Bite Me XVI

Van a conseguirlo?

  • ¿Clary? Me escuchas... No porque es para ti y desde hace un cuarto de hora que te comento lo que Dave piensa y tu, pareces... ¿Clary?

Una mano sobre mi hombro me sacude con vigor para sacarme de mi ensueño. Alice me mira con insistencia, molesta por mi falta flagrante de interés, pero cuando hundo mis ojos en los suyos para hacerle comprender que no es lo que ella me cuenta lo que turba mi concentración, se calla, reflexiona algunos segundos y sigue.

  • Eres tú quien quería que te encontrara un abogado. Pero tengo la impresión de que es otra cosa lo que tu esperas de mi. Entonces, antes de volver al contrato de Dave, te autorizo a hacerme tres preguntas. Te diré la verdad, desnuda, pero no entraré en los detalles. No volveremos a hablar después de lo que pasó esa noche, prométemelo y volveremos a hablar detalladamente del regreso de Miller sobre tu contrato de edición.

  • Prometido.

  • Entonces empieza.

Paso mis dedos sobre la mesa de granja hecha en cerezo, mi mueble preferido de la biblioteca. Miro mis pies y busco mis palabras. Es necesario que sea astuta y que obtenga el máximo de información de parte de Alice. Ya había tratado de obtenerla de Sammy, pero ella rehúye el tema, no he visto a Tessas desde esa noche catastrófica en dónde confinada en la cocina, escuché a Elisabeth y Rebeca proponer esta odiosa idea a un Tessa indefensa, no pude ayudarla, que desapareció desde ese momento ya que no está ni en la casa, ni en el hangar cerca del puerto. Habrá huido frente a esta elección imposible, Elisabeth debe además estar realmente agitada, no parece ser una mujer acostumbrada a los rechazos. Pero Tessa, de eso estoy segura, no pudo decidirse a regresar con Rebecca, aunque ella pudiese ser la niña de sus ojos, no es una mujer que ceda ante los chantajes.

Encontré mi primera pregunta para Alice:

  • ¿Dónde está Tessa?

  • ¡No lo sé! ¿Segunda pregunta?

  • ¿Qué?, «no lo sé» , ¿es todo? ¿desapareció y ni siquiera estas un poco asustada?

  • Yo no hablé de desaparición Clary, yo sólo dije de forma

inmediata que no sabía donde está.

Alice es astuto y acabo de usar mi primer cartucho. Tengo la impresión de que me enfrento a una celebrito, froté la lámpara, tengo el derecho a tres deseos, ni uno más. Necesito ser más agresiva.

  • ¿Qué pasó después... ya sabes después de la conversación entre Tessa, Rebecca y Elisabeth?

  • Rebecca se fue dos días a un lugar sin distracciones para darle tiempo a Tessa de reflexionar, ella se instaló en el ala izquierda para intentar convencer a su madre de que ese trato era imposible.

¡Yo lo sabía! Yo sabía que Tessa no podía negar lo que pasaba entre nosotras, solo porque su madre se lo hubiese ordenado. Mi Tessa es una mujer recta y leal. Rebecca fue demasiado lejos ocultando su rompimiento con un rapto, ella no iba a borrar sus cuentas pendientes...

  • Interrumpo de nuevo tus pensamientos, pero me parece que aún te queda una pregunta querida.

  • Si. Pero ya respondiste a una parte. Bueno, entonces, ¿cuándo va reaparecer Tessa mágicamente en mi recámara y cuándo podremos al fin estar juntas?

  • Nunca.

Una sola palabra puede alterar el equilibrio tranquilo de un espíritu, Y mientras yo estaba en el camino del sosiego, Alice me golpea violentamente con ese veredicto inapelable, «Nunca» . Me quedo petrificada y mi amiga que no desea verme sufrir me toma entre sus brazos.

  • Oh, mi bella Clara, lo siento mucho, no sabía cómo decírtelo, no sabía por donde empezar.

  • No entiendo, ¿porqué me dices eso?

  • Me rehúso a hacerte creer en el final feliz de una historia... imposible.

