Bite Me XIX

En el momento que escucho estas palabras salir de su boca, entiendo por qué esta mirada penetrante me dice algo. Nunca jamás la he visto de verdad, no la conozca, pero yo sé quién es «Olivia». ¡No me ha escondido su identidad!

Dedicatoria de la señorita Clara a las 16h

El cartel blanco anuncia el programa. Una sesión de dedicatorias… Sólo eso, como las estrellas, no me siento totalmente en mi lugar, de por sí me cuesta trabajo pensar que tengo un empleo (otro que «mesera en una guarida de perversos» ), entonces encontrarme frente a una mesa rodeada de una pirámide de libros, los míos, que tengo que firmar, me parece una locura.

Después de la conferencia de prensa las cosas se han acelerado. Los medios han recibido bien mi discurso y Sofiane y Meredith han intensificado la promoción de En el corazón de todos . Heme aquí, en el cuarto día de toda una semana de firmas y encuentros en las librerías. Cuando he firmado este contrato con Ediciones Miller, estaba muy lejos de imaginar que sucederían, de verdad, sesiones como estas. Creía que el libro pasaría desapercibido, y que mi timidez no sería puesta a tan dura prueba. Pero ahora que hemos sobrepasado las 400 000 ventas, es mi deber.

Esto me permite, como le encanta a Luke repetírmelo, encontrar mi público; él piensa que es importante para el próximo libro. Ha declarado de manera un poco paternalista que necesito acercarme a quienes me han hecho. Comprender sus personalidades, tanto como sus esperanzas. Ahora que he penetrado en sus vidas van a esperar de mí nuevas obras…

– Tus primeros lectores son los más importantes, ellos saben quién eres y te indicarán cuando tomes un mal camino. Habla con ellos, tómate tu tiempo. Puedes ser que todo eso te parezca fatigoso, pero no olvides que forma parte de tu trabajo.

Qué bien que estén aquí, de lo contrario hubiera encontrado mil disculpas para no hacerlo.

Maltrato nerviosamente el Mont Blanc que Tessa me ha obsequiado para la ocasión. Un regalo simbólico, ya que tiene nuestras iniciales entrelazadas grabadas encima. Desde que nos reencontramos no nos separamos más. Pasamos nuestro tiempo libre amándonos en la gran suite del castillo. Nunca había entrado en esa habitación, la de su ex vida. Al día siguiente de nuestro reencuentro, Tessa hizo venir a un decorador: «No quiero reconocer más esta habitación» le ha dicho a Sergio, un arquitecto reconocido por haber redecorado totalmente el ayuntamiento. Durante cinco días, Tessa y yo dormimos en la recámara de huéspedes. Desde el instante en que hemos tomado posesión de la suite “nueva versión”, me he sentido en casa. Sergio ha transformado la vieja recámara de Tessa en una moderna bombonera. A la vez suave y confortable, pero con carácter por esta inmensa cama que parece volar por los aires. Tengo un rincón para mí, detrás de un biombo japonés recubierto de seda pintada, esconde mi pequeño desorden: escritorio, chucherías, lámpara, el viejo reloj de mi padre. Cuando estoy en mi mesa, Tessa hace como si no estuviera; ella sabe dejarme mi espacio. Tengo también un inmenso vestidor, la alegría absoluta, pero como tengo todavía muy poca ropa, me siento a menudo perdida en este anexo. Sin embargo, «es nuestro hogar» y hace un mes que pasamos aquí los días felices.

No hemos sabido nada de Rebecca, ni de Elisabeth después de la ruptura. Alice ha escuchado hablar de la reestructuración de LūX. Parecería que el dúo infernal quisiera trasladar la fábrica para minimizar los costos (sobre todo los salarios). Tessa está inquieta por todas las familias que viven de esta vieja fábrica. Pero no puede decir nada, ha tomado su decisión, aunque tuvo que pagar un precio alto por mantenerme a su lado.

Curiosamente, yo lo siento muy feliz, aunque ha perdido todo, pero tengo la impresión de que es nada frente a esta idea de libertad reencontrada. Me disfruta, para empezar, pero también a sus amigos. Pasa una parte de su tiempo hablando de libros con Alice, aprende a conocer mejor a Mélanie quien se ha instalado oficialmente en el castillo. Sammy lo encuentra radiante, como si hubiera «rejuvenecido un siglo» dice. Ella administra mucho mejor mi pequeño éxito y no se ha enfurruñado demasiado cuando le he dicho que me voy una semana lejos del castillo entre la zona roja y la zona H para la promoción del libro. Se ha contentado con responder: «Tú eres mi pequeña estrella.»

