Biografía sexual (9)

Les cuento que esta altura de mi vida me había ido a vivir con mi novio Hernán a su departamento. Fue una decisión dura para mí, ya que no podía dilatar más tal decisión. Fotos

Biografía sexual (IX)

Estimados Amigos y Amigas ¿cómo están? espero que bien. Les cuento que esta altura de mi vida me había ido a vivir con mi novio Hernán a su departamento. Fue una decisión dura para mí, ya que no podía dilatar más tal decisión, por las innumerables "invitaciones" (entiéndase presiones) que él me había formulado en el último año. Para mí fue una pérdida de libertad, pero era conciente que significaba el paso previo para nuestro casamiento. Lo amaba con toda mi alma, a pesar que no me había portado bien con él, debido a las continuas infidelidades que le había propiciado en los últimos años, no obstante, estaba profundamente enamorada de él, y prueba de ello es que ya lo había elegido como mi futuro esposo y padre de mis hijos.

Pero vayamos a la acción: en este relato narraré lo sucedido en la despedida de soltera de mi prima Ivana, que estaba por casarse en dos meses. Mi prima, mí querida prima, mujer de mil noches, mi gran amiga, a pesar que era muy distinta a mí – ella más conservadora y utópica- nos llevábamos muy bien, éramos muy compinches y nos queríamos muchísimo.

Les cuento que la organización de la despedida de soltera estaba a cargo de tres personas, la hermana de Ivana, Noelia, su prima Sonia y yo, quienes nos encargamos de todo: bebidas, comida, música cotillón y… las sorpresas… (Ustedes ya saben).

Ese mismo día, un caluroso viernes de Enero (pleno verano) nos pusimos de acuerdo por chat con Noelia - la hermana de Ivana - que cada una de la familias (la de mi madre y la de mi tía) fuera vestida con ropa de un determinado color: mi familia (mi madre, mi hermana y yo) debíamos ir vestidas con una prenda de color blanco, y la familia de ella iría de negro.

La fiesta se realizaría en la casa de la prima de Ivana (Sonia) y en el cual estábamos invitadas aproximadamente 15 personas, todas mujeres obviamente, algunas jóvenes y otras no tanto, casi todas éramos familiares, a excepción de mi gran amiga Silvia (ver 6º relato), que también era compañera de Ivana.

Esa noche me sentía bien puta y me vestí como tal: me calcé un vestido blanco muy cortito con cierre adelante (una sola pieza de tela de látex) con medias negras compradas para la ocasión, que me cubrían hasta la parte alta de mis muslos donde se sujetaban con una pretina. Abajo me puse una tanga negra de hilo dental y corpiño negro súper sexy, un sujetador de esos que solamente llevan como un suspensor para los pechos, de los que se usan para los vestidos muy escotados sin tirantes, que dejaba todas las tetas al aire. El vestido era tan corto que se veían las pretinas de las medias, y no sólo eso, se me transparentaba descaradamente mi ropa interior negra por debajo de ella.

A las 21 llegan al dpto mi mamá Maria, mi hermana Daniela y su novio Roberto, que las había traído en su auto. Al verlas casi me da un ataque: parecía que en vez de una despedida de solteras iban a un desfile de monjas. Mi hermanita y mi madre competían para ver quién se veía más mojigata. Daniela tenía una remera color rosa y una minifalda hasta las rodillas color negra, y mi madre vestía un pantalón suelto color camel y una remerita verde, nada sexy, y además, para colmo, ninguna había cumplido con la consigna de la prenda blanca.

Al verme cómo estaba vestida yo, escandalizadas me dijeron a coro que parecía una prostituta. Les contesté que esa era la idea, ya que no iríamos a misa esa noche sino a una despedida de soltera. Además les recordé que era condición ir vestidas de color blanco. Por eso me dirigí a mi dormitorio para elegir alguna prenda mía que le quedara bien a ambas.

A mi hermana le presté un vestido blanco de una sola pieza súper ajustada que le quedaba perfecto, hasta el punto que sus tetas se salían por donde la miraran, y por atrás se le traslucía la bombacha muy poco sexy (tipo bedetina) que llevaba puesta. Evidentemente mi hermana todavía tenía un gran prejuicio de mostrar su cuerpo, de usar ropa interior más zafada; no obstante, lucía bastante putita.

