Bloguera
La investigación para un artículo sobre el tema de la prostitución y la colaboración de una buena amiga me da para ratos de placer y material para mi trabajo.
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Nunca había conocido a ninguna prostituta, por lo menos ninguna que me hubiera dicho a lo que se dedicaba. Pero yo tenía curiosidad sobre el tema.
Aparte de la cuestión económica, evidentemente esa sería la razón principal. De las que lo hacen obligadas, que llevaría a una chica a aceptar tener sexo por dinero, que actitud tendría una mujer así.
Hasta que un reencuentro con una vieja amiga del instituto me dio más datos. Hacía años que no nos veíamos. Tras terminar la educación obligatoria le había perdido la pista a Marian. Nos cruzamos por la calle.
De inmediato la reconocí aunque había cambiado y mucho. Ya no era para nada la chica apocada de vaqueros y sudaderas. Ahora su vestuario se había reducido y mucho. Apenas cubría su cuerpo con una minifalda y un top. Buena parte de su piel quedaba al descubierto luciendo algunos tatuajes.
- Marian ¿eres tú? ¿que es de tu vida?. ¡Increíble! ¡Estás fantástica!
- Pues a tí no te veo nada mal.
Me dijo mientras recorría con sus bellos ojos mis muslos enfundados en unos leggins que hubieran podido pasar por pintura corporal. El top deportivo sujetaba mis pechos marcando su forma. Venía de correr y hacer algo de ejercicio.
- ¿Vamos a tomar algo y nos ponemos al día?
Tomando un café tras las típicas actualizaciones y recuerdos me confesó a que se dedicaba.
Pues sí, soy puta. ¿Sabes que vendí mi virgo? No es que fuera inocente a esas alturas. Ya llevaba a cuestas muchas mamadas, sabía complacer a un hombre.
¿En serio? ¿Alguien paga por el himen todavía?. Parece cosa del pasado o de países del tercer mundo.
Pervertidos hay en todas partes, nena. Yo me aproveché de ello. Y sigue siendo mi negocio a estas alturas.
-Y ¿Como pasaste de eso a ganar dinero con tu cuerpo?
No te engañes nena. Todas vendemos nuestro cuerpo por dinero. O tú con tus blogs, Instagrams y demás ¿no te alquilas?.
Supongo que es una forma de verlo. Pero yo creía que estaba haciendo periodismo.
Le dije con una carcajada. Yo ya había pensado en su negocio, era simplemente un hecho mas de la vida. De la vida de algunas mujeres.
- Si pero ¿qué pasó?.
Poco a poco conseguí sonsacarle su historia.
Lo del virgo fue cosa de una amiga de mi madre que se dedica a esto. Al verme en aquella roca de friki supuso que no me había estrenado. Y acertó relativamente.
¡Pues menuda amiga! Seguro que también se llevó tajada.
Este negocio es así. Así que por supuesto que tuvo su porcentaje. Pero todo eso me abrió las puertas a un mundo más amplio. Y como no me gustaba estudiar, ni dar un paso al agua y no estaba mal del todo... pues adelante y que pasará lo que tuviera que pasar.
Puedo dar fe de que no estabas nada mal. Más de una estaba deseando darte un muerdo cada vez que te veía en la piscina. Y no se lo callaban.
Eso hubiera subido mi autoestima entonces, si me hubiera enterado. Pero me gustan mucho las pollas como para pasar de ahí con ellas.
Aunque algunos novios o amigos si me habían confiado haber recurrido a servicios de prostitutas o strepers en un momento de debilidad, en alguna fiesta o alguna despedida de soltero. Nunca había pensado en ello.
Pero desde que esa amiga, Marian, me había contado todo eso me entró más curiosidad por el tema. No podía quitármelo de la cabeza. Revisé algunas paginas de contactos, relatos y algo de información en documentales o internet.
Incluso encontré las páginas de Marian y sus posados sexis en lencería donde se anunciaba. Y quería saber más, volví a quedar con mi amiga y la interrogué con lo que yo creí era discreción o puede que no.
- Me gustaría saber más de tu trabajo.
Desde luego que no lo conseguí, Marian no es nada tonta y me descubrió enseguida. Supo que me estaba dando morbo, además de un posible artículo. Al poco rato supo que no era sólo por escribir algo sobre el tema en mi blog.
Así que me propuso hacer un tour por uno de los clubs en los que ejercía y presentarme algunas de sus compañeras. También ejercía en esos locales. Eso era mejor que solo relatarme alguna de sus aventuras de los contactos de Internet. Con suerte podría entrevistar a alguna de ellas.
