Black Club VII

Este relato, con vuestro permiso, se lo dedico a Xabier.

Cuando llegamos a casa, mi Amo Marcus me ordeno desnudarme. Obedeci al instante.

  • Ponte en el centro del salón, puto esclavo. De pie y con las manos en la cabeza. Tienes un castigo pendiente. Te vas a arrepentir por ser un perro inútil.

Me coloqué en posición para recibir mi castigo. El Amo iba a utilizar su propio cinturón. Lo enrollo en la mano y comenzó a golpearme con el. Lo hacía con mucha fuerza. El primer azote a la altura de las nalgas me dejó sin respiración. Golpeaba sistemáticamente, desde los hombros hasta las rodillas. No podía evitar emitir quejidos de dolor, aunque me ordenó no abrir la boca. Cansado de oírme, encontró un trapo y me lo introdujo en la boca,y siguió con los cintarazos. Seguro que a estas alturas, ya tendría parte de mi dolorida espalda y culo en carne viva. Entonces desenrollo un poco más el cinturón y ahora los azotes ocupaban parte de la espalda y la punta restallaba por delante, azotando el pecho, los pezones, la tripa y cuando bajaba más, recaía el golpe en la polla y los huevos. El dolor era terrible. Intentaba suplicar clemencia, pero con la boca ocupada por un trapo sucio, solo podía hacer sonidos ininteligibles. Y de todas formas, a él le hubiese dado igual. Llevaría más de cien latigazos cuando paró. Dejó el cinturón sobre mi cuello y salió. Pensé que había terminado mi merecido castigo, pero no me moví del sitio sin una orden explícita, aunque me flojeaban las piernas y estaba a punto de caer sin remedio. Al poco regresó mi Dueño con una cerveza en la mano. Solo había ido a hidratarse y retomó la paliza. Aún me esperaban otros más de cien cintarazos. Se ensaño sobre todo por delante. Azotaba sin compasión los pezones, brazos, piernas, y un poco más suave pero también con contundencia, la polla y los huevos de este esclavo. Estaba a punto del desmayo.

Por fin, pareció quedar satisfecho de su obra. Yo estaba casi desvanecido, apenas me tenía en pie. Después pude comprobar que muchas heridas en todo mi cuerpo, se habían abierto y pequeños hilillos sanguino lentos recorrían mi piel. Pero mi Amo aún no había terminado de usar me aquella noche.

  • Inclinate sobre el brazo de ese sofá, puta. Tengo ganas de estrenarte follandome tu culo, a ver como lo tienes de estrecho para la polla de tu Amo.

Obedeci al instante. Sintiendo el cuerpo entumecido por la azotaina, me tumbé como me había ordenado mi Dueño. Temblaba de miedo. Aunque había entrenado el culo con diversos dildos, la polla de mi Amo era mucho más grande que cualquier cosa que hubiese metido antes allí. Con toda seguridad, me iba a desgarrar el Ano. No paraba de temblar cuando el Amo me propinó dos fuertes manotazos en el ya maltratado culo para que me estuviese quieto. Me ordenó separarme las canchas con las manos, para facilitar la penetracion. Luego escupió varias veces en el agujero e introdujo en él primero un dedo, y luego hasta tres, ensanchando el orificio de su puta. Cuando consideró que ya estaba preparado, sacó los dedos y me los dio a chupar para limpiarlos de mi porquería. Enseguida noté la cabeza de su ariete apuntar en el ano. Empujó con fuerza hasta que, a duras penas, entró todo el glande dentro de mi culo. Se mantuvo ahí durante unos segundos que me hicieron ver las estrellas de dolor. Entonces, tomando impulso, me traspasó de un solo golpe, clavando me su mástil hasta los cojones. El alarido lo debieron de oír en el vecindario. Jamás había sentido un dolor semejante. Lloraba suplicando que me lo sacase. En vano, claro. Al cabo de unos segundos, la sacó casi entera para repetir la operación del ensartado. Y ahí comenzó a follarme el culo, metiendo y sacando el pollon negro, dentro fuera, dentro fuera, como un pistón. Intentaba escapar pero me agarró del pelo haciendo más fuerza y penetrando más dentro, si ello fuera posible. Yo me sentía a punto de morir. Estuvo así más de diez minutos, bombeado sin parar. Al fin, con unos bramidos de macho dominante, empezó a correr se brutalmente. Yo sentía dentro de mí varios chorros de semen llenandome, inundando el interior de ésta puta perra. Empecé a sentir cierto placer, no sólo por la enculada, que también, sino por haberme comportado como una buena puta, para el desahogo de mi macho. Estaba orgulloso de haber entregado mi cuerpo al Amo para su disfrute.