Roberto al verla se quedó muy impresionado cómo su novia exhibía descarada sus atributos físicos; entonces le dijo algo al oído que Daniela retribuyó con una sonrisa, mientras asomaba su lengua recorriendo los labios.

A mi madre le elegí un pescador blanco muy ajustado, transparente y una remera blanca haciendo juego. Al ponérselo me di cuenta que la muy zorra llevaba una tanguita color crema y para colmo no se puso sujetador debajo de la remera; al parecer ella ya se había acostumbrado a usar ese tipo de prendas, y en rigor de verdad le quedaba muy bien.

Luego de cambiarse, ambas se empezaron a maquillar, mientras yo me quedé en el living con mi cuñado Roberto hablando de tonteras, aunque notaba que me miraba descaradamente las pretinas de mis medias negras. Comprendí que mi cuñado estaba caliente conmigo, por lo que decidí provocarlo un poquito más. Le mostraba mis piernas primero, mis tetas después, y hasta llegué a mostrarle mi tanga en un momento que abrí exageradamente mis piernas. Él estaba desbocado, rojo de excitación, cuando entonces le ofrecí algo de beber. Fui hasta la cocina a buscar una cerveza. Roberto no apartaba la mirada de mis redondas nalgas; ahora con mayor frecuencia debía pasar repetidas veces justo delante de él, y siempre lo hacía ofreciéndole mi caliente trasero.

Él estaba con un corto pantalón de deporte que con la presión de la erección se le había subido hasta la ingle. Le traje la cerveza al comedor y le pregunté cómo estaba con mi hermana. Me contestó que bien, pero en ese momento estaban un poco distanciados, ya que ella era bastante conservadora en varios temas, sobre todo a la hora de vestirse como las chicas de su edad, pero la conversación quedó allí trunca, ya que mi madre y mi hermana anunciaron, muy excitadas, que estaban listas.

Una vez que estábamos dispuestas las tres llegó mi novio, aproximadamente a las 21.30. Al verme, Hernán se quedó boquiabierto, inmediatamente me recriminó el atuendo y cómo lucía, me dijo que parecía una vulgar puta. No le contesté, ya que justo aparecieron para saludarlo mi madre y Daniela. Al verlas no dio crédito de lo que tenía delante de sus ojos, más aun cuando mi madre se dio vuelta a recoger su cartera, ofreciendo alevosamente a la vista su culo apretado dentro del pantalón blanco, tan ajustado que se traslucían todos los detalles de la tanguita. Eso me dio muchos celos, ya que como recordarán que con mi madre no me llevo bien, ella siempre compite conmigo (típica relación madre-hija). Además de eso, el hecho de descubrir una vez más a mi novio mirándole el culo descaradamente como un baboso ya era el colmo.

Pero justo en ese instante sonó el portero eléctrico; era Silvia que nos pasaba a buscar; le dije a mi madre y a mi hermana que fueran bajando, y salieron junto a mi cuñado. Mientras, le dije a Silvia que me esperen 5 minutos, que ya bajaba.

Entonces me quedé sola con Hernán, que me miró detenidamente de arriba abajo. Miró mis piernas, la tanguita negra que se trasparentaba, el escote con mis pechos desafiantes casi al aire. Luego se acerco y me besó deliciosa y dulcemente, como siempre sabe hacer, mientras me acariciaba las tetas, que son su perdición. Luego, metió su mano bajo mi vestido y comenzó a acariciarme por sobre la tanga; inmediatamente comencé a mojarme. Introdujo uno de sus dedos en mi sexo, estaba masajeándome el clítoris, luego sin dejar de acariciarme el sexo se separó de mí, sacó su hermoso pene afuera y me dijo:

Te pusiste portaligas putita, ¡ahora métete mi pija bien adentro de la boca!

Yo volteé hacia abajo y vi su delicioso pene totalmente parado, muy hinchado, a punto de explotar.

Noooo… ¡¡si a vos te gusta más mi mami que yo!!, contesté como una nena caprichosa.

No… ¿qué decís mi amor, estás loca?

No me mientas Hernán. Sé que te calienta mi madre, te observé cuando le veías el culo, ¡y no es la primera vez que lo haces!...