Yo iba excitada aunque me pidió que no fuera demasiado sexi por si nos encontrábamos con algún cliente tempranero. No dar pie a confusiones. Las dos con simples vaqueros y camisetas. Entramos por la puerta de atrás de lo que en tiempos había sido un hostal y hoy un afamado puticlub.
Tenía suerte y nunca había trabajado en un sitio en el que las mafias de tráfico de blancas hubieran metido mano. Si que se había tropezado con algún chulo mal encarado pero Marian había conseguido apañarse y no depender de alguien así.
En el bar ya había tres de sus colegas charlando con el guapo camarero. Todas con las vestimentas mas escasas posibles sin estar completamente desnudas. Hizo las presentaciones.
Advirtiéndome sobre el camarero sobón y sobre una de ellas a la que su exuberante par de tetas quería escapar de un mínimo sujetador, mi amiga fue a cambiarse. Charlábamos amigablemente y me hicieron algunas bromas. Riéndose a costa de mi ingenuidad.
El camarero apostado tras la barra y preparando cosas y botellas para la noche que le esperaba. Él no podía alcanzarme desde detrás de la barra. Pero la de los pechos grandes no dejaba de apoyarlos en mi brazo y agarrarme con ternura. Arrimaba su cadera solo cubierta con un minishort de lycra a la mía.
Sus avances no me molestaban, mas de una vez había jugueteado con algún bonito ejemplar de mi mismo sexo. Aunque no estaba allí por eso sino para conocer los entresijos de su negocio lo que de verdad sentían ellas y quisieran contarme. Así que mientras la dejaba insinuarse le sonsacaba algunos de sus sentimientos y anécdotas.
Cuando volvió mi amiga venia arrebatadora. Únicamente ataviada con unos altísimos tacones, un tanga de encaje y sobre ello, una negligee, un cortísimo camisón de gasa con tirantes que trasparentaba sus pechos duros y pezones puntiagudos. Hasta mi nueva amiga de las tetas gordas se quedó sin habla unos segundos admirándola.
Se unió a nosotras mientras nos entreteníamos con unos refrescos esperando a los primeros clientes. El primero que entró por la puerta fue un cuarentón gordo y no muy atractivo. Le entró a una de las chicas pero él se había fijado en la lesbi del sujetador escaso.
Que fue a atenderle con un suspiro de resignación dejando mi costado. Por lo que pude advertir, a base de dejarse meter mano en las ubres le fue sacando al colega un buen numero de consumiciones. Eso sin tener que subir a la habitación.
Algunas chicas más se unieron a nosotras con atuendos muy provocativos. Que me fueron presentadas por mi amiga o por el atento camarero que les contaban lo que yo pintaba allí. Luego se desplegaban por el local. Según entraban los clientes la compañía variaba pero nunca me dejaron sola. Protegiéndome si alguno de ellos hacía un avance en nuestra dirección.
Me contaron anécdotas y más de una historia de terror sobre lo acontecido en sus carreras. Yo todo lo absorbía y todo lo observaba. Intentado memorizar y apuntar cada detalle para mi blog pues me habría parecido descortés intentar grabarlo o hacer fotos.
Mi amiga había subido con un cliente a la habitación, un chico guapo y relativamente joven. Que seguro lo iba a disfrutar pues Marian le haría cosas que ninguna otra mujer le habría hecho nunca. Mi experimentada amiga le abriría a ese jovencito todo un nuevo mundo de placeres.
Yo charlaba amigablemente con una dulce morenita de melena lisa y cuerpo pequeño. Pero muy bien formado apenas cubierto por lencería llena de encajes y trasparencias. Una ricura que me contaba sin pelos en la lengua que su especialidad era el sexo anal. Imaginarme a esa miniatura ensartada por el culo hizo que mojara las bragas aún mas de lo que ya estaban.
Justo en ese momento llegó la guinda del pastel. Desde los vestuarios apareció la última de las chicas una autentica amazona rubia que a primera vista me sacaría diez o quince centímetros y yo no soy baja. Su melena de león rodeaba una preciosa cara y una adorable sonrisa.
Su cuerpo bronceado y poderoso pero muy bien proporcionado solo cubría lo justo con lycra, un mini short vaquero muy recortado en la cadera y un sujetador bandeau que cubría lo que me parecieron unas tetas operadas y erguidas cuyos pezones marcados parecía que me apuntaban directamente.
