Black Club IX ( La admisión)

Donde el Amo Marcus decide si admite a perra y cornudo como esclavos en propiedad.

Amanece un nuevo día en mi casa. Casa que ahora es para uso exclusivo de mi Amo y de los esclavos que estamos a su servicio. La escena es de película. Nuestro Amo, nuestro Dios de ébano, descansa en la cama completamente desnudo. Alrededor de la cama, tres esclavos, dos machos y una hembra, dormimos en el suelo, como corresponde a nuestra condición de perros, también desnudos, como andamos siempre por la casa. Los esclavos no tienen derecho a usar ropa. A una hora exacta, ordenada por nuestro Señor, los esclavos nos ponemos en movimiento. Repitamos arriba de la cama. La esclava se ocupa de empezar a lamer y besar suavemente la negra polla del Amo, mientras que los perros nos dedicamos cada uno a en salivar uno de los pies de nuestro Dueño.

Cuando el Amo va despertando, coge la cabeza de la perra y le mete la polla hasta la garganta haciendo que se la mame en profundidad. Es un pollón tremendo el que tiene el Amo, y a la puta se le saltan las lágrimas por la presión. Pero no se queja, se dejaría matar antes de no poder servir a su macho correctamente.

Mientras es servido por la boca de la esclava, el Amo ordena a su marido cornudo que le chupe los huevos, para que conozca el sabor de los cojones de un macho de verdad,que se folla a su mujercita mientras él no puede tocarla. El servil esclavo obedece, lamiendo, besando y chupando los huevos del Macho Alfa negro que tiene a la pareja sometida a su voluntad.

Al cabo de unos diez minutos, el Amo tensiona sus músculos y se corre con abundancia en la suave boquita de la sierva, que recibe el caliente regalo de su Señor tragando todo el semen, sin dejar escapar ni una gota, repasando luego la polla con labios y lengua hasta dejarla limpia y reluciente.

Entonces el Amo se incorpora, sale de la cama y se pone de pie, con la polla en la mano, frente sus tres perros, que lo esperamos arrodillados, uno al lado del otro, con las bocas abiertas como pajarillos. Y empieza a descargar la orina acumulada durante toda la noche, en los estómagos de sus wateres portátiles, que es lo que somos en ese momento para él.

  • Cornudo, a la cocina, a preparar mi desayuno. Cerdo, mira a ver como van mis finanzas mientras viene la cuadrilla de Jhon. Y tu puta, prepárame el baño.

Corremos los tres a cumplir nuestras órdenes. Cuando el Amo entra en el baño, la esclava lo tiene todo preparado y lo espera postrada de rodillas mirando al suelo. El Amo, sin ningún reparo, antes de bañarse, se sienta en el retrete para defecar, sin importarle que la esclava esté en el suelo a unos centímetros de su negro culo. Se lo toma con tranquilidad. Al terminar, le presenta el culo sucio a la esclava.

  • Perra, coge papel y limpiame bien. Con suavidad.

La esclava, que no se lo esperaba, obedece rápidamente, y con el mayor mimo posible limpia el ano de su Señor usando varios pedazos de papel higiénico.

  • Ya está limpio Amo.

  • Pues ahora termina de repasarlo con la lengua, por si ha quedado algo, y me lo dejas bien fresquito, puta.

  • Si Amo.

La tierna esclavita saca la lengua y comienza a ensalivar el delicioso agujero negro de su Amo, lamiendo arriba y abajo muchas veces. En un gesto de osadía que el Amo parece aprobar, la perra introduce la punta de la lengua dentro del ojete para repasarlo por dentro. Le gusta.

  • Muy bien perra, me gusta tu lengua suavita. A partir de hoy lo harás así cada día. Quedas nombrada oficialmente como mi lamedora, el papel higiénico del Amo.

  • OH Amo, muchas gracias. Le juro que le serviré mejor que ninguna perra. Su ano es delicioso mi Amo, gracias por permitirme ser su papel higiénico, mi Señor.