Ella se ha lanzado en un nuevo proyecto con Alice y Daniela, quiere hacer más fluida y menos inquietante la donación de sangre. Las tres se la pasan, más bien, la mayoría de las tardes bebiendo y fumando cigarros que trabajando seriamente, pero tienen tiempo, ellas… Sandy, en cuanto a ella, comienza su cuarto mes de embarazo y empieza a sentir al bebé moverse. Será una pequeña «princesa» me ha anunciado ella con voz temblorosa. Desde que yo lo supe, he comenzado un diario que llevo regularmente. Cuento a  futura mini Sandy como son sus mamás, cómo se aman, cómo están impacientes de tomarla en sus brazos. Yo sé que tendrá

regalos, juguetes, vestidos; entonces es mi manera de ofrecerle algo especial.

Meredith me saca de mis pensamientos y se inclina sobre mí:

– Oiga, regrese de la luna, abrimos las puertas dentro de cinco minutos. Trata de no hablar demasiado si no habrá quejosos que no te habrán visto al cierre, como ayer en la noche.

– Sí, lo sé, pero ustedes me piden mimarlos y aprender a conocerlos, pero quieren también que sea rápida.

– Yo sé, Clary, es complicado, pero quiero satisfacer lo más rápidamente a la mayoría.

– Trataré.

Estoy estresada. Desde el momento en que las puertas están a punto de abrirse, la gente que espera, el libro en la mano, va a formar una larga fila frente al escritorio. Ellos van a observarme hasta que llegue su turno. Después de haber pasado el agente de seguridad me hablarán. De A a Z, estaré incómoda, no soy nadie. Nunca he tenido miedo a la gente, pero no sólo soy tímida sino además soy presa de amenazas recibidas por los H quienes me empujan a reforzar la seguridad a mi alrededor. De manera que parezco una joven actriz pretenciosa de Hollywood.

La gerente de la librería aparece en la puerta y abre la tienda. Una decena de personas entra y forma dócilmente la fila sonriéndome. Quedan tres días.


La jornada pasa con una velocidad loca y me duele la muñeca derecha. Firmas, palabras, sonrisas, he proseguido sin pausas esta jornada, he cumplido mi misión, a un cuarto de hora del cierre sólo queda una persona en la fila. La mujer me es familiar, lleva un sombreo londinense, una falda negra ceñida, unos tacones de infarto y un bolso . Me ofrece una gran sonrisa que le regreso con la misma benevolencia. Malcom, el vigilante, la deja pasar. Después de haber dado un vistazo a su reloj, este último se ocupa en conducir hasta la salida a los últimos clientes a través de las estanterías con el fin de poder terminar su horario de servicio.

Tengo mi discurso bien ensayado, aunque me esfuerzo por renovarlo.

– Buenos días, soy Clary, encantada.

Tomo la mano de la mujer muy sonriente.

– Buenos días, encantada de encontrarla al fin, soy Olivia.

– Su rostro me dice algo, ¿Estuvo alguna vez en Club Melvin?

– Estuve allá, una o dos veces tal vez.

– Debe ser eso, entonces.

La mujer tiene la obra sobre el pecho y no me la da. Me mira con insistencia y su sonrisa se transforma en una mueca inquietante. Discretamente, busco con los ojos a Malcom, como para asegurarme de que en caso de peligro surgirá para venir a ayudarme, pero se ha ido.

– ¿Desea usted una firma?

– Sí. Pero no de inmediato. He leído su libro y tengo muchas preguntas para usted, si tiene el tiempo, claro.

– Sí, no hay problema, voy a tratar de responder, antes de que nos saquen de aquí.

Olivia se da la vuelta pero no ve a nadie en la librería. Le muestro una silla que está frente a mí, pero la rechaza.

– No, está bien, estoy mejor de pie.

– ¿Meredith? ¿Me puedes dar un vaso de agua?

Ningún ruido en la tienda, solamente el chisporroteo de las lámparas de neón que me han lastimado los ojos toda la jornada.

– A usted le queda una jarra llena, le puedo servir un vaso.

No la he visto en el bar. No es eso, yo lo conozco de otra parte y mis sentidos están en alerta.

– Gracias, Olivia. Entonces ¿estas preguntas?

– Sí. La primera, ¿cómo ha podido escribir eso?

