Black Blood (2: Destino cruzado)

El mito se continua... El destino de William y Albert se cruzaron de nuevo...

BLACK BLOOD II

¨ Destino cruzado ¨

(Antes de continuar, lea el capitulo anterior para encajar mejor la historia: Hijo de la Noche)

Cuando William abrió sus ojos, topó con una intensa luz de la linterna que estaba colgado en la cabecera de su cama.

«Estoy en mi cuarto» - concluyó el joven parpadeando un par de veces sus ojos.

Se sentía exhausto como si hubiese realizado una extensa labor. Aun podía recordar el inmenso dolor que había sufrido en su última batalla. Ese dolor que quemaba hasta sus huesos, pero nada se comparaba con la recaída de su orgullo, eso si le dolía más que todo. Hasta entonces, era considerado como uno de los mejores cazadores y quizás el más joven, pero ahora, sólo era un fracasado tendido en la cama como un muerto. Posiblemente si no fuese por aquel chico de cabello oscuro, él no estaría con vida (también si no fuera por él, hubiese ya matado a Bill). Al menos estaba vivo, algo que muy pocas veces ocurre en una batalla como aquella.

«¿Cómo se llamaba aquel chico?... Será que su mente está controlado por las bestias (así le llaman los hunters a los vampiros)? O a lo mejor, es un VAMANO (se refiere a la especie de los Hunters, mitad vampiro y mitad humano)... ». Le daba impresión que el chico había actuado bajo su propia voluntad en aquel momento.

Sin faltar, había Vamanos que estaban a favor de las bestias de la noche. Volvieron con sus ancestrales con la excusa que ellos son del mismo linaje; mas para los cazadores era una excusa barata que no justificaba su traición. En fin, lo cazaban también. A final, todo era del mismo linaje... No ha de ser extraño que aquel chico con los ojos castaños sea uno de esos ingratos traidores...

  • Veo que recuperaste tu conciencia – dijo alguien. - Tuviste suerte, pues si fueras un hunter común, ya estarías bien muerto...

William volteó para ver de quien se trataba aquella voz tan irritante que le sonaba muy familiar. Era la Dra. Restarick, la tipa más amargada de la junta de los Hunters V. Tenía puesto su habitual bata blanca manchada un el resto de sangre en los bordes de las mangas. El joven odiaba aquel olor de sangre podrida que podía percibir en su presencia. Hacía recordar a los cazadores que fueron difuntos en las manos de las bestias.

  • Estuviste 4 días en la cama. Algo muy extenso para un chico como vos – opinó la doctora acercándose junto al muchacho. – Creo que mañana podrás salir de nuevo a la casería.

  • A... si – respondió indiferentemente como si la noticia no le animara tanto.

  • Te veo muy molesto... – opinó ella mirando la herida de su paciente.

  • ........ « ¡Y qué te importa! » - caviló desviando su mirada.

Cuando terminó de cambiar las vendas, examinó el gotero de suero.

  • Ni pienses levantarte antes que termine el suero, de acuerdo... – dijo la doctora con una voz penetrante.

Como si hubiera leído su mente, William gruñó. A él le indignaba todo lo que sea del hospital. Odiaba los olores de remedio, las jeringas y sobretodo, esas batas blancas que usan los médicos. Ese olor del sangre... Le daba asco!.

Viendo que estaba todo en orden, ella se dirigió a la puerta donde halló a una persona. Se trataba del capitán Schwan, un hombre de unos 30 años, vestido de un traje de chaqueta negro sencillo pero elegante, con una camisa gris pálido que concertaba perfectamente con el color de sus ojos donde brillaban cierta preocupación.

  • ¿Cómo está William, doctora? – preguntó el tipo conteniendo la marcha de la doctora.

  • Véase usted mismo, capitán Schwan – expresó fríamente y continuó su camino.

Al ver al chico en plena forma, en el rostro del hombre modeló más consolación que antes.

  • Veo que recuperaste tu conciencia – dijo el capitán sentándose en el sillón que estaba cerca de la cama.

  • ¿Para qué viniste?... ¿Para castigarme de nuevo? – indagó el joven forzándose a levantar. De todas formas, William había salido aquella noche a la casería sin su permiso. Esto significaba sólo una cosa... castigo.

