Black Blood (7: El ángel)

Relata como Black le conociò a Albert en su vida pasada... a Juliehn

BLACK BLOOD VII

¨ El ángel ¨

(Antes de continuar, lea los capítulos anteriores para encajar mejor la historia: Hijo de la Noche, Destino cruzado, Una noche diferente, Enemigos, Viejos amigos, La Saga)

Era la cuarta película de Mel Gibson que estaban mirando. La verdad, a él no le gustaba el ámbito cinematográfico, ni mucho menos de su publicidad y de sus chismes, pero como a Albert sí le encantaba ver las películas sobre todo cuando participa su actor preferido (y la mía también

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), no había otra opción que seguir su corriente. Sólo cuando escuchó el ronroneo, se dio cuenta que su pequeño se había quedado dormido. Abrazó sutilmente para no despertarlo y le dio un beso en su mejilla. Había besado innumerables veces, pero nunca cansaba de hacerlo. Nunca cansaba de poseer aquel cuerpo. Después de todo, había esperado casi 5 siglos para tenerlo de vuelta a su lado. Quizás ya no poseía las cualidades que antes él había apreciado y sigue añorando, pero de todas formas Albert era él. Era su Juliehn, su ángel.. sólo por eso, ya lo amaba.

  • Duerme mi ángel, yo te cuidaré – susurró cerca de su oído.

Como había previsto una de las brujas de Tyler, el alma del ángel había liberado de su condena resucitándose en un cuerpo humano. Para eso, Black tuvo que pagar un precio. Tal vez comparando con lo que ha ganado, el pago fue algo insignificante para él.

  • Juliehn – pensó mirando su rostro dormido.

Cuántas veces había soñado de este momento en donde podía apreciar su cara complacida durmiéndose tranquilamente a su lado?...

De repente, inconscientemente Albert agarró su ropa en medio de su sueño, como si tuviera miedo que lo dejase abandonado sólo en el lecho. Cariñosamente cubrió esa mano y la llevó a sus labios. A pesar de todo, si había cosa que no cambiaba con el tiempo...

Worcester, 1507

Trailer estaba perdido, literalmente sabía donde estaba pero no sabía cómo liberarse en aquel laberinto. La idea de esconderse en una cueva cuando empezó a romper el día, fue una pésima decisión. Pero que podía hacer o sino estaría completamente calcinado como un cerdo a la parrilla.

  • Maldito sea – meditó mientras caminaba por las estrechas cavernas.

Quería descansar, pero para eso, necesitaba un lugar seguro. No se había alimentado toda la noche por la culpa de su mejor y antiguo amigo Leisghan quien se a ha convertido en su cazador. Bueno, la idea de ser un prófugo no le molestaba, incluso había suministrado un cierto toque de diversión en su miserable vida. El peligro siempre fue su pasión, algo que lo motivaba seguir con vida...

  • En dónde estoy? – pensó caminando.

El lugar era muy húmedo y oscuro, con numerosos pasadizos en todas las direcciones. Por las rigurosas estalactitas, goteaban sin cesar como si marcara un ritmo. En fin, no era un lugar acogedor para pasar su siesta, pero suficientemente segura para pasar el día y de alejarse de su acechador. Eligió un lugar suficientemente seco para descansar y estirar un poco sus piernas. Y cuando por fin el sueño tuvo su efecto, presenció que algo pedía ayuda. Desterrado, abrió sus ojos para ver si alguien estaba cerca, pero nada. Sus sentidos agudos no distinguían nada.

  • Será Leisghan? – y se puso en guardia ante cualquier sorpresa.

Si fuera él, ya lo había sentido su olor, pero no... De nada se parecía.

  • Ayúdame...

De nuevo pudo oír su voz que llegaba en su mente. Era débil, como si estuviera apunto de apagarse. Tal vez el hambre lo haya inducido de ser un buen samaritano, caminándose hacia a donde su instinto impulse. Después de todo, tendría que satisfacer su sed con algo.

Después de una larga recorrida, por fin halló la cosa que le estaba llamando. Y para su decepción no era un ser vivo. Era una especie de estatua con la imagen de un ángel en las rocosas paredes de la caverna. Una figura muy gastada que ha perdido casi la inmensa mayoría de sus detalles por la humedad de la zona. Casi diría que era sólo un pedazo de roca si no fuese ese par de alas detalladas en su dorso.