«Nunca»

, «imposible» que golpean como las notas de un tambor, los términos escogidos por Alice resuenan en mis tímpanos. Ya no digo nada, miro fijamente a Alice y me hundo en sus ojos azules a la búsqueda de algún indicio, de explicaciones. Molesta, me pide que me calme. Se levanta, se hace un té y me sirve uno. No quito mi mirada de su pupila. No podemos terminar, quiero saber todo, no quiero que omita ningún detalle, quiero encontrar la grieta que existe en su opinión, quiero probarle que Tessa y yo, somos cualquier cosa menos algo imposible.

  • Está bien pues, el acercamiento de Tessa con su madre no

resultó en nada, hablaron mucho tiempo, lo sé. Lo que se dijeron al contrario... Sucede que Rebecca regresó, en plena noche, hace una semana, la crucé por casualidad mientras ella reinstalaba sus negocios aquí.

  • ¿Rebecca está aquí?

  • Si, Ayer vi a Tessa quien me explicó...

  • ¿Quién te explicó?

Siento que Alice busca sus palabras. Estoy irritada, quiero que me diga todo de golpe, ya no quiero pensar, no quiero analizar... Quiero saber. Desde que estoy aquí, tengo la impresión de ser tratada como una niña frágil y estoy cansada. Antes del castillo, antes de ellos, yo llevaba mi vida, la ganaba, la gastaba. Ser huérfana hizo de mí quien soy ahora: capaz de tragarme los golpes. Entonces, ¿porqué tantos misterios?

  • Alice, por favor. Sé franca conmigo.

  • De acuerdo, Tessa me explicó que le estaba dando una enésima oportunidad a Rebecca. Que ella y ella habían hablado toda la noche. Ella seguía molesto por lo que ella le hizo sufrir, pero ella tenía por su parte también muchos reproches que hacerle. Antes de abandonarla por su amante, ella había pasado años tratando de reanimar una flama extinguida. Tessa se embriagaba con el trabajo y la abandonaba cada día un poco más. Tessa reconoció sus errores y aunque no mereciese un castigo de ese tipo, ella le prometió intentar perdonarla. El tiempo hará su parte, se necesitarán tal vez diez años para que esas dos se amen de nuevo, pero Elisabeth ganó lo que quería...

  • Dime que es falso. Dime que es una pesadilla, una broma. Dime que es un truco de Tessa...

Busco con los ojos una prueba de que todo esto no es más que una farsa, pero la apariencia acongojada de mi amiga me dice mucho sobre mi error, ella dice la verdad. Tessa escogió a Rebecca. Ellas hablan de reconciliación. Ellas hablan de perdón, de amor, de reconstrucción...¿Se besaron? Me duele el corazón. Y mientras deseaba salvar mi dignidad, un torrente de lágrimas inunda mi rostro. Me ahogo entre sollozos sin poder detenerme, me muestro patética frente a la cara desconcertada de Alice. No dice nada, frota mi espalda, acaricia mis hombros, quiere tranquilizarme, pero no encuentra nada que decir más que: «Lo siento, era necesario que alguien te lo dijese, le había prometido a Sammy que yo lo haría.»

  • ¿Todo el mundo lo sabe, es eso? ¿yo soy la “pobre” tonta de la

historia?

  • No Clara, solamente Sammy y yo. Y no eres una tonta, realmente te apreciamos, no había ninguna forma amable de decirte las cosas ni ningún buen momento... Sólo había que hacerlo.

  • ¿Cómo pudo haberla escogido, cómo pudo dejarles el trabajo sucio? ¡Qué cobarde! Ni siquiera tuvo el valor para decirme las cosas de frente.

  • Yo...

  • No tienes nada qué decir en su defensa, porqué tu también lo piensas. ¡Es una imbécil!

Mi voz sube de un agujero y la tristeza deja lugar a la cólera. Ella se revuelve en mi y mientras abro la boca para lanzarme a un monólogo muy sentido sobre las desilusiones del amor, las falsas promesas y la debilidad de los mujeres, la puerta de la biblioteca se abre violentamente sobre nosotros.

  • ¡Clary, cálmate y sígueme!

Tessa entra, con aire severo. Su frialdad me vuelve agresiva.

  • ¡Es el colmo, no puedo creerlo! Ahora, ¿me vas a tratar como una histérica?

Tessa me toma por el brazo. Lo rechazo con fuerza.

