Bisexual por culpa de la cuarentena II

Mi esposo se entera de mi relación con mi compañera y propone una solución que nos beneficiará a los tres.

Me desperté con la cara aplastada por una de las tetas fabulosas de Leticia, mi compañera de trabajo. Me costó cinco segundos recordar que antes de dormir, esa hermosa mujer me había provocado tres orgasmos y yo uno a ella. Me tomó 5 segundos darme cuenta que estábamos desnudas, abrazadas sobre mi futón.

Como pude me deshice de su abrazo y me levanté. Con cuidado de no despertarla. La cubrí con una manta y me fui a mi dormitorio. No me demoré, como en las películas, a mirarme en el espejo y arrepentirme de lo que había hecho. Me puse una bata de seda negra que Pablo me había traído de uno de sus viajes. y busqué el celular. Una llamada perdida de Pablo. Varias notificaciones en distintas redes sociales de distintas personas conocidas y desconocidas; entre ellas un wsp de mi esposo: “Hola, cachorra. ¿Cansada? Me imagino que si. Cuando te recuperes, llamame. Te amo”. En un momento pensé que había instalado cámaras en la casa y me estaba vigilando. Después me di cuenta que mi inocente Pablo se refería a que eran mis 24 horas libres después de estar 48 horas de guardia en la clínica.

Eran las dos de la tarde. No había almorzado. Recordé lo que había estado haciendo con Leti y me entró la culpa. Soy una persona muy culposa. O muy responsable de sus actos, como quieran verlo: cuando se que me mandé una cagada soy la primera en reconocerlo.Y esta vez me la había mandado. Engañé a Pablo. Con quien estoy hace más de 20 años. Me fui al baño, me senté en el inodoro y mientras orinaba, lo llamé:

  • Cachorra!! ¿Cómo estás?
  • Hola mi amor. Bien
  • ¿Y esa vocecita?, ¿estás engripada?
  • No- dije y comencé a llorar
  • Por favor, Ruth. Decime qué está pasando. ¿Qué te hicieron? ¿Estás bien?

Habíamos tenido varios episodios de inseguridad. En uno estuvieron a punto de violarme. Pablo tiene mucho miedo de que me ocurra algo cuando esté sola. Por eso le pareció buena idea que Leticia se mudara a casa mientras él no está.

  • No me pasó nada. O sí. Pero no es lo que vos crees.

Silencio.

En todos estos años, mi esposo me había demostrado ser una persona en quien yo podía confiar y  un tipo confiado. Jamás una escena de celos, aunque no le di nunca motivos. Pero no le molestaban mis amistades, ni mi forma de vestir, ni mi costumbre de salir con amigas una vez al mes a bailar. Nunca me cuestionó. Yo, en cambio soy un poco celosa y siempre estoy mirando las malas intenciones de las minas que lo rodean. Es un dios de ébano. Un bombón. y muchas se lo quieren comer.

  • Leticia…
  • ¿Le pasó algo a tu amiga?
  • Escuchame. Escuchame bien hasta el final. No me interrumpas. Cuando termine de contarte, te escucho yo a vos.

Comencé´a relatarle la situación, desde lo linda que era Leti, sus tetas y sus labios,  lo compañeras que nos habíamos hecho, el beso que me robó,  mi primer orgasmo lésbico en la pileta,  cómo me hizo acabar con sus dedos y su boca en el futón,  cómo acabamos juntas concha con concha y cómo dormimos juntas, desnudas y abrazadas.

Silencio

  • Pablo… por favor… decime algo

Silencio

  • ¿La pasaste bien?
  • Si
  • ¿Querés repetirlo?
  • Si, pero…
  • Sin peros, cachorrita. Valoro mucho tu franqueza. Eso es lo que nos ha mantenido juntos. Eso hace que exista esta confianza entre ambos. Te voy a decir dos cosas: primero, no te prives de gozar nunca en la vida; segundo, en un rato te llamo. Dejame procesar la información.
  • Bueno… te amo
  • Y yo a vos

Llevé el celular a la cocina, busqué una botella de agua y me fui hasta el futón donde Leticia dormía.  Cuando la miré no pude dejar de admirar su belleza. Realmente es hermosa. Y dormida. Desnuda. En mi casa. Es mucha tentación.