  • Diablos - pensó Trailer observando con cierto desprecio la imagen.

Ya no podía oír la voz de súplica. Había caminado tanto para nada... Y justo cuando volteó a tomar su camino de regreso, de nuevo oyó su voz. Irritado, volvió a mirar la estatua, pero esta vez con la intención de destrozarlo a pedazos. En el momento que quería lanzar un conjuro, se detuvo. Vio que en el pulpejo de un ángulo donde supuestamente estarían los ojos de la imagen, cayó un hilo de agua. Trailer vio el techo pensando que fuese por las gotas que caían por las estalactitas. Pero no... Extrañamente, alrededor de la zona de la estatua era completamente seca. Otro hilo de agua surgió en el otro ángulo paralelo.

  • Está llorando... – susurró.

Si, la imagen estaba llorando, derramando lágrimas en esos pequeños hoyos que parecían sus ojos.

Trailer se acercó y apoyó su oído en la imagen. Se escuchaba algo... una voz... no... un latido... Un latido de un corazón que estaba a punto de sofocarse. Una sonrisa dibujó en sus labios, a final tendría su recompensa de beber algo.

  • No te preocupes, te liberaré... – dijo Trailer acariciando la imagen.

Por fin entendía qué estaba pasando. La imagen no era sólo un simple esculpido y el contenido que ha de estar adentro también. Seguramente debía ser un ser celestial que se ha quedado atrapado por las travesuras de los demonios durante en esos eventos de confrontación que tuvieron en tiempos atrás.

  • Te sacaré... – y rompió la vena de su dedo de índice, donde fluía su sangre negra.

A pesar que ya no era un Dios como antes, aún así sabía cómo manipular algunas magias. Puede que Los Supremos hayan quitado sus poderes, pero sus conocimientos aun le pertenecía. Y la mejor manera para deshacerse de una magia, era pagando con sangre. Dibujó un símbolo con su flujo en el pectoral de la imagen y esperó que se secara. En pocos segundos, el duro material sólido se desmanteló exponiendo el contenido que cubría. Y como supuso Trailer, era un ser... quien cayó hacia su regazo sin resistencia.

  • Un ángel... – y lo examinó.

El ser divino tenía el cabello ondulado de color plateado que combinaba perfectamente con su piel de leche. Cuando abrió sus ojos, vio que tenían el mismo color pero de un tono más oscuro. Poseía una cara pálida como si hubiese perdido toda su esencia por estarse encerrado en aquel efigie sólido y frío.

  • Te encuentras bien? – preguntó tocándole su mejilla que era suave como la seda.

Pero el ser divino no respondió, sólo lo miró indiferentemente como si no le importara su preocupación. Era una mirada que carecía de sentimientos, como si no tuviese un corazón, pareciéndose a él... un condenado...

  • Cómo te llamas? – preguntó ayudando a que pusiera en pie.

  • Juliehn – respondió casi como un murmullo.

  • Juliehn... un hermoso nombre para un hermoso ser – dijo Trailer sonriéndole – y por qué te encerraron en una estatua? Acaso hiciste algo que te castigara?.

Juliehn disimuló su desinterés desviando su mirada hacia el otro ángulo y luego ordenó su cabello manoseándole un poco. Indisputablemente era una figura bella, delicada y fina como todos los seres celestiales creados por Apolis, quien es todo un experto cuando se refiere a la belleza. Probablemente sea el ser más bello que Trailer haya presenciado y no dudaba que también fuese la obra prima de su antiguo aliado. Pero detrás de aquel perfil fino, no había más que el silencio y vacío.

  • Y no vas a agradecerme por dejarte libre? – y guiñó uno de su ojo, sonriéndole.

Pero el ángel no correspondió su pregunta ni su sonrisa. Sólo le miró con sus ojos confundidos, como si aún no supiera lo que sucedía. Luego, con cierto titubeo, acercó su mano para acariciar su rostro dejando a Trailer algo sorprendido. Bueno, no esperaba que el ser divino tomase la iniciativa. En fin, cuando se acercó con la intención de clavar sus colmillos para terminar de una vez por toda, este extraño encuentro... de nuevo se quedó impactado. Lágrimas... En esos hermosos ojos corrían las lágrimas. Pero su rostro no presentaba ninguna señal de sentimiento, ni odio, ni amor... sólo lágrimas... tan puras como las de una criatura.

