Bisexualizando a los maridos.
Las mujeres de dos parejas liberales deciden inducir a sus maridos a que disfruten también entre ellos, como ya lo hacen ellas...
- David, teléfono!- gritó una voz en medio del taller de mecánica.
- ¡Voy!- gritó quitando la vista del motor que estaba reparando para encaminarse al lugar en el que se encontraba el teléfono.
El hombre caminó un poco preocupado, ya que normalmente si le llamaban al trabajo era por algo que no podía esperar, pero también avanzó un poco ilusionado ya que también su mujer solía llamarlo cuando estaba acabando la jornada, como era el caso, para seducirle con algún plan subido de tono.
- Es tu mujer- le dijo el hombre pasándole el teléfono. David ni siquiera esbozó una sonrisa pese a sentirse muy feliz.
- Dime, Joana- dijo el hombre cogiendo el teléfono.
- Hola cariño, me ha llamado Mónica para ver si esta noche nos apetece ir a su casa a “jugar”- dijo la mujer en un tono que provocó la excitación inmediata de su marido.
- Por supuesto, por mí encantado- dijo el hombre deseando volver a rencontrarse con aquella pareja.
- Sabía que te gustaría la idea, por eso ya he comprado una botella de vino para llevarla como regalo.
- Vale, ahora tengo que terminar un coche, luego hablamos- dijo el hombre con una sonrisa.
- Besitos- dijo Joana al otro lado del hilo telefónico.
David regresó a su puesto de trabajo mucho más contento de cómo lo había dejado antes de aquella llamada. Hacía poco más de un mes que habían conocido a una pareja liberal que les habían mostrado una cara del sexo que nunca habían siquiera imaginado experimentar.
Por insistencia de Joana, y viendo que su matrimonio estaba perdiendo la pasión que había tenido en los dos primeros años, la joven pareja, David tenía 34 años y Joana 33, había acudido a un local de ambiente liberal en el que habían ido con la intención de conocer gente que pusiera un poco de picante en su relación, que poco a poco estaba cayendo en la rutina.
Ambos estuvieron a punto de salir espantados después de encontrarse con las dos primeras parejas que les ofrecían un intercambio, a lo que se negaron tanto Joana como David, ya que a ninguno de los dos les hacía gracia que el otro gozase teniendo al otro lejos. Querían algo que avivase su pasión, pero para disfrutar juntos, no por separado.
Por fortuna dieron la oportunidad a una tercera pareja, un matrimonio de unos pocos años más que ellos: el hombre, Mario, tenía 40 años y su esposa Mónica tenía 42 aunque ambos se mantenían muy bien y tenían unos cuerpos muy agradables.
Aquella pareja les expuso lo que estaban buscando, una pareja con la que disfrutar sexualmente, pero siempre los cuatro juntos, lo que excitó tanto a Joana como a David desde el primer momento. Tras aquel primer contacto cambiaron móviles y quedaron para tener sexo una vez a la semana; aquel sería su quito encuentro.
La distancia entre los hombre se había mantenido durante todos sus encuentros, a diferencia de las mujeres, que poco a poco habían comenzado a tocarse mutuamente y a disfrutar con ello, lo que también hacía que sus maridos se pusieran calientes, pero aun así lo único que habían logrado había sido Mario comenzase a tocar de manera disimulada y esporádica a David.
Por el contrario David tan solo había devuelto alguna tímida caricia a Mario, pero llevaba ya unos días replanteándose el volverse más receptivo con él, ya que sabía que al igual que a ellos les gustaba ver como sus respectivas mujeres gozaban entre ellas, a estas también les entusiasmaba la idea de ver a los dos machos juntos.
David, que acostumbraba a ducharse en el taller, aquella tarde decidió marcharse rápidamente para ducharse en su casa, ya que temía que el contacto con el agua caliente le provocase una sensación placentera que sumada a las expectativas que se había creado con las perspectivas de aquella noche, le provocase una erección que lo dejase en evidencia ante sus compañeros.
El hombre llegó a casa tan solo diez minutos después de salir de trabajar y se dio una ducha rápida, tiempo en el que su mujer llegó a la casa, ya que a su llegada esta no estaba.
David se secó un poco su cuerpo fuerte de piel clara para no empapar todo el suelo del piso en el que vivía con su mujer.