Me acerqué y comencé a acariciar su cara con un dedo. Fui bajando por su cuello, pasé por sus pechos, su ombligo y avancé hacia abajo. Ese cuerpo era un imán que me atraía. Con el mismo dedo acaricié su vulva entre los labios y seguí camino hasta el orificio vaginal. Estaba viscosa, lubricada. Y yo. ni les cuento. le metí despacio el dedo, lo saqué sin despegarlo de su cuerpo lo llevé hasta el clítoris y volví a repetir la acción. Lentamente, pero sin parar: clítoris, vagina, clítoris, vagina. En un momento uní otro dedo porque la lubricación era tal que entraba con facilidad. Maravillada por esa concha mojada y por mis manos que sin ser expertas la estaban calentando, no había subido la vista. Lo hice cuando sentí que se movía al compás de mis caricias y se arqueaba. Tenía sus ojos cerrados y  con sus manos acariciaba sus tetas. Sin dejar mi trabajo allá abajo comencé a pasarle la lengua por la lola que me quedaba más cercana, cuando llegué a su pezón endurecido lo rodeé varias veces con mi lengua y luego lo atrapé entre mis dientes, dando pequeños tironcitos. En ese momento siento su mano sobre mi cabeza, un grito y la siento temblar. Sigo trabajando su concha con mis dedos, sintiendo dentro de su vagina las contracciones de su orgasmo, hasta que desaparecen y ella se queda floja, satisfecha. Abre los ojos y me mira. Me toma del cabello, me acerca a su cara y comienza a succionar mi boca. En un movimiento rápido se para y se coloca de rodillas detrás de mí, que también estoy arrodillada. Tira de la bata hasta que me despoja de ella. Pegando sus tetas a mi espalda, pasa su mano hacia adelante hasta que encuentra mi vulva “hecha sopa”. Comienza a acariciarme mientras me chupa el cuello y me muerde la oreja. Me obliga a tirar el torso hacia adelante, sobre el futón y siento su lengua descender por mi espalda. Va trazando un camino de saliva. Cuando llega al surco de mi cola, con sus dos manos separa mis glúteos y hunde su lengua. Se demora en mi ano. y luego continúa hacia abajo y comienza a comerme la concha, haciendome una mamada espectacular que en quince segundos me hace acabar. Me abraza desde atrás mientras finalizan mis temblores orgásmicos, me da un beso en el cuello y se levanta.

  • Buenos días, doctora
  • Buenos días
  • Podría desayunar tu concha todos los días sin cansarme

Por Dios. Sólo con escucharlo mi sangre abandona mi cerebro y se dirige rápidamente a mi entrepierna.

  • Guau!! Las tres de la tarde. Voy al baño y hacemos algo para almorzar. Estoy famélica, doc… su concha es una delicia, pero no me alimenta

La veo irse desnuda contorneando sus caderas hasta el baño y me agarro la cabeza. En ese momento suena el celular. Es Pablo. La sangre abandona la entrepierna y vuelve a su circulación normal.

  • Hola- respondo timidamente
  • Hola, cachorra. Estuve pensando. tengo una propuesta para hacerte. Si te parece que es una locura, decimelo tranquila y vemos otra forma. Yo acá estoy solo y la verdad que con tus videollamadas hot me alcanza. Por eso estaba pensando qué te parece a vos si unimos a tu amiga. Hacemos un trío virtual. La verdad que imaginarte con otra mina me calienta mucho ¿y si te veo y me masturbo?. Ya sé lo que estás pensando: ni loca hacés un video. No se trata de filmar. Hacemos la videollamada, ustedes se hacen todo eso que me contaste y yo acá me ordeño solo.

