordaba aunque con bastante olor a cigarrillo y cerveza. Lo más bizarro era el silencio.

Tras la barra un hombre de aspecto imponente con pelo largo y una bandana parecía dormitar cabeceando, no le resultaba familiar. Dudo molestarlo pero no había nadie más. El hombre dio un saltito cuando ella lo llamó muy suavemente, le contestó con una cara malhumorada y silencio. Entonces le preguntó por sus cosas.

“No, yo ayer no estuve, bueno no, si. Estaba pero de joda viste, yo vengo en las mañanas por si algún perdido quiere tomar algo o jugar un pool” Eso explicaba su cansancio.

“Banca…¡Bombón!” Gritó tan fuerte que Natalia se tuvo que tapar los oídos.

De la nada, de los baños salió ella. Bombón, una hermosa mujer de piel chocolate con unos increíbles rizos negros que aprecian flotar en el aire, los ojos verdes como esmeraldas, traía un vestido negro suelto hasta las rodillas que no dejaba ver bien su figura aunque con un escote bastante generoso que resaltaba unos pechos bastante mas grandes que los suyos. “Hermosa” pensó Natalia y se le hizo un nudo en la garganta.

“¿Que pasa por qué gritas tan temprano?” Susurro ella en un increíble acento cubano.

Ella veía como le explicaba a Bombón lo que paso pero no lo oía, sólo la veía a ella. Quien de inmediato le llevó una caja llena de cosas. Natalia buscó en silencio sin dirigirle una sola palabra ahora avergonzada le evitaba la mirada. Tomó su celular, el saco no estaba y se fue sin decir nada. “Pensaran que soy una maleducada” Pensó ella. En su casa se acostó a dormir, creyó que le costaría pero no. Eso sí, se fue a dormir pensando en Bombón.

El lunes siguiente tuvo que bancarse el ver a su jefe todo el día pavoneando sobre lo que había conseguido, seguramente tendría un mayor sueldo a fin de mes mientras ella seguía en el mismo lugar. Al final, a la hora de salir, decidió ir a hablar con él, a negociar. Pero él ya se estaba yendo, lo vio en el estacionamiento en el auto con Paula, su compañera, chapando. Llorando se encontró de nuevo entrando al bar. Y volvía cada día de la semana, se retiraba a las doce, dormía siete horas, iba a trabajar y repetía el proceso.

La música y los olores del bar eran sus compañeros, básicamente se había vuelto conocida y una cliente recurrente en cuestión de semanas. Le decían “La jefa” por su traje, le parecía que no podía ser más irónico. No hablaba con nadie más que con el barman, alguien bastante más agradable a la vista que su compañero de las mañanas aunque extraño a su forma, era delgado hasta el hueso y tenía una barba larga la cual temía que se metiera en su bebida. A veces venía alguno a intentar levantarse pero su cara de borracha malhumorada los ahuyentaba sin tener que decir una palabra, algunas ocasiones recordaba a Pablo y tenía que irse antes para que no la vieran llorar. Todas las noches estaba ella, la mesera Bombón.

Las reglas del bar eran nulas aparentemente y su uniforme consistía sólo de un delantal que usaba por arriba de lo que ella quisiera, siempre vestidos sueltos, largos y escotados, aunque a veces dejaba verse los muslos un poco. Los favoritos de Natalia eran los floreados preciosos, algo que ella jamás pensaría en usar pero a Bombón le quedaban increíbles, “Esa chica no va con este lugar”. Pensaba, era quizás algo racista ya que Bombón parecía ir mejor en algún lugar donde pasará música caribeña, claro que ella tampoco encajaba mucho ahí. Siempre la veía a distancia, jamás le hablo ni para disculparse por su conducta en el primer encuentro, le daba mucha vergüenza. Aunque una noche cruzaron miradas, ella sentía que el corazón se le iba a salir, especialmente cuando le sonrió, una sonrisa pura y cálida. Ella con mucho esfuerzo le devolvió la sonrisa y creyó que eso valía lo suficiente como disculpas.

Natalia era hetero, lo sabia, jamás le había gustado otra mujer, incluso intento experimentar y aunque fue una experiencia placentera al final del dia le gustaban los hombres. Y sin embargo ahí estaba Bombón, hermosa, viva, siempre de buen humor, su piel relucía con las luces del techo dándole una apariencia mística y cuando sus ojos reflejaban la luz parecía una diosa encarnada.