  • Tranquilo... Aun no te recuperaste todo – dijo Schwan sujetándole a los hombros.

Pero éste rechazó empujándole con fuerza. Por poco deja derrumbado a su jefe en el piso.

Quitó la jeringa de suero con tal brutalidad y se puso en pie, tambaleándose al principio pero pronto equilibró, dirigiéndose hacia el aparador donde estaba colgada su gabardina.

  • Pero la doctora no te autorizó la salida – dijo Schwan sujetándole su brazo.

  • ¡A la mierda lo que dice esa doctora! – gritó William intentado librarse, pero éste no lo dejó, incluso lo sometió empujándole hacia la pared, dejándolo inmóvil.

  • ¡Ya tranquilízate! – dijo Schwan con una voz de autoridad.

A pesar de todo, Schwan sabía como controlar a este joven rebelde. Era el niño malcriado de la cuadrilla, pero a la vez el más distinguido de todos. Había nacido con un rango de poder superior que los otros y a pesar de ser joven, ya poseía bastante experiencia como un cazador de vampiros. Era uno de los pocos que estaban en nivel A.

-¿Por qué estás tan nervioso? – preguntó esta vez soltándole su brazo.

El joven se amorro bajando su mirada, pero inmediatamente sintió que la mano de Schwan lo cogía su mentón obligándole a mirar a los ojos.

  • ¿Que te pasa?... – murmuró sutilmente como si le tratara a un niño de 5 años.

  • ........

  • Todos tenemos un mal día... – y acarició con suavidad la mejilla del joven.

Dio mío, era tan suave como una seda fina recién fabricada. Su menudo labio rosado, parecía como a un pétalo de rosa. Su mirada de color verde que ardía de la rabia por su primer derrumbe, apenas era visible por el mechón rojo que caía suavemente.

Quien diablos podría ignorar tanta belleza en un mismo rostro, pensaba el hombre buscando su labio. En fin, no pudo sustentar más a la tentación. William no se molestó a obviarlo. Fue tan sólo un contacto prolongado de los labios.

  • Ya déjame solo, capitán... Por favor – expresó después del beso, de la forma más indiferente.

Dando un suspiro, el capitán cedió el paso. Sabía que era una pierda de tiempo insistir una plática cuando el chico no accede.

Antes de salir, William agarró la gabardina y dijo:

  • Lo de nuestro nunca funcionará... – y cerró la puerta.

Otro suspiro desglosó en el labio del capitán, pero esta vez mucho más larga que antes. Sabía perfectamente a que se refería el dicho del joven.

  • Lo del nuestro... – repitió Schwan con una cara reflexiva sentándose en el umbral del lecho.

Mientras transitaba por el pasillo de la instalación, William no pudo evitar las miradas de los otros hunters. Y para variar, no podían faltar susurros en una situación como aquella. Después que le nombrara como sucesor del comandante Wolf quien estaba al mando de la entidad, las ofensas y críticas hostigaban sus oídos sin cesar. ¨ Es un chico malcriado... Se hace creído... Sólo fue nombrado porque era su discípulo...¨ tales comentarios eran en su mayoría.

«Estúpidos incompetentes... – pensó mirándolos indiferentemente a ellos - Si tuviera opción, ya había rechazado ese estúpido cargo. Por mí, no me interesa!» - y siguió caminado.

Había discutido miles de veces con el comandante Wolf, pues esa cosa de ser sucesor... no era su estilo... Pero el viejo no le escuchaba.

  • ¡Hey, miren!... El futuro comandante está en pie. Déjalo pasar, pues aún es un bebé... – burló un hunter acercándose hacia él.

Si fuera otra ocasión, William dejaría que el perro ladre, puesto que ya estaba acostumbrado a tales insultos. Pero ahora, no lo toleraba, no estaba con humor para hacerlo. Agarró al sujeto levemente como si tratara un pedazo de piedra y lo lanzó al aire dejándolo caer a unos 10 metros de lejos, todo esto provocado tan sólo con una mano.

  • Hoy no quiero escuchar sus estupideces – dijo William mirándolo con los ojos de un sicario a los demás.

Hubo un silencio absoluto. Ni siquiera nadie se atrevió a respirar fuerte. Solo el chillido del lesionado se escuchaba a más de no poder. El joven subió el ascensor sin platicar nada.


