Black Club III
Pasé toda la noche sin poder do-minar los nervios. No sabía a qué hora se presentaría porque no me lo dijo. Estaba en su derecho.
Estaba en su completo derecho, porque es un macho dominante, un Amo, y yo no soy nada, un aspirante a esclavo, un perro perdido sin Dueño a quien servir.
Estuve en el sitio que me había indicado desde la pri-mera hora de la mañana. Habría estado allí días y dias
esperándole, por no perder mi oportunidad.
Llegó hacia media tarde. Lo vi venir a lo lejos. Dios que porte, que autoridad. Cuando llegó a mi altura, no pude más que bajar la mirada al suelo, en señal de respeto. Dio una vuelta a mi alrededor, examinando si merecía la pena perder su tiempo con este inmundo gusano que se le ofrecía como esclavo.
Vamos a tu casa. ¿Tienes coche, perro?.
Si Señor, aquel de allí.
Fuimos hacia mi coche de alta gama y se puso junto a la puerta trasera. Entendí y me apresuré a abrirle la puerta para que entrará. Iba a ser su chófer. Dios, me
temblaba todo. Conduje hacia la urbanización de lujo donde vivo, en un chalet de alto standing, rodeado por
una valla privada y muy discreta. Cuando intenté esta-
blecer conversación con el me mandó callar.
Entramos al chalet y aparqué dentro del garaje. Rapi-
damente corrí a abrir su puerta. Cuando salió, sin di-
rigirme ni una palabra entró en la vivienda como si es-
tuviera en su casa. Le seguí a corta distancia, cuando hizo que me detuviera con un solo gesto. Me miró.
- Te quiero desnudo y a cuatro patas ya, perro. Ahora
veremos si sirves para algo.
- SI, Amo.
Me desnude en segundos y me coloque a cuatro pa-tas, frente a él, como me había ordenado, con la cabe-za agachada, como un buen perro. Luego, se sentó en un cómodo sillón.
Bien, de momento me gusta tu casa, eres un esclavo que vive Bien. Ahora vamos a ver que tal eres comien-do pollas. Arrastrate hasta aquí, zorra, y demuestrame
lo que sabes hacer con una polla negra en la boca.
Aquello fue música celestial para mis oídos. Gatee
hacia mi macho como un perrito obediente. Creí que
le agradaría ver mi absoluta entrega y me arrastré con
intención de lamer y besar sus zapatos lo primero.
Me agarró del pelo y me abofeteo varias veces, enco-
le rizado. Algo había hecho mal.
- ¿Te he ordenado que me beses los pies cerdo, o que
me chupes la polla?
- Perdón, perdón AMO. Me ha ordenado que le chupe la polla. Solo quería demostrarle respeto AMO, por fa-vor le pido perdón mi Señor.
Entonces, se desabrocho el pantalón y ante la cara de este esclavo postrado y desnudo, apareció la verga negra más maravillosa jamás vista. Era algo increíble,
22cm aproximadamente, gorda y hermosa. Con las venas muy marcadas, y una cabeza portentosa, per-
fectamente descapullada, digna de veneración.
Ahora empieza a mamar, puto esclavo.
Si Amo. Gracias mi AMO.
Y lo hice. Comencé a lamer y chupar aquella delicia.
Me metí en la boca todo el capullo y parte de tronco. Dios tengo mucha experiencia chupando pollas negras, pero aquello era lo mejor que me había lleva-do a la boca en mi vida. El Amo agarró mi cabeza con las dos manos y empujó hasta que aquel pedazo de carne de macho entró hasta lo más profundo de mi garganta. Empezó a moverse atrás y adelante, follan-
do la boca de su puta. Estuvo así varios minutos, sin parar, y cuando estaba apunto de desmayarme, mi AMO empezó a descargar en el estómago de su hu-milde perro la más abundante y sabrosa corrida que pudiera desear.
Se volvió a sentar en el sillón.
Limpiame la polla, cerdo.
Si mi Amo, gracias mi AMO.
Y me arrastré como el perro que soy para lamer devo-tamente aquel pollon que se había convertido desde ese momento en mi único Dios.
Cuando terminé de limpiar la polla de mi Señor, a base de lengua, ocurrió algo que no esperaba. El AMO empezó a orinar en mi boca. Un chorro potente, muy salado, como corresponde a un macho Alfa de su ca-tegoria.
- Traga mi meada esclavo. A ver si al menos puedo
usar tu puta boca como vater.
Esto era el colmo de mis fantasías, siendo usado como puta chupapollas por un auténtico macho negro, y después servirlo con la boca como su retrete era lo máximo a que podría aspirar. Por supuesto tra-gue aquel delicioso néctar sin desperdiciar nada, has-ta que mi Señor sacó la polla de su vater particular y empezó a regar el cuerpo de este esclavo, para Mar-Carlo como su propiedad.
Después, a una orden suya, volví a lamer su verga pa-
ra limpiar cualquier resto de orina, me cogió otra vez del pelo y me sacó a rastras al jardín.
- A cuatro patas perro, y no te muevas de aquí hasta que venga a buscarte. Voy a ver mi nueva casa.
Y me dejó allí, meado, desnudo, a cuatro patas, loco de felicidad, ya que el AMO dijo que iba a ver su nueva casa, lo que indicaba que estaba pensando en serio la oferta de este su sumiso esclavo.
Pensaba que volvería en poco rato. Pero fueron pa-sando las horas y no venía. Estaba muerto de frío, con mucha hambre y con más incertidumbre.
Al fin, al cabo de varias horas, apareció, volvió a mear-me encima y me ordenó bajar al garaje y pasar allí la noche, tumbado en el suelo, como su perro. Lo que soy.
Yo voy a dormir en tu cama, y pensaré si te acepto como esclavo. Mañana sabrás mi decisión. Cuando despierte espero tener tu puta boca amorrada a mi polla, cerdo. Ya decidiré si me corro en ella o me meo dentro, o las dos cosas.
Si mi AMO, gracias mi AMO.
Y me fui a mi sitio como perro en el garaje, FELIZ, FELIZ, FELIZ...... Ojalá mañana empiece mi nueva vida, mi vida real, la que siempre he deseado.
Continuaré contando esta historia en próximas entregas. Gracias por leerme. Saludos.