Cuando terminó de descargar en mi culo, el Amo permaneció unos segundos dentro de mi. Luego me sacó la polla del culo, de golpe, dejándome una extraña sensación de vacío. Estuve a punto de suplicar le que me la volviese a meter.

De una patada me tiró al suelo, ya me había usado. Se sentó cómodamente en el sofá y me ordenó limpiarle la polla con la boca. Estaba muy sucia, con restos de su corrida, de sangre por el desgarro anal, y de porquerías del interior de mi culo. Me costó un poco de trabajo acercarme de rodillas y sacar la lengua para empezar a lamer.                                              - Esto es por tu culpa, cerdo. En adelante, tu obligación es mantener siempre el culo limpio por dentro, con enemas, para cuando yo quiera usarlo. Me gusta Follar a mis esclavos a pelo, sin Condon, a si es que ya sabes lo que tienes que hacer, sucia puta. Y empieza a tragar, no me hagas perder el tiempo.

Acerté a darle las gracias, y haciendo de tripas corazón e intentando aguantar las nauseas, empecé a lamer toda aquella porquería. Estuve un buen rato lamiendo y chupando polla negra hasta dejarla reluciente y bien ensalivada.

  • Ahora prepárame algo de cenar mientras me ducho, esclavo, algo ligero.

  • Si mi Amo, enseguida. Gracias por usarme Amo.       Se fue al baño, y cuando salió ya tenía preparados unos platos con comida para que eligiese. Se sentó a la mesa y me ordenó arrodillarse junto a él, a sus pies. Según comía, de vez en cuando me daba algo de lo que no le gustaba, como a un perro. Lo que soy. Me tiraba algún trozo al suelo y lo tenía que recoger con la boca. O me lo ofrecía de su propia mano, que luego lamia después de cogerlo. También escupia al suelo o directamente a mi boca, algunos trozos ya masticados. Yo lo comía todo con hambre y devoción. Mi Amo, mi Dios, se estaba dignado alimentar personalmente a este inmundo gusano. Jamás había comido nada tan bueno.                                                        Cuando mi Amo dio por terminada la cena, decidió que era hora de ir a dormir. El, por supuesto, en mi cómoda y mullida cama que ahora era suya.

  • Tu perro, a partir de hoy dormirás en el suelo, al lado de mi cama, como el perro que eres.

  • Lo que usted ordene Amo. Muchas gracias Amo.

  • Despierta me a las nueve, ya sabes como debes hacerlo. A ver si te vuelves a dormir otra vez, que lo vas a sentir. Antes, ven aquí de rodillas y abre la boca, que voy a mear. Vas a ser mi water portátil en adelante.

Obedeci arrodillandome a sus pies y abriendo bien la boca para que mi Amo mease en ella cómodamente. Trague todo y luego limpié con la lengua las últimas gotas, agradeciendo a mi Amo poder servirle como su water. Se acostó, y yo lo hice en el suelo, contento y feliz de mi nuevo estatus como esclavo personal de un poderoso macho negro. ¿Que ocurrirá mañana?. Este sucio esclavo, se lo seguirá contando si me lo permiten. Me postro y beso sus pies.