Joana apareció a su espalda por sorpresa, y sin mediar palabra pegó un tirón de la toalla con la que su marido había salido para dejarlo desnudo de manera integral. David, al sentir su desnudez se dio la vuelta y se encontró con su mujer, una hermosa fémina de 33 años, piel clara, pelo largo castaño y liso y unas cuervas de lo más apetitosas, especialmente las que formaban sus grandes y hermosos pechos.
El hombre corrió, con precaución para no tropezar, detrás de su mujer, hasta que esta finalmente quedó acorralada en el dormitorio principal, donde la mujer trató de escapar, pero fue atrapada por su empapado marido que se le echó encima mordiéndola el cuello como si de un león con su presa se tratase.
- Te he capturado, ¿qué me darás para que te libere?- preguntó el hombre aprisionando los pechos de su esposa.
- Si me sueltas, esta noche seré especialmente cariñosa contigo- dijo la mujer con voz seductora acariciando los colgantes testículos del hombre, que notaba como su verga se iba poniendo dura por momentos, hasta que su esposa le soltó- pero no habrá nada de sexo hasta la noche, a ver si nuestros anfitriones van a pensar que tenemos poco aguante- dijo Joana deslizándose por la cama con una sonrisa.
David y Joana se presentaron en la casa de la pareja que tantos placeres les estaban ayudando a descubrir, con unos pocos minutos de adelanto. Allí les recibió Mario con un delantal, aquel hombre de unos 40 años era algo más alto que David, tenía la piel algo más morena y lucía un peinado sobrio de pelo negro.
El anfitrión guio a sus invitados hasta cocina, lugar donde ya había una mesa elegantemente preparada con mantel blanco, copas de vino y vajilla inmaculada preparada para la cena. A la mesa ya estaba sentada Mónica, la esposa de Mario, una bella mujer algo mayor que el hombre, de piel morena, pelo rubio y que en aquel momento lucía un largo vestido con un escote prominente en el que se dejaban entrever sus medianos y firmes pechos.
- ¿Cómo estáis, queridos?- preguntó la mujer incorporándose de la mesa para saludar a sus invitados.
- Vaya cena nos estáis preparando- dijo Joana, impresionada, a su anfitriona.
- ¿Estáis?- preguntó Mario desde la cocina- De estáis nada, encanto, aquí el único que se está currando esto soy yo- Mónica rio al oírle.
- Perdió a las cartas y le tocó encargarse de todo- dijo Mónica.
- Que mala, no le estás ayudando ni un poco- le replicó Joana en tono cariñoso a su amiga mientras dejaba el vino sobre la mesa- Voy a echarle una manita.
La cena se desarrolló con la máxima normalidad, disfrutando las dos parejas de una charla amena en la que todos los comensales participaron de manera muy animada.
Casualmente terminaron de cenar cuando la botella de vino que Joana había llevado se acabó, momento en que Mario se levantó rápidamente de la mesa para recoger los platos, vasos y cubiertos que habían manchado e introducirlos en el lavavajillas. A diferencia de Mónica, que consideraba que su marido tenía que encargarse de todo después de perder la apuesta, Joana y David se levantaron de sus asientos para ayudarlo.
- Bueno, pues yo voy preparando el juego- dijo la mujer levantándose de la mesa para ir directamente al salón.
Introducir los platos en el lavavajillas fue una tarea mucho más rápida entre tres, con lo que en menos de cinco minutos ya había terminado y pudieron encaminarse al salón de la casa, lugar en el que Mónica ya estaba arrodillada en la alfombra de la sala con un tablero delante de ella.
- Cada uno a un lado del tablero, ya veréis que juego más divertido- aseguró la mujer cogiendo cuatro fichas al azar y colocándolas en la casilla de salida.
David y Joana, que no sabían de que iba aquel juego, se acercaron y tomaron posiciones para observar el tablero más de cerca, el juego contaba exactamente con 48 casillas y en cada una de ellas había una cosa escrita: desnúdate de cintura para arriba, quita la ropa interior al jugador de tu derecha, chupa el sexo del jugador/a que prefieras…
A la pareja más joven le pareció una idea excitante aquel juego, más a Joana, ya que esta no tenía problema con relacionarse con ninguno de los jugadores, pero a David también le pareció una buena forma con la que introducirse en la bisexualidad.
Sin decidir siquiera quien iba a ser el primero en tirar, Mónica agarró el dado con la mano y lanzó sobre el tablero sacando un cinco. La mujer comenzó a contar lentamente hasta que su ficha quedó sobre la primera orden de la noche.
