Black Club II
Donde cuento como entro en contacto con el macho al que aspiro a servir como esclavo, entregándome a él.
En el anterior relato, estámos en el Black Club. Estoy desnudo y postrado de rodillas, lamiendo con delirio los pies del macho negro que hoy, para fortuna mía ha decidido usarme como su esclavo personal. Como es mi obligación, me esmero en relamer y repasar cada milímetro de piel de los divinos pies de mi Señor esta noche. Ensalivo bien las plantas, dedicando un largo rato a chupar y reblandecer los talones muy rugosos del pie del Amo. Me aventuro hasta lamer y besar los tobillos, aunque no sigo más arriba sin permiso de mi Señor. Vuelvo hacia abajo lamiendo y besando el em-peine, hasta llegar a los largos y deliciosos dedos que introduzco uno por uno en esta boca servil, chupando y succionando cada uno de ellos como lo que son, la mejor golosina que un esclavo puede desear. Luego introduzco la lengua en los interticios entre dedo y de-do, para rebuscar cualquier resto de sudor que pueda alojarse allí, manjar exquisito.
El Amo parece satisfecho con el trabajo lingual de su perro, mientras conversa con el otro Amo sentado a su lado. Sin distraerme de mi grato trabajo como es- clavo chupapies pego la oreja indiscretamente, por lo cual se que merezco unos buenos latigazos, pero lo hago por una buena causa, para servir mejor a mi fu-turo Dueño absoluto.
- Bueno Marcus, tengo entendido que últimamente no trabajáis mucho los actores porno. Parece que el mer-cado está saturado. ¿Tu cómo lo llevas, tienes proble-mas o vas saliendo adelante?.
-Pues la verdad chico, he pasado mejores rachas. De momento, me voy manteniendo a duras penas, tengo algunos ahorros pero se acaban, y no aguanto la con-vivencia con los compañeros de piso. Son una pandi-lla de animales mal educados y eso no va con mi go.
Tendré que buscarme la vida para salir de pronto de allí, ya te contaré.
En ese momento, siento que el corazón me palpita a mil por hora, sin dejar de lamer pies, por supuesto, y
empiezo a divagar sobre mi mayor anhelo en la vida,
que no es otro que poder ser el siervo fijo de un Amo poderoso como el que ahora me tiene sometido a sus plantas.
Cuando mi Amo del día decide irse, rápidamente pido permiso para salir yo también, previo pago de las con-sumiciones de mi Señor y demás gastos a mi cuenta. No puedo perder ésta oportunidad, está decidido. Por suerte lo veo caminar a lo lejos por la calle y voy hacia el, si no me da un infarto antes.
- Buenas noches Señor. Disculpe que le moleste. Si dispone de un momento, me gustaría hablar con Ud. De algo que le puede interesar. Perdone que lo aborde así, pero si no, los dos podríamos perder una buena o-casi on. Quiero proponerle un buen negocio para su e-conomia.
Soy consciente que hablarle de dinero conociendo su situación va a ayudarme a que me preste atención
Pero no son horas de hablar de negocios, y menos en medio de la calle. ¿No puede esperar hasta por la mañana?.
Le prometo que solo será un minuto. Si no le interesa me iré enseguida. Aquí cerca hay un bar y podremos hablar a gusto. Yo invito.
-Bueno, pues vamos. Tampoco tengo prisa por llegar a mi casa.
Una vez sentados y con unas copas en la mano, me lanzó con todo.
Verá usted. Se que acabo de transgredir una norma importante del Black Club que no me permite hablar con los clientes fuera del club,pero me arriesgare. Soy el sumiso que le ha estado sirviendo esta noche. Sin querer, o mejor dicho, queriendo, he oído la conversa-con que mantenía con su amigo sobre sus problemas económicos y me gustaría ofrecerle una solución.
Verá usted, yo no tengo problemas de dinero, vivo muy deshaogadamente y no tengo familia cercana. Como sabe, soy sumiso y nada me gustaría más que estar al servicio exclusivo de un hombre como Usted. Le ofrezco que venga unos días a mi casa, como mi invitado. De puertas adentro, seré mientras Usted esté allí, su esclavo para todo, pudiendo disponer de mi y de todo lo que tengo. Por favor, le ruego que me admita como su siervo, para hacer su vida más fácil y la mía encuentre al Amo que siempre he buscado.
Vaya, que sorpresa. Parece interesante. Lo pensaré. Ven mañana a este mismo sitio y te daré una respue-ta. Ahora me voy.
Muchas gracias, mi Señor, no se arrepentirá.
Salimos a la calle los dos juntos, dándole las gracias mil veces, y aprovechando que no se ve a nadie, me atrevo a postrarme de rodillas y besar sus zapatos. Me lo permite y des pues se aleja riendo. Estoy como loco y no se si podré aguantar hasta mañana. Seguiré contándolo en el próximo relato. Buenas noches.