No pude más que fijarme en su poderoso culo cuando otra de ellas la interceptó alejándola de mi hacia un par de lo que parecían adinerados clientes. Aún con la boca abierta solo pude arrancarle a las chicas con que estaba su nombre: Tatiana y una enigmática sonrisa. Mi mirada se perdía con frecuencia por la sala en su busca, su presencia me atraía.
Cuando estaba a punto de rendirme y dar por finalizada la noche los dos fulanos con los que estabanse fueron haciendo curvas en busca de un taxi. La otra chica acercó a Tatiana al final de la barra donde yo estaba a punto despedirme de mi amiga que en ese momento bajaba de las habitaciones.
- Esta es Tatiana, me pareció antes que te gustaría conocerla. Lleva poco tiempo ejerciendo en este local. Pero tiene mucho éxito con hombres y con mujeres también.
Evidentemente me quedé. Nos saludamos con un par de besos dándome cuenta de que el nombre eslavo solo era un Nick de guerra. Pues hablaba el castellano con el mismo acento que yo. Su voz tenía un tono grave y sensual que acentuaba su misterio. De inmediato su personalidad y simpatía me atrajeron como antes lo había hecho su físico.
Fue ella la que se ofreció a enseñarme las habitaciones y presentarme a las señoras de la limpieza que se encargaban de dejarlas presentables entre los servicios.
- Si quieres subimos y te enseño el resto del hotel, hay habitaciones e incluso un pequeño spa. No sé cómo Marian no te ha subido arriba.
Había notado la fuerza de sus bíceps al apoyarme en ella. Los abdominales estaban bien marcados sin una pizca de grasa que las cubriese. Su vientre parecía una tabla de lavar.
Cuando iba a entrar a la habitación para curiosearla apoyó una mano en el dintel para cortarme el paso. Al girarme hacia ella para pedirle explicaciones bajó la cabeza acercándola a mí y depositó un suave beso en mis labios. Cerró la presa con el otro brazo y atrajo mi cuerpo contra su amplio pecho.
Abrí la boca, busqué su lengua con la mía. Deseaba ese beso desde que la vi entrar contoneándose en el bar. Cerré mis brazos alrededor de su cintura y me agarré a su culo como si no quisiera perderlo. Amasé sus nalgas durísimas. Se notaba el ejercicio en cada musculo.
Ella echó la mano a mi muslo subiéndolo, doblé la rodilla rodeando su pierna desnuda, nuestros cuerpos pegadísimos. Me arrastró hasta la cama cerrando la puerta de un golpe con el culo. Me arrojó sobre el colchón y sacándose el top de un tirón, se echó sobre mí. Volviendo a besarme lasciva con mucha lengua y saliva.
Con maestría abrió mis vaqueros y me libró de ellos en cuanto levanté un poco el culo de la colcha que no nos habíamos molestado en retirar. Mi tanga empapado solo esperaba que me lo arrancara. En cambio sus manos se deslizaron bajo la camiseta buscando mis pechos.
Yo ya hacía rato que le amasaba las tetas operadas. Deseaba terminar de desnudarla, pero ella llevaba la voz cantante y terminé solo con la braguita antes de que ella se librara de su pantaloncito.
Comenzó a lamer toda mi piel. Notaba sus labios en mis lolas. Pero a la vez como si tuviera cuatro manos sentía sus caricias en los muslos o el vientre. Lamió mis axilas sin importarle que debían tener ya cierto sudor desde mi ducha mañanera. Hasta que hizo a un lado el tanga y clavó dos dedos en mi vulva.
Con lo encharcada que estaba no hizo falta ninguna caricia más para que entraran con facilidad. Lo que me hizo exhalar todo el aire de mis pulmones en un suspiro de gusto. A la vez que el pulgar apoyado en el clítoris completaba el placer que me daba sin dejar de follarme con la mano.
Bajó lamiendo hasta el ombligo y luego a lamer los jugos que extraía con los dedos de mi coñito. Yo no conseguía alcanzar mas que su cabello y hombros aunque estaba deseando devolverle el placer que me daba. Nunca llegué a saber cuando se sacó la polla por la pernera del pantaloncito dura y orgullosa. Ya debía hacer un buen rato que la molestaría sujeta entre sus muslos y echada hacia atrás.
La notaba allá abajo rozándome los tobillos. Cuando me di cuenta de lo que era con sorpresa lo exploré con un pie. Tocando los huevos con el empeine y luego la polla con la planta. Le oí soltar un gemido ronco, profundo cuando acaricié sus testículos con los dedos de mi pie.