Era viernes por la noche, el bar explotaba, su cuerpo ya estaba acostumbrado al ambiente, apenas y le molestaba. Ese día Pablo y Paula anunciaron su compromiso al mismo tiempo que su acenso, ella renunciara y seria ama de casa, “puta de mierda, puto de mierda” Paula sabia que ella se lo cogía, quizás ella fue parte del plan para robarle la idea. “Que se mueran” Pensó y las lágrimas brotaron, en general ya estaría camino a su casa pero bebió demasiado, casi como la primera vez, se podría quedar dormida si no estuviera pensando tanto. No podía irse así, por lo que decidió ir al baño a refrescarse antes que nada.

Quizás el mejor rincón del bar era ese, el baño, pocas mujeres iban al bar por lo que no se usaba mucho, aun así Bombón se quedaba un poco más de lo debido para darle una pasada y mantenerlo limpio (seguro porque es una de las pocas que lo usaban), si cobraba más por eso no lo sabía pero lo limpiaba como si lo hicieran. Natalia se miro al espejo luego de lavarse la cara, hace meses hubiera estado llena de maquillaje corrido pero ya no se maquillaba, iba más natural al trabajo. Cosa que le causa varias críticas por la espalda y algunas de frente. La verdad ya le daba igual. Sin embargo, continuar pensando en el trabajo le hizo volver a llorar.

La puerta se abrió de golpe, era Bombón, las dos se quedaron quietas unos segundo mirándose directamente. Natalia se secó las lágrimas y se volteó para estar completamente de frente a Bombón.

“¿Estás bien nena?” preguntó con aparente y genuina preocupación.

Natalia abrió la boca pero no salió ningún ruido, sin su delantal se podían apreciar mejor sus pechos, esa noche el vestido algo más apretado resaltaba su figura, sus curvas. Bombón se acercó más, lentamente pero firme, seductora, como un depredador buscando su presa.

“Mirándote a vos no puedo estar mal” Dijo finalmente.

Bombón  sonrió, era una sonrisa que Natalia creyó no haber visto nunca en su vida. Sin pensarlo, su mano se movió por sí sola a la cálida mejilla, temía ser rechazada pero no pasó. El contacto con su piel le provocó éxtasis, tan suave que su mano parecía inmunda a su lado, no correspondía.  Bombón se acercó un poco más casi tocando las narices y Natalia se lanzó a su boca. Un beso suave, tímido, los labios húmedos eran un caramelo para ella. Bombón la tomó de las caderas apretándola más hacia ella, sus cuerpos se tocaron y el beso se volvió más intenso. Natalia sentía como se mojaba su vagina mientras sus lenguas jugueteaban en una conexión apasionada. Las manos de ambas se movían por las espaldas de la otra acariciándose, calentando más y más. Natalia tenía una catarata entre las piernas literalmente sintiendo las gotas deslizarse por sus muslos calientes.

Las dos se movían como un solo ser, pensando en lo mismo se dirigieron a uno de los cubículos sin separar sus bocas que continuaban besando. Cerraron con traba y cuando estuvieron separadas del resto por esos cuatro paneles de madera se separaron y miraron.

“Nunca me había pasado esto” Susurro Natalia.

“Esta bien linda, tranquila, podemos ir despacio” Respondió confortante. Natalia creyó que esa mujer era única y perfecta, es verdad que tenía miedo, el corazón le iba a mil. Quizás lo mejor hubiera sido haber esperado, irse a tomar algo juntas, hablar, ni siquiera sabía si Bombón era su verdadero nombre, ella seguramente no sabía el suyo. Pero lo que le pasaba a Natalia era en verdad nuevo y muy, muy fuerte. Se mordió el labio y le acarició el muslo con la yema de sus dedos.

Bombón gimió cuando su dedo se acercaba más hacia su parte intima, a Natalia le calentó haber producido ese sonido. No dejo de mirarla, su expresión cambió y si bien la notaba excitada también noto miedo en sus ojos. Quizás ella era quien quería parar, se lo pensó pero decidió que si Bombón no la detenía ella no lo haría.