En el momento que escucho estas palabras salir de su boca, entiendo por qué esta mirada penetrante me dice algo. Nunca jamás la he visto de verdad, no la conozca, pero yo sé quién es «Olivia» . ¡No me ha escondido su identidad! Me encuentro frente a la persona que me aterroriza desde hace unos meses. Esta mujer con unaestatura mediana que no tiene nada de carismática es la hija de George Liss y líder de H . Por ella, llegaron a zona H, el odio, el miedo y las expediciones punitivas. Alice me ha dicho que la frontera entre los dos barrios de la ciudad estaba reforzada después de las peleas provocadas por unos H y para coronarlo todo, es ella la autora del mail. Permanezco sobre mi silla y busco con los ojos una solución para salir de esta situación.

– Estamos completamente solos Clary, me he asegurado.

– ¿Piensa usted que le tengo miedo? ¿Qué va usted a hacer? ¿Golpearme por haber publicado un libro a las antípodas de su visión?

– No, no voy a castigarla personalmente. Soy un personaje público, no tengo ningún interés por hacerme encarcelar, pero conozco efectivamente gente que quiere encargarse de usted. Sus ideas peligrosas ponen en riesgo a nuestra raza. Usted ha sido ensuciada por el cuerpo de una de estas criaturas inmundas. Usted es impura, usted no es más ante mis ojos una “humana”.

– ¿Por qué está usted aquí?

– Para prevenirla. Deje de escribir esas ignominias porque si un día, yo decido que usted es demasiado peligrosa, la voy a eliminar por el bien de la humanidad.

– Usted podría ser arrestado por lo que acaba de decirme, proferir amenazas es un delito que se persigue.

– Ja, ja, ja. ¿Usted cree seriamente que no tengo una coartada? Por si quiere saber, en este momento estoy teniendo una conferencia con mis fieles amigos. Son 100 para poder dar testimonio, de las cuales algunas personas muy importantes también harían fotos para corroborar mis declaraciones. Cuídese de mí Clary. Y deje de escribir… hasta de pensar.

Olivia da media vuelta y avanza hasta la salida, como un militar que desfila. De repente, se da la vuelta.

– Oh, se me olvidaba. Es para su amante, la señora Lamberson.

Olivia lanza en mi dirección un frasco de vidrio que se rompe sobre la mesa. Un líquido rojo pegajoso me salpica la cara y la ropa. Mortificada, doy un grito de horror.

– Es sangre de puerco. Buen provecho.

Olivia deja la sala, mientras se reajusta su sombrero, se funde en la noche sombría y desaparece de mi vista. Me quedo plantada aquí, afectada, con un sabor de hierro en la lengua.

Meredith llega un cuarto de hora más tarde, la nariz hundida en su agenda. Me explica que como le había pedido mi «tío» ha cumplido su promesa y nos ha dejado solos el tiempo del reencuentro, pero es tiempo de irse.

Yo me derrito en lágrimas y mi agregada de prensa levanta la cabeza. Boquiabierta frente a toda esta sangre, entra en pánico y viene a socorrerme. Habla de ambulancia, de heridas y necesito toda la paciencia del mundo para hacerla entrar en razón y tranquilizarla. Estoy bien, físicamente.

– Lo siento Clary, estaba segura de que era un miembro de tu familia, por eso te he dejado sola.

– No es tu culpa, esta mujer es una serpiente, habría encontrado otra manera, no importa cuál, para alcanzarme.

– Pero ¿estás bien, qué quería?

– Que me retire.

– ¡Jamás!

– Jamás, pero nunca sin seguridad, cuando Tessa lo sepa no voy a poder dar un paso sin que ella esté detrás de mí. La voy a preocupar otra vez.

– No tienes que decirle. Con Luke y Sofiane, podemos los tres organizar un sistema de seguridad reforzado.

– Si se entera de que la he mentido, Tessa no me lo va a perdonar. En el pasado ha tenido problemas de confianza conmigo, no puedo hacerle eso. Pero me voy a limpiar y desdramatizar los hechos. No le hables de esto.

– Hemos hecho bien al preverte unos cuantos vestidos para cada dedicatoria. ¡Lo siento tanto, Clara!

– Eres genial y ves, la idea de tener ropa para cambiarme, me parecía un poco control freak … ¡El único riesgo era de mancharme con café! Eso significa que tienes nariz fina.

– ¡Qué va, me van a despedir, sí! Es grave haberte dejado.

– Te juro que voy a arreglar la verdad de manera que no seas acusada.

– Me voy, no tienes idea.

Una hora más tarde, de nuevo relajada y presentable, le llamo a Tessa. Ella me alcanza dentro de media hora y nos vamos de prisa a cenar a un restaurante húngaro.

En el restaurante, mientras le cuento la dedicatoria me corta brutalmente la palabra.

– ¿Qué te sucede?

– ¿Perdón?