  • Quizás esta criatura sea tan pura que carece de sentimiento – pensó secándolas con la manga de su ropa.

Era extraño, pero esas lágrimas dejó aturdido su tendencia...

  • Regresa a tu mundo... – dijo esta vez con cierta autoridad.

Sería un desperdicio matar a un ser tan puro... Ni siquiera el ser más despiadado tendría el valor de intentarlo. Mejor, dejarlo que se vuele a su casa antes que cambie de opinión.

  • Y tú? – preguntó.

  • Yo pertenezco aquí... – expresó Trailer, alejándose – Vuelve a lado de tu señor que seguramente te está esperando...

  • Mi señor? – indagó, parpadeando.

  • Apolis...

Por unos instantes, Juliehn no platicó. Con una mirada perdida, dijo:

  • Y tú?...

  • Yo sólo soy un ser condenado... yo te he liberado, pero perteneces a Apolis.

Otro silencio...

Quizás estaba siendo muy áspero con él. Pero la verdad, no le correspondía, ni un mínimo de él... Aunque emprendía a querer tenerlo, de ser su dueño y gozar toda su belleza, sabía que no podía, no por el miedo de ganar la ira de Apolis, sino...

  • Debes irte... – dijo con mezcla de suspiro.

Como si obedeciera, Juliehn emprendió el vuelo abriendo sus alas que estaban escondidas en su dorso que eran de color de oro. Y sin decir ninguna despedida, desapareció en el aire.

  • Era lo mejor... – pensó.

Para él y para Juliehn...

Cuando llegó el invierno, Trailer decidió viajar al noreste de Francia quizás para cambiar un poco el aire. Siempre le atrajo aquel país tan místico y exótico a la vez, donde sus edificios expresaban más que una simple adoración hacia el arte y religión.

  • La catedral de Chartres – susurró mirando el edificio desde el techo de una residencia no tan lejas de la misma.

Aun estando en plena restauración construyendo la torre del nordeste, se veía bella y espléndida. Posiblemente esa nueva agregación altere su estilo arquitectónico, pues no se parecía de nada al otro torre (es la verdad, miren las fotos O_o). Pese a que él haya contribuido cierto crédito de la restauración por haberse destruido una parte de la catedral en tiempo atrás, el cambio no le cayó bien. Pero siempre será su preferida, la más conmemorada de todas por amparar un recuerdo suyo.

  • Leisghan... – susurró recordando a su viejo amigo.

  • Quién es Leisghan?

Sorprendido, volteó hacia atrás conjeturando sólo a una persona. Y casi desploma de emoción al ver que era él, Juliehn, sentado en la chimenea, mirándole de la misma manera como antes. Sus alas doradas brillaban más aún bajo el resplandor de la luna creciente, dándole un toque magistral.

  • Tú... – titubeó Trailer acercándose y cuando estaba a su lado, acarició su hermoso rostro - Por qué has regresado?

Juliehn cerró sus ojos para sentir mejor su caricia, esa mano fría que lo tocaba delicadamente.

  • Apolis me ha mandado – dijo abriendo lentamente sus ojos – para entregarte esto... – y le entregó una caja.

Al verla, Trailer encogió sus cejas. Era la caja que había cambiado su destino y de su amigo, o quizás al mundo.

La caja mística...

  • Por qué? – preguntó con la mirada perturbada, acomodando la caja en sus manos.

  • No lo sé... – y se levantó – tal vez que quiso agradecerte por liberarme... – y emprendió a dar un vuelo, pero no se alejó mucho quedándose justo a unos pies de él.

Trailer contempló la caja por unos instantes sin platicar. Sabía muy bien qué había dentro de ella. Quizás sea la última que se ha quedado y la última que podía cambiar su vida. Pues los poderes que estaban encerrados, eran suficiente para desbaratarse de su condena. Será Apolis quien haya enviado tanto favor por liberar su ángel?... No... Apolis le odiaba como si la luz odiase a la oscuridad. Nunca le ayudaría, ni siquiera cuando estuviese en apuro.