Llegó hasta unas calzas cortas bajo su vestido, Bombón parecía muy preocupada, “Que hermosa” pensó y luego lo dijo susurrando, seductora. Cuando al fin llegó a la entrepierna sintió algo extraño que la hizo retroceder, había algo que no debía de estar ahí. Bombón parecía rendida y triste. Natalia se sentó en el inodoro, estaban tan alejadas de ellas misma como permitía el cubículo. “No, es imposible” pensó. Bombón la miraba desde arriba preocupada, en silencio. Decidida Natalia llevó sus manos a la ancha cadera hasta el límite de la prenda íntima, la bajó con delicadeza pero no impidió que un gran miembro erecto saltara y rebotara frente a ella por debajo del vestido que ahora tenía un bulto, una carpa como dicen.

Natalia levantó el vestido aun esperando que Bombón la detuviera (se mantenía en silencio y aun nerviosa), tenía unas piernas hermosas, depiladas y algo más pálidas que el resto de su piel que se expone al sol. Su pubis también estaba depilado al ras sin un solo pelo a la vista, pero entre una cosa y la otra no había una concha sino un gran pene con dos bolas colgando abajo.

Natalia se llevó las manos a la boca, sorprendida, dejando al pene expuesto con el vestido sobre él y Bombón esperando alguna clase de respuesta, muy asustada. Finalmente después de unos segundos Natalia dejó escapar una risita. “Estoy re borracha” Pensó. “Estoy totalmente borracha durmiendo en la barra. Nunca había tenido un sueño tan lúcido” se rió internamente.

“Que hermosa” Ya diciendo lo que pensaban. “Nunca había visto una así” Dijo tomándola con una mano, acariciándola. Bombón suspiro, casi aliviada pero confundida. “Tenes una verga hermosa” y le beso la punta del capuchón.

Por eso nunca le habían gustado las mujeres, en el fondo a ella le encantaban las vergas. Y ahora tenía la oportunidad, en un sueño, de tener una mujer hermosa con una señora verga, que ni se podía comparar con la de su Jefe. Había muchas vergas en el mundo ¿Por qué llorar por una? Ya que estaba soñando mejor soñar en grande.

“¿Te la puedo chupar?” Pidió acariciando una pierna y sus bolas con la mano libre.

Bombón sonrió nerviosa y al final sacudió la cabeza de forma afirmativa, muy emocionada.

Natalia empezó, acercó su boca a la gran verga caribeña frente a ella y la besó suavemente. Luego la levantó y procedió a pasarle la lengua desde la base, casi en los huevos, hasta la punta repetidas veces. Bombón gemía y se tenía de los paneles del cubículo como si se fuera a caer. Natalia entonces le chupo la cabeza pero sin sacar el capuchón, en cambio usó su lengua de forma juguetona en la puntita y la insertó por debajo de la piel lamiendo el glande de forma circular. Bombón tuvo que llevarse una mano a la boca.

Por fin Natalia empujó el capuchón hacia atrás con labios y lengua, y se propuso a chupar más allá, hasta la mitad del tronco. Continuo chupando cada vez más fuerte.

“¡Ahí, ahí, si nena si!” gemía la mujer de verga enorme.

“Nati decime” le pidió con una voz que denotaba calentura.

“Si Nati, si hermosa, si bebe” Dijo agarrándole la cabeza suavemente mirándola a los ojos cuando se detuvo a hablar. Natalia no aguantó más y se bajó la bombacha empapada. Se preparó para tocarse en lo que tomaba la verga con la otra mano y continuaba chupando fuertemente.

Bombón por su parte se aflojo la tiras del vestido dejándolo caer hasta el suelo quedando completamente desnuda salvo por las sandalias. Natalia la miraba hacia arriba mientras continuaba chupando la verga ayudándola a bajar la ropa solo parando un segundo. Al continuar contempló su vientre con un lindo ombligo muy sexi, sus enormes pechos ahora liberados temblaban sensualmente con cada chupada, incluso sus siempre desnudos hombros la calentaban. Soltó la verga y acaricio su teta derecha, acaricio, la apretó y tiró del pezón oscuro su sola mano no alcanzaba a abarcar tanto. Bombón gemía cada vez más fuerte, ya no se resistía, Natalia se calentaba al verla, al tocarla, incluso el sabor de la baba de su pene la calentaba, era exquisito. Toda esa calentura la aplicó en su clítoris resbaloso por tanto flujo, estaba por acabar.

