Black Blood (8: Recuerdos)

La continuacion de la saga. Bueno, aqui no sucede nada interesante, pero debes leerlo n_n.

BLACK BLOOD VIII

¨ Recuerdos ¨

(Antes de continuar, lea los capítulos anteriores para encajar mejor la historia: Hijo de la Noche, Destino cruzado, Una noche diferente, Enemigos, Viejos amigos, La Saga, El ángel)

NOTA: Bueno, antes de comenzar, pido mil disculpas por mi extrema tardanza... No voy a desplazar excusas (ya saben, estuve ocupada, no tuve tiempo, borró el archivo etc.. etc.. y etc.. )... Como he dejado mucho tiempo de escribir, tuve que leer los capítulos anteriores para seguir la corriente y mi impresión después de leerla era: QUE DESASTRE!.... COMO PUDO ESCRIBIR ALGOS ASI... Tuve que arreglar algunos detalles para que la historia tenga sentido. En cuando termine todo la historia, pienso subir de nuevo, pero creo que en otra pagina. Espero que disfruten este capítulo, porque me costó muchisimo.

Quizás muchos no lo notaron su presencia por estarse en lo más alto de un rascacielos o tal vez, hayan pensado que sólo fuese un halcón. Pero, para serse dicho animal era muy grande... y efectivamente no tenía plumas ni alas.

  • Bello... – pensó el sujeto.

Era un ocaso habitual como los otros, pero suficientemente bello para no excusarlo. Después de todo, la naturaleza es la soberana cuando se trata del arte.

-¡William! – alguien exclamó desde la terraza, era Pierro.

William bajó su mirada y vio que su amigo hacía señas para que se acercara. Arrojó su cuerpo dejando que la gravedad haga su efecto pero cuando faltaba pocos metros, hizo una corveta haciendo que planeara cómodamente en sus pies.

  • 10 puntos – dijo Pierro riéndose – cada vez me sorprendes con tus habilidades.

-¿Cómo sabías que estaría aquí?

  • Por algo soy tu amigo... sé en donde hallarte – expresó el joven sin poder esconder el rubor en su rostro – y me dijiste que era tu lugar preferido...

  • Ah.. si... – y desvió su mirada, pensativo.

-¿Qué pasa?

  • Nada – sonrió.

Y desvió de nuevo hacia la misma dirección. Algo había llamado su atención. Unas presencias... Si, de las Bestias... Como aún seguía los rayos del sol, deberían ser los Caballeros de la Noche. Angustiado, Pierro también dirigió su mirada hacia la equivalente ubicación, pero nada... Sólo los más experimentados podían sentir la presencia de los enemigos. Una vez más, sintió la gran diferencia de poder entre él y su amigo, mejor dicho su amor secreto... Lo amaba, desde el día que se conocieron, pero nunca se atrevió a decírselo. ¿Miedo de ser rechazado? Quizás el rechazo fuese menos comparando con el odio... Si, su ODIO... Había ganado su AMISTAD, pero ganar su CORAZON era mucho más complicado para no decirlo imposible. Quizás la única persona con quien William abría todo su corazón era con su difunta hermana. Antes que continuara su charla, Pierro vio algo en el cuello de su oponente. Una marca... y sabía a qué se debía (recuerdan? n_n)... Al sentir la impertinente mirada de su amigo dirigida a nivel de su cervical, William levantó el cuello de su camisa. Disimulando una sonrisa nerviosa, dijo:

  • Debo irme... – y dio un brinco, cayéndose hacia el edificio lateral.

  • Espera... – y quiso seguirlo, pero al ver la distancia que separaba entre los dos torres, desistió. Jamás lograría con sus poderes.

  • William – susurró mirando como se desaparecía su amigo entre las gentes.

Últimamente sentía como si lo evitara. Quizás la distancia que lo separan entre ellos, sean aún más larga que estas dos torres...

  • Aún no me comprendes que... – pensó Pierro – lo que estás haciendo, estás lastimándote...

-¿Puedes ver algo?

  • No... No veo nada – dijo Bill guardando el bilocular.