Luego el Amo entró en la bañera, y la entregada esclava se dedicó con devoción a enjabonar ese cuerpo perfecto. Lo secó de la cabeza a los pies, cada milímetro y lo ayudó a vestirse besando cada parte de la piel adorada.

Después del desayuno, llegó el Amo Jhon con su cuadrilla. Daba gusto verlos, eran cinco obreros, altos, fornidos, viriles y, por supuesto, negros cimarrones. Con pantalones y camisetas recortadas, luciendo musculatura, puros machos de ébano, el sueño de cualquier esclavo. Pero yo ya tenía dueño, y mi obligación era serle fiel incluso de pensamiento. Más tarde le contaría el calentón que me produjeron aquellos negros, por si tuviera que castigarme. Debía abrirme en cuerpo y mente a mi Señor.

El Amo bajó a saludar al Amo John, y me ordenó ir con él. Yo estaba como era mi obligación de andar por la casa, desnudo y con la jaula de castidad, pero eso a mi Señor no le importó. Ni que decir tiene, la salva de aplausos y de rechiflas que recibí cuando los obreros vieron mi aspecto de puta. Puta humillado y exhibido, mi sueño de toda la vida hecho realidad, gracias a mi Dueño.

  • Buenos días John. Muchachos... Cuando queráis podéis empezar a tirar toda esta basura. Una cosa quiero deciros, con el permiso de vuestro jefe. Me interesa que esto esté terminado en tiempo récord, por lo tanto, si trabajáis rápido y bien, aparte de lo que tengáis acordado con él, recibiréis de mi parte una compensación extra de dinero que os va a gustar. Aparte de eso, esta puta que tenéis aquí - señalando me a mi- está aquí para serviros en todo. Os traerá bebida y comida, la que necesitéis. Y le encanta tragarse por la boca y el culo unos buenos pollónes de macho negro. Así es que en los descansos podéis usarla a discreción, dejadmela bien suave. ¿Has oído cerdo, lo que espero de ti?.

  • Si mi Amo, perfectamente, muchas gracias Amo.

  • Así no cerdo, díselo a los chicos para que lo tengan claro.

Dios que humillación más extrema. El Amo me estaba prestando a aquellos Albañiles como parte del pago de su salario. Casi me corro al instante, y sin tocar mi polla enjaulada.

  • Señores, por orden de mi Amo estoy aquí para ser su puta y su esclava para todo lo que ustedes quieran. Pueden Follar el culo y la boca de esta perra cuanto quieran. Procuraré darles el máximo placer y tragar toda su deliciosa leche, gracias.

Nueva salva de aplausos. Alguno se acercó a palpar la mercancía, incluso noté un dedo introducirseme en el ojete. Me esperaban unos días ajetreados, pero estaba caliente como la perra en celo que soy.

  • Hala, a trabajar muchachos, ya tendréis tiempo de catar a la puta. Estaré arriba si necesitáis algo.

El Amo subió a la vivienda y llamó a la puta y al cornudo, que corrieron a arrodillarse a sus pies.

  • Aquí están sus perros Amo, a su servicio.

  • Atended bien. Quiero que cojais tres consoladores, cinta americana, dos antifaces y un látigo de un metro de largo, y me esperéis en el garaje, está todo en las cajas, rápido bestias.

Los esclavos salieron volando y en dos minutos ya estaban con todo el material, arrodillados en el centro del garaje, esperando nuevas órdenes. Al poco bajó el Amo.

  • Quiero que os metáis los consoladores en el culo y la puta también en el coño. Lástima que cornudo no tenga coño, de momento. Los fijáis para que no se salgan dandoos vueltas con la cinta americana. Luego os ponéis los antifaces y os agarrais con las dos manos a esa cañería de ahí,con una separación de un metro entre los dos. Vais a pasar, si es que la pasáis, una prueba muy dura. Voy a azotaros con este látigo hasta que me harte o hasta que renuncies a ser míos. La palabra para parar es "rojo". Si la decís saldréis de mi casa para siempre. Si aguantas agarrados a la cañería yo decidiré lo que hago de vosotros. Cuanto más aguanteis, más posibilidades de quedaros. En posición.