Entonces, sin pensarlo mucho, me arrodillé frente a él y empecé a chupárselo con desesperación, mientras con mi mano le masajeaba las bolas. Me lo tragaba casi completo y lo sacaba a un ritmo infernal. Así durante unos buenos minutos, se la chupé con pasión sin detener mi ritmo, y cuando supuse que estaba por llegar le dije:

¿Te calienta mi mamá?

Siiii, me contestó con la voz entrecortada.

Al escuchar eso, paré en seco la felación, me levanté y me alejé de él.

¿Qué haces Vale?... ¡¡no me dejes así!!

Me tengo que ir bebe… hacete una paja pensando en mi mamá, parece que ya no te excito como antes

Nooooo bebe, por favor, no me dejes así, vos la mujer que mas me calienta en el mundo.

En serio?, le conteste con voz de puta

Entonces me empecé a bajar el cierre del vestido lentamente, quedando a la vista mi juego de lencería de trola que llevaba puesto y agregué:

¿Te gusta lo que ves? ¿no parezco una puta?, imagínate las guarangadas que me van a decir por la calle, ¿te calienta eso, Hernan?

Si bebe, me excita y lo sabes?

Entonces pajeate viendo mi cuerpo.

Y así fue. Hernán se empezó a masturbar frenéticamente viendo mi cuerpo; me di vuelta y me agaché sin flexionar las rodillas; hice como si me acomodara mis tacones, poniéndole la cola a un metro de la cara de Hernán con mi tanguita de hilo perdida por el medio del orto.

Él clavó la vista en mi culo y pude ver a través del espejo cómo seguía pajeándose con fuerza, mientras murmuró algo que no llegué a entender. Esto me calentó, entonces abrí un poco más las piernas y empecé a tocarme la conchita por atrás, siempre mostrando mi culito.

Luego giré la cabeza hacia Hernán, saqué mi lengua pasándola por mis labios, tiré del elástico de uno de los costados de la tanga, apartándola, y me metí el dedo mayor dentro de mi conchita. Apuntando mi colita a los ojos de Hernan, me arqueaba cada vez más, me abría los cachetes con la mano, mostrando mi lindo agujerito, mientras le decía en voz baja:

¿Te gusta mi culo? ¿te gustaría chuparla?, aquí la tenés, toda para vos.

De repente lo mire a través del espejo y el me rogó que se la chupara, cosa que no pude evitar ya que su pija estaba por estallar y eso me pierde. Entonces me tomó de los pelos, y desesperada se la empecé a comer, mientras me gritaba:

¿Te gusta que te vean la colita putita? ¿Te gustaría tener ahora otra pija por atrás?

Yo asentía con la cabeza y gemía como nunca. Me la saqué de la boca para espetarle.

¿Sabés todas las cosas que me van a decir esta noche?, ¿Te gustaría que me cojan bien cogida?

Al escuchar mis palabras no aguantó más y eyaculó violentamente en mi boca. Golosa me tragué todo lo que me dio. Le limpié la verga con mi lengua, ya sin apuro, y se la guardé en el pantalón, diciéndole que esperara a que regrese y entonces me la podría poner por todos lados. Coquetamente, le sonreí y caminé hacia la puerta; él solo me dijo:

Pórtate bien

Si bebe, como siempre

Luego bajé, me subí al auto de Silvia - mi madre y Daniela estaba sentada en la parte trasera - y nos dirigimos a la fiesta, no sin oír reproches por mi tardanza. Al observar cómo estaba vestida Silvia me llevé una sorpresa. Le comenté que se veía realmente en pie de guerra y las dos comenzamos a reírnos, de eso se trata, me dijo haciéndose la seria para después volver a reír, luego comentó:

¡¡¡Si yo estoy en pie de guerra vos ya la declaraste!!!!

Silvia estaba vestida muy sexy: un vestidito corto blanco, sin medias y botas muy altas (recuerden que ella tiene un cuerpazo – pocos senos pero una carita de niña de 21-22, a pesar de tener sus 30).