– Sí, a los hechos. Estás fría, ansiosa, trituras esta pobre servilleta desde hace 10 minutos. Dímelo todo.

– Me conoces bien Tessa, pero no te quiero inquietar, prométeme que mantendrás la calma.

Entonces le cuento sobre las amenazas de Olivia, que yo tomo más como un intento de intimidación que un real peligro. Omito hablarle de la sangre de puerco. Los ojos de Tessa arden de cólera. Le explico que no puedo hacer nada contra ella y que ya tiene su coartada preparada, en caso de queja. Tessa está furiosa, busca soluciones pero llega a las mismas conclusiones que yo, nada

podemos hacer contra esa mujer por el momento.

Esta situación no es nueva para ella y esto nos da algo más en común, ambos tenemos personas que nos desean (o nos han deseado) mal, pero estamos en un callejón sin salida con ellos. Tenemos que esperar que uno u otro de estos “enemigos” cometa un error.

El dueño del lugar, un húngaro típico, Árpád, nos propone ahogar nuestras penas con vasos de pálinka, el aguardiente nacional húngaro. La noche se pone más animada de como había comenzado. Nosotras reímos, Tessa y yo, imaginando nuestro barco al que todos tratan de llevar a pique, pero que no deja de reforzarse; pero cuando el tema Rebecca sale de nuevo en la mesa es difícil para mí seguir sonriendo.

– Tengo una cita mañana con Rebecca, he hablado con ella por teléfono, parecía estar muy bien.

– Me alegro por ella, Tessa. Debe estar a gusto en su papel.

– Tú sabes que estoy obligada a ponerle buena cara, mientras me pida consejos para LūX, la empresa sigue el camino que quiero. Y con sus ambiciones y las de mi madre es muy complicado. ¿Te molesta que la vea? ¿Aún tienes temores?

– No, no es eso. Es que… ella ha causado tantos estragos, yo no me fío.

– Yo creo que ella ha abandonado toda esperanza en lo que mí concierne, si eso te puede tranquilizar.

Cómo las mujeres pueden ser inocentes. No creo que Rebecca quiera a toda costa regresar otra vez con Tessa, pero no veo a una mujer de su envergadura y de su carisma rendirse tan rápido.


He perdido la cuenta de los días, desde esa fría noche de noviembre cuando, por suerte, la mujer de mi vida me ha comprendido. Mientras tanto, hemos tenido nuestra cuota de situaciones complicadas, pero desde hace algunas semanas, alcanzo la felicidad. Todo va bien, no he tenido noticias de Olivia H desde esa famosa tarde en la librería. Tengo un guardaespaldas que sigue mis desplazamientos públicos, se llama Jean y es un hombre instruido con quien hablo mucho. Como San, su físico no refleja su personalidad, pero es suficientemente impresionante para inquietar a quienes quisieran hacerme daño.

Tessa se lleva bien con Rebecca y puede seguir de lejos la

evolución de LūX. Su gran victoria es que nadie ha perdido su puesto desde su partida. Regularmente ellas desayunan juntos y yo hago como si eso no tuviera importancia alguna. En el fondo, saberla en su entorno me fastidia, pero no tengo la pretensión de decidir las relaciones de Tessa.

Mélanie ha sido contratada por Luke, una contratación histórica, puesto que el señor Luke Miller siempre se ha rodeado de sus iguales. Mélanie se ocupa del departamento de Pedagogía y Progreso y hemos trabajado las dos, como en la época de la facultad, en un proyecto que me interesa mucho. Un manual escolar para las secciones pequeñas y medianas de maternal. Imágenes y palabras sencillas para explicar todas las especies, de los gatos a los lobos, de los humanos a los vampiros. Mélanie ha encontrado cinco establecimientos de prueba en zona H listos para recibir el libro y eso para mí es una gran victoria.

He pasado el día decorando el salón para el baby shower de Sandy. Vamos a estar una pequeña decena de mujeres a su lado para celebrar este acontecimiento y sobre todo ayudar a nuestra amiga a esperar. Sandy está cansada de estar embarazada. Su vientre tan redondo le estorba y todavía le quedan algunos meses antes del parto.

Sin aliento, me detengo a contemplar mi obra. Estoy bastante orgullosa. Tengo, por supuesto, que admitir que Sergio me ha sugerido la mitad de las ideas, pero he querido arreglar todo sola. Podríamos rebautizar el salón rojo como el “pink paradise”. He escogido el rosa como tema, menos porque Sandy espera una niña que porque es el color que la simboliza mejor. Podríamos decir que he respetado al 100% los gustos de la ex diva. No he escatimado en las telas color caramelo, los cupcakes fucsia y los globos con cuadritos.

