Blanca, la esposa de Ángel
Todos formábamos parte del mismo grupo de amigos, Blanca me atraía y mucho... a pesar de conocer a Ángel, su marido.
Buenos Aires, invierno de 1983 ..
En plena euforia por ser año electoral, muchos argentinos nos volcamos a las distintas sedes de los partidos políticos para participar en la democracia, naciente nuevamente luego de años de dictadura .
Yo participaba en un partido político, tenía 20 años por ese entonces, y un entusiasmo inusitado por hacer algo por el país. Era muy inocente políticamente hablando .nadie puede hacer nada por el país si los políticos no quieren, pero bueno, no era nada inocente con las mujeres, y de eso se trata este relato.
A ella la llamaré "Blanca". Era una mujer de unos 33 años, casada, y participaba en el sector de mujeres de nuestro partido político. Su marido, Ángel, superaba los 35 años, militaba con los "mayores", yo, que tenía solo 20, era perteneciente a la fracción "juventud".
Con el correr de los días nos fuimos haciendo muy amigos todos. Éramos muchos militantes en ese entonces, y todos nos llevábamos bien. Pasaron meses y la amistad era general, pero tanto Pablo, mi amigo, como yo deseábamos a dos de las mujeres. Él a Patricia, yo a Blanca.
Patricia era divorciada, y a Pablo no le costó ningún trabajo. Pero en este relato no corresponde esa parte de la historia.
Blanca y Ángel se llevaban muy bien, siempre estaban juntos, y yo veía que mis ilusiones no tenían mucho asidero, pero no por eso dejaba de desear a Blanca. Estaba muy buena, tenía unas piernas divinas, torneadas, y su forma se podía apreciar ya sea que usara alguna falda o un ajustado jean, todo le quedaba bien. De buena cola, marcada cintura, pechos pequeños y boca muy besable. Ojos marrones, piel apiñonada, pelo debajo de los hombros, en fin, muy cogible mi amiguita .pero siempre estaba con su marido.
Algunas veces me la crucé por el barrio, la ayudé a cruzar la calle (como si ella nunca lo hubiera hecho sola), pero al intentar abrazarla para caminar juntos, enseguida me quitaba el brazo. No me daba cabida. Varias veces le tiré distintos tipos de indirectas-directas, pero siempre me esquivó, sutilmente.
Y así fue que renuncié a toda intención para con ella, y me quedé con las ganas.
Pero, nunca es tarde si el destino nos lo permite. Y una tarde de marzo del año 1990 iba caminando, medio perdido en mi mente por una de las calles de mi barrio, cuando a unos pocos metros veo a una chica que se para y abre sus brazos para saludarme, sorprendida, y yo pensé que era una amiga de la universidad. Y pensé, para mis adentros, "que plomazo", pero no estaba seguro de quién sería. Y avancé, para saludar, y noté que era Blanca .y la abracé, y acto seguido, nos metimos en una cafetería para charlar un rato, hacía años que no nos veíamos.
El desinterés por la vida política era total, ya no existía ese ánimo de militar en partidos políticos, pero eso era lo que nos había hecho conocer años atrás.
Y el tema deambuló por todos los asuntos que concernían a nuestro pasado, sentados frente a frente en una pequeña mesa, con cafés de por medio, mirándonos a los ojos, acercándonos para charlar, riéndonos.
Y uno de los asuntos que nos concernían era mi interés sobre ella y que ella siempre había rechazado sutilmente. Nunca había medido palabra acerca de eso, pero esa tarde sí. Ella me dijo que entendió perfectamente mi intención de abrazarla, que no era precisamente para ayudarla a cruzar la calle. Y que no accedió porque no quería, pero que de todos modos siempre le había parecido un tipo interesante en todo aspecto, pero que había que recordar que ella era una mujer casada.