- Quédate en ropa interior- leyó la mujer para después levantarse y librarse de su escotado vestido, mostrando a su marido e invitados su cuerpo de curvas definidas y su atrevido conjunto negro, formado por un sujetador de alzaba y juntaba sus pechos y un tanga de pequeñas dimensiones.
El siguiente en tirar fue David que sacó un seis y cayó en una casilla que le obligó a quitarse los pantalones. El hombre miró el tablero al ver las casillas que había delante y sonrió, el juego estaba planeado para tener que quitarse ropa te saliera lo que te saliera, ya que las 10 primeras casillas, sin excepción, tenían como prueba la pérdida de prendas por parte de los jugadores.
Una vez pasaron las 10 primeras casilla todos habían quedado casi desnudos del todo: Mónica en su segunda tirada había sacado un cuatro, con lo que por poco se había librado de quitarse una prenda, pero le tocó cumplir con lo que mandaba la casilla “quítate la prenda que tu compañeros voten” como era de esperar, por los hermosos pechos con los que la mujer contaba, los tres jugadores votaron lo mismo, con lo que la mujer se quitó el sujetador mostrando sus redondos y medianos pechos bronceados de pequeños pezones marrones.
Por su parte Joana había sido la mejor parada ya que había logrado en su primera tirada un seis y en la siguiente un cinco, con lo que tan solo tuvo que quitarse la falda en su caso, quedando aún con su blusa de color rojo puesta.
- Vamos a ver que pone- dijo Joana inclinándose sobre el tablero para leer la orden de la casilla- “Elige dos jugadores para que mamen tus pechos”- leyó Joana mirando a Mario, David y Mónica- Prefiero los chicos, la verdad, espero que no te ofendas, Mónica- dijo la mujer sonriendo a su compañera de juego mientras se desabrochaba la blusa y sacaba sus pechos por encima del sujetador.
- Ya te lo haré pagar, chica mala- dijo la mujer guiñando un ojo mientras que David y Mario se colocaban junto al pecho más cercano- además solo tienen que chuparlos hasta que se gaste el tiempo- dijo sonriendo dando la vuelta a un reloj de arena.
Los labios de los dos hombres comenzaron a succionar de los generosos pechos de Joana, que acariciaba cariñosamente las cabezas de sus machos, que ya habían comenzado a morder con suavidad sus rosados y sensibles pezones, cosa que la volvía loca.
- ¿No puedo tirar otra vez?- preguntó Joana haciendo amago de coger el dado de nuevo, ante el gesto risueño de su anfitriona.
- No- negó Mónica sonriendo- y antes de que se me olvide, si alguien se corre haciendo alguna prueba retrocede 20 casillas.
- ¿Y para el que gana que premio hay?- pregunto Mario cogiendo el dado para lanzarlo, ya que al parecer aquella idea había sido únicamente de Mónica.
- El que gana se convierte en el rey o reina de la casa y los demás le obedeceremos como sirvientes para lo que mande- dijo la mujer mientras veía como su marido sacaba un uno que le obligaba a perder sus calzoncillos, quedando ya integralmente desnudo- esto se pone interesante- dijo Mónica sonriendo al observar el flácido pene de su esposo, para después contar sus casillas y lamentarse antes de leer lo que ponía- Has sido un niño/a malo/a, recibes cinco azotes de cada jugador.
Mónica, sabiendo perfectamente lo que le tocaba se inclinó en el suelo dejando su culito en pompa para que todos los jugadores pudiesen darla su castigo. La mujer gimió con los primeros cinco azotes recibidos de la mano de Joana, gimió un poco más fuerte cuando el golpeador fue David y soltó quejidos de dolor algo más altos cuando Mario le dio los últimos 5 golpes que dejó el trasero de su mujer con los dedos marcados.
Después de aquello las pruebas fueron más o menos llevaderas para todos los jugadores: besa a los dos jugadores/as que prefieras, quita una prenda a un jugador/a que aún lleve ropa, espósate las manos a la espalda… todo fueron pruebas bastante sencillas, hasta que atravesaron la casilla 25 y las cosas se pusieron un poco más complicadas.
Ya con todos los jugadores totalmente desnudos, Mario, que pese a su pésimo inicio había remontado posiciones hasta ponerse en cabeza, atravesó la casilla 25 y leyó su prueba.