  • ¡Déjame, mentirosa, déjame!

  • Clary, te lo ruego, cálmate, es necesario que entiendas, no hagas tanto ruido, ella...

  • Tessa, no me hables de ella...

  • Clary, deja de actuar como una niña, escúchame, he venido a hablarte, a explicarte, y si no quieres que hablemos, bien, es simple, me lo dices y no escucharás más nunca el sonido de mi voz.

Tessa me mira y en el espacio de un instante, siento la imploración más que la cólera en sus ojos. Ella regresa, da un paso y mientras que Alice, incómoda, recoge nuestras tazas y se apresura, cierro los ojos y escucho a mi corazón. No me he calmado aún, pero algo me dice que no me recuperaré jamás de esta historia si no llego hasta el final.

  • Alice, ¿puedes dejarnos solas?

  • Por supuesto Tes. Voy a vigilar para que nadie las interrumpa.

  • Gracias amiga.

Alice sale de la biblioteca y cierra la puerta con doble llave detrás de sí.

  • Soy la única que tiene una copia.

  • Dime lo que me tienes que decir para terminar con esto.

  • Regresé con Rebecca.

Puñalada en el corazón. Ni siquiera pensar en darle el menor signo de debilidad. A nadie menos a ella. Se terminó.

  • Está bien. Ustedes... se ven muy bien juntos, me parece.

  • No quería herirte.

  • No te preocupes, jamás creí en nosotros.

  • Yo... lo siento. Le prometí a Rebecca que te diría todo

  • ¿Es todo?

  • Si, pero es necesario que hablemos de mi mecenazgo.

  • Ya no quiero un solo centavo, te regresaré las joyas, los regalos.

  • No es necesario, he invertido mucho en tu libro. No quiero recuperar nada, solo quiero seguir tu trabajo.

Tessa me hace un signo para que me calle, sin decir nada. Toma un taburete manteniendo un dedo sobre su boca. Se sube sobre la silla y me indica que me aproxime. Me señala una caja blanca con una bocina oculta en la esquina del muro. Vuelve a hablar de manera normal.

  • Deseo que te quedes aquí. No hay razón para que te vayas, espera la publicación de tu libro y lo que de eso resulte. Eres antes que nada una amiga. Ya lo he hablado con Rebecca y no ve ningún inconveniente.

  • No, pero, Tessa.

Ella continúa a mostrarme el altavoz y entiendo que alguien nos escucha. Tomo una hoja de mis notas, dejada, durante nuestra reunión, sobre la mesa y garabateo una palabra para Tessa.

¿Qué pasa?

Tessa me sonríe, con esa sonrisa que deshace mi armadura. No entiendo nada de esta escena y en el espacio de un segundo, deseo olvidar todo lo que se ha dicho.

Tessa avanza y habla en voz alta.

  • He invertido en tu libro y creo en él. Rebecca también. Los tres somos gente inteligente y estoy seguro que todo estará bien ahora.

  • Si, tal vez.

Mientras hablamos, ella toma mi mensaje y me responde por escrito.

Esta noche a las 23h en el barco.

Asiento con la cabeza.

  • Voy a descansar Tessa, estoy exhausta.

  • Nos vemos pronto. Todo va a arreglarse. Rebecca está al tanto

de todo, ella sabe que nosotras dos, era para... para olvidarlo.

Veo el dolor en la cara de Tessa. Comprendo que la conversación que tendremos esta noche me aclarará las cosas. Jugar con tiento, retener mis emociones y a mi vez participar en la comedia... puedo hacerlo.

  • No te preocupes. Estar contigo , era también para mi el gusto por el riesgo, pero lo que me importa , es el libro. Desde ahora me concentraré en eso. Y además, más tarde, encontraré también a la persona a quien pueda perdonarle todo.

Una pequeña herida en el corazón de Tessa, ya que , después de todo, aunque “nuestra” situación no me parece ya tan perdida, escuché cosas hoy que van a turbarme. Es justo.

Tessa me sonríe y abandona el cuarto. Algunos segundos después de su partida, un ruido ínfimo, como el de un interruptor, se escucha del lado de la caja. Ya nadie me escucha, pero ella escuchó lo que quiso.