Le dije las tonterías típicas de un momento como ese, que debería animarse, que no se quedara con las ganas, que todo iba a ser muy discreto, que esto y aquello, en fin, me estiré sobre la mesa y le di un tierno piquito sobre sus labios. Ella me dijo "sos un lancero" .y me reí. Ella ya superaba los 40 años en ese momento, yo ya tenía casi 27 y la palabra lancero era demasiado antigua. Nos reimos los dos, y la invité a mi departamento, ella dudó mucho, pero finalmente cedió.
Tomamos un taxi, queríamos llegar rápido!!!! Tantos años esperando ese momento, no lo podía creer .Blanca iba a ser mía.
Todavía conservaba perfectamente sus curvas, era como que el tiempo no había pasado para ella. Recuerdo perfectamente ese momento, aún a pesar de los 15 años que ya pasaron del hecho.
El viaje en taxi duró muy poco, estábamos a unas 20 cuadras de mi depto. Llegamos en pocos minutos y enseguida estábamos en mi habitación, con la puerta cerrada, besándonos de pie. Ahí recién pude palpar con mis diez dedos la perfecta redondez de su culo, que hasta ese momento solo la había apreciado con mis ojos. El sentido del tacto me daba unas sensaciones mucho más placenteras ..que calentura!
Ella también quería saber acerca de mi, tocarme, y mientras lo intentaba con una mano, con la otra desprendía los botones de mi camisa, y en cuestión de pocos segundos, estábamos los dos sin pantalones y sin camisas ..que belleza, que piernas, que nalgas, que buen cuerpo tenía esta hembra ..una tanga negra remataba su concha y su culito, un corpiño del mismo color apretaba sus tetas, solo faltaba quitarnos la ropa interior y ya
Recuerdo que nos seguimos besando de pie, tocándonos ya desnudos, y que la empujé suavemente sobre mi cama. Y decididamente me tiré sobre su concha, para comérmela .cosa que me enloquece hacer, y que a ellas las vuelve locas también, entonces, a dedicarnos a la locura!
Le comí la concha con tantas, pero tantas ganas, que tuvo un orgasmo en pocos minutos, y me pidió que la penetrara ..yo hubiera querido que me chupara un poco la pija, pero, ante su pedido, casi ruego, de penetración ..sucumbí.
Tenía la verga al máximo, y para ser sincero, a punto de acabar, con la leche a punto de salir. Y no quería que el polvo durara tan poco. Pero la penetré, se la clavé hasta el fondo haciéndola gemir de placer, me moví unos cuantos minutos, pero siempre haciendo un máximo esfuerzo por no venirme. Para lograrlo, me salía de su concha, y bajaba a chupársela, se la chupaba por varios minutos, metiéndole un par de dedos para pajearla y con la lengua rodear su clítoris, para luego penetrarla otra vez, y así salirme de nuevo, chuparle la concha otra vez, y alternaba las dos cosas, para no acabar tan pronto. Hasta que llegó el momento y no aguanté más, y la saqué, le eché la leche en las tetas ..y nos fundimos en un rico y apasionado beso como agradecimiento mutuo del placer que acabábamos de gozar.
Ella me preguntó que sentía en esos momentos, en los que acabábamos de hacer el amor, que cambiaba de nuestra amistad, y yo le contesté que todo cambiaba pero para mejor, que ahora nos conocíamos más a profundidad y que las cosas eran aún mejores.
Enseguida se tuvo que ir a su casa, y le dijo a su marido que había estado tomando un café conmigo ..él me tenía confianza y éramos todos amigos .vaya bonita amistad.
Unos pocos días después, Angel me encargó que le comprara unos libros, y me dio el dinero para eso. Y me dijo que por favor se los llevara a su casa. Se los llevé, y en su casa tomamos unos café mientras revisaba los libros. Estábamos los tres, Blanca, él y yo. Charlábamos animadamente, y surgió otra necesidad de más libros, y me los volvió a encargar. Me dio el dinero, y me dijo que si podía llevárselos a su casa otra vez más, me lo agradecería. Qué otra cosa podría hacer yo por el marido de mi amante? Claro que acepté, y más gustoso aún cuando me dijo que él tenía que viajar a provincia, pero que se los podía dejar en casa con su esposa, que me pusiera de acuerdo con ella para ver en que horario le convenía!!!