Albert estaba aburrido. La clase de Historia de la señorita Hall era la cosa más irritada que uno podía imaginarlo. La mayoría de los presentes estaban adormecidos, como dicen: vencidos por el sueño, pero ella seguía insistiendo en su lectura donde sólo repetía nombres y fechas inmemorables.

«Esto es muy aburrido» - pensaba Albert mirando el paisaje desde la ventana.

Había suplicado a Black para asistir a un colegio. De tanto de insistir, él lo dejó, pero con una condición: - ¨ Debes estar acompañado con guardaespaldas ¨. Albert suspiró al ver a uno de ellos en el frente del portón principal. Se quedaba todo el día esperando a él. Seguramente el otro estaba en el auto, estacionado no lejos del colegio.

«Así, nunca podré escaparme » - pensó esta vez mirando a los compañeros que se susurraban entre ellos. Estaban planeando irse al cine después de la clase.

Su intención de asistir a un servicio de educación era nada más de conocer gentes. Quería tener amigos de su edad y vivir una vida normal. De irse de compras, de asistir a los eventos sociales, o simplemente practicar algún deporte rodeado de gentes normales. En fin, sólo quería un poco de privacidad alejándose de...

« ¿Black? » - murmuró sin darse cuenta, apoyándose su cara con su brazo.

La verdad, no le odiaba... Lo había cuidado de él desde que era un pequeño. Solo le agobiaba su sobreprotección, su amor obstinado hacia a él. Lo dejaba bajo en preso. Si... Por poco no le dejaba respirar. Quería experimentar algo nuevo, algo que todos dicen que es: NORMAL... Otra pregunta surgió en su cabeza

« ¿Y amaba a él? »

Aun no tenía claro su sentimiento hacia este hombre. La verdad, no sabía si la pasión que siente hacia él si es amor o tan sólo una afición. Desde que tiene memoria, había estado viviendo en aquella mansión rodeado de vampiros. Hasta incluso llegó a pensar que él era uno de los ello. Un día preguntó a Black si él llegó a conocer a sus padres.

  • ¨¿Por qué preguntas? ¨ - indagó Black sin deponer su mirada en los papeles que estaba en sus manos.

  • ¨ Por curiosidad ¨ - dijo parpadeando sus inocentes ojos. Aquel tiempo tenía 9 años.

Alzó su mirada para ver al chillido con una sonrisa leve en su labio. Señaló que se acercara más hacia a él y lo dejó sentar en su rodilla.

  • ¨ Sabes algo, Albert... Yo llegué a conocer a tus padres ¨
  • dijo el hombre tocándole su cabello. – Tu madre era una mujer muy bella. Tenía el cabello largo y oscuro que llegaba hasta la cintura. Tenía una mirada elegante y unos hermosos ojos de oro, como los que tienes tú – y acarició la mejilla del pequeño y éste le respondió con una sonrisa. – Tu padre era un hombre alto, fuerte, bien elegante. Tenía el cabello negro, bien negro...

  • ¨¿Cómo el tuyo, verdad? – interrumpió el pequeño tocándole el mechón largo.

  • ¨ Si ¨ - sonrió paulatinamente. - ¨ Él era un hombre importante en su trabajo y ganaba mucho dinero. Vivian en una mansión como ésta, no tan grande pero muy elegante. Tenía amplios jardines donde criaban muchos animales exóticos ¨

  • ¨ ¿También había tigres? ¨ - interrumpió de nuevo.

  • ¨ Si...¨ – y se rió de nuevo. El niño era tan soñador.... – Ellos vivían felices, y tú estabas allí con ellos cuando eras un bebé. Ellos te amaban mucho... te adoraban....

Albert se dejó reposar en esa memoria, calmándose, imaginándose de su manera. Pronto quedó dormido en los regazos en Black en un sueño profundo.

  • ¨ Duerme... ¨ - y acarició su cabello. - ¨ Duerme mi ángel... yo te protegeré para siempre ¨

  • Mrs. Endecott – la señorita Hall chilló de nuevo.

Albert volvió a la realidad, y cuando se dio cuenta que era el centro de las miradas de los demás, se ruborizó.

  • Me puedes responder en qué año se firmó el ¨Paz de Ryswick¨ (yo tampoco no lo sabía)? – preguntó la mujer frunciendo su ceja.

