Black Blood (11: El postizo I)

Continua la historia, lean...

BLACK BLOOD XI

¨ El postizo I ¨

(Antes de continuar, lea los capítulos anteriores para encajar mejor la historia: Hijo de la Noche, Destino cruzado, Una noche diferente, Enemigos, Viejos amigos, La Saga, El ángel, Recuerdos, Secretos, Un pasado memorable)

Cuando Apolis le conoció por primera vez, quedó impresionado por su simpleza. Y si, era el ser más sincero que haya visto. Él, siendo un Dios, casi nunca había fijado de los detalles que rondaba en la Tierra y ahora, estaba completamente cautivado por esa simple criatura.

Tan sólo tenía 6 años

Pero tenía la nobleza de un rey, la dignidad de un caballero y el corazón de un creador, pero sobre todo, su simpleza e inocencia era el mayor detalle de ese niño de una familia muy humilde. En aquellos tiempos, sobrevivían los más aptos. No había una segunda oportunidad para los débiles, fracasados y sobre todo, los enfermos. El mundo era cruel, pero tan real como debía ser.

Manifestaba su disconforme de la manera más correcta… sin exagerar, con esos ojos de un niño de 6 años.

Hambre… frío… dolor… y miedo

Estaba destinado a gozar una vida corta, según bajo el régimen de los Supremos quienes controlaban el destino de los seres. Apolis era tan sólo un Dios simbólico. No podía acceder a esos detalles. Pero se arriesgó. Si… Quería salvar a ese pobre y encantador criatura. Utilizó todos sus recursos para poder salvar su alma de la Tierra de los Muertos, y en su lugar, mandó otra alma inocente para que Olpfhin no se diera cuenta del secuestro. Y luego, lo encerró en un huevo de los ángeles para disimular como si fuera uno de ellos. Con mucha ansia, esperó el resultado… y con el correr del tiempo, el huevo se rompió como así toda la esperanza de Apolis.

Había nacido la criatura, pero no la forma que lo esperaba… Ya no era noble, ni digno de gran corazón. Tampoco era simple con aquella mirada de sinceridad e inocente que tanto había impresionado. Sólo era un ángel. Hermoso y vacío como los demás. Seguía siendo puro, pero tan puro que no reflejaba el vigor de la vida que antes si lo tenía.

Así nació Juliehn, el ángel postizo sin corazón. En vez de esas orgullosas alas blancas que todos tienen, las suyas eran de color dorado como si reflejaran su falsedad. Pero por otro lado, había ganado la fama por ser la criatura más bella en el cielo. Había conquistado el corazón de todos los ángeles.

Mas… Apolis lo rechazó… Había deseado de volver a ver a esa criatura hermosa con el corazón noble y sincero, y no a una criatura pura sin vida… exageradamente vacío para su gusto

Y así, Juliehn vivió entre los aprecios de sus colegas y el desprecio de su creador… Hasta que el destino de nuevo puso en prueba

Aquel día cuando Juliehn pasaba por Frhiwell (lugar que se encontraba entre el límite del Paraíso y la Tierra), vio algo que le llamó su atención. Una luz… Una luz que provenía desde el otro mundo. Por regla general, nadie podía bajar a la Tierra sino fuese un arcángel y él sabía perfectamente el tipo de castigo que podía llevarse si desobedecía. Pero en fin, las reglas están para romperse (y si! n_n no piensan así gentes?!) y prendió su vuelo hacia la luz. Cuando llegó a la superficie de la Tierra, vio que la luz provenía de un reflejo de un lago que se ubicaba entre las colinas de las montañas de Worcester, al oeste de Inglaterra. Era un lago de agua cristalina… Juliehn se acercó a la orilla y vio su imagen… Por primera vez, sintió tan ajeno el reflejo de su propia imagen. Tan ajeno que no le pertenecía

-¿Qué me pasa?- reflexionó tocando su mejilla, algo estaba mojando

Sus lágrimas

Era la primera vez que lloraba

-¿Qué son estos? – y miró de nuevo su imagen que se quedó borroso por las ondas inducidas por la caída de sus lágrimas.

  • Esos son las lágrimas – dijo una voz detrás de él.

-¿Lágrimas?- preguntó Juliehn volteándose.

  • Si, lágrimas… - dijo el sujeto acercándose – veo que eres mucho más hermoso que yo esperaba.