Sobre mi cama, pongo mi teléfono. 22h15, es tiempo de izar velas y salir al encuentro de Tessa en el hangar. Preparé mi salida explicando a Sammy que iba a dormir en casa de Émilie, que necesitaba salir para digerir la noticia del rencuentro de la pareja real. Sammy se excusó por la elección de Tessa que ella no comprendía, le dije que una “mortal” en su mundo no era una decisión razonable.

No hago ningún esfuerzo por arreglarme, ni siquiera me suelto los cabellos; esta noche, me diga lo que me diga, Tessa no me tendrá.

Estaciono el Smart a unos quince minutos a pie del barco. Camino en la noche y el frío de enero me muerde las mejillas. Afortunadamente, antes de encaminarme, mi querida Sammy me puso un gorro y una bufanda gruesa para protegerme. Decidí entrar por la puerta trasera, mucho más discreta que la enorme cortina metálica sobre el puerto.

Tessa estaba sobre la proa del yate, llevaba un suéter violeta de cuello alto que va muy bien con el color de su piel y hace resaltar sus grandes ojos verdes, cuando me ve, me sonríe y respira fuertemente. Tengo la impresión de que mi llegada la tranquiliza, debido a la conversación que tuve por la mañana con ella, entiendo que haya dudado que viniese. Pero no contaba con mi curiosidad y mi necesidad de saber la verdad.

Al llegar la sonrío cortésmente, debo resistir.

  • Te ves muy linda con ese gorrito rojo.

  • Gracias. ¿Puedes ofrecerme un café? Tengo mucho frío.

  • Si, Por supuesto, ya lo había preparado.

Entro en el salón crema y me siento sobre el gran sillón de cuero.

  • ¿No te quitas tu abrigo?

  • En un momento, necesito calentarme.

Me callo. Espero, no me importan ninguna de sus atenciones, necesito respuestas. Tessa me trae una taza, se sienta enfrente de mi y se lanza.

  • Clary, no me atrevo siquiera a imaginar el sube y baja emocional que debiste haber vivido estos últimos días. No ha sido fácil, te suplico que...

  • ¿Porqué regresaste con ella, Tessa? Volvamos a los hechos, te lo ruego.

Ella se sorprendió al yo interrumpirlo. Es un hábito que no debe tener.

  • No he vuelto con ella. Bueno, si, pero se lo hago creer, gano tiempo.

  • Tu madre fue muy clara, creo, regresas con ella o pierdes tu empresa.

  • Si, eso, no puedo cambiarlo, traté de disuadirlo, pero Elisabeth es hermética a cualquier otra solución, es como si Rebecca le hubiese contaminado el espíritu. En resumen, cuando vi que no podría sacar nada de ella, me dije que era necesario que todo el mundo creyese en esta segunda oportunidad “Tessa-Rebecca”. Nadie debe saber, solo tú, que todo esto no es más que una mascarada.

  • No comprendo, tu mentira se sostendrá un mes, pero la principal interesada va a darse cuenta que le mientes.

  • Por contra pienso que lo he hecho muy bien. Le dije que tenía ganas de arreglar las cosas con ella, pero que después de su adulterio y su falsa desaparición, me hacía falta tiempo. No tendremos ninguna intimidad de aquí a que la perdone. Como sabes, ese día nunca llegará.

  • Pero ¿entonces por qué todo esto? ¿Y yo?

  • Clary, tu eres la mujer con quien quiero estar, aunque sea por un tiempo restringido. Te amo y no me importa tu condición. En cambio, necesito encontrar un medio de quitar a Rebecca de LūX. Para eso, necesito anular nuestro matrimonio. Para eso, necesito

demostrar su pecado, para eso, necesito indagar... discretamente.

  • ¿Quieres decir que puedes anular el ultimatum de tu madre?

  • Si, si pruebo que esa boda no es tal. Debo anular el acta notariada que ellos han contraído. Esas son muchas “probabilidades” y yo no quiero infligirte esa vida. Pero si decides quedarte a mi lado, debemos ser extremadamente cuidadosos y no hablar de esto con NADIE.