  • A lo mejor, nadie está – dijo Justin estirando sus músculos del miembro superior – ya me estoy aburriendo.

  • Pero no podemos regresar. El señor quiere que nos quedemos aquí para investigar – expresó Bill con rabia.

  • Ah.. Bill.. Como el fiel perro obedeciendo las órdenes de su señor... ha... – y empezó a reír con malicia, algo que al sentir la mirada furiosa de su oponente, cesó.

  • Pues, debemos esperar hasta la noche para ver si hay algún movimiento... – expuso Bill mirando el ocaso.

  • Bueno, por mí no hay problema, si debo pasar juntos toda la noche… – y se sentó en la barda mental con una sonrisa irónica – recuerdo que antes, esta zona nos pertenecía...

  • Desde que te fuiste, ha cambiado mucho... – y soltó un suspiro – hemos perdido muchos territorios para los enemigos, ni contar a los cazadores... My Lord ya no es como antes... Quizás estoy exagerando, pero creo que my Lord ha perdido su...

-¿Poder? – interrumpió Justin mirándolo directamente a sus ojos – Bah.... Ese viejo vampiro tiene suficiente poder para matar a todos...

  • No, no estoy refiriendo a eso... – y dio otro suspiro, pero esta vez más acentuado – quizás he sido único que ha notado el cambio... desde que llegó aquel chico.

  • Te refieres a Albert

  • Sólo para ser un humano, ha dejado mucho impacto, sobre todo, para my Lord – y puso un rostro confundido. – Quizás, sólo estoy exagerando...

Por unos segundos, los dos no platicaron como si no supiera en que hablar. La verdad, sabían pero no querían llegar a ese detalle...

  • Tal vez, tenga razón... – murmuró Justin después de una breve pausa. Recordó lo que había dicho Black.

¨ Él es Juliehn… ¨

Y eso explicaba porqué tanta obsesión hacia ese chico.

  • Pero por otro lado, Black sigue siendo igual... – agregó desviando el ocaso.

Y recordó cuando lo conoció en tiempo atrás cuando estaban en el viejo continente. En aquellos tiempos, Justin era un raptor que holgazaneaba en los laberínticos callejones de Paris. Aunque llegó a conocer a su madre, una prostituta barata que vendía su cuerpo por unas monedas, no tenía muchos recuerdos de ella, tal vez los buenos pues los malos si se excedían a más no poder... y sin duda alguna, uno de esos tantos rústicos ebrios, sería su progenitor. En fin, creció como si fuera un huérfano... ¿Y qué podía hacer un niño para sobrevivir?... ROBAR... Si, robaba de todo lo que podía... Hubiese sido mejor que haya razonado, que haya capacitado una profesión digna cuando aun tenía tiempo de cambiar, pero no... había saboreado lo fácil que es la vida, robando...

  • ¨ Es la última vez que hago eso... ¨ - decía cada vez que se salvaba de las guardias. Aunque dice que uno nace con suerte (justamente eso creía él) y que todo le sale a su favor, uno debe saber muy bien que no siempre sería así por el resto de la vida. Pues, el destino es muy traicionero, un día podría iluminarte hacia el camino de la felicidad, pero en otras ocasiones, no… Y cuando eso le toque a él, no sólo perdería su libertad y orgullo, sino la vida. En aquellos tiempos, la condena para los ladrones era pena de muerte.

-¨ Es la última vez ¨

Pero ese dicho nunca había cumplido. Cuando estaba postrado en el piso de la celda, malherido y con hambre, supo que hasta aquí había llegado su suerte. Mañana a temprana hora, su cuerpo ahorcado estaría exhibiendo en la plaza central como un espantapájaros para los otros maleantes.

-¨ Moriré ¨ - pensó mirando la luna creciente por a través del angosto rosetón de la celda.

Quizás sea muy tarde para arrepentirse… Pero por otro lado, había deseado este desenlace. Quería terminar con su miserable vida… Si, una miserable vida

-¨ Yo te puedo darte otra vida ¨ - dijo una voz.