Como les comente la despedida era en casa de Sonia, prima de Ivana. Fuimos las primeras en llegar, por eso la ayudamos a colocar los globos que faltaban y a envolver algunos "regalitos" para las asistentes. Sonia se había vestido bastante atrevida ya que no debía salir de su propia casa. Se puso una micro mini rosa que dejaba lucir sus piernas y su tanguita. Sonia es una mujer guapa de unos 37 años; secretamente siempre hemos envidiado su cuerpo, conservado en muy buena forma a base de ejercicio, en verdad estaba despampanante: la blusita de seda blanca no dejaba nada a la imaginación, la turra no traía corpiño.

Después llegaron mi tía (madre de Ivana) y sus dos hijas, Noelia y la agasajada Ivana. Mi tía es una señora de unos 48 años bastante guapa (tiene un gran parecido con Ivana) y lucía muy atractiva: unos pantalones de vestir negros, una preciosa blusa de seda gris y un saco y tacones negros completaban su atuendo. La ropa resaltaba su figura, y pensé que la señora todavía debía provocar varios suspiros.

Noelia se había vestido (o disfrazado) realmente de puta. Se había dejado suelto el cabello, chino largo, vestía una minifaldita de piel negra, un top también negro que parecía más bien un cinturón intentando cubrir con poco éxito unos enormes y rebeldes senos. Su conjunto sin medias lo remataban unos zapatos de estrella porno también negros.

Ivana vestía de manera muy tradicional, una falda larga por debajo de las rodillas, zapatos de piso, una blusa blanca con cuellito y encima un suéter de punto. Siempre se ha jactado de ser muy conservadora y católica. Al verme se hizo la espantada pero no hizo olas, ya que se imaginaba lo que le esperaba.

En ese ínterin, comenzamos a tomar un ponche preparado por Sonia, a base de jarabe de granadina, vodka, jugo de limón, hielo bien frappé y un chorrito de ron, que estaba delicioso. Una hora más tarde, y con varias copas de más, todas estábamos alegres y chispeantes. Cuando nuevamente sonó el timbre y abrimos, fue para recibir a Telma, la mamá del futuro novio, más joven que mi mamá y mi tía, de unos 44 años, una mujer bastante atractiva. Venía vestida con jeans entallados, botas por encima y una blusa. Llegó cargando una canasta con licores y nos dijo que en el auto había algunas cosas, salimos Noelia, Sonia y yo. En el momento en que abríamos el baúl del auto se acercó despacio otro coche, se bajó la ventanilla y del interior alguien nos preguntó:

¿Cuánto por las tres?

Nos volteamos indignadas y Sonia le arrojó algo que estaba en la caja. No le atinó y antes de cerrar su ventana le oímos decir al acompañante: estas tres zorras están muy buenas, parecen putas, nos dijeron.

Muy ofendidas, nos apuramos a entrar con la caja llena de juguetes, bromas y sorpresas. La dejamos en la mesa de la sala y comenzó en sí la despedida. Pero antes vestimos a Ivana como una puta, ya que le pusimos medias y culotte negro y tacones muy altos, pero el toque de distinción fueron unos cuernitos rojos que simulaban ser los de una diablita.

La fiesta empezó sin mayores sobresaltos. Al principio lo típico: bromas tontas, chistes de sexo, algunos chismecillos, juegos y muchos tragos. Luego, Sonia anunció que tenía la sorpresa de la noche. Su celular acababa de sonar y ella contestó que iría enseguida. Se levantó, se dirigió a la puerta y abrió, entraron dos hombres bastante atléticos y varoniles, no tan guapos, pero se podía apreciar que tenían unos cuerpos sensacionales; uno se llamaba Darío y el otro Gastón. Eran strippers.

Entraron bailando, bailaban definitivamente muy bien y ¡¡muy sexy!!, el ambiente se animó, la única que puso cara de culo fue Ivana, pero no le hicimos caso. Al principio, nos bailaron en el centro de la sala uno por uno, después, se puso más caliente, comenzaron a bailar individualmente, pero, ¡¡ahora sí, por fin!! empezaron a sacarse la ropa. Comenzaba lo mejor de la fiesta.