Entonces ella comenzó a subir sin despegar la lengua de mi piel. El ombligo, las costillas, mis pechos, las axilas, el cuello, su saliva por todas partes. Yo me sentía hervir y gemía y suspiraba.
Su cuerpo encima del mío hasta poder clavárme su nabo imponente y duro en el coño. Había creído, con todos sus besos y lamidas, que no podía disfrutar más. Pero al sentirla dentro de mí el orgasmo fue casi instantáneo. Claro que no paró.
- Me encanta tu polla, nena. ¡Clávame al colchón!.
-Y a mí tu coñito. Toda tú. ¡Que rica estás!
Empezó a bombear. Su cadera se movía fuerte entre mis muslos. Yo notaba cada golpe, cada penetración profunda. Con nadie había disfrutado tanto, mi me había corrido tantas veces. Ella me daba un morbo especial.
- ¿La quieres en tu culito?
Me había preparado para esa eventualidad. Lo tenía bien limpio. Aunque no sabía lo que iba a pasar cuando mi amiga me recogió en mi casa, bueno me daba morbo pensar que sí. Suponía que ella sería una experta en sexo anal.
- Desde luego, pero yo también quiero jugar con el tuyo.
Contesté con mi mueca más lasciva en el rostro.
Se incorporó lo suficiente como para sacarla. Yo me limité a subir las rodillas hasta las tetas. Con los jugos que estaban resbalando desde la vulva por el perineo y con los que tenía embadurnada la poderosa polla entró en mi ano casi sin esfuerzo.
Quería ver su cara de vicio y que ella contemplara la mía. No quería perderme nada de la experiencia por eso no me puse a cuatro patas. Además así podía agarrar sus tetas y acariciarlas. Tatiana se tenía que apoyar en mis muslos para no caer encima de mí.
- Córrete, cielo. Dame tu lefa, Lléname el culo.
Y eso que follando yo no soy mucho de soltar barbaridades. Lo hizo, al poco se derramó en mi interior pero la viciosa no se conformó con eso. Al sacarla, sin dejarme mover, se inclinó y se puso a lamer mi ano y el semen que salía de él. Culo y coño pues en esa postura tan expuesta alcanzaba todo.
¿Quieres seguir jugando?
Pues claro. Lávate, no me voy a marchar de aquí sin saborearte.
Salió del baño con su polla y culo todavía húmedos. Se subió a la cama en la misma postura que tenía yo unos momentos antes. Me coloqué bajó su arqueada espalda con la boca justo delante de su precioso pandero.
Pasé la lengua por toda la raja, del coxis al perineo seguí por sus huevos y por la polla que estaba floja. Como era lógico. No sabía si conseguiría revivirla pero tampoco me importaba mucho. Ella estaba sacando de mí una vena pervertida que hasta ese momento no había explotado mucho.
Chupé sus huevos. Me metí la polla en la boca. Volví al culo que ensalivé en abundancia para poder follarla con mis dedos. Me dediqué a darle todo el placer que podía a la vez que yo satisfacía mi curiosidad y morbo con ese cuerpo perfecto de mujer con una hermosa polla.
Ella a la vez se acariciaba las tetas, mientras gemía y se pellizcaba los pezones. No conseguí que se le pusiera dura del todo. Pero si lo suficientemente morcillona como para que ayudada con una mano que la pajeaba. A veces una suya y otras mía. Llegó a correrse. Recogí toda su lefa en mi boca y la compartimos en un nuevo y muy lascivo beso.
En algún momento tendríamos que dejar la habitación a algún cliente que pagara por ella. Así que empezamos a vestirnos. En ningún momento me exigió pago por ese trato de placer. Supongo que conmigo lo haría por amor al arte.
Nos despedimos en la puerta de la habitación. Antes de girarme le vi darle un lascivo beso a la chica que entraba a limpiarla y recoger el desastre que nosotras habíamos montado. Supongo que con eso y algún favor más se ganaría su silencio.
No me dió su teléfono. Pero yo no quería dejar las cosas así. La localicé en la misma web en la que se anunciaba mi amiga. Aunque tuviera que pagar quería probar de nuevo el sexo con tan bello ejemplar.
La que si me había dado su número fue la preciosidad de las tetas gordas. Y como ya he dicho, me gusta de vez en cuando probar con un bonito ejemplar de mi mismo sexo.
Con mi amiga no he vuelto a perder el contacto. Sus nuevas anécdotas me dan material para nuevos artículos. Aunque con ella no he follado y eso que me encantaría hacerlo.
Ese encuentro me ha dado para muy buenos ratos y buen material para mi trabajo.
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