Boicot a su despedida
Mi amiga se iba a casar y en la fiesta de despedida...
La semana pasada coincidí con una amiga que hacía años que no veía y me dio una noticia que me dejó medio atontada.
- ¿Te acuerdas del ligue que tenía cuando íbamos al instituto? Pues la semana que viene me caso con él.
¡Qué flash, chica! Me alegro un montón y... espero que te valla bien.
¿Cuándo te casas?
- Dentro de 10 días. Para el banquete ya está todo cerrado, pero si quieres venir a la despedida de soltera... es el viernes. Si quieres te esperamos.
Me explicó donde habían quedado todas, para dirigirse al local, donde según me había dicho "la iba a armar gorda".
Quedaban 3 días y yo iba haciendo mis preparativos: el peinado, la vestimenta, los complementos y toda esa parafernalia que, mucho o poco, hace elegante a cualquier mujer.
Llegó el día en cuestión y todo aquello que en mi se mente había maquinado, ahora lo pondría en práctica: una duchita, para estar fresquita; peinado con rizos, que me favorece y me suelta el pelo un montón; vestido ajustado; un par de toques en la cara y el bolso pusieron el punto y final a mi preparación. Cogí las llaves y salí de casa para dirigirme al garito donde habían quedado.
Cuando llegué, mi amiga ya estaba esperando, y lo primero que me dijo es que iba discreta pero elegante y provocativa; yo le dije lo mismo a ella. Estuve titubeando un rato, intentando saber que fiesta nos tendría preparada, pero la tía debió de leer bien mis intenciones y sólo decía: "la voy a armar, ...eso te lo digo yo".
Llegaron el resto de invitadas y después de estar un rato charlando, nos dirigimos al "misterioso" lugar. Llegamos a un bar con mucha gente, mayoritariamente había mujeres; pedimos en la consumición en la barra, donde los camareros estaban vestidos con trapitos que tapaban... sus tesoros. Nos sirvieron y nos dirigimos a una especie de sala incomunicada con el resto de bar.
Aquella habitación tenía dos amplios sofás, una mesa de cristal y al fondo, enfrente de los sofás había un gran cristal que ocupaba toda la pared a lo largo, por dentro se notaba como si tuviera algo para que no dejara ver lo que había del otro lado. Nosotras nos aposentamos, nos acomodamos en los sofás y continuamos con la charla, que anteriormente habíamos empezado. Mi amiga, la anfitriona, cada vez estaba más nerviosa.
De pronto, las cortinas que estaban del otro lado del cristal se comenzaron a separar, pero no podíamos ver nada ya que estaba muy oscuro; poco a poco se fue encendiendo una suave luz del otro lado del cristal mientras la nuestra, la de la habitación, se iba apagando también poco a poco.
Mirando al cristal, pudimos apreciar el cuerpo esbelto, cuadrado y bien dotado de un macho, ¡uf...! y muy muy bien dotado. El caso es que al ver aquello, nos quedamos como tontas mirando al cristal con la boca abierta y la babeando, jajaja, teníais que habernos visto. Nos pusimos muy nerviosas, pero no nos perdíamos ningún detalle de lo que allí pudiese ocurrir.
El tío comenzó a moverse, a bailar al ritmillo de una música que se escuchaba de fondo: sus movimientos eran insinuantes y provocadores, con la palma de sus manos recorría aquel cuerpo de semental que nos había hipnotizado a todas.
Al ver esto, mi amiga se levantó y se dirigió a la puerta que comunicaba con el cuarto de detrás del cristal. Cuando el tío la vio, se acercó a ella: le pasó un dedo por los labios, el mentón y el cuello, hasta llegar a su canalillo prieto por el body que llevaba puesto. Mi amiga le miraba con ojos de pasión y deseo desenfrenado. Le pasó las manos por sus brazos curtidos..., hasta que llegó a sus manos; las cuales entrelazó con las suyas, le acercó a la pared y le levantó las manos por encima de la cabeza. Yo pensé: "que bala de tía", y seguí observando. Empezó besando su boca, metiendo toda su lengua en su boca; siguió comiéndole la oreja, mientras su espabilada mano viajaba rumbo a aquel gran tesoro excitado por la situación. Él, separó las manos de la pared, las dirigió a su escote y desabrochó su body. Lentamente se lo quitó y lo dejó caer; con sus grandes manos le tocaba los pechos y le mordía sus pezones erectos.
- ¡Deja paso a las demás, que te vas a casar!- gritábamos como locas.
Giró la cabeza, nos miró y dijo:
- Hoy es mi día, ya llegará el vuestro.