- Recibe una mamada de 30 segundos de cada jugador- leyó el hombre y alzó la vista sonriendo para mirar a Joana y a su esposa- Bueno chicas id preparándoos- dijo levantándose mientras Joana y Mónica se acercaban de rodillas al falo aún flácido Mario.
- Sí, chicas y chicos- corrigió Joana mirando a su marido para que se acercase también, David, que aún tenía dudas, se acercó usando solo sus rodillas ya que aún seguía esposado y así continuaría hasta otro jugador precisase de sus manos para alguna prueba.
- Bueno si David no quiere…- comenzó a decir Mario, pero Joana le paró.
- Nada de eso, el juego es así y tenemos que respetar sus normas para que sea morboso- dijo la mujer seriamente.
- Lleva razón, si vosotros no cumplís las pruebas en las que os toca hombre con hombre nosotras no haremos las de mujer con mujer- avisó Mónica.
- De acuerdo, entendido- dijo Mario para apaciguar los ánimos mientras su verga había comenzado a crecer sabiendo lo que le esperaba- ¿Quién empieza?
- ¡Yo misma!- dijo Mónica sin dar tiempo a nadie para replicar y metiendo el rosado glande del pene de su esposo en su boca.
Mónica cabeceó suavemente sobre la verga de Mario mientras que Joana no quitaba ojo al reloj de arena, esperando a que todo el contenido de la parte de arriba cayese al contenedor inferior.
David mientras tanto observaba como Mónica se deleitaba chupando aquella polla de la que David sentía una cierta envidia, ya que si bien eran de un tamaño más o menos similar al suyo, el grosor del pene de Mario era muy superior al suyo.
El corazón de David comenzó a latir con más fuerza cuando Joana apartó a Mónica de su posición de mamadora para colocarse ella después de dar la vuelta al reloj de arena para que su marido estuviese pendiente: estaba a 30 segundos de lamer su primera polla.
La arena del reloj pareció caer mucho más rápido de lo que a David le había parecido que había transcurrido el tiempo de Mónica, pero sabedor de que si no lo hacía el excitante juego terminaría caminó sobre sus rodillas hasta que su cara quedó a un palmo del empapado y brillante pene de Mario.
- Abre la boquita, cariño- dijo Joana colocándose a la derecha de su marido para acariciar los depilador y fuertes pectorales de este.
- Sí, ya verás como no está nada mal- dijo Mónica acariciando suavemente el pene de David que, sin comprender muy bien porque, se había ido endureciendo poco a poco.
Una vez David abrió la boca todo lo que le fue posible, introdujo el glande hinchado de Mario en su boca, comenzando a cabecear lentamente, mientras que sentía sobre sus labios el palpitar de aquella gruesa polla.
Para David aquello no fue tan terrible como esperaba, el sabor de aquel miembro no era tan desagradable como se había imaginado, y el tener a Mónica sobando su verga para ayudarlo a pensar en otra cosa hizo que el medio minuto pasase rápidamente.
- Ves como no era tan malo- le dijo Joana satisfecha mientras veía como Mónica agarraba de nuevo el dado para tirar.
A partir de aquel momento el juego se convirtió en algo mucho más divertido para los dos hombres, ya que Mario no tardó en tener que repetir la operación pero a la inversa, dando una felación al jugador que tenía delante.
A David le agradó la sensación, no era lo mismo que ser chupado por una mujer, pero tenía una carga de morbo considerable, con lo que no pudo evitar soltar gemidos suaves después del minuto que Mario dedicó a chupar su pene.
Los tocamientos entre jugadores no tardaron en convertirse en una constante, tocamientos que estaban fuera del juego, ya que no tardaron en dar a aquel entretenimiento de lado dejando a Mónica, que era la que iba en cabeza, como virtual ganadora ya que todos quería ir al dormitorio lo antes posible.
La mujer de mayor edad, contenta de haber salido victoriosa, lo que le aseguraba una noche de sexo a su gusto, les indicó el camino al dormitorio a sus “tres siervos” que la siguieron por el pasillo.
Mónica se tumbó, desnuda como estaban todos, sobre el edredón rojo que cubría su cama, mientras que su marido y sus dos invitados la observan expectantes a lo que la mujer iba a ordenar.