Todo eran aplausos, tragos y risas. Al final de la ronda, uno se fue a cambiar (Darío) y salió vestido de obrero de la construcción, pero sin casco. Comenzó a desnudarse y cuando finalmente se sacó los pantalones de un solo tirón, quedó frente de mi puritana prima, a unos escasísimos treinta centímetros. A ella se le desorbitaron los ojos, pero ante nuestros aplausos e insistencia cumplió con lo que le tocaba… ¡¡bajarle los calzones al stripper!!

Darío le preguntó si quería bajárselos por enfrente o por detrás, ella eligió por detrás. La observé atentamente y la noté algo borracha, aunque sin cambiar su actitud de mojigatería. Pero cuando el tipo se le puso de espaldas y se agachó sin doblar las rodillas, para que ella le bajara los calzones, noté un brillo de lujuria contenida en su mirada.

Ivana no se hizo rogar e inmediatamente comenzó a acariciarle las nalgas. El stripper se irguió totalmente y ella todavía sobándolo, giró a vernos y levantó una mano en señal de triunfo. Luego, volvió a abrir mucho los ojos y -¡¡ahora sí!!- bajó de un tirón el slip y volteando a vernos a todas mientras aplaudíamos, tomó el aparato en sus manos, y después de subir y bajar su mano sobre el unas 6 veces, se echó hacia atrás y se volteó.

Todas reímos y el strip continuó. Estábamos bastante animadas por el alcohol, y además muy calientes, al menos yo lo estaba. En parte por el calentón que nos dieron los chicos y el show, así que comencé a notar que todas lo provocábamos de una u otra forma.

Yo me bajé lo más que pude el cierre de mi vestido, mostrando mis maravillosos senos con los pezones erguidos. Mi hermana procuró sentarse de manera que el chico pudiera verle la bombacha, mientras mi madre mostraba su culo por doquier. Las que vestían pantalones y jeans, se abrieron algún botón de la blusa, Silvia abrió las piernas y no sé cómo hizo, pero el caso es que desde donde yo estaba le veía casi todo el muslo. Luego Gastón - el otro stripper - pasó bailando con una tanguita frente a cada una de nosotras. De repente y sin previo aviso tomó de la mano a Ivana y la llevó a otra habitación.

Ivana me pidió que la acompañe, yo fui sin hacerme rogar, con la excusa que iba a controlar el pequeño desfile privado que le iba a realizar. Entramos, cerramos la puerta y me dispuse a mirar. Él la sentó en una silla y comenzó a bailar, el bulto del chico subía y bajaba enfrente de Ivana, que con los ojos abiertos como platos, no atinaba a hacer nada.

De pronto el stripper se dio vuelta, agarró los calzones por el elástico y comenzó a deslizarlos lentamente hacia abajo, mientras los ojos de mi prima se abrían más y más a medida que la prenda descendía. En un momento dado, no aguantó más y, sin importarle que estuviera yo presente, con una mano acarició y agarró las nalgas del muchacho mientras continuaba bajándole el calzón. Al notar la caricia, el stripper tomó confianza y, con los calzones a media pierna, se volteó 180 grados quedando frente a la cara de mi prima un pene bastante apetecible, aunque semi erguido. Luego le tomó una mano y se la llevó a su pija. Ella ni lo pensó. Inició una paja al muchacho, mientras yo contemplaba la escena muy excitada. El stripper me llamó, me dirigí hacia ellos e inmediatamente empezó a acariciar mis senos por encima del vestido. Lo miré y no dije nada, lo cual interpretó como un permiso, y comenzó a masajearme más fuerte. Me bajó completamente el cierre hasta mis piernas y metió sus manos en mis tetas, para liberar mis pechos del corpiño. A todo esto mi prima dejó de pajearlo y empezó una mamada de lujo, mientras él comenzó a acariciarme las piernas y el sexo por encima de las medias y la tanga.

Mi prima lamía la punta de ese hermoso pene, para después tomarlo con una mano y metérselo en la boca como una maestra. Yo estaba a full, ya que el stripper me frotaba la concha con su mano mientras ella seguía ensimismada, chupando con gran habilidad. Evidentemente la escena nos tenía muy excitadas a ambas. No aguanté más, yo también quería masajear esa enorme pija. Por eso me arrodillé y comencé a lamerle el culo al stripper; le abrí las nalgas y lamí el hoyo posterior, esto provocaba que su pija alcanzara un tamaño mayor dentro de la boca de Ivana. Luego me puse junto a ella y empecé a chuparle la verga hasta que Gastón nos avisó que iba a llegar. Entonces mi prima se retiró de la escena, pero yo no podía parar. Entonces seguí prendida de ese terrible palo hasta que acabó en mi boca y me tragué todo, para el asombro de Ivana, que no podía creer lo que había hecho. Evidentemente ambas hicimos algo bien de putas, pero ese continúa siendo un secreto muy bien guardado hasta hoy.