Silencio

  • Pensalo, cachorrita, y pasale la inquietud a tu amiga. Te amo. Es sólo sexo. Ahora te paso con tu hijo que quiere hablar con vos.
  • Yo también te amo. Es sólo sexo

Lo escucho que llama a Federico que después de decirme que me extraña, me cuenta que su tío (el hermano de Pablo) con su familia están en la ciudad de Córdoba, a unos 50 km de distancia y que lo invitan a pasar el aislamiento allá. Pablo no quiere ir a Córdoba, pero le dijo que si yo estoy de acuerdo y se compromete a seguir con las clases virtuales del colegio, lo deja ir. Estoy de acuerdo. Pobre mi hijo. Lejos de sus amigos. Por lo menos con sus primos va a estar más entretenido. Colgamos diciéndonos lo mucho que nos queremos.

Me doy cuenta que Leticia se ha puesto una de mis batas. La roja. De seda. Tiene buen gusto. Y está haciendo algo en la cocina.

  • Espero que no te moleste. Saqué algunas cosas de la heladera y de la alacena. Estoy haciendo una comidita. En 10 minutos la alimento, doctora.

El aroma es fantástico y me hace tomar conciencia que hace más de quince horas que no ingiero un alimento sólido.

Acomodo los cubiertos en el desayunador de la cocina, saco un vino blanco helado de la heladera y lo sirvo en dos copas. Le paso una a ella que está moviendo el wok lleno de colores. Al rato sirve en dos platos unos fideos con verduras que se ven, huelen y saben una delicia.

Comemos en silencio. Nos terminamos la botella de vino y destapamos otra.

  • Deberíamos preparar una lista para el supermercado. Lo traen a domicilio. Así el próximo franco tenemos algo para comer- me dice
  • Le conté a mi esposo

Se ahoga con el vino.

  • ¿Por qué?
  • Porque soy culposa, porque no tenemos secretos y porque no se mentir
  • ¿Qué te dijo?
  • Quiere que hagamos la llamada virtual hot juntas. Quiere vernos mientras él se pajea.
  • Un poco morboso
  • Como no me gusta que me cataloguen, no catalogo a las personas
  • Perdón. Era un comentario. Yo no quiero que me graben. Después si los videos se filtran…
  • No son videos. Las videollamadas no quedan grabadas.
  • Bueno. Si para seguir comiendote la concha, tengo que hacer la dichosa video llamada, contá con eso.
  • Genial- le contesto

Tomo el teléfono y llamo a Pablo, por video llamada. Los presento. Noto que mi marido se queda gratamente sorprendido y Leti también. Quedamos que en dos días, cuando tengamos el próximo franco, haremos la video llamada hot.

Limpiamos la cocina y decidimos mirar un rato de televisión. Después de una buena película de terror, decidimos poner un poco de música para bailar. El aislamiento impide ir a correr, caminar y al gimnasio, por lo que debemos improvisar formas de movernos. Bailamos y cantamos casi una hora.

Después del baile, hago unos omelette de queso y arvejas, otra botella de vino. Eran casi las nueve de la noche y a las 7 de la mañana teníamos que estar en la clínica.

  • ¿Nos bañamos juntas?
  • Bueno

Nos enjabonamos la una a la otra y luego de quitarnos el jabón, nos secamos.

  • No te pongas ropa- me dijo- Quiero darte un masaje.

Extrae de su bolso una especie de colchoneta. La pone sobre la alfombra de mi habitación. Toma un almohadón caramelo y me hace recostar. Desnuda. Boca abajo. Con el almohadón debajo de mi pelvis, lo que eleva mi cola. Corre con suavidad mi cabello hacia la un lado.

  • Hola Pablo- la escuché decir- Te quise dar la sorpresa. Voy a poner la tablets aquí. Para que veas el masaje con final feliz que le voy a hacer a Ruth. ¿Te parece?
  • Hola Chicas. Hermosa sorpresa. Qué linda estás en esa posición, cachorrita.

Yo ya estaba entregada. No emito sonido.