- Quiero la polla de David en mi culo- dijo la mujer tumbándose de espaldas y agarrando sus rodillas por la parte trasera de estas para levantar sus pies y que su culo quedase expuesto- Joana, tú me lo lubricarás para que no me duela, y Mario se la chupara para lubricarla también- la mujer vio el rostro de duda en Mónica y Mario, pero este desapareció cuando dio un par de palmadas- Vamos obedecer a vuestra reina.
Con la esperanza de que en futuras ocasión ellos fueron los ganadores, Joana se arrodilló para sacar la lengua y acercarla al ano de Mónica, mientras que esta observaba excitada como su esposo se arrodillada ante el marido de su amiga para hacerle una felación.
David, al que poco a poco le iba desagradando menos el que la felación se la diese un hombre y no una mujer, no miró demasiado a Mario, en su lugar observo con gran excitación como su mujer separaba las duras nalgas de la dueña de la casa para lubricar su pequeño agujero.
Mónica disfrutó del poder que le daba el haber ganado la partida del juego erótico y guiñó un ojo a su futuro penetrador, lo que hizo que su pene creciese un poco más dentro de la boca de Mario, llegando su verga casi hasta la garganta del lamedor.
Mónica consideró que su trasero estuvo lo suficientemente lubricando cuando la lengua de Joana se adentró en su ano casi por completo. A la mujer le sorprendió un poco que su compañera de juegos lamiese con tal naturalidad su ano, ya que era la primera vez que lo hacía, pero el verla meter su nariz en su sexo y mantenerse bien pegada a la zona íntima de Mónica hizo pensar a esta que no era la primera vez que realizaba aquella práctica.
- Vamos a ver que sabes hacer- dijo Mónica colocando su cara sobre el edredón y levantando el culo para facilitar la penetración.
David caminó rápido con su largo pene apuntando al techo de la habitación. Mario había hecho un gran trabajo y su polla estaba brillante, embadurnada totalmente en saliva.
El hombre, que no quería que el agujero que tanto se había afanado su mujer en abrir, se cerrase, agarró su pene erecto por el tronco y apuntó su rosado glande en la apertura de Mónica le ofrecía.
Como era de esperar tuvo que forzar un poco las cosas para que entrase, muestra de ello fue la fuerza con la que Mónica agarró el edredón sobre el que estaba apoyada, al tiempo que gemía suavemente de dolor. David, al darse cuenta de aquello, fue aún más delicado y fue metiendo su verga poco a poco en el interior de la mujer hasta que finalmente su pubis chocó con las suaves nalgas de su anfitriona, lo que indicaba que ya no lograría penetrar más profundo.
- ¡Joana!- llamó la mujer a su amiga y esta, que había estado observando como su marido penetraba el trasero que había lubricado, se acercó - Comienza a chupársela a Mario, necesitará su herramienta bien lubricada para desvirgar a tu marido.
Joana no puso queja alguna y se alejó de su amiga para clavar sus rodillas delante de Mario, para comenzar a lamer los grandes testículos del hombre y provocar una erección cada vez más consistente.
David escuchaba nítidamente cada lamida de su mujer, y lo único en lo que podía pensar era en que estaba preparando aquella verga para que lo penetrase a él. Ya apenas sentía la fuerte presión que el ano de Mónica estaba haciendo sobre su polla, lo único en lo que pensaba era en lo doloroso que iba a ser para él albergar el gruesa pene de su amigo, en su virgen agujero trasero. Pero aun así, y sin saber muy bien porque, no puso ninguna objeción al deseo de Mónica, de que su penetrador fuese penetrado también.
La cama bajó sensiblemente cuando Mario y Joana subieron sobre ella, para acercar la empapada verga del hombre sobre las nalgas de David. Joana agarró con decisión la verga que hasta hacía segundos había estado lamiendo para acercarla lentamente, sosteniéndola con firmeza por el grueso y venoso tronco del pene, para hundirlo hasta que la cabeza conectó exactamente sobre el ano de David.
El hombre más joven se puso tenso al notarlo y su esposa comenzó a acariciarle la espalda para que se relajase, mientras que con la otra mano iba moviendo en círculos el pene de Mario, esperando que el ano de su marido comenzase a dilatarse.
Tal y como Joana esperaba, con la lubricación que había dado a Mario no fue suficiente, y tuvo que sacar la polla del penetrador para darle un nuevo repaso con la lengua.