Luego salimos de la habitación y las chicas estaban más tranquilas. Al parecer todas se habían calmado. El otro stripper (Darío) estaba comiendo algo y hablando con Silvia; mi madre, mi tía y mi hermana al vernos salir de la habitación, inmediatamente nos preguntó qué había pasado. Obviamente les dije que nada, que nos hizo sólo un pequeño espectáculo privado para las dos.

Pero la historia no terminó allí. Una vez que finalizó la fiesta, mi madre y mi hermana se fueron a su casa, y la flia de mi prima a la suya. Como a las 4 de la mañana nos dirigimos al departamento de Silvia – ella estaba sola, su novio había salido de viaje - a tomar un café antes de irnos a dormir ya que ambas estábamos muy borrachas, y no quería que mi novio me viera en ese estado.

Al llegar a su departamento, Silvia me dijo que me había preparo una pequeña sorpresa. Yo quedé intrigada, hasta que sonó el portero eléctrico. Silvia atendió y pulso el botón de abrir, luego de unos minutos abrió la puerta y… ¡¡vaya sorpresa!! era Darío, el stripper que se había vestido de obrero – al parecer Silvia había arreglado todo cuando yo estaba con mi prima –

Al verlo, no pude pronunciar palabra. Para descomprimir la situación Silvia puso música. El chico se acercó a bailar con ella, después conmigo, y luego observé cómo excitaba a Silvia: la apretaba, le tocaba las nalgas, las caderas, le rozaba las tetas. Después siguió conmigo, hasta que no quise bailar más ya que me sentía sucia y con cargo de conciencia, la guacha de Silvia se reía de mí.

De pronto el chico se quitó la camisa. Silvia sacó dinero y lo miró muy pícara. Luego Darío se quitó los pantalones; tenía unos pantaloncillos normales. Ella se acercó y le dijo que se los quitara, pero el stripper empezó a alardear sobre el largo y tamaño de su órgano en erección (como hacen todos los hombres). Mi amiga le preguntó cuánto medía su pene, él contestó 18 cm (6 pulgadas). Ninguna de las dos le creíamos, pues ya lo habíamos visto medio erguido y no creíamos que pudiera alargarse tanto.

Después de mucho tire y afloje, saltó una propuesta de Silvia: si el pene era del tamaño que él decía tener o más largo, nosotras nos tendríamos que quedar en ropa interior, de lo contrario el no nos cobraría por su trabajo. Él aceptó gustosamente, pero nosotras nos debíamos encargar de hacerlo llegar a su máxima expresión para poder medir: ahí estuvimos rápidamente de acuerdo. Silvia fue la encargada de las labores de levantamiento, se acercó y le tomó la pija por entre los calzoncillos. Luego llevó la mano de él hacia su seno izquierdo, y con su mano lo guió mientras bajaba un poco el cierre para poder ver su corpiño. Al vérselo, ella se sonrió y se alejó. Luego cubrió el seno, le bajó los calzoncillos y, metro en mano, procedió a la dispendiosa tarea de medirle la verga. Él había dicho 18 cm (6 pulgadas), pero el maravilloso plátano midió 20 cm (6 y 3/4 pulgadas), por lo tanto perdimos la puesta y nos encontramos en un gran dilema a esa altura de la noche. Mediante una breve charla, mi amiga reveló que estaba dispuesta a cumplir a apuesta, pero… ¿había algo más que eso?...