Me sentí incapaz de darle una respuesta a Tessa que esperaba con ansiedad. Esta mañana, no sabía en dónde estaba, pero sabía que no había escogido a Rebecca. Después me enteré que ella había escogido a Rebecca, después me rechaza para que su esposa legítima pueda escucharlo y en fin, me entero que todo esto no es más que una estratagema y que de hecho, ella me ama.

Debería explotar de alegría y abrazarlo, pero me siento exhausta. Exhausta por mi amor por ella, exhausta por nuestros enemigos, exhausta por la pareja imposible que formamos.

  • Puedes pensarlo. El barco, cuya existencia no conoce nadie, sería nuestro refugio, nuestro cuartel general.

  • ¿Y si Rebecca se entera de todo?

  • Si ella se entera de todo y no tengo suficientes elementos para alejarla de mi vida... entonces, pierdo todo.

  • Es arriesgado, Tessa.

  • Menos que perderte.

Tessa apaga la luz y nos quedamos silenciosos en la penumbra. Ella se sienta sobre el sofá a mi lado, pongo mi cabeza sobre sus rodillas. Acabo de recibir demasiada información, pero si mi madre estuviera allí, me diría que lo único que cuenta, es el amor. Tessa acaricia mis cabellos, la siento feliz de haberse confiada y me duermo tranquila.


Al día siguiente, me despierto entumecida por mi posición incómoda. Tessa duerme sentado como si no se hubiese atrevido a moverse en la noche. Esta deferencia es muestra de una mujer buena, en quien puedo tener confianza, entonces decido que cualesquiera que sean los riesgos, el tiempo que pueda pasar con ella es un tiempo bendito.

Sin poder ver, busco un bloc de notas y le escribo un mensaje. Cuando se despierte, ya no estaré ahí, pero encontrará mi decisión en mi lugar:

Para vivir felices, vivamos escondidas. Te amo.


Mientras me encuentro al volante de mi Smart, mi teléfono suena, respondo con dificultad.

  • Clary, soy Luke. Volvía leer las condiciones impuestas por el licenciado Dave Gole... ¿Golemin?

  • Gobelin, señor Miller, Dave Gobelin. ¿Está usted bien?

  • Si, muy bien, querida, ¡Es algo severo su abogado!

  • Es el amigo de un amigo, no lo he visto todavía.

  • Me parece bien, le llamé y tenemos cita en una media hora en mi oficina para firmar todo. Usted estará ahí ¿verdad?

Me inclino hacia el retrovisor. Enfrente mi apariencia desastrosa, me lleno de pánico.

  • Escuche, estoy en el auto, debo pasar al castillo de los Lamberson, pero podría estar ahí en... 45 minutos.

  • ¡Ah, bueno! Aplazaré la cita un cuarto de hora, por sus bellos ojos.

Llegada al castillo, me cruzo con Sammy y con un biscote en la boca le advierto que solo tengo 30 minutos para recoger algunas cosas.

  • Pues muy bien, San está aquí. Va a ponerse un atuendo conveniente y le advierto que usted necesita un maquillaje/peinado urgentemente.

Beso a Sammy y corro hacia mi recámara, y mientras estoy a punto de caer en el pasillo, la ama de llaves sonríe pensando que soy como un cachorro desbocado.

Cuando salgo de la ducha, me encuentro frente al dilema corneliano de “¿qué me voy a poner?”. Afortunadamente, la bolsa de Destin está ahí, hundo en ella la mano y saco un vestido cache-coeur en seda color esmeralda. Me siento más madura, más mujer... ella es pues perfecta para la ocasión, decididamente esta marca es mágica.

San llega con un vanity-case y se pone a trabajar sobre mi:

  • ¿Cómo estás? ¿te encuentras bien con la noticia?

  • Oh, bah, espera, estoy realmente feliz, ese libro va a nacer al fin...

  • Yo hablaba de Tessa y Rebecca.

  • Oh.

Será necesario que actúe como la muchacha herida durante algunos días, si no quiero despertar sospechas. San, frente a mi

silencio, prosigue.

  • No debe ser fácil, querida. Pero si quieres mi opinión, mereces algo mejor que alguien que te usa como a un Kleenex.

  • Si, si. Seguro. Tienes... razón.

Tengo tantas ganas de decir que Tessa me ama, pero debo mantener el secreto.

  • Bueno, escucha, estas magnífica así, con el cabello suelto. ¡Este vestido es tan bonito!