Y con una maliciosa mirada, siguió manoseando a aquel tío, el cual comenzó a desnudarla lentamente, y mientras ella se moría de gusto, él recorría con su lengua desde el ombligo hasta su zona genital. La sentó en una silla que allí había, le separó la piernas y comenzó a succionar los jugos de aquel empapado chochito. Ella, con los ojos en blanco, recorría su espalda con la yema de sus dedos; se ponía loca, movía la cabeza hacia un lado y hacia el otro, gritaba y le tiraba de los pelos, hasta que... él la cogió por la cintura y la levantó, se sentó en la silla y sentó a ella ahorcajadas encima de él. Mi amiga comenzó con leves grititos; empezó a mover su cintura y aquellos gritos se convirtieron en gemidos de placer, que aumentaban a la vez que ella incrementaba la velocidad de sus movimientos. Él, debajo de ella, la agarraba por la cintura para dirigir aquellos rítmicos movimientos. Llegó con sus manos hasta sus pechos y ambos comenzaron a gemir fuertemente, aumentaron la velocidad facilitando la profundidad; en cuestión de momentos, el cristal se empañó y a los pocos minutos ella salió de allí para beber un poco, refrescarse e irnos. Pero yo no podía permitir aquello, es decir, después de ver aquel espectáculo...
Según salió ella por la puerta, me levanté del suelo e inmediatamente, pero disimulando me preparé para entrar en aquella habitación. Cuando conseguí entrar...; educadamente saludé al macizorro, que estaba sentado en la silla, cerré la puerta, para que nadie nos molestara y a corrí las cortinas, para que no nos viesen.
Me acerqué al tío, le hice levantarse de su asiento, acerqué mi boca a su oreja y antes de comenzar a jugar... le susurre muy muy bajito:
- Ahora me toca a mi, vamos a continuar con la fiesta que todavía queda noche.
Acabado de decir esto, comencé a comerle la oreja; él estiró las manos, las llevó hasta mi espalda y empezó a bajar la cremallera de mi largo vestido, me bajó los tirantes y mi vestido cayó al suelo. Comenzamos a besarnos lentamente, disfrutando de aquella casual pasión; nuestras manos recorrían el cuerpo desnudo del otro; los besos se hacían más profundos, más rápidos, nuestras manos entraban en zonas calientes que, aunque lleváramos poco rato juntos fue el suficiente para subir nuestra temperatura, pedían que alguien las saciara y las hiciera estallar de placer. Bruscamente, me giró y me arrimó a la pared.
- ¡Venga! como si esto fuera un atraco: manos en la pared y piernas separadas, que te voy a cachear... nena.
¿Sabéis dónde me llegó aquel "nena"? Me llegó al alma.
Hice lo que me había mandado: contra la pared y piernas separadas, recorría mi espalda con sus manos, repasaba con su lengua cada milímetro de ella ¡uf...! cómo me gustaba aquello que me hacía; cuando llegó a la cintura, cacheó mis piernas, de abajo a arriba y detuvo sus manos en mi caliente sexo y comenzó a acariciarlo, para excitarlo y que le ofreciese sus sabrosos fluidos; se agachó y le dio un leve y rápido repaso son su lengua; se volvió a levantar, me cogió de la cintura y me dijo "toda tuya". En ese momento noté como entraba en mi, su buen trozo de carne y comenzó a bombear; ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! me estaba volviendo loca, me mordía los labios, los repasaba con mi lengua, pero lo que más me fastidiaba era el no poder darle placer mientras él me estaba dando de un placer inmenso. Alargué una de mis manos, para alcanzar y acariciarle los testículos; los agarré con mis manos y me puse a acariciarlos a jugar con ellos, él gemía y suspiraba. Delicadísimamente saqué su polla de mi coño, y besándole, me acerqué a la silla: puse un pie en la silla mientras seguíamos pegados; bajó su boca hasta mis pezones para chuparlos y morderlos mientras yo recorría su espalda con mis dedos, casi arañándole. Se levanta, me la mete y comienza a bombear de nuevo. ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! le agarraba la cabeza para buscar sus labios, cuando los encontré le besé intensa y rápidamente... como si quisiera de comérmelo ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! seguía follándome cada vez con más ganas, más rápido y más profundo todavía; en ese momento, llevé mis manos hasta su culo: le apreté las nalgas, y comencé a empujar a su ritmo ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! en ese momento, los dos llegábamos a la cumbre del placer, nuestros fluidos se mezclaron en nuestros sudorosos cuerpos. Estuvimos un rato juntos, hasta que nos tranquilizábamos después de tanta acción.
Nos besamos, nos vestimos, muy educadamente me acompañó hasta la salida y nos despedimos con otro beso.
Mi amiga estaba esperado..., me preguntó por que tardé tanto en salir si hacía 30 minutos que el resto había salido y no se me ocurrió decirle otra cosa mas que me parecía que lo conocía.