  • Y empezó una severa tanda de latigazos. Golpeaba aparentemente sin método. El siguiente golpe podía caerle a cualquiera de los dos perros, o recibir varios seguidos, y en cualquier parte del cuerpo,por detrás o por delante. Los perros emitían pequeños gemidos, pero no se atrevían a más por miedo a ser rechazados. Cuando ya los dos cuerpos estaban muy lacerados por todas partes, a la perra le flojearon las fuerzas y calló al suelo casi desmayada. El Amo se acercó a unos centímetros de su cara.

-¿He oído la palabra "rojo", basura?.

  • No mi Amo, déjeme seguir, se lo suplico.

  • Eso está bien. Vamos a seguir, pero ahora quiero que os abraceis y permanezcais de pie en el centro. Así cada azote os dará a los dos y lo disfrutaréis más.

Así lo hicieron y el Amo reanudó el castigo. Aguantaron un buen rato más hasta que cayeron al suelo, al límite de fuerzas. Nuevamente el Amo se acercó a ellos.

  • ¿Habéis dicho algo, bestias?

  • No Amo, matenos si quiere, pero no diremos jamás esa palabra.

Y el Amo volvió a azotarlos, muchas veces más, mientras los perros se revolcaban por el suelo. Los golpes caian en cualquier parte. Al fin, pareció darse por satisfecho y arrojó el látigo a un lado.

  • Ir a curaros y presentaros ante mí, mientras decido que hago con vosotros.

Salieron casi a rastras, apoyándose el uno en el otro. No habían pasado más de quince minutos, cuando los dos entraron andando a cuatro patas, y se postraron a los pies del Amo, esperando su veredicto.

  • En vista de vuestra entrega absoluta, voy a admitir os como mis esclavos.

Los dos perros se arrojaron a besar y lamer los pies del Amo, llenándole los zapatos de lágrimas, y dándole mil gracias, reiterándole la entrega absoluta a su servicio de por vida.

  • Ya vale. Ahora poned atención. Esto no tiene vuelta atrás. Aún estáis a tiempo. Si seguís aquí abandonareis todo contacto con vuestra vida anterior. Seréis de mi propiedad absoluta, y si intentáis escapar tengo medios para haceros desaparecer para siempre. Todo lo que tengáis también pasa a ser mío. No tenéis nada. Dejaréis el piso donde vivís. Os traeré is solo vuestras cosas personales, que almacenaremos porque no usareis nada de vuestra vida anterior. Vais a ir a vuestros trabajos a despediros, y el cerdo os hará unos contratos como servicio doméstico. Cobraréis un sueldo. Pero me entregaréis vuestras cartillas y tarjetas del banco. Vuestro dinero es mío,no lo vais a necesitar. Haré en vuestros cuerpos las transformaciones que yo quiera para acomodaros a mi gusto. A cornudo lo vamos a convertir en una chica, y probablemente le operemos para que tenga chocho, en lugar de esa pollita inútil que es un estorbo. Eso será el principio, luego iré añadiendo más cosas. Este es el momento de vuestra decisión. Os vais ya u os quedáis para siempre.

  • Los perros se miraron un segundo y ambos a sintieron. Entonces la esclava salió y volvió al momento con el hierro para marcar ganado del Amo, y lo depositó a sus pies.

  • Somos su propiedad Amo, sin condiciones.

Y aquí, queridos amigos, termina este capítulo de Black Club. Seguiré escribiendo con su permiso.Pueden escribirme a mi correo con total libertad. Aceptaré sus comentarios y sugerencias. Hasta pronto.