  • Destin.

  • Ah, veo que empiezas a adoptar los códigos de la comunidad.

  • ¡Si esto no significa también adoptar a las mujeres, si!

  • Encontrarás a la buena.

  • ¡Cruza los dedos! Pero hoy, lo que cuenta, es mi libro. Mi bebé. Hablando de bebés, ¿cuándo darás a luz?

  • Septiembre, un o una pequeña Virgo.

  • ¿Estás feliz?

  • Soy la mujer más feliz del mundo. El mundo da muchas vueltas y mañana te tocará a ti.

Tomo en mis brazos a esta pequeña bola de amor rubio. Y cuando veo la hora, salgo a mi cita. En el camino, aprovecho para mandar un mensaje de texto a Mélanie, habrá luna llena esta noche, ella podrá cenar en el castillo, estará Sandy, Alice, Sammy... y la pareja principesca.


Llegada en la oficina de Lucas, conozco a Dave, el amigo de Alice quien ha gestionado mi expediente. Dave tiene las sienes entrecanas, una piel oscura y los ojos azules. Es alto, un poco fuerte, creo que se parece mucho a mi padre, lo que es un buen punto de entrada.

Dave corrigió todo mi contrato y mientras que el primer esbozo era de 15 páginas, éste tiene ahora 60.

. Señorita Clary, entre y venga a sentarse.

  • Buenos días señorita, soy Dave Gobelin, encantado de conocerla.

  • El placer es mío, Dave, Alice me dijo que usted ha trabajado mucho en mis contratos.

  • Bueno, trabajar. Me hizo rehacer todo, dice Miller burlón.

Y los tres platicamos por una buena media hora, hablamos de la obra, de la entrega final, de las correcciones, de la edición y de la

elección de la carátula. Tendré unas largas semanas de trabajo frente a mi y estoy encantada, el libro será un pretexto para mis ausencias nocturnas y mis desapariciones.

Dave y yo despedimos a Miller y mientras me acompaña a mi auto, el abogado me retiene algunos segundos.

  • Clary, estoy muy orgulloso de trabajar para usted.

  • Bromea, un tan buen abogado, ¡pero soy yo quien le agradece!

  • He leído su obra, es... va a cambiar las cosas. Gracias.

  • Estoy muy conmovida.

  • Alice me ha hablado un poco de usted, de su trayectoria, sus padres ya no están, por lo tanto es para mi un honor el poder ver por usted. Pronto necesitará de alguien que proteja sus intereses.

Dave me besa la mano y se va. Me siento muy conmovida por sus palabras. Escribí ese libro por miles de razones, mi historia personal se mezcló a la historia de los Hombres, a la de los vampiros. Hoy sufro con el desconocimiento de los unos y de los otros y creo que alimento la secreta esperanza de ver la zona H y el barrio rojo reunidos. Y además, algo de sordo retumba en la zona H. Los grafiti, los espectaculares... Cuando abandoné mi barrio, no prestaba atención a este odio latente, pero cuando veo cómo en el barrio rojo me miran con insistencia, incluso con ansiedad, temo que la paz sea frágil.

Tengo miedo del repunte del extremismo, tengo miedo por Tessa, pero también por todos aquellos que he encontrado aquí. Si pudiese, en mi pequeña escala, cambiar un poco las cosas, eso sería la única ambición de este libro.


Mélanie está histérica por ir al castillo esta noche y ya he recibido una decena de mensajes de texto durante el trayecto cuando por fin llego al pie de su edificio. Ella me busca con los ojos y su sonrisa se transforma en una mala cara cuando ve el coche:

  • Entonces, tienes la posibilidad de conducir un Porsche ¿y vienes a buscarme en este biplaza?

  • No seas snob. Ésta es tres veces más fácil de conducir.

  • Bah si, forzosamente una carcacha no es peligrosa. Pfff, ¡no eres nada aventurera Clary!

Ah, si ella supiera hasta que punto se equivoca y creo que estos tres últimos meses prueban lo contrario.

  • Estoy contenta de presentarte a todo el mundo.

  • Si, yo también, no te preocupes, no te haré pasar ninguna vergüenza, ya revisé: Sammy, Sandy, Dani, Tessa, Alice y el dragón.