Cuando veo la importancia de la tarea realizada, entiendo que necesitaba ocupar las manos. Estoy extremadamente ansiosa porque hoy en la noche Rebecca estará aquí. No puedo dejar de pensar en ella ¿Cómo será nuestro reencuentro? ¿Cómo va ella a vivir su nueva posición de invitada? Tengo el curioso rol de “anfitriona” en su antigua casa, soy la nueva compañera de su ex mujer y organizo la fiesta de una de sus mejores amigas. Tengo la impresión de que le he robado su vida. Yo sé que las circunstancias y su comportamiento la han conducido a donde ella está, pero a pesar de todo, no puedo dejar de sentirme culpable. Si agrego a este barril de pólvora el carácter bipolar de Rebecca, quien puede ser tan adorable como detestable, creo tener suficientes razones para inquietarme. Tessa, quien me entrena al respecto desde hace algunos días, me pide permanecer positiva. Todos los ojos estarán sobre Sandy y tendré a Mélanie y Sammy para atemperar las cosas en caso necesario.

A las 19:00, las primeras invitadas llegan. La hermana de Daniela, una prima de Sandy y Mélanie. Sammy está aquí desde hace una hora, ella no ha podido abstenerse de preparar mini sándwiches en forma de nube, de osito y de arcoíris. Cuando llega un grupo de amigas de Sandy, el volumen sonoro aumenta en el salón. Reconozco bien los gustos de mi San. Sus “BFF” parecen una banda de amazonas con tacones altos y vestidos rosa fluorescente. Rápidamente, ellas se mezclan con nosotras y nos cuentan que para ellas todavía es inconcebible que San-la-rosa haya sentado cabeza.

A las 19:45, no tenemos noticias de Sandy y estoy inquieta. El teléfono suena y Sammy responde. Yo la veo mover la cabeza, molesta, y la escucho decir que “no es grave” y “hacemos la fiesta esperándolas”. Contrariada, Sammy fuerza una sonrisa y hace callar al pequeño gallinero.

– Chicas, la princesa de la fiesta llegará tarde, mucho, teniendo en cuenta que la esperábamos a las 19:00 y que ella no podrá estar aquí hasta las 21:00.

– ¿Qué? Pero yo no voy a poder quedarme demasiado tiempo, tengo una cita… ¿Ha tenido algún problema? lanza su prima visiblemente preocupada por este contratiempo.

Sammy me mira antes de responder.

– En realidad, es… es su amiga Rebecca, la ha llevado a una tarde sorpresa, han tomado un helicóptero y se fueron a la venta privada de Stella McCarney Baby… Y Rebecca había previsto tantas cosas que no han visto el tiempo pasar. Sandy parecía realmente apenada, no sabía que Rebecca estaba a punto de darle una sorpresa el mismo día del shower… pero ya están en camino.

Me gustaría poder creer que un cúmulo de circunstancias impide a Sandy estar aquí, ya que todas sus allegadas la esperan, me gustaría creer que la intención de Rebecca era loable y no destinada a arruinar la fiesta, pero comienzo a tener experiencia y si algo sé es que nada de lo que hace Rebecca es fruto del azar. Respiro un poco y decido organizar las dos próximas horas como si nada pasara. Utilizamos un fotomatón, instalado para la ocasión, para tomar fotos completamente locas. Muchos cartuchos de polaroid después nos ponemos todas a escribir en el libro de honor de la velada. Cada una escribe su pequeño comentario, su pequeño dibujo para describir a Sandy. Para terminar ponemos el libro sobre la pila de regalos en el centro de la sala. Finalmente, el tiempo pasado en compañía de las allegadas de Sandy es extremadamente agradable y cuando las dos rezagadas llegan, estamos encantadas. Hasta agrego a mi euforia inicial una pizca de victoria, Rebecca no ha arruinado nada y nos ha permitido fabricar un objeto que San guardará por mucho tiempo.

Después de los abrazos, le damos el libro y ella hojea las fotos llorando y culpando a sus hormonas.

Por su parte, Rebecca levanta los ojos al cielo bebiendo su champán. Como no ha podido crear vínculos con nadie, deja la velada temprano. Yo la acompaño cortésmente a la puerta.

– Ha sido una bella velada, Clary.

– Gracias.

– Me preocupaba un poco, tengo que aceptarlo. Pero ha estado bien.

– Estoy contenta de saberlo, yo también estaba angustiada.

– No deberías, todo eso ya es pasado ¿no?

– Si tú lo dices, sí.

– Lo que te puedo asegurar es que todo esto se acabará un día u otro.

