Blanca Alicia. Segunda vez con Héctor

Segunda vez que Blanca Alicia se entrega a su amante.

Habíamos decidido salir a cenar.

De regreso a mi casa íbamos riendo y jugando por la calle. No éramos novios pero lo parecíamos. Yo estaba encantada con ese hombre.

Hacía poco me había entregado a él y aún tenía vivas las caricias y los besos de aquella noche... MI primera vez.

Había planeado algo igualmente especial para esa noche, quería volver a sentirme en sus brazos, quería que me hiciera suya de nueva cuenta.

Mis padres no estaban y mi hermano se quedaba fuera esa noche con su novia, yo tenía que aprovechar esa oportunidad!!

Al llegar a mi casa lo invité a pasar, el dudó al principio pero accedió cuando insistí.

Le ofrecí un refresco y nos pusimos a platicar en la sala, después de un rato de conversación lo miré directo a los ojos. Me parecía aún el hombre más tierno que había conocido hasta entonces.

Él se sonrojó.

  • Por qué me ves de esa forma?-

La mirada me había delatado, estaba excitadísima y en vez de responder con palabras le respondí con un beso.

-Tus papás podrían vernos!- exclamó alejándose un poco

-Nop- le respondí- No están, por eso te invité a salir hoy, quiero estar contigo otra vez-

Él sonrió. No dijo nada, se acercó a mí y me devolvió el beso. Yo sabía que esa noche iba a repetirse lo de la anterior.

Me puse de pie para que pudiera observarme, me había vestido muy sensual para él, blusita de tiritas negra sin nada abajo, una faldita de colegiala muy cortita y calcetas arriba de la rodilla, me veía inocente pero sensual.

Me senté sobre él y me incliné a besarlo. Mis manos buscaron meterse por debajo de su camisa y lo acaricié. Fui abriéndola botón por botón hasta que pude ver su pecho, lamí suavemente su cuerpo mientras él me iba tocando la espalda y trataba de subir mi blusa.

Me separé un poco y yo misma me despojé de ella y le ofrecí mis senos, los tomó con sus labios chupándolos y saboreándolos, la sensación que me causaba hacía que los vellos de mi piel se erizaran y me excitaba cada vez más.

Me levanté y me quité la falda quedando sólo en tanga, calcetas y zapatillas.

Se puso de pie, él siempre ha sido más alto que yo, cuando lo vi hacia arriba me pareció imponente, me rodeo con sus brazos y me apretó contra su pecho, podía escuchar los latidos de su corazón.

Me tomó de la mano y nos dirigimos hacia mi recámara. Me llevó hasta la cama y me sentó en el borde, él se acercó a mi silloncito y ahí se fue despojando de su ropa, lo hizo lentamente, quería que lo viera desnudarse y le estaba resultando, cada vez que se quitaba una prenda mis ojos recorrían su cuerpo con deseo, con lujuria.

Se detuvo cuando se quedó en bóxer, su miembro estaba completamente erguido y destacaba impresionantemente. A mi mente vino la primera sensación que tuve cuando me penetró la primera vez, el dolor y luego el placer no habían desaparecido.

Empezó a caminar hacia la cama y se tumbó en ella, yo estaba congelada sentada en el borde, se estiró para alcanzar mi brazo y me haló hacia él. Empezamos a besarnos, luego besé su cuello y empecé a descender hasta llegar a su vientre, me detuvo un instante en lo que se quitaba la última prenda y se sentó recargando su espalda contra la cabecera.

Me acerqué a él gateando, le dí un beso en su muslo izquierdo y una sonrisa me indicó que le había gustado. Dudé en subir de ese modo pero su mirada me convenció.

Fui subiendo besando y lamiendo sus piernas hasta que llegué a su pene.

Me detuve, contuve el aliento y abriendo mi boca introduje su cabeza en ella. Recorría la punta con mi lengua mientras él hacia unos gemiditos de placer e introduje un poco más en mi boca.

Trataba con mucho cuidado de no tocarlo con mis dientes pues había leído que el pene en esos momentos era muuy sensible y que los dientes producían una sensación desagradable para ellos.