  • Ja, ja, ja. El dragón se llama Rebecca, pero dudo que tengas ganas de desafiarla, ella es muy impresionante.

  • Haré como si no existiese y además, voy solamente para conocer a la misteriosa Tessa.

  • Querrás decir Alice.

  • Claro que no, bueno, si, pero sobre todo estoy impaciente por conocer a la mujer que transformó a mi amiga la intelectual en una bomba sexual.

  • Si, entonces, oficialmente, vas a conocer a mi mecenas. Al contrario, visto que ya no sucede nada entre nosotras, serás muy amable en no mirarlo como “el ex de Clary”

  • Me enferma que haya escogido al dragón...

  • ¿Qué te puedo decir?...

Circulamos hasta el castillo y Mel me hace miles de preguntas. ¿Cómo hacen para circular en pleno día?, ¿porqué comen?, ¿cómo es el barrio rojo? Sonrío frente a su curiosidad que me recuerda la mía. Tengo la impresión de haber envejecido 5 años y es a partir de entonces yo la que sabe.

Sammy nos espera en el quicio de la puerta, no le hacen falta ni 30 segundos a Melanie para seducirla, ella es magnética, sonriente. Sandy que no es más que alegría y amor desde que ella está embarazada le otorga el mismo recibimiento, ellas encuentran rápidamente un tema de conversación que las une: mi cambio de imagen que parece ha sido un éxito al escucharlas.

  • ¡Bravo para ti Sandy! Era un diamante en bruto, Clary, de eso estaba segura, hubieras visto su imagen en la facultad, un HORROR, lanza Mélanie a una Sandy muy orgullosa.

Rebecca y Tessa llegan. Contra todo pronóstico, Rebecca está de un humor maravilloso. Atenta y cordial, ella hace hablar a Mélanie de ella y la engatusa con algunas frases. Tessa me lanza una mirada neutra y simpática. Sé que ningún indicio de nuestra unión no debe filtrarse, pero cuando Rebecca pone su mano sobre su pierna, tengo que esforzarme mucho para no mostrar mis celos.

Mélanie se escabulle para ir al baño. San, Rebecca, Tessa y yo hablamos de libro como si nada. Estoy consciente de la mascarada y sin embargo, me causa placer vivir una velada normal, sin confrontaciones.

De repente, Rebecca, para reanimar la conversación , me interpela:

  • Entonces, ¿has pensado en contratar un agente, Clary?

  • Eh... ¿para el libro?

  • Si, claro, para la promoción, Miller va a pedirte que hagan muchas salidas, pero no es realmente lo tuyo.

  • No sé, ¿tú crees?

  • Oh si, Si Tessa, y también Luke han alabado el best-seller, deberías confiar en ellos.

  • No sé si tenga ganas de ser conocida.

  • Mi consejo: las primeras semanas de aparición del libro, sé muy callada. Una mediatización repentina es como la guerra, se necesita un plan de batalla.

Tessa interviene.

  • Créele, Clary, Rebecca es un as en las relaciones públicas.

Pienso en voz alta.

  • SI, guardar silencio, me parece una buena estrategia.

Escuchamos unas risotadas llegar desde el pasillo. Mélanie entra al salón, seguida muy de cerca por Alice. Deben haberse conocido solas y al parecer se han agradado al ver la satisfacción en la cara de ambas. Mélanie me hace un guiño y por primera vez desde que la conozco, Alice ha perdido toda confianza en ella misma. Se sienta sobre el brazo del sillón, se levanta, ofrece su ayuda a Sammy, balbucea y termina por tirar el florero de azucenas puesto sobre la mesita de centro.

Con nuestras carcajadas de colegiales, Alice enrojece y como para retomar el control, toma una azucena y lo ofrece a Mél:

  • Bueno, debe estar lleno de pedazos de vidrio, pero aquí está, así, te acordarás de cómo me he tendido la noche en que te conocí.

Alice tiene un brillo particular en sus ojos. Mélanie, habitualmente desvergonzada, toma la flor y permanece en silencio. Sammy, Rebecca, Tessa, San y yo miramos la escena, conscientes de que asistimos al nacimiento de una bella historia.

Sienna Lloyd