La mujer no mostró pudor en ningún momento y lamió la cabeza del pene del Mario, cuanto más lubricado estuviese más rápido entraría en el ano de su esposo, y cuanto antes pasase eso antes Mónica daría orden a alguno de esos machos para que hiciese alguna cosa con ella.
Una vez vio que el pene que tenía ante ella goteaba, decidió comprobar lo receptivo que estaba el trasero de su marido para ser penetrado. Tal y como esperaba el agujero era muy insuficiente como para que aquella gruesa verga se adentrase por allí, así que decidió tratar también el ano de David.
David, que estaba moviendo sus caderas para penetrar cada vez con más fuerza el trasero de Mónica, se sobresaltó cuando notó la mano de su mujer agarrando sus colgantes testículos, al hombre le encantaba ser sujetado así por su mujer, y recibir sus hábiles caricias, Joana siempre trataba aquella zona tan sensible con un mimo exquisito.
Mientras que la mano derecha se encargaba de hacer que su macho no pensará en la penetración que se le avecinaba, y sí en el placer que estaba dando y recibiendo, con la otra y con su lengua comenzó a estimular el ano que tenía ante ella, provocando los gemidos del hombre.
Después de una intensa lamida sobre el agujero trasero de David, Joana logró penetrar su trasero con su dedo índice, provocándola una gran sonrisa, una vez abierto no permitiría que se cerrase y así lo hizo, moviendo su dedo con intensidad y lamiéndolo para que se lubricase para acabar metiendo otro dedo con suavidad.
Para que el pene de Mario, al que había desatendido para abrirle camino, no perdiese ni dureza ni lubricación, la mujer le indicó que se acercase a ella, para restregar su empapado sexo sobre la venosa verga del macho más maduro sin llegar a ser penetrada en ningún momento.
Todos gemían entusiasmados por la situación en la que estaban: Mónica porque estaba siendo penetrada, Mario porque había recibido una deliciosa felación por parte de Joana, la propia Joana porque se sentía excitada de tener la gruesa polla de Mario acariciando su sexo y finalmente, David, que era el que menos gemía por lo que se le avecinaba, también sentía una extraña excitación dentro de él.
- Ya puedes meterla por aquí- dijo Joana cuando creyó que el ano de su esposo estaba lo bastante abierto, agarrando con firmeza la polla Mario para penetrarlo.
- Tú cambia de agujero, David- ordenó Mónica levantando su trasero y separando con sus dedos sus oscuros y empapados labios vaginales, no dudando el hombre en sacar su pene del prieto ano de Mónica para hundir su verga en el caliente sexo de esta.
Mario no hizo absolutamente nada para penetrar el trasero del hombre que estaba follando a su mujer, le gustaba la presión que los dedos de Joana estaban ejerciendo sobre su verga y dejó que fuese ella la que se encargase de guiar su pene.
El poder de decidir como penetrar a su marido hizo que Joana se excitase aún más y con la mano derecha fue obligando al pene de Mario a penetrar a su marido, mientras con la otra agarraba la nuca del penetrador para besarlo con pasión, recibiendo de este suaves caricias sobre sus grandes y suaves senos.
El interior de Joana comenzó a arder cuando vio como el trasero de David era capaz de albergar la gruesa polla del hombre con el que esta intimando, provocando el quejido del penetrado, que se dejó caer sobre la espalda de Mónica para besarla suavemente tratando de pensar en otra cosa en lugar del dolor que estaba sintiendo.
- Joana- dijo Mónica alargando la última “a” de manera excesiva ya que coincidió con una nueva embestida de su penetrador. La mujer se acercó rápidamente hasta su anfitriona- creo que ya has trabajado bastante por esta noche- dijo estirándose y lamiéndola la mejilla derecha- deja que te dé una lamida, donde tu quieras.
La mujer más joven del grupo notó como su sexo se calentaba al oír aquello, dudando durante unos segundos entre colocarse en cuatro patas delante de la cara de Mónica para que esta la lamiese desde su vagina hasta su ano, o colocarse de frente, para poder ver la escena de sexo que se estaba desarrollando en aquella cama.
Finalmente, el poder ver el rostro de su esposo, mientras era desvirgado analmente por otro hombre, hizo que no pudiese resistirse a ponerse de frente a él, arrodillada delante de Mónica, cuya cabeza quedaba muy cerca de su sexo, lo suficiente como para que esta llegase hasta su vagina con tan solo alargar un poco la lengua.