Ella avanza en la noche y no distingo más que sus magníficos cabellos color fuego. No me gusta el tono que ella ha empleado, sus palabras sonaban como una amenaza. Pongo eso en la cuenta de mi paranoia y regreso con las chicas que bromean enfrente de los vestidos comprados por Sol para su pequeña princesa.

Una vez en la recámara, no encuentro ningún rastro de Tessa, en cambio un sobre me espera tranquilamente sobre mi almohada. Mi sonrisa es inmediata, esta carta me recuerda la época cuando

Tessa y yo escondíamos pistas para organizar nuestras citas clandestinas. Me tomo el tiempo de disfrutar este pequeño recuerdo antes de abrir la carta.

Mi amor:

¡Bravo! Si lees esta carta, es porque has sobrevivido a esta fiesta. Esta noche ha debido ser una velada intensa para ti en emociones, te has ajetreado tanto para hacer un bello baby shower a Sandy y este compromiso me ha conmovido mucho. Es lo que me gusta de ti, esta energía que usas para tratar siempre de hacer feliz a la gente alrededor tuyo. No sé por qué ni cómo he conseguido

hacerme amar por una mujer así, entonces esta noche, déjame darte una sorpresa. Jean está al corriente, ve a verlo, sabe que a cualquier hora, tendría que acompañarte a un lugar secreto. Te esperamos: yo, mi deseo y mi amor.

Te amo

Tessa

Parezco una chiquilla histérica y caigo sobre la cama como en las comedias románticas. No sé qué ponerme y la bolsa de la boutique Destin me ayuda de nuevo. Cojo un pedazo de cuero magnífico. Se trata de un corsé que hace un talle de avispa y un busto de pin-up. Tendría yo que regresar a la tienda porque el noveno paquete de la hilera 36 jamás me ha decepcionado. Escojo llevar leggings negros y zapatos de tacón alto, me arriesgo a jugar a Catwoman, hasta ir al extremo del cosplay.

Frente al espejo sonrío. Tal vez nunca me encontraría bella, pero hoy yo sé que el hombre que me mira, él, sabe hacerme sentir deseable. Y con este atavío que coquetea con el bondage, yo sé que mi amante va a estar encantada.

Jean me espera efectivamente en la entrada del estacionamiento. No hace ningún comentario sobre mi atuendo, pero veo en sus ojos el asombro. Tiene dificultad para reconocer a la sensata autora con quien habla de literatura y crisis de la sangre.

– Me molesta pedirle esto pero… Tessa ha deseado que usted tenga los ojos vendados para la sorpresa.

– Oh. De acuerdo. Haga como si fuera mi antifaz para dormir.

– Sí, lo voy a hacer.

En la bonita berlina que Jean conduce con prudencia, me acomodo sobre el asiento del copiloto. El radio nos ofrece Bon Jovi y me siento en el paraíso. Intento adivinar a dónde vamos, contando las paradas, las maniobras a la derecha, después a la izquierda y me doy cuenta en un punto de que la conducción de Jean se acelera y se torna cada vez más indecisa.

– ¿Todo va bien, Jean?

– Sí. No hay problema, tenía la impresión de que éramos perseguidos. Pero estoy paranoico.

Una vez que hemos llegado, me conduce a las puertas de una vieja casa. Hemos dejado la ciudad, estamos cerca del lago, del otro lado, aislados. La voz de Tessa remplaza la de Jean a quien le da las gracias. Me quita la venda y me mira de arriba abajo unos instantes.

– Clary, usted es un llamado a las más censurables ideas.

– ¿Te gusto?

– Estás incandescente.

– Es para ti.

– ¡Así lo espero!

Tessa me besa, besos que sólo son una muestra de lo que sucederá en las próximas horas. Largos, sensuales, húmedos. Nuestras lenguas se buscan lentamente para ponerse más nerviosas y tengo la certeza de que voy a pasar la noche más ardiente de mi vida.

Yo no sé por qué pero desde que ella puso su mano sobre mi cadera, aunque ella no hace más que rozarme, Tessa, sin saberlo, da el tono a la velada. Será brutal, animal y menos tierna que nuestras otras noches. Tal vez porque a partir de ahora tenemos el tiempo de declararnos nuestro amor, tal vez también porque tenemos menos necesidad de decirnos en la intimidad «Te amo» . Lo que buscamos ahora es reencontrar las sensaciones de nuestras primeras relaciones, cuando estaban todavía libres de cualquier sentimiento amoroso y que no respondían más que a nuestro deseo primario. La primera noche que Tessa me ha recibido en su casa, me había acariciado durante mi sueño, esa misma noche, yo había experimentado por primera vez en mi vida lo que era el placer sexual.