-¿Y qué son las lágrimas?- preguntó Juliehn dejando que el sujeto tocase su cara.

  • Las lágrimas pueden presentar muchas cosas… tristeza, alegría, emoción, decepción, dolor, virtud, o de odio… pero las tuyas – y se acercó para lamerlas con su lengua – son sólo lágrimas

Y empezó a quitarle su ropa de seda que cubría su cuerpo.

-¡Exquisito como siempre! Apolis hace un buen trabajo – decía el sujeto besando a cada centímetro de su piel.

-¿Sabes algo, Juliehn? – preguntó dejando de besar su cuello.

Juliehn parpadeó unas cuantas veces.

  • Tú me pertenecías… todos los que mueren, me pertenecen y tú has muerto. Sólo tienes el cuerpo vivo, pero tu alma ya está muerto… - y chupó uno de los pezones, pero Juliehn no manifestó nada, ni de dolor ni de placer.

  • Será aburrido hacer sexo contigo, pero – y abrió sus piernas – no rechazo comidas gratis… - y penetró bruscamente sin ningún tipo de preparación.

Por primera vez, Juliehn gritó.

  • Pues, siéntalo… esto es dolor – dijo el sujeto mientras movía bruscamente, entrando y saliendo de su cuerpo.

Pronto Juliehn se acostumbró a esa invasión en su cuerpo, incluso de nuevo ya no sentía nada.

  • Veo que te acostumbras muy rápido – decía mientras seguía violándole su entrada.

Y siguió haciéndole en diferente posiciones (estoy cansada de describir una por una, imaginen ustedes nomás) hasta que se cansó por su falta de respuesta. Agarró su cabeza con sus manos y esta vez, lo metió en su boca.

-¿Te sientes? Es el placer

Y siguió metiendo y sacándolo rápidamente hasta que un líquido blanquecino bañó el rostro de Juliehn.

  • Pruébalo, es el sabor de la vida – dijo mientras lamía una parte de su mejilla.

Juliehn obedeció, lamiendo lo que había quedado en sus labios.

Amargo… ¿Será así, la vida? Amarga

  • Creo que fue mucho mejor que yo esperaba – dijo el sujeto vistiendo de nuevo, agarrando la cara del ángel, continuó: - quiero llevarte a mi mundo – y le dio un beso largo – pero, como está vivo tu cuerpo, no puedo llevarte. Te esperaré… aunque no le creas, tú morirás de nuevo.

-¿Morirme? ¿Cómo? – preguntó vistiéndose. Sabía perfectamente que los ángeles nunca se mueren.

  • Como he nacido del Supremo Qiin, tengo aún el poder de ver el destino… - y emprendió a brillar su mano derecha – y veo que tienes tu destino es estar en mis manos.

-¿En tus manos?... ¿Quién eres?

  • Soy el Dios de la Muerte, Olpfhin y he venido a reclamar lo que es mío – y lanzó su conjuro en contra de Juliehn. Las rocas que estaban cerca de él, empezaron a rodearlo cubriéndole su cuerpo.

Juliehn no presentó ninguna resistencia. Antes que cubriera todo su cuerpo por rocas, sintió algo que debía preguntarlo. Diría que, sintió curiosidad por el futuro cercano, algo que nunca le importaba.

-¿Y quién va a matarme?- preguntó cerrando sus ojos.

  • Alguien quien te amará – dijo Olpfhin tocándole sus cabellos plateados – y tú lo amarás

-¿Cómo puedo amar a alguien si no tengo un corazón? – fue lo último que pudo preguntar antes que la roca cubriese todo su rostro.

  • Mi pobre ángel postizo – dio un beso en sus labios fríos – tú tienes el corazón, pero sólo que tienes todo roto… sólo necesitas que alguien que lo cure… y ése será tu salvador, pero también será quien te condene a la muerte – y lazó otro conjuro en la tierra provocando grandes convulsiones – y para asegurar que nadie lo encuentre hasta el debido momento, te encerraré en esta montaña

Antes que Olpfhin desapareciera, dio una última mirada al ángel encerrado.

  • Trailer, ojala lo encuentras… a tu ángel – susurró.

