Blanca y el bricolaje
El montaje de una mesa puede convertirse en una situación explosiva.
Estaba realizando una práctica cuando sonó el móvil, era Blanca (la compañera de piso de mi amiga Cloti)
Hola, ¿Qué haces?
Pues nada, aquí aburrido con una práctica.
¿Te corre mucha prisa?
No, es para la semana que viene. ¿Porque?
Me he comprado una mesa para el ordenador y me está costando mucho trabajo montarla yo sola.
¿Y Cloti donde está?
Este fin de semana se ha ido a casa de sus padres.
Bueno me paso dentro de 10 minutos.
Gracias.
Blanca desde siempre nos había visto a Cloti y a mi como pareja, aunque nosotros siempre le decíamos que lo nuestro era sólo amistad.
Cuando llegue al piso, Blanca me estaba esperando algo alterada por no poder montar la mesa sola. (cosa que no era nada fácil) Empezamos a clasificar todas las piezas y a ponerlas sobre su cama y en equipo fuimos montando la mesa poco a poco, a cada paso que avanzábamos Blanca se ponía muy contenta y pasamos de chocarnos las manos cuando conseguíamos algo a abrazarnos como si de un equipo de fútbol que mete un gol se tratara.
Para aquella época ya apretaba un poco el calor y en esa pequeña habitación mucho más con nosotros dos currando, yo llevaba ropa deportiva y mi "compañera de equipo" un conjunto a rayas de colores sobre un fondo verdoso, compuesto por un pantaloncito algo ceñido y un topo de tirantes. (debo decir que Blanca despertó en mi ese día interés por ella, más adelante además de despertarlo lo saciaría)
Conforme evolucionaba el montaje de la mesa, Blanca indagaba sobre mis amigos, mi vida, y sobre todo de mi según ella, "relación secreta" con Cloti.
El caso es que cada vez la situación se volvía más caliente por el momento, la conversación entre nosotros se tornaba más pícara y nuestras miradas eran más cómplices y los gestos más morbosos.
Blanca buscaba la manera de agacharse par que su top dejara insinuar su precioso y voluminoso canalillo, se ponía en pompa para que me deleitara con su trasero, etc.
Finalmente el conjunto de la conversación, nuestras miradas, los gestos nos llevaría a pecar. (como dice una canción: todo arde si se le aplica la chispa adecuada y esa chispa saltó)
Nos disponíamos a ensamblar un lateral de la mesa, Blanca lo sujetaba y yo debía pasar al otro lado para atornillarlo, el espacio era reducido entre la mesa, blanca y el armario, yo debía cruzar y en ese momento mi morbosa compañera dio un pasito atrás para que nuestros cuerpos chocaran, más bien para que su trasero notara mi ya alterado rabo y bien que lo notó, para entonces ya estaba en plenitud, palpitante y deseoso de probar aquel carnoso trasero que Blanca me ofrecía gratamente, y para mi en esos segundo su cuerpo era el mayor manjar que se le puede ofrecer a cualquier mortal.
El caso es que me quede un poco parado, ¿sería aquella situación un infortunio o era la señal que faltaba?, la duda se despejo de la manera más rápida, ella giro su cabeza para mirarme de reojo y con su cara más pícara sonrío.
Blanca, no juegues con fuego que ..
¿Qué? Me contesto antes de que pudiera acabar la frase, con un tono desafiante y mostrándome que nada era casualidad y que dominaba la situación, es más le encantaba aquella situación, con el brillo de sus ojos me dejaba ver que se sentía como pez en el agua. (y eso mismo nos haría falta para bajarnos el calentón que teníamos ambos)
Pues que te vas a quemar.
Entonces soltó el lateral de la mesa, se dio la vuelta quedando los dos face to face (cara a cara) muy pegaditos, se acerco todo lo que pudo a mi y con un semblante de lo más morboso que puedo imaginar y retirándose un mechoncito de pelo de la cara, nuestros ojos se clavaban entre ellos, nuestras respiraciones se entremezclaban siendo ya una sola y entre nuestros labios existía la escasa separación que daban nuestras narices al chocar entre ellas, entonces y sintiéndose dueña y señora de la situación me replicó.
Y si quisiera quemarme.