  • No la vas a abrir? – preguntó Juliehn.

Trailer buscó la mirada del ángel. Vidriosa, vacía y pura como lo había visto en la primera vez. Posiblemente, sea el ser más transparente que haya visto, tan transparente que no poseía la vida ni la muerte, como él... Hizo señas para que se bajara y cuando estuvo en su lado, lo abrazó y dijo:

  • No merezco ese premio... – y besando su mejilla – pero tú sí... Quiero liberarte de esa vida sin sentido, mi pobre ángel... – y abrió la caja.

El contenido emergió como humo rodeando a ambos por un rato, cegando sus ojos. Cuando Trailer recuperó su campo visual, vio a Juliehn completamente alterado y desesperado por el perdurable flujo de sentimiento que evadía su alma que era antes tan blanca como la nieve.

  • Tranquilo, Juliehn – y lo abrazó para sosegar su estado de desconcierto. – ya tranquilo...

Juliehn comenzó a llorar, pero no era el mismo llanto inocente de la vez pasada. Manifestaba su dolor, miedo y angustia, como todos los llantos.

  • Ya tranquilízate – y agarró con sus manos el rostro de Juliehn para que éste le viera sus ojos – tranquilo... yo te cuidaré... Nadie te hará daño... tranquilízate...

Con los ojos empapados de lágrimas, Juliehn asintió, sentía que el sujeto decía la verdad. Ahora que podía sentir las cosas, sabía qué era la verdad... y la mentira. El amor... y el odio...

- Duerme mi ángel, yo te cuidaré ... – dijo Trailer ayudando a que se acomodara entre regazos.

Cuando llegó la mañana, Trailer aun estaba en el techo, sentado, teniendo entre sus brazos a Juliehn quien se ha quedado profundamente dormido.

  • Es hermoso... – dijo mirando el amanecer.

Desde que comenzó su vida, había estado en la oscuridad sin echar de ver la cálida sensación que deja el Sol en la Tierra. De ver cómo se brotan las flores antes el primer rayo del sol y cómo los pájaros y aves cantan por su llegada... Si no fuese por la caja, esto jamás había sucedido. Seguiría su vida en las frías sombras de las noches, anhelando una luz de esperanza que pueda seguirlo.

  • Luz... – meditó mirando la cara dormida de su ángel.

Había conseguido más que una simple luz del Sol, una luz de vida en su alma vacía... Juliehn

De repente, Juliehn agarró su traje en medio de su sueño, como si lo sujetara con el miedo que lo abandone. Riéndose por la ingenua conducta de su ángel, besó sus labios...

  • Black, me estás escuchando?

Black reacción ante la llamada de atención de Albert quien se despertó de su siesta.

  • Ah... si... qué decías, mi ángel?

  • Ya deja de llamarse así... – y gruñó – sabes muy bien que no me gusta que me llamen así.

Se rió sutilmente, mirándole con cariño. Quizás ya no sea su Julieh, el ángel quien había cambiado su vida...

Mas...

  • Siempre serás mi ángel... aunque ya no lo seas – y lo besó.

Continuará... (es la palabra que más odio... T-T)

NOTA: Por fin el capítulo VII... Personalmente es un capítulo que me gusta por tratarse de mis dos mejores personajes (Albert/Juliehn y Black, aunque muchos no estén a favor). Sin querer queriendo lo explayé más que lo que debía y también demasiado romántico (Uuuu... ya me daba piel de gallina). Al principio, creí que nadie le interesaba, pues francamente la historia de vampiro ya pasó de moda hace mucho tiempo. Incluso, pensé dejarlo ya que habiendo pocos lectores (seamos sincero, sólo he visto menos de 1000 lectores en cada capítulo a excepción de la primera), no me daba cuero de seguir. Bueno, pero como a algunos le están cayendo bien, decidí seguir la corriente. No sé cómo voy a terminarlo, ni cuan extenso será, todo dependerá de mi imaginación (ojalá pronto se agote para terminar de una vez por toda esta locura)... Gracias por escuchar mis plagueos y también dejen los suyos en los comentarios y msj... Hasta la próxima tontería...