Asustado, vio hacia el donde provenía la voz. Había pensando que estaba completamente sólo en la pieza. Entre la sombra de la pared, surgió una imagen. Era un sujeto que tenía puesto una manta negra que cubría todo su largo cuerpo.

-¨ ¿Quién es usted? ¨ - preguntó Justin intentando incorporarse, pero el dolor lo impedía.

El sujeto se acercó y levanto la barbilla del malherido para que sus ojos se fijaran en los suyos.

-¨ Plateados… Como la luna ¨ - pensó Justin mirando detalladamente, pero con un rostro pasmado. ¿De dónde había salido este sujeto?... Tenía un cabello negro bien liso y largo y su piel, algo pálido sin color, exteriorizaba como si fuera su sujeto sin vida.

-¨ Trailer… ¨ - dijo el sujeto acercando su mano en su pómulo herido. -¨ Me puedes llamar Trailer… ¨

-¨ ¿Y cómo usted me puede dar otra oportunidad? ¨ – preguntó sin poder remediarse de aquella mirada que no sólo miraba su cuerpo físico, sino también su alma. Era como si un poder extraño apoderase de sus pensamientos, dejándole completamente expuesto al oponente.

-¨ Eso no te importa a ti… Sólo quiero saber, si quieres seguir viviendo… - y se alejó, estando de espalda, continuó su dicho: - tienes el alma que estoy buscando

Por unos instantes, Justin se puso pálido y confundido… ¿Alma?... ¿A qué se refería que estaba buscando su alma?

-¨ ¿Eres un diablo? ¨ - preguntó después de varios titubeos.

El sujeto sólo sonrió, como si hubiese gustado la duda que tenía su oponente hacia a él.

-¨ Quizás, si… o tal vez… no ¨ - y siguió riendo sutilmente -¨ ¿Y qué decidiste? ¨ - agregó acercándose de nuevo.

-¨ ¿Y qué quieres al cambio? ¨ - indagó con un rostro no tan convencido.

-¨ Nada… Sólo quiero tu alma…y tu lealtad hacia mi. En cambio, yo te otorgo una vida eterna, para siempre ¨ - dijo Trailer, mirando sutilmente a su oponente.

¿Qué?... ¿Una vida eterna?... Eso suena ridículo. Pero, que otra opción tenía él… pero por otro lado, quiso probar al sujeto.

Como si hubiese leído su mente, Trailer rozó de nuevo con su mano sus heridas, lo de la de su cara y de sus brazos cuales empezaron a sanar sin dejar ni un rastro.

-¨ ¿Aún dudas, mi querido Justin? ¨ - dijo, alegremente.

-¨ ¿Cómo…?¨ - y se quedó totalmente choqueado.

-¨ No más pregunta… ¿Quieres otra oportunidad? – dijo esta vez atrapando su cara con sus manos, dando un leve beso en su mejilla, agregó - ¨ Te puedo darte mucho poder ¨

Su cuerpo empezó a templar. Quizás sería una locura aceptar una propuesta como esa, pero qué podía hacer él para liberarse. Mañana a temprana horas, sería un frío cadáver

-¨ Si… ¨ - contestó casi si pronunciarlo.

-¨ Eso suena muy bien ¨ - dijo esta vez, besando suavemente sus labios -¨ Te dolerá un poco el ritual, pero…será algo inolvidable para ti ¨.

Y empezó a quitarle su ropa. Al principio, Justin se resistió mirándole con sus ojos asustados, pero al ver a ese par de hermosos ojos plateados fijando con dulzura, cedió.

-¨ No te lamentaré ¨ - pronunció dándole besos en su cuello y sus manos empezaron a explorar su cuerpo.

-¿Justin?...

  • ¿Ah?... ¿Qué? – reaccionó Justin mirándole con una cara sonrojada. Ojala no hubiese leído sus pensamientos. Había olvidado completamente que Bill podía leer los pensamientos.

-¿Qué te pasa? – preguntó Hill mirándole con cierta duda.