Joana gimió de placer al sentir la experimentada lengua de Mónica sobre su clítoris, mientras que extendía sus brazos para acariciar los firmes pectorales de su esposo, apretando con suavidad sus pezones y arañándolos suavemente. El hombre por su parte se dejó hacer, pero no devolvió las acaricias a su esposa, sus dos manos estaban ocupadas sosteniendo las caderas de Mónica para penetrarla con fuerza, buscando desesperado que el placer fuese superior al dolor que aún sentía al albergar la gruesa polla de Mario.
Mario por su parte se sentía cada vez más cómodo penetrando a otro hombre, al principio había tenido reparos con la idea de su esposa, pero aquello era muy parecido a penetrar el ano de su mujer, aquel trasero virgen apretaba su polla con muchas ganas, lo que suponía un gran placer para el penetrador que movía sus caderas cada vez con más energía.
Los decibelios de los gemidos de todos los integrantes que aquella pequeña orgía, aumentaron a la vez que lo hicieron los de los crujidos de los muelles sobre los que estaba asentado el colchón. Las penetraciones simultáneas de Mario sobre David y de David sobre Mónica hicieron que la cama se tambalease, debido a que no estaba acondicionada para aquella clase de movimiento, ni para aquel peso. Pero al parecer la única que se dio cuenta de aquello fue Joana que, lejos de avisar a los violentos penetradores, agarró la cara de Mónica entre sus manos para que esta no se alejase de su caliente sexo.
El primer bramido de placer más alto que los demás lo produjo Mario. Joana miró a su marido, con media sonrisa, disfrutando de la cara que David estaba poniendo, era una mezcla entre placer y alivio, pero fuese lo que fuese lo que estaba sintiendo el hombre más joven de la cama, este permaneció parado unos segundos antes de volver a penetrar con intensidad la caliente vagina de Mónica.
Pese a que Mario ya había soltado una buena descarga de semen dentro del trasero de David, este no se movió ni un ápice y permaneció a la espalda del joven, mientras este penetraba a su esposa, disfrutando de cómo su flácida verga era estrujada poco a poco por el ano de este.
Joana, que estaba sobrexcitada con la escena que tenía delante, no pudo contenerse por mucho rato y acabó soltando sus fluidos en la boca de la lamedora, que selló con su la boca sus labios vaginales para tragar todo lo que la fue posible del dulce néctar de su invitada. Pero pese a los esfuerzo de la mujer más madura, esta no pudo tragar toda la eyaculación de Joana, ya que era demasiado abundante, y más de un chorro acabó cayendo sobre las sábanas.
Joana, al sentirse aliviada sexualmente, se dispuso a acercarse a su marido, o a Mario para estimularles, pero antes de eso vio el gesto de placer en el rostro de David, gesto que conocía perfectamente ya que era el mismo que le veía cuando era ella la que lo cabalgaba y este acababa eyaculando en su interior, pero por si quedara alguna duda esta quedó disipada cuando vio como el cuerpo de su marido se convulsionaba suavemente por el placer.
Maravillada con el aguante de Mónica, y queriendo que ella también llegase al orgasmo, Joana se tumbó en la cama, bajo los pechos de la mujer más madura del grupo. La mujer sonrió al sentir aquellas cálidas y suaves masas de carne sobre su cara, y sin dudarlo un segundo los agarró con fuerza, cada uno con una mano, para chupar y morder con avidez los salientes pezones erectos de Mónica que gemía como loca tras cada caricia, logrando que con esto, y con el pene de David que aún estaba en su vagina, aunque un poco flácido, Mónica gimiese de forma exagerada, llegando a su ansiado orgasmo.
- Vaya unos súbditos tengo- dijo Mónica una vez estuvo tumbada sobre la cama, boca arriba, mirando los cuerpos de la mujer y los dos hombres- soy la reina y me toca correrme la última- protestó poniendo cara de disgusto, pero acabando por sonreír.
- Trataremos de hacerlo mejor la próxima vez, mi reina- dijo su marido acercándose a sus pies para cubrirlos de besos e ir subiendo poco a poco.
- Estoy segura de que sí- dijo sonriendo cuando Mario iba por sus muslos, pero mirando a Joana a la que guiñó un ojo: el objetivo que se habían marcado, de bisexualizar a sus maridos, había sido cumplido con creces.
Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo fantasias1987@hotmail.com