  • Yo voy a usar un lubricante para el masaje. Si tenés alguna crema lubricante te aconsejo que te lo pongas en la mano para pajearte bien rico, Pablito.

Silencio.

Sentí un líquido frío en la espalda y las manos de Leticia que lo desparramaba con rapidez, desde mi cuello hasta mi cintura y luego por mis brazos. Comenzó un masaje con mucha pericia. Trazando círculos, subiendo y bajando por mi espalda y mis brazos. El lubricante despedía un aroma a lavanda que me iba narcotizando.

  • Mirá la tablet -me ordena

Ahí estaba Pablo, con su verga entre las manos, haciendo movimientos lentos hacia arriba y hacia abajo.

Sentí que el mismo líquido era derramado sobre mi cola y las manos de Leticia lo desparramaban por mis piernas. Hasta los pies. Para volver a subir hasta mi cintura, lubricando mis glúteos y volviendo a bajar. En la tercer pasada de arriba hacia abajo la siento adentrándose en el surco de mi cola, demorarse y continuar.

  • Voy a correr la tablet para que puedas ver bien como estoy tocando a tu mujer, Pablito.

Pone la tablet para que se pueda ver bien mi cola que, como estaba hacia arriba, también enseña la vulva.

Leti sigue con su masaje, pero lo concentra en mi culo y en mi concha. Con movimientos precisos e ininterrumpidos, haciendome calentar.

  • Doctora, ¿Quiere que pare?
  • No- susurré
  • No la escucho
  • No
  • Suplique, doctora
  • Por favor, no pares

Para. Toma la tablet, se saca la blusa, extrae algo de su bolso y le dice a Pablo:

  • ¿Querés ponerme la verga entre las tetas?

Leticia había corrido la tablet de manera que yo también la pudiera ver y verla a ella. Tenía en su mano un consolador con dos puntas. Grande. De color negro. Le pasa la lengua y se lo mete en la boca, después lo moja con el lubricante y se lo coloca entre las tetas.

  • Así Pablito, entre mis tetas. Pero no me vayas a dar la lechita todavía. esperá.

Se ubica detrás mío y siento la punta del consolador en mi ano.

  • Culiala un ratito. Pero guardate la leche. Si largás la leche antes de que te diga, no hacemos más llamaditas.

Me mete el consolador en el culo y la otra punta se la introduce ella en la vagina y comienza a moverse.

  • ¿Le gusta la pija en el culo, doctora?. Si, le encanta

Después de ponerme al palo con sus palabras y el consolador, lo retira. Siento que abre un condón y seguramente para ponerselo al consolador

  • Te voy a poner un forro, Pablo. Con la boca. Mirame.

Yo no veía, pero por el sonido que emitió mi esposo, se debe haber tragado todo el consolador. Me vuelve a meter el consolador, pero en la vajina.  Y comenzaba a moverse como loca mientras el consolador entra y sale de ambas.

  • Ahora sí, Pablo-grita-  Lleguemos los tres juntos.

Una corriente eléctrica nos recorrió. Tuvimos un super orgasmo las dos. Pablo jadea y escupe leche por la verga del otro lado de la pantalla.

Leti corta la comunicación. Me da un beso en la frente y comienza a juntar las cosas que desparramó.

  • ¿Qué fue eso?- pregunto mientras me coloco el pijama de algodón
  • Para que a tu marido le quede claro que él no manda. Nada más. No voy a ser el fetiche de un tipo a 700 km. Estoy acá por vos. Nada más.
  • Me encantó y a Pablo también
  • Soy muy buena.- me dice mientras nos metemos a la cama y me abraza.

Era verdad. Es muy buena. Mientras me dormía pensaba que no sabía nada de ella. Sólo que era muy buena: para cocinar, para trabajar, para charlar, para coger. Pero, ¿era lesbiana?, ¿era bisexual?, ¿le iba el sado?, de dónde venía?, ¿tenía familia?

Si querés averiguar cómo sigue, no dejes de leer “Bisexual por culpa de la cuarentena III: Trío virtual”