  • No… sólo recordaba algo – y sonrió irónicamente – ya se puso el sol, debemos ver si hay algo allí

  • Ok… - y antes de brincar, se desvió su mirada. Algo estaba acercándose hacia a ellos, rápidamente. ¿Cazado o un enemigo?

  • Alguien se está acercando… – opinó Justin dirigiéndose también su mirada – y huelo como si fuera uno de nosotros

  • Lo es… - dijo Bill con malicia.

  • Qué hermoso – expresó Albert mirando perdidamente la joya.

Era una cadena fina hecho a base de oro blanco y como adorno, un diamante de color rojo, en forma de marquesa, de un considerable tamaño.

  • Es un regalo que quería darte hace mucho tiempo – dijo Black dándole un beso en su mejilla.

  • Es muy hermosa

  • Como tú – y le colocó en su cuello.

-¿Cómo me veo? – preguntó Albert alegremente acercándose a un espejo para ver su reflejo.

  • Hermoso – dijo, sonriéndole. Viendo a su pequeño con la joya, Black recordó lo hermoso que le quedaba también en el cuello de su ángel.

Si, su ángel

Paris, 1507

Cuando abrió sus ojos, lo primero que miraba era la cara dormida de su hermoso ángel a su lado.

  • Buenos días – susurró cerca de su oreja, pero no lo suficientemente fuerte para despertarlo.

Desde aquel incidente, el poder que contenía la caja mística había cambiado completamente su vida. Podía apreciar las caricias que dejaba el Sol por las mañanas y estimar lo hermoso que es el cielo azul. De no estar buscando a sus víctimas para sosegar su sed y sobre todo, de poder estar con su amado ser celestial… No, ya no lo era… dejó de serlo desde que lo correspondía.

  • Eres mío… para siempre… - pensó tocando suavemente su espalda donde había una marca

Una cicatriz… donde antes brotaba esa par de hermosas alas doradas suyas

Suspiró

Quizás había sido muy egoísta de su parte apartando a Juliehn de su paraíso y de su Creador. Había arrancado más que un par de alas suyas, sino todo lo que era de él… dejándole de nuevo sin nada… Había quitado su libertad a cambio de su amor. Recordó aquel día cuando Juliehn perdió su mayor orgullo… sus hermosas alas… Sus plumas caían sin cesar como si ya no tuvieran razón de estar adheridos en su dorso. Juliehn no dijo nada… Solo miraba los restos de plumas que antes era una parte de su cuerpo… y cuando la última pluma abandonó, lloró… lloró como si el mundo acabara para él. Lo abrazó para consolarlo, después de todo, era su culpa que sucediera algo tan hostil por su egoísmo. Si, fue egoísta… De pronto, notó que Juliehn caía en sus brazos sin resistencia, como si perdiese toda su vitalidad. Pronto se dio cuenta la razón… sangre… derramaba sangre en aquel lugar donde supuestamente estaban sus alas. Para un ángel, poseer un alma era el peor pecado. Su cuerpo no estaba preparado para poseerlo y cuando eso suceda, moriría poco a poco como si un tumor carcomiese el propio organismo. Era el peso que debe pagar por obtener algo que no

Otro suspiro

Probablemente, fue una mala idea de cambiar el destino de su ángel

Pero él seguía a su lado, pero ¿hasta cuándo?... ¿Cuándo dejaría de sangrar su herida? Herida que él lo ha provocado con su capricho… Una lágrima cayó en sus ojos.

  • Buenos días… - dijo Juliehn al abrir sus ojos.

Trailer borró los rastros de sus lágrimas rápidamente y lo sonrió… Ese par de ojos plateados lo miraban cariñosamente. Sin rencor, ni remordimiento

  • Buenos días, mi ángel – y lo besó, sutilmente como lo merecía - ¿Tienes hambre?

  • No

-¿De verdad no quieres comer? – preguntó con un tono preocupado.

Últimamente, Juliehn no comía nada.