Desde entonces, cuando veo a Tessa, el fuego que dormita en mi vientre renace instantáneamente. Libera algo tan ardiente, es tan bello.

Esta tarde, mi amante lleva un pantalón chino color crema y una camisa ligera azul obscuro. El aire es dulce, la primavera será cálida y tengo la impresión de que es la primera vez desde hace mucho que no tengo frío. El invierno ha sido duro y muy largo, pero ahora, mientras que tengo sólo un corsé – grueso por cierto − y mallas de algodón, me siento cómoda.

Tessa me besa el cuello y yo me estremezco, ella me da una nalgada con ardor para acercarme y la sorpresa me hace besarla ferozmente. Muerdo el borde rojo de su labio carnoso y paso después suavemente mi lengua para hacerme perdonar este gesto. Ella levanta su mano y la pasa entre mis cabellos.

− ¿Sabes por qué estás aquí, Clary?

− ¿Porque soy tuya?

− Muy bien. Eres obediente.

Tessa cierra sus dedos sobre mis cabellos y los jala hacia atrás. Mi garganta está desnuda, así como mi busto y ella aprovecha su posición dominante para retomar sus besos sobre mi cuello. Empieza por el lóbulo, que humecta y muerde, después toma su tiempo para recorrer el camino hasta el nacimiento de mis senos. Como estoy a punto de perder el equilibrio, ella me empuja contra el árbol que toca la escalinata de la choza. La corteza del roble rasga mi espalda pero no me importa este pequeño dolor, estoy demasiado ocupada en cerrar mis ojos y visualizar el recorrido de la boca de Tessa. Ella me mordisquea y siento que se impacienta tocando mi corsé, verdadera muralla hacia mis senos.

− Date la vuelta.

Yo me someto, encantada por el tono pero también por ser liberada de este tronco. Apoyo mis palmas contra el árbol y arqueo mi espalda al máximo. Yo sé que ella no resistirá a la vista de estas nalgas que se levantan fieramente para ella. Pienso que va a querer liberarme rápidamente de este fastidio de cuero.

Al contrario de lo esperado y por primera vez en su vida, Tessa empieza a darme unas pequeñas nalgadas. Yo me sobresalto a cada una de sus palmadas. La sangre circula y yo imagino mi trasero enrojecer a medida que me inflige este suave castigo. Yo gimo, menos de dolor que de placer, sus golpes son caricias. Se detiene y pega su sexo en contra de mi surco, cierro los ojos mordiéndome los labios. Amo todo de Tessa, su lengua, su boca, sus ojos, sus cabellos, su silueta, sus pechos, sus manos… Pero me hundo como nunca cuando siento su sexo humedo contra mi cuerpo. Es en este preciso momento que mis sentidos, ya en ebullición, explotan. Me gusta ser la única que aprovecha esta particularidad. Cuando estoy sola demasiado tiempo porque ella está de viaje y pienso en este sexo, sé que voy a excitarme instantáneamente. Entonces pongo mis dedos sobre mi clítoris, después de haberlos lamido, cierro los ojos y pienso de nuevo en este triángulo y en este maravilloso sexo que me ha ofrecido tanto. Es por eso, que en esta bella noche de primavera, agarrada a un árbol, masajeo con mis nalgas el sexo húmedo de Tessa para agradecerla. Impaciente de tocarlo, de probarlo y de que me visite.

− Deja estos movimientos, si no voy a seguir nalgueándote.

− Tengo ganas de que enrojezcas mi culo, de esta manera, pronto, cuando lo verás desnudo, podrás culpabilizarte a gusto y te haré todo lo que quiero.

− Nunca harás de mí lo que quieras. Soy tu dueña, siempre lo he sido.

Brutalmente, Tessa me da vuelta, estoy ahora enfrente de ella. Ella pone su mano derecha sobre mi boca y hace resbalar la izquierda a lo largo de mi vientre mirándome fijamente con sus ojos verdes, su mano continúa su camino, sus pupilas plantadas en las mías, siento que sus dedos índice y mayor se deslizan debajo de mis leggings. No tengo braga, las marcas no hubieran combinado con mi atuendo de ladrona, así una sonrisa se dibuja sobre la cara de mi amante cuando está directamente en contacto con mi sexo. Como sorprendido la exploración se ralentiza.

− Tú eres efectivamente mi maestra pero yo soy una buena alumna, le he lanzado súbitamente llena de confianza.

− Eso veo, sí, pues no te has puesto ropa interior.

− Tengo una armadura en la parte superior, no podía torturarte con un cinturón de castidad.