Eso fue como pulsar el gatillo de un arma de fuego, no pudimos aguantar más la atmósfera que se había creando entre ambos y nuestras bocas se unieron en una, en solo fracciones de segundo tanto nuestros cuerpos y pensamientos estaban a 100º y con cada gesto, cada roce de nuestras lenguas, cada caricia alterábamos por completo la temperatura y esta subía y subía y subía
Poco a poco nos salimos de la estrechura que tan maravillosamente nos unió, nuestra primera intención fue la de tirarnos en su cama para dejar que todo lo que provocamos saliera en estampida y nos desbordase si que nosotros le pusiéramos rienda, pero aún había muchas piezas de la mesa encima y sin dilaciones y en aquel grado de excitación nos fuimos a la habitación de Cloti.
Nada más llegar nos tiramos en su cama, eso de hacerlo en la cama de Cloti creo que excito mucho más a Blanca, creo que en su subconsciente seguía pensando que Cloti era mi novia o algo parecido.
Nos desnudamos desbocadamente, tirando la ropa sin pensar ya que nuestras mentes tenían otro trabajo y nuestros cuerpos eran esclavos de todo lo que sucedía.
Como al principio de todo Blanca tomaba de nuevo las riendas y se colocó encima mía, deleitándome con su maravilloso y ya algo sudoroso cuerpo (no era para menos después de cómo se desarrollaba nuestro encuentro) ahora aquel brillo del principio de sus ojos había cambiado, poseía por la lujuria sus ojos se asemejaban a los de una bestia sedienta de apaciguar sus instintos más primarios.
Mis caricias empezaban desde su cuello y a la vez que bajaban a mi compañera de bricolaje se le erizaba más la piel, sus pechos se endurecían y sus manos se clavaban en mi pecho haciéndome sentir que mis caricias surtían el efecto deseado.
Sus muslos que al principio me apretaban entre sí se relajaron dejando que Blanca cayera por completo sobre mi, fue entonces cuando su jugoso y bien empapado conejito se deslizo sobre mi rabo, el cual estaba ansioso por descubrir los misterios que guardaba Blanca en su conejito, pero aun no era el momento para eso y Blanca se fue deslizando sobre mi cuerpo para que su conejito fuera tomando las dimensiones de mi aparato. Podía sentir como los labios de su conejito se abrían de par en par casi como si estuvieran abrazando mi rabo deseoso de que lo penetraran de una vez por todas y sin mayores preámbulos.
Blanca le hizo caso a su cuerpo y con un sutil gesto agarro con una de sus manos mi palpitante rabo y lo dejo a las carnosas puertas de su conejito, solo faltaba un movimiento para que nos uniéramos en un solo cuerpo y lentamente, casi como queriendo sentir cada milimetro de mi rabo, fue moviéndose para ser por fin penetrada, en esos instantes nuestros sentidos explotaban de auténtica lujuria y placer.
Era capaz de notar toda la candela que Blanca guardaba en su interior (que se manifestaba con sus ardientes jugos impregnado nuestros cuerpos), y que ella esperaba que sofocara, aunque con nuestros gestos, besos miradas, gemidos y demás su candela no hacía otra cosa que ir aumentando.
No sería capaz de explicar tantas sensaciones y tan ardientes, el caso es que mantuvimos nuestra deliciosa unión todo el tiempo que nuestros agotados cuerpos fueron capaz de aguantar, forzándolos y experimentando con ellos cualquier postura que la situación requería.
Finalmente Blanca me hizo un último regalo y para mi fue tan bueno como todo lo anteriormente vivido con ella (que no fue poco) y es que después de todo el ajetreo que tuvimos nos quedamos dormiditos, al cabo de las horas me desperté y contemple la angelical carita que tenía Blanca mientras dormía, esa carita de niña buena me deslumbro.
Por si fuera poco cuando Blanca despertó y abrió su ojitos volvió a asombrarme ya que estos habían cambiado otra vez, ahora no se veía en ellos lujuria ni picardía sino más bien tranquilidad y felicidad, ya no estaban alterados como horas atrás, ahora irradiaban luminosidad, después se levanto de la cama mientras yo seguía recostado, contemplando su hermoso cuerpo, para aquel momento fue tanto o más mágico que el vivido momentos atrás.