No pasaron más de dos días que ya tenía los libros, y la llamé para decirle que se los llevaba ese mismo día .. y ahí fui.
Estaba sola, medio arrepentida de lo que habíamos hecho días atrás en mi casa, pero ahí estábamos, charlando de su arrepentimiento, mientras tomábamos algo. Su casa era de dos plantas, en la de abajo estaba la sala, el comedor, la cocina, algún baño, y arriba, obviamente, el dormitorio.
Le pedí que me enseñara la casa, y me la fue mostrando, pero no me decía nada de la planta alta. Le pregunté y me contestó que arriba estaba su dormitorio y le pedí que me lo mostrara.
Subimos, y le planté un beso, no podía más! Ella me dijo que era un caradura, que era obvio que ahí estaba la cama, que otra cosa podría haber Y seguimos besándonos, y me ordenó: "bajate los pantalones", "a sus órdenes, señora" respondí haciéndole caso inmediatamente. Y me empezó a mamar la verga como una diosa. Ella sentada en el borde de la cama, yo parado, con la verga a la altura justa de su cara, delicioso. Me la comía con auténtico frenesí, como pagando la deuda de sexo oral que supuestamente tenía ella para conmigo desde nuestro primer encuentro, en el que yo me quedé con las ganas de recibir una mamada. Me la mamó un montón de tiempo, me la pajeaba, me recorría el tronco con su lengua, me comía la cabeza, me hizo una mamada tremenda .yo gemía, gritaba, mi verga crecía de tamaño, el líquido preseminal ya habría inundado su boca, y ella seguía mamando. Yo despreocuado completamente empecé a descargar mi leche en su boca .y se enojó!!!! Cómo iba a pensar que no se la quería tragar después de tremenda mamada? Me dijo que era un asqueroso ..me preguntó, sorprendida, si me gustaba tanto que no podía contenerme .no entendí nada.
Nos recostamos en la cama, a charlar un rato, y al cabo de unos masajes, besos, toqueteos y demás, mi pija recobró su vigor y empezamos a coger.
Ahí vino lo bueno de la tarde. Qué hembra!!!! Empezamos por la de misionero, para ponernos enseguida al revés, yo acostado boca arriba y ella sentada sobre de mi. Pero sin penetrar!!! Sólo nos rozábamos, nos poníamos enfermos. Ella de cuclillas, y apoyada también sobre sus manos, y nos besábamos. Su posición era bastante difícil, e incómoda para muchas chicas, no por la forma, si no por el tiempo en que la mantuvo. Así, sin apoyar sus rodillas, siempre apoyada sobre sus pies y sus manos, empezó a cogerme, empezó a meterse la verga dentro de su concha, de a poco, hasta que toda estuvo dentro suyo.
Y así me cogió, sube y baja, pero evitando que nuestras piernas se tocaran, fue pija dentro de concha sin ningún otro contacto de piel entre nosotros. Era un placer indescriptible. De solo pensarlo e imaginarlo de cómo sucedió, se me para la pija otra vez ..deseándola.
Así continuó, yo acostado, ella arriba, sobre sus pies y sus manos, subiendo y bajando, con la verga metida en su concha, sin tocarnos otras partes de nuestros cuerpos, sube y baja, deliciosísimo, impresionante. Yo con mis ojos clavados en los suyos, viéndola y no creyendo que fuera real tanto placer, ella clavada con sus ojos en los míos, viéndome gozar ..hasta que me arrancó un polvo que aún recuerdo como uno de los mejores de mi vida!!!!!!!!!!!
Ese fue nuestro último encuentro .pero lo sigo recordando tanto ..y una de las últimas veces que nos vimos. Ella se sentía mal porque yo conocía a su marido, pero se sentía bien porque su deseo y el mío se habían hecho realidad.
Deliciosa Blanca, ojalá algún día te pueda volver a ver, aún después de 15 años sigo recordando lo bien que cogimos.