  • Los negocios comenzaron en mayo de 1695 pero lo concluyó en septiembre de mismo año poniendo en fin la guerra de Liga de Augsburg, también conocida como la guerra de la Gran Alianza o de los Años Nuevos – contestó Albert sin vacilarse.

Una vez más las miradas se concentraron hacia a él, pero esta vez del asombro. De nuevo se sonrojó bajando su mirada hacia el piso. Era lógico que él supiera tantas cosas, pero tampoco era un genio desde nacimiento. Black había decidido resolver su educación dentro de la casa contratando a los mejores maestros, sin necesitad de asistir a la escuela ni al colegio (eso si es tener una vida de cautiverio O_o). En fin, Albert ya había aprendido todo. Incluso, él podía acceder a un curso superior, mas no quiso... Quería pasar su adolescencia en un colegio como los demás, algo que consiguió después de insistir tanto.

Ya en el camino de regreso, Albert miró con detalle a los dos sujetos robustos que estaban sentados en parte delantera del auto. Definitivamente eran VAMANOS, vestido de traje negro con gafa de sol (como los MEN IN BLACK ^_^ ; ).

«¿Cómo podré escaparme?» - pensaba mirando el paisaje a través de la ventana. Quería mezclarse en aquella multitud de gentes y caminar como si fuera uno de ellos. Quería experimentar de ser libre, por lo menos una sola vez...

Cuando la luz del semáforo dio rojo, el auto paró, quedándose entre las camionetas. La puerta que daba para Albert estaba bastante libre para abrirse, pero no tanto lo de las delanteras. Aprovechando la ocasión, Albert salió del auto y empezó a correr.

-¡ Señor Albert! – gritaron los dos sujetos al mismo tiempo intentando abrirse las puertas, pero no pudieron.

Albert corrió mezclándose entre las gentes. Corrió como nunca lo había hecho en su vida. De vez en cuando miraba hacia atrás para ver si le perseguían los sujetos de traje negro. Y cuando se dobló una esquina de un callejón, chocó con alguien cayéndose en el piso. Por el impacto, Albert perdió su vista por un rato.

  • ¿Te encuentras bien? – preguntó el sujeto echándole una mano.

  • Si... eso creo – y se puso en pie. Cuando quiso pedir una disculpa al extraño, casi se cae de nuevo, pero esta vez por el susto.

Era ese hunter V. que había encontrado en aquella vez, en la terraza de un edificio. Si, era él...

  • Tú... – murmuró William con los ojos sobrecogidos. Definitivamente, él también lo había reconocido.

Albert emprendió a darse marcha atrás. No sabía a qué se debía su pánico, ni siquiera era un vampiro. No había razón de estarlo... Mas algo dentro de él decía que debía alejarse de este tipo... Pero no pudo, William lo agarró con fuerza su muñeca.

  • ¡Suéltame! – gritó el chico.

  • Tú vendrás conmigo... – dijo William obligándole a incorporarse y avanzar.

  • ¡NO! – gritaba mientras pretendía librarse.

No esperaba que su pequeña aventura terminase de esa manera.

  • Déjame ir...

Intentó aquietarlo, pero el chico era más obstinado de lo que él esperaba. No habiendo otro recurso, le dio un leve golpe en la boca del estómago, pero lo suficiente para dejarlo inconsciente. El chico se desplomó en los brazos de su agresor sin sentido. William suspiró, hubiera preferido no tocarle, pero no tenía otra opción.

  • Señor Albert, ¿dónde se encuentra usted? – se escuchaba una voz que acercaba hacia a ellos.

Era uno de los sujetos de traje quien había seguido al muchacho. Cuando dobló la esquina, vio en lo alto de un muro, una sombra que pronto se desapareció entre los edificios.

« MALDITO SEA » - pensó el sujeto agarrando su celular.

Había reconocido aquella sombra, era un sujeto cargando a Albert en su regazo.

  • Señor Bill... Mala noticia. Señor Albert fue secuestrado...

Continuara...

P.S: Ojalá que esta vez haya menos HORRORES gramáticas (fue un desastre el primer capitulo ˇ-ˇ ). Gracias por los comentarios. Las gentes que tienen dudas, o quieren aportar sus ideas, me pueden mandar msj por m42d_2004@yahoo.com .