Silvia se arrodilló y empezó a chupar la enorme verga de Darío, mientras me decía que estaba muy rica, y si no quería probar. Me negué en varias oportunidades, hasta que un poco por cansancio y otro poco porque no daba más de calentura, me acerqué, agarré la enorme pija y la empecé a pajear, luego me la metí en la boca y me la devoré entera, mientras que el stripper me decía que era una verdadera chupapijas. A todo esto, Silvia me levantó el vestido y me empezó a tocar el culo, mientras me decía:

Ay Vale, qué lindo portaligas tenes puesto, qué hermosa tanga, pareces una verdadera prostituta

Sí… - a duras penas contesté, un poco avergonzada, sacando esa barra de carne de mi boca.

Silvia fue aun más lejos diciéndome:

No te hagas la tímida, seguí chupando esa enorme pija, que lo haces muy bien…, mientras me empezaba a meter dos dedos en mi papo depilado y absolutamente empapado. Yo seguía realizándole una fenomenal mamada al impresionante aparato de Darío. Luego Silvia dejó de dedearme, me bajó la tanga y empezó a comer mi concha por detrás, lo que provocó que empezara a gemir y disfrutar como loca.

Luego, el stripper me empezó a bajar el cierre de mi vestido. Silvia se sentó y se subió un poco el vestido y se dedicó a manosear su entrepierna. El chico procedió a desnudarme por completo. Yo parecía drogada, extraña, cuando él se sentó sobre el sofá cama, tomó unas de mis manos, me hizo acostarme y lamió mi conchita. Por medio de pequeños besos se fue acercando de a poco a mi clítoris; me metió 2 dedos en la concha y me empezó a lamer el papo. Primero fueron lametazos suaves y delicados, pero poco a poco fueron tomando fuerza. Me retorcía, mi rostro enrojecía mientras el tipo hacía una especie de túnel y aspiraba con sus labios donde metía mis labios a placer y los lamía dentro de su boca. En todo momento los dedos entraban y salían coordinadamente de mi vagina: el stripper comía y con los dedos estimulaba mi punto G.

En un momento, y sin haberme dado cuenta, Silvia se había desnudado completamente y se empezó a masturbar prácticamente al lado mío. Luego se acercó a nosotros y empezó a besar mis tetas deliciosamente. Esto fue un shock, Silvia me besaba los senos y pasaba a mi boca. Nos trenzamos las lenguas en un beso, después volvió a mis senos. A esa altura no necesitaba ningún tipo de estímulo debido al placer que el tipo me brindaba, pero cuando ella volvió a besar mis pezones, una copiosa descarga de líquido vaginal bañó la mano del stripper y las convulsiones de mi pelvis produjeron un hermoso y explosivo orgasmo.

Al percibir mi acabada, Silvia me besó nuevamente, pero esta vez con más pasión que antes. Mi amiga instó al stripper para que se pusiera un forro y me penetrara fuertemente. Darío, que la tenia durísima y parada desde hace rato, no dudó un instante, se colocó el preservativo de inmediato, mientras Silvia se puso en cuatro patas al lado mío, esperando que termine de bombearme a mí para seguir con ella. Así sucedió. Luego de un rato de penetrarme furiosamente, y sentir toda su dureza en mí, tomó a mi amiga por las caderas y se la hundió sin compasión. Ella me miró y en medio de su éxtasis gemía mi nombre, mientras el chico la metía y sacaba con toda su fuerza. Incluso hasta me parecía muy excesivo, pero al parecer ella debía estar sintiendo su verga en el fondo de la vagina; no debía ser muy delicioso pero ella estaba feliz y me llamaba:

Vale, por favor vení, que quiero besarte.

Me levanté de mi sitio, me paré enfrente de ella y la besé con mucha pasión. Entonces ella con sus manos recorrió todas mis piernas hasta llegar a mi vagina (bastante humedecida y abierta a este punto), volvió a bajar y subir de nuevo por mis piernas pero esta vez más lentamente. Podía imaginarme su sensación de placer al tocar mis piernas por encima de mis medias. Yo no la miraba con mucha atención: estaba hipnotizada viendo a ese tipo que le metía furiosamente la pija a mi amiga, y cómo ella resistía esos embates; cómo ella se lamía y relamía los labios, se movían sus tetas y parecía que se fueran a caer.