“Me vengo” Dijo entre chupadas.

“Nati, yo también yo también”

“Venite conmigo hermosa, acabame toda”.

“Ay, ay, AY, AHI, ME VENGO AAAAAAAH”

Bombón gritó al tiempo que acababa, sus manos pequeñas y suaves empujaron con fuerza su cabeza hasta donde la garganta de Nati le permitió. Ella estaba tan caliente que al sentir la guasca caliente y espesa de la verga de Bombón en su boca sintió una explosión en el útero tremenda que le dejó temblando las piernas y empapando la tapa del inodoro. Cuando por fin Bombón la liberó ambas se desplomaron en sus respectivos lugares gozando del placer. Natalia procesaba lo que acababa de pasar. El sueño húmedo más real de su vida, aprovecho y jugó un poco con el semen antes de tragarlo. Bombón la miraba y ella le mostró el interior de su boca sacando la lengua, completamente vacío, el pene reaccionó como ella quería y volvió a ponerse erecto, su concha también respondió a aquella estimulación pidiendo más.

Natalia se levantó y se bajó la falda levantó un pie sobre el inodoro y le mostró su concha rosada bien abierta por sus dedos.

“¿Te gusta?” Gimió. Bombón asintió y se abalanzó sobre ella, le quitó el saco y abrió la camisa rompiendo varios botones. Natalia se sacó el corpiño quedando en igualdad de condiciones, un pensamiento negativo sobre su cuerpo comparado con el de ella se le cruzó pero Bombón lo despejó besándola intensamente antes de bajar a chuparle las tetas pequeñas, descendió aún más para chuparle la vagina. Siguió lamiendo durante varios segundos, casi un minuto hasta que Natalia no pudo más de calentura.

Se volteó, apoyó las manos sobre los azulejos, sacó el culo y abrió bien las piernas.

“COGEME, METEME TU VERGA HERMOSA, COJEME POR FAVOR BOMBÓN”

Ella igual de caliente la abrazo por detrás penetrando enseguida. Ambas soltaron un fuerte gemido. Bombón continuó metiendo y sacando su pene tan lubricado que se resbalaba estirando las paredes vaginales, rozando el punto g cuando la tomó bien de las caderas y se las levantó levemente. Natalia usó una mano para frotar el clítoris hirviendo. Bombón le pellizcaba un pezón. Recién había acabado pero la excitación era máxima, sentía que venía de nuevo.

“No, puedo” gemía. “Me vengo de nuevo, AY es muy fuerte, me vengo en tu verga”.

“Me vengo también reina, Nati, me vengo”.

“No la saques, no te atrevas, acabame adentro, quiero tu leche caliente”

“¡ME VENGOOOO!”

“AAAAAAAH” jamás un orgasmo la había hecho gritar así. Sentía en su vientre el poder fogoso de haberse venido sobre la verga caliente de Bombón, además de la tibia leche que fluía dentro.

Al separarse Nati sintió la verga dejando su cuerpo producir un último temblor. Solo alcanzó a sentarse en el inodoro antes de quedarse dormida de placer.

Natalia despertó sin abrir los ojos, sentía un sabor extraño en la boca, la cabeza se le partía y estaba algo mareada. Al abrirlos la luz le molesto, se refregó fuertemente hasta estar mejor y se le ajustará la vista. Mareada comenzó a recordar lo que había pasado, el sueño que había tenido, se toco la concha y sintió un cosquilleo que la hizo sonreír. Su sonrisa desapareció al sentir algo espeso salir de su orificio.

Se dio cuenta que estaba desnuda con su ropa cubriendo el cuerpo, estaba transpirada y el lugar entero olía a sexo. Había una nota pegada en la puerta del cubículo donde estaba.

“Nati intente despertarte pero estabas como tronco me llamaron para trabajar, te tape y limpie lo mejor que pude. Además puse el baño de mujeres fuera de servicio para que nadie te moleste. Te voy a estar esperando para que hablemos.

Bombón  ♥”.