Y como predijo Olpfhin, Trailer lo encontró… (más detalles, lean el capítulo anterior: el ángel)

Cuando Juliehn volvió al paraíso después de estar encerrado por más de 1000 años, todo el mundo recibió con los brazos abiertos. Incluso Apolis lo recibió con ganas, como si hubiese recuperado a uno de sus hijos preferidos.

-¿Dónde estuviste todo estos tiempos?- preguntó su amo, acariciando su mejilla.

Juliehn contó todo lo que había pasado, su encuentro con el Dios de la Muerte y su ex-aliado, Trailer. En el rostro de Apolis imponía asombro y ansia. A final, el pobre había sufrido de todo.

  • Pobre, de ahora para adelante, yo te cuidaré – dijo Apolis dándole un beso en sus labios.

Y así se quedó entre los regazos de su amo, como si fuera un niño débil e indefenso.

  • Descansa… duerme, todo estará bien – se escuchaba la voz de su amo cada vez más sutil.

Y durmió por un tiempo, hasta que una llamada en su subconciencia lo despertó.

  • Juliehn… Juliehn

Parecía que alguien lo llamaba. Guiado por el reclamo, llegó hasta la recámara de Apolis. Cuando abrió la puerta, vio que nadie estaba. Se acercó a una mesa donde había un objeto. Era una caja de madera.

  • Juliehn, llévalo a él… - de nuevo se escuchó, pero nadie estaba allí. Parecía que la caja hablase a él telepáticamente.

-¿A quién?

  • A Trailer… él necesita la caja

Obedeció la voz y agarró la caja en sus manos y emprendió a dar el vuelo hacia la salida.

Encontrar a Trailer era muy fácil, sólo debía seguir el aroma que sólo él podía dejarlo… Sangre

  • Yo no merezco este premio – decía Trailer dándole un beso en su mejilla – pero tú si

El contenido de la caja lo dejó alterado. Su corazón empezó a latirse, y con ella, empezó a sentir las cosas. Sentía miedo, angustia, tristeza y sobre todo, odio… Odios por todos aquellos que conocían y por su miserable vida.

  • Tranquilízate, yo te cuidaré – decía Trailer abrazándole.

  • Él me cuidará – pensó Juliehn asintiendo. Recordó lo que había dicho Olpfhin acerca de su vida… Y si, definitivamente estaba condenado a morir de nuevo.

  • Lo amaré – pensó antes de caerse en un profundo sueño – pero también lo odiaré.

Y si… lo odiaré

Albert abrió bruscamente sus ojos.

-¿En dónde me encuentro? – susurró llevando su mano en su cabeza. Aún le dolía un poco.

Al incorporarse, vio que se encuentra en una lujosa pieza.

  • Te despertaste – dijo el sujeto que estaba sentando en un sofá no tan lejos de la cama. Acercándose a él, preguntó: -¿Cómo te sientes?

  • Todo adolorido como si hubiese caído a un precipicio – manifestó Albert.

El sujeto se rió.

  • Y todo se debe a ti… Selfiher… - gruñó Albert poniéndose en pie.

  • Veo que por fin te acuerdas de mí – dijo Selfiher con una sonrisa alegre.

  • Por mala suerte, si… - manifestó Albert con una voz burlona.

  • Y ahora, ¿qué vas a hacer?

Por un rato, Albert no se molestó a responder la pregunta. Acercándose hacia la puertaventana y viendo el paisaje nocturno de la ciudad, dijo:

  • Lo mataré… a todos

Continuará

NOTA: bueno, de nuevo comenzamos los retros… Creo que a este nivel, se parece más a un cuento de niños que una novela de gay… ha… (Eso dijeron algunos lectores) Sigo escribiendo cosas absurdas y fantasiosas, antes que escenas en la cama (lo que más le interesan a ustedes eh! o_O)… Pero es mi novela y haré lo que yo quiera (¡A quien le importa lo que yo haga, a quien le importa lo que yo diga, yo soy así… y así seguiré!... uh… una declaración muy explosiva U_U). Gracias a los que me siguen y sigan así criticándome en cada rato (pero por favor, no sean tan fuertes). Seguiremos todos juntos, juntitos para ver hasta donde llega esta estúpida historia. Bueno, aquí se trató el pasado negro de mi angelito… Había sido que no era tan puro como habíamos pensado… Creo que este mes, recibiré muchas quejas de los fan de Albert-Juliehn. No se quejen chicas, si alguien debe pagar por los platos rotos, es Olpfhin y no yo