Las manos de Silvia llegaron a mi conchita, me acarició la cuca, y al sentirla empapada mi amiga se estiró lo más que pudo y me empezó a besar deliciosamente la concha. Ella de rodillas mientras Darío le destrozaba la vagina con esa enorme verga. Me daba placer oral y no cualquier placer, sentía como todo mi cuerpo se electrificaba, eso que una siente que se eleva y no sabe dónde está todo; se olvida por segundos. Sentía como su lengua se introducía en mi vagina y la recorría toda por dentro, después lambetazos con mucha fuerza en mi clítoris. Al cabo de unos minutos paró y me dijo que me siente arriba de stripper, para que me penetrara nuevamente la conchita.

Así lo hice y ahora mi culito quedó expuesto; le dije a Silvia que me pase la lengua y me meta los dedos en el culo. Silvia así lo hizo: me chupaba el culito, el stripper me cogía por la concha y yo estaba hecha una puta reventada, por eso no tardé mucho en llegar nuevamente, ruidosamente, estruendosamente. No me importaba nada más que sentirlos a los dos. Los momentos previos habían sido demasiado, me retorcí, me flaquearon las piernas y caí en el sofá, pero eso no fue todo, ya que al cabo de un rato - descansé un minuto - el stripper viendo que Silvia y yo seguíamos recalientes, me puso en cuatro patas, ahora Silvia se situó delante de mi boca tumbada boca arriba, acercando su magnifico papo a mi boca. Darío colocó su impresionante pija a la entrada de la concha y presionó en parte, sólo introdujo el capullo, que me hizo soltar un gemido fuerte, mezcla de dolor y placer, a la vez que de mi boca salieron las siguientes palabras:

¡¡Cogéme por favor, méteme tu pija hasta el fondo, partime en dos!!

Empezó un vaivén lento, luego más rápido y al final frenético, que trajo como consecuencia gritos de desesperación de mi parte, los gemidos eran ya descontrolados de placer y palabras obscenas tales como:

¡¡Partime la concha, ahhh!! ¡¡qué bien lo haces, diosssss me encanta, ahhh vas a hacer que sueñe con esa pija!!

Notaba que Darío estaba disfrutando de lo lindo, entraba y salía de mi concha como si nada, mientras yo empecé a chuparle y meterle dedos a la concha de la trola de Silvia:

Así Vale, seguí así, qué bien me lo chupas.

¿¿Te gusta Sil que te chupe tu caliente concha??

Me encanta putita, seguí así.

Mientras Darío también me decía:

¡¡Así Zorra, sos un putón verdadero, te gusta que te taladre la concha ehhhhh puton!! ¡¡Toma zorra, toma, toma mi pija, toda para vos… El maricón de tu novio no te coge así ¿¿ehhhh? ¿a que es un maricón y seguro que tiene la pija pequeña ehhhh?, que no te la mete biennnn?

Silvia me gritaba:

¡¡Más fuerte con los dedos, pajeame maaaaas fuerte!!

Respondí a las palabras de Darío con otras más y más duras:

¡¡Siiiiiiii es un maricón y nooo no me la mete bien, no tiene ni puta idea, seguí culeándome por favor, que me aaaahhh… me vas a matar!!!

Silvia, al escuchar mis palabras se éxito de tal forma que cabo en mi lengua y yo al sentir su liquido vaginal me vine con otro grito potente; luego Darío agarró su pija, retiró su forro y nos pidió que se la chupemos las dos juntas. Como putitas obedientes empezamos a mamársela con pasión, hasta que Darío eyaculó en nuestras caras, lo cual me hizo sentir como una actriz de película porno, ya que nos tragamos los restos de semen para luego besarnos saboreando el líquido blanco que nos había quedado en la boca de las dos… Mmmmmmm, que par de putitas… ¿no?

Luego nos recuperamos lentamente. No sé por qué, pero no hablamos una palabra. Mi amiga despidió a Darío – sin antes pagarle por los servicios brindados - y luego me sirvió un café. Después me fui a dormir al departamento junto con mi novio; ¡Pobre! pensé yo, estaba tan cansada que no pude intentar nada con él como le había prometido, pero a rigor de verdad el tampoco me busco para hacer el amor, ya que me saludo con un beso tibio en la mejilla cuando me acosté a su lado, mmmmm, que raro pensé yo, pero le reste importancia el tema y me dormí, que ilusa, pero eso es otra historia.

Seguirá

Vale