Los dedos de Tessa retoman su curso y siento la yema de sus dedos acariciar mis labios calientes y ya mojados. Tessa está encantada del efecto que me procura y como para cosquillearme, ella tamborilea sin parar pero evitando cuidadosamente la zona de mi clítoris. Ella sabe que tengo ganas de que lo toque, ella sabe que aunque espero que todo eso dure mucho tiempo, ya tengo ganas de liberar el placer encerrado en ese pantalón que se humedece más a medida que la mano de la vampiresa toca mi sexo.

El viento fresco que anuncia la llegada de la noche nos empuja a la casa. Es toda pequeña, calurosa y muy confortable. Una gran chimenea viste la sala pero está apagada porque las temperaturas ya no son invernales. Sobre el piso, como en las cabañas de cazador, una gruesa piel de bestia me tiende los brazos. Vivo una fantasía, ser tomada en el piso por una mujer en una choza en los bosques. Ante esta imagen por más que sea clásica, me siento como una presa y estoy extremadamente ardiente.

− Ponte en cuatro patas sobre la alfombra.

− ¿Me quito la ropa?

− Me gusta cuando tomas iniciativas. Solamente tus mallas, este corsé de cuero tiene el don de ponerme loca, eres diferente adentro, todavía más salvaje.

Me ruborizo, no por timidez sino por pasión. Tengo ganas de ella más que todo y me encuentro rápidamente en el suelo, esperando que Tessa me sorprenda. Ella no se hace esperar y descubro con asombro que está desnuda. No la he escuchado desvestirse y su sexo contra mi muslo me precisa que el interludio que acabamos de vivir no ha mermado su deseo.

Cuando creía que mis nalgas iban a ser su primera exploración, ella me pone rápidamente sobre la espalda. Enfrente de ella, tomo de frente su belleza que me revuelve. Su boca me atrae y sin esperar su permiso, la lamo, dulcemente, con la punta antes de entrar profundamente. Nuestras lenguas bailan, acostumbradas a amarse, a buscarse, a reñir, después a encontrarse. Nuestra saliva lubrica nuestros movimientos y es un delicioso preludio de lo que va a pasar en unos instantes. Mientras que sigue besándome, Tessa, más nerviosa baja para retomar su exploración. Moja sus dedos con mi placer y los introduce uno por uno, sin dejar de besarme. Prepara la pista, la amasa, se asegura de que estoy suficientemente excitada para que resbale en mí con toda fluidez. No puedo más estoy a punto de gozar. He estado demasiado estimulada y es tiempo de que Tessa me de placer.

Mi amante lee la súplica en mis ojos y me sonríe. Me muerdo los labios y me arqueo. Cuando mi pubis toca su ombligo, me detiene por las caderas para mantenerme en el aire y aproxima su sexo a la entrada resbalosa. Aunque tengo el hábito de los movimientos suaves y delicados de Tesssa al principio, ella siempre me sorprende. Aplicada, mi amante mira los movimientos de caderas, y consigue unirnos más si eso era posible. Estoy bañada, no puedo más, la quiero sentir y estoy sobreexcitada por esta última tortura. Bien decidida a acelerar el movimiento, me arqueo todavía más y despego mis nalgas de la piel de bestia.

Tessa está ahora con un movimiento mucho más frenético y según la llama que danza en sus ojos, quiere vengarse. Entonces, se retira completamente y me penetra con dos de sus dedos sin miramientos con fuerza y vigor. Grito, de sorpresa, de placer… Ella me ofrece unos largos vaivenes y mientras dedica una especial atención a mi clítoris. Mientras que mis senos se agitan, sacudidos por los movimientos de Tessa, tengo el tiempo de mirar su cuerpo. El sudor hace relucir su cuerpo de diosa. A su turno, electrizada por la violencia de mi orgasmo mientras sus dedos están dentro de mí, Tessa grita con una voz grave y profunda y se viene también ella. Tessa sube a besarme y saboreo los fluidos de mi sexo, estoy colmada, lejos, como en el paraíso y me cuesta trabajo sentir mis piernas. Algunas sacudidas me hacen todavía temblar, mientras que nuestra unión se ha apagado hace unos minutos.

Acostado de lado, Tessa me acaricia. Hace resbalar su dedo sobre mi boca, mis pezones, mi ombligo. Me mima y me dice que soy la más bella cosa que hay. Todavía recostados sobre el piso, decidimos fijar el domicilio en el salón para la noche. Acurrucados, nos dormimos, Tessa tiene una mano sobre mi sexo y siento que el deseo poco a poco se apodera de mí.

Sienna Lloyd