Succionaba con fuerza como si quisiera sacarle todo de una buena vez y con mis manos acariciaba sus testículos.

Tomé un poco de aire e introduje otro cachito en mi boca, empecé a notar que gemía un poco más fuerte por lo que me decidí e introduje lo que restaba en mi boca, la sensación fue extraña, en parte asco y en parte placer.

Con mi lengua sentía como la vena más grande palpitaba cada vez más fuerte, yo chupaba con fuerza y él lo estaba disfrutando bastante.

De pronto sentir que me tomaba de el cabello.

  • AAHH!! Traga!, Traga!-

Me apretó contra él y una explosión inundó mi boca, el líquido caliente salía por las comisuras de mis labios y yo trataba de no dejar que se desperdiciara tragando rápidamente. Seguí chupando y lamiendo los restos de leche que quedaban en su miembro mientras respiraba y veía su hermosa sonrisa y sus ojos clavados en los míos.

-Fue sensacional- murmuró- Me dejaste sorprendido-

-En verdad te gustó? Lo hice bien?- Pregunté un poco nerviosa

-Excelente! Ha sido la mejor mamada que me han dado en mi vida!-

Esa palabra me dejó fría. "Mamada", se oía como algo sucio, denigrante, pero al mismo tiempo era excitante, algo prohibido, algo que las chicas de familia, como yo lo era, jamás habrían aceptado hacer.

Me recosté a su lado acariciando su miembro con mis manos pues, aunque no había perdido del todo la erección, estaba visiblemente más relajado.

Después de un rato de caricias retomó su otrora estado y volvió al ataque, acariciaba mi cuerpo y besaba y mordía mis pezones que estaban duros, durísimos.

Me dí la vuelta sobre la cama y apoyé un pie en el piso para alcanzar el cajoncito de la mesita de noche donde había dejado los preservativos que había comprado para esa ocasión. Apenas le dí la espalda y alcancé el cajón sentí como Héctor me tomaba por la caderas y de un solo empujón (bastante certero!!) me dejó clavada hasta el fondo.

El dolor fue inmediato, traté de zafarme pero el peso y la forma en que había quedado al borde de la cama no me lo permitieron. El tamaño de su pene parecía aún mayor que la pasada ocasión y pensé que me lastimaría esta vez.

  • AAAHH!! Dios!! D-D-D-DUELE!!-

-Ya pasará... como la otra vez-

Me volvía tener bien ensartada y comenzó el mete y saca. Cada vez que salía era para volver a ingresar con más fuerza y yo claramente sentía como mi coño se estiraba con cada acometida.

Una y otra vez hasta que el dolor dejó paso a un placer inmenso ya conocido para mí. Yo gemía y pedía más y más. No me importaba como pero no quería que terminara.

Sentí un calor en mis muslos y un orgasmo fantástico se apoderó de mi cuerpo. Me convulsioné y dejé escapar un grito que él ahogó apretando mi cara contra una almohada firme pero sin violencia.

Me quedé quieta, sin aliento, pero no por mucho. Héctor me volteó boca arriba y poniendo mis rodillas en alto me penetró sin misericordia. No tuve tiempo de prepararme, la estocada fue limpia hasta los testículos, en el bombeo se escuchaba como chocaban contra mis nalgas.

Pensé que me partiría en dos por la fuerza de cada embestida, pero seguía pidiendo más. Empezó a gemir más fuerte y me dí cuenta que estaba por venirse. Recordé que no tenía condón y pensé en decir algo, pero no pude.

La sensación de su leche caliente dentro de mí era una fantasía hecha realidad, quería sentirla otra vez, quería sentir como me inundaba y se desbordaba en mi vagina.

El sólo gimió y se contrajo contra mí llegando hasta lo más profundo de mí. Enseguida el semen me llenó toda el calor en mi vientre me hizo la mujer más feliz del planeta.

Se tiró sobre mí y besó mis labios.

-Eres una mujer increíble-

Esas palabras, provenientes del amor de mi vida, aún son la más bella frase que me ha dicho un chico en mi vida.

Héctor este relato es dedicado a ti. Gracias por todo el placer y el tiempo que me has permitido disfrutar a tu lado. Besos y bye.

Blanca Alicia G. G.