Black Club IV ( Nueva vida)
En la que cuento como comienza mi nueva vida de esclavitud y sumisión hacia mi Dueño y Señor, mi Amo negro, que hará de mi el más sumiso y entregado de los esclavos.
Pasé la noche absolutamente excitado por mi nueva situación y por lo que ocurriría en adelante. Segunda noche sin dormir. Entre los nervios, la excitacion y la falta de sueño ocurrió lo que tenía que ocurrir. Me quedé dormido poco antes de amanecer. Ni el frío suelo, ni la desnudez ni el olor a suciedad que desprendía mi cuerpo pudieron evitarlo.
Cuando estaba en lo mejorcito del reparador sueño, fui despertado bruscamente por un potente chorro de agua fría. El agua me golpeaba directamente en la cara, y hasta que pude tomar conciencia de la situación, pasé unos segundos en que creí ahogarme allí mismo. Al recuperarme y levantar la vista allí estaba él, descalzo y desnudo en toda su grandeza, dirigiendo la manguera, despertando a este su inútil esclavo, en vez de ser al revés, como me había sido ordenado. Su expresión era de terrible enfado, le había fallado en una de sus primeras órdenes. Lo que, unido al frío producido por el chorro de agua helada, hizo que mi cuerpo empezase a temblar sin control. Cuando le pareció suficiente, cerró el grifo, y se acercó despacio hacia mi, que temblaba acurrucado junto a un bidón para la basura. Es lo que me sentía en ese momento, una basura inútil,un despreciable perro indigno siquiera de respirar el mismo aire que mi Señor, ni de estar en su presencia.
Cuando el Amo llegó donde yo estaba, acercó su cara a escasos centímetros de la mía y me miró fijamente. No pude resistirlo y bajé la mía al suelo avergonzado. Temblaba como una hoja.
- Mírame a la cara, gusano inmundo. Te has atrevido a no cumplir la primera que has recibido. ¿Así es como quieres que te acepte como esclavo, cerdo inútil?. Creo que no sirves para esto, me iré hoy mismo.
Se me vino el mundo encima. Él comenzaba a alejarse caminando hacia el interior, pisando el agua encharcada.Lo iba a perder.
A cuatro patas, corrí hacia mí Señor, me abracé a sus piernas, llorando y suplicando su perdón. Me incliné hasta el suelo, besando y lamiendo mil veces sus pies desnudo y mojados. Estuve así unos minutos, humillandome todo lo que pude para intentar hacerle cambiar de opinión. Al cabo, me apartó de una patada. Me quedé hecho un ovillo de desesperación en el centro del garaje, en el suelo, como una vil cucaracha, lo que soy. El Amo parecía rebuscar algo entre lo que había por allí. No me atrevía ni siquiera a mirarle, cuando de pronto algo impactó contra mí destemplada carne. Un zurriagazo seco, muy fuerte que me produjo un tremendo escozor en la espalda. Y después otro, y otro y muchos más. Se estaba empleando a fondo el AMO azotando a este gusano. Y con toda la razón. Yo me revolvía en el suelo, intentando esquivar algún golpe y suplicando piedad. La paliza fue tremenda pero después de muchos azotes pareció terminar. A continuación, el Amo comenzó a orinar sobre este esclavo flagelado. Mi cuerpo magullado agradeció el calorcito de la preciada orina de mi AMO, que al poco se convirtió en escozor al actuar sobre las heridas de los azotes. Bendito escozor y bendito castigo proporcionado a un perro indigno de tantas atenciones.
- Espero que esto te sirva de lección. Vuelve a fallar e y te dejaré tirado en la calle como el puto perro que eres. Ahora ve a preparar mi desayuno. Lo quiero en cinco minutos, cuando salga de la ducha.
-Si AMO. Muchas gracias mi Amo. Ahora mismo.
Corrí a la cocina. En cinco minutos debía preparar el mejor de los desayunos para mi Señor. A ver si conseguía su perdón. Me juré a mi mismo poner toda mi atención y entrega para que no volviera a cabrearle. No por mi, ni por el castigo recibido. Recibir correctivos va implícito en la condición de esclavo, y es lo mejor para el adiestramiento del inútil animal que aspira a servir a un Dueño. Pero aspiraba a demostrar a mi AMO toda mi más absoluta sumisión y entrega a él.
Cuando salió de la ducha, continuaba desnudo. El desayuno estaba listo y se sentó a la mesa sin siquiera mirar a este perro arrepentido. Le serví y me puse a un lado esperando órdenes. Con un chasquido de dedos me señaló el suelo bajo la mesa.
-Metete ahí debajo y empieza a chupar polla y huevos esclavo. Hazlo despacio, ensalivando y lamiendo, no quiero correrme aún. Procura esmerarte, puta.
- Si mi Amo.
Me arrodille bajo la mesa, entre las piernas del Amo dispuesto a proporcionarle una agradable y placentera mamada a mi Dueño. La polla del AMO no estaba erecta en ese momento pero empezó a tomar consistencia con el trabajo lingual y bucal de este su humilde siervo que adoraba ese precioso pedazo de carne negra y poderosa. Lamia cada milímetro del tronco, subía hasta el capullo, delicioso capullo, para sorber como un becerro mamón, las gotas de pre-cum que asomaban por el. Me demoraba ahí para luego introducir el máximo de polla en la boca, con suavidad, como me había sido ordenado. Mantenía la polla del AMO calentita dentro de la boca, y movía la lengua por dentro, lamiendo como un perro, su perro. Los huevos del Amo colgaban graciosamente por la parte delantera de la silla. Con gran pena saqué la polla de mi Señor de la boca, y dediqué mis lamidas y succiónes a los poderosos, gordos y peludos cojones de mi macho negro. Daba largas pasadas de lengua desde el periné o, pasando por los huevos hasta el principio de la polla. Luego procuraba meterlos en la boca para mejor chupar los y agradar a mi Señor, pero solo conseguí meterme uno cada vez, debido a su tamaño. Cuando más concentrado estaba chupando los huevos de mi AMO, el se levantó sin avisar y fue a sentarse en un sillón.
- Ven aquí puta, y sigue comiendo polla, que quiero correrme en tu boca. Ahora hazlo más rápido, quiero correrme ya, esclavo de mierda.
Loco por servir a mi Dueño, me amorre a mamar poniendo todos mis conocimientos de chupapollas en ello. Al cabo de pocos minutos, obtuve mi premio, cuando el AMO usó la boca de su puta como receptáculo para descargar el sabroso semen que salía como un río de aquel divino pollon. Trague todo, como debe ser, saboreando cada gota que fue a parar a mi estómago y luego continué lamiendo la polla del macho, limpiando la y recogiendo con la lengua los últimos restos de mi desayuno. A partir de entonces, el desayuno de este esclavo consistiría casi siempre en leche de macho, por lo que estoy eternamente agradecido.
Cuando estuvo relajado, el AMO me hizo poner de rodillas frente a él a sus pies, mi sitio natural, y empezamos una conversación que a la postre decidiría el resto de mi vida como esclavo de los hombres Black, de lo cual jamás me arrepentiré.
Pero eso, queridos lectores, lo contaré en próximas entregas. Y me sentiré muy orgulloso y agradecido de que ustedes pierdan su valioso tiempo leyendo las andanzas de este su humilde siervo, que besa sus pies y sus pollas. Será un gran honor recibir sus correos dándome su opinión de los relatos, y advirtiendo me de los miles de errores que seguro he cometido en la redacción, por lo cual merezco un severo castigo. Me postro a sus plantas. Gracias y hasta pronto.