  • No, no tengo hambre, Trailer

Trailer se levantó y se acercó a un cajón donde guardaba las cosas. Y vino con un pequeño bolso de cuero atado con nudos. Dejando en las manos de Juliehn dijo:

  • Es un regalo para ti

-¿Para mi? – y abrió para ver el contenido.

Una cadena de plata con un medallón de diamante de color rojo

  • Es hermosa, Trailer – expresó viendo la joya con mucha emoción.

  • No tanto como vos, mi ángel – y ayudó a que se colocara la joya en su cuello – mandé hacer exclusivamente para ti

  • Gracias, Trailer… - y lo abrazó.

Trailer correspondió ese cálido abrazo. Ojala nunca acabase ese momento

Y ahora, estaba en frente de sus ojos. Usando el mismo collar que lo había regalo hace 500 años atrás… Pero esta vez era diferente. No lo perdería de nuevo, jamás. Estaba dispuesto a sacrificar su vida, y sino fuese suficiente, lo convertiría en uno de ellos. Aunque eso significa matar con su propia mano, haría lo que fuese con tan sólo si estuviera a su lado. Si… no dudaría.

  • Ya vamos… - dijo Black abrazándole y dándole un beso en su mejilla.

  • Está bien

Cuando estaban apunto de salir de la pieza, sonó el celular de Black quien atendió de mala gana. Después de intercambiar algunas pláticas cortas, colgó el celular con rostro fatigoso.

  • Me temo que debemos suspender la salida, Albert… Tengo que ver a alguien – y suspiró.

Justo cuando quería tener una noche privada con su ángel y la cosa todo sale mal

  • Bueno, no te preocupes… - dijo Albert con un rostro decepcionado.

  • No te pongas así… Yo tampoco no quiero irme. Quiero estar contigo… - y atrajo hacia él para abrazarlo.

  • Si quieres salir, voy a pedir a Natasha que te acompañe.

Albert pensó… Bueno, no era una mala idea.

-¿Y Bill? – preguntó para ver si tenía la otra opción.

  • Mandé a una misión con Justin. Creo que se tardarán un poco – dijo Black marcando el número en su celular.

Albert se puso a pensar. La verdad, no quería salir con Natasha pero tampoco quería estar encerrado un fin de semana. Hablando de ella, a igual que Bill y Justin, era una de los caballos de la Noche. Era una mujer madura, quizás la más vieja de todos, pero eso no significa que sea una anciana. Tendría alrededor de 35 y quizás menos. A diferencia de Bill, ésta si era muy estricta y exigente con él. Tampoco no se esforzaba de compadecer sus caprichos. Daba impresión que no le caía bien a ella.

  • Ella vendrá contigo – expresó Black colgando su celular.

  • Bueno… - y mostró una sonrisa forzada, pero natural.

  • Que disfrutes y no hagas tonterías – y le dio un beso en sus labios.

Como un relámpago, un sujeto aterrizó de la nada, apareciéndose en frente de ellos. Con una cara burlona y alegre, dijo:

  • Vaya, vaya… Tanto tiempo, colegas – y se acercó hacia a donde estaban sus ex-aliados – estamos en la misma ciudad y no nos vemos con frecuencia… Deberíamos hacer algo, una fiesta, una reunión o algo parecido para que veamos con más frecuencia.

  • No necesitamos invitación para eliminarte – expresó Bill con ironía.

  • Ah… Bill… Siempre serio como antes… Algo que me gustaba – y sonrió. La verdad, era algo que lo dejaba muy excitado. Esa mirada de color ocre oscuro, que brillaba con mucho rencor hacia a él y su cabello castaño claro, descuidado y despeinado, pero lo dejaba con un toque especial y única. – ah… perdón, aún sigo gustando ese detalle – continuó haciendo una mueca en sus labios.

Bill ruborizó mordiendo su labio inferior para no gritarlo.

  • Ah… Me ignoras a mí – manifestó Justin poniendo una cara celosa.

  • Perdón, mi querido Justin… He sido muy grosero contigo… ¿Qué tal todo estos tiempos?

  • Muy bien, aunque no tanto, sin ti… Zin – contestó Justin carcajeando

Continuará