Biografía sexual (11)

Hola, amigos ¿cómo están?, otra vez yo, Valeria, aquella chica que no podía controlar sus reacciones hormonales, y cada día se comportaba más y más como una puta. Hay Fotos

Biografía sexual (Undécima Parte)

Hola, amigos ¿cómo están?, otra vez yo, Valeria, aquella chica que no podía controlar sus reacciones hormonales, y cada día se comportaba más y más como una puta. Al punto que amante infiel Mario me cogía todas los días en su oficina, me enviaba mails eróticos, mensajes de texto muy zafados, como: "te quiero coger", "quiero que me chupes la verga" y otras cosas así; también me llamaba en horarios poco prudentes a mi celular, donde debía disimular hábilmente para que mi novio Hernán no se diera cuenta.

Recuerdo una vez que me llamó una noche muy tarde al celular y empezó a decirme cosas calientes, eran aproximadamente las 00:30. Mi novio Hernán ya dormía, yo me retiré al living y me acomodé en el sillón para escuchar tranquila lo que me decía Mario:

Quiero que mañana te vistas con esos trajecitos transparentes que se te ve la tanguita.

¿Eso quieres, bebé?

Sí, trolita, y además quiero que calientes al gordo de tu jefe.

Uuuuuuh Mario, eso me calienta mucho.

Sí, a mí también, y luego quiero que vengas a mi oficina que te voy a coger como nunca.

¿Sí, papito?... ¿como nunca?... Eso haré entonces.

¿Te gusta ser así de zorrita? -me preguntó, completamente excitado.

Sí -le respondí- me gusta mucho ser una zorrita.

Quiero que me digas que deseas mi pija más que nada ahora mismo.

Sí, deseo tu verga, quiero tu pija.

¿Quieres que te coja?

¡¡Sí bebe, necesito tu verga ya mismo!!

Entonces mastúrbate -me ordenó.

Y así lo hice. Me sentía única, estaba muy caliente y mis pulsaciones se aceleraban cada vez más. Contorneé mis caderas, mi pelvis y mis hombros como una víbora, me movía simulando estar en sus brazos. Mi lencería se perdió en el piso, quedé completamente desnuda y despatarrada sobre el sillón.

Ahora quiero que te toques los labios de tu conchita.

Mis dedos empezaron por el contorno de mi vagina. Lo hacía complacida, me calentó mucho la llamada y la voz sensual de Mario. Mi mano derecha acariciaba mis labios íntimos y el clítoris, y la izquierda apretaba mis pechos, simulando sus manos fuertes y rudas. Él, a su vez, me decía cómo frotaba lujurioso su pija y así me excitaba cada vez más.

Mi cuerpo estaba electrizado, mis manos entraban y salían desenfrenadas de mi sexo, y mi cabeza imaginaba su virilidad dentro de mí. Nos escuchábamos acariciarnos lascivamente y eso hacía que nuestros cuerpos se necesitaran más aún. Todo era puramente carnal, mi posición, su voz y mi aliento; cada poro de mí manaba deseos de tenerlo clavado en las profundidades de mi sexo, chorreado de caldos tibios que descendían por mis piernas empapando el sillón.

Métete un dedito en el culito -me dijo.

Continué ejecutando sus órdenes. En mi boca, sedienta por la falta de sus besos, fabriqué saliva para lubricar mis dedos. Comencé despacio recorriendo mi ano, movía circularmente mi dedo índice alrededor y sentía la necesidad imperiosa de ser ensartada; como una contorsionista, acomodé ambas manos en mis orificios, inundándome de placeres inimaginados. Él, con una de sus manos en el móvil, y con la otra dando fuertes apretones en su virilidad pajeándolo con fuerza; su voz estaba cargada de deseo y desenfreno. Kilómetros de distancia nos separaban, pero aún así, lograba sentir sus bramidos y el goce que le provocaba escucharme en tal acto de obscenidad, entonces ahí le dije:

Quiero que te cojas a tu esposa pensando en mí.

Así va ser, putita mía.

Al escuchar esas palabras, me empecé a mover rítmicamente, hasta que no pude aguantar las ganas de tocar el cielo. Comencé a darle una cadencia frenética a mis manos, y me dirigí rauda al encuentro del orgasmo imaginando su garrote dentro de mí, taladrándome violentamente, sin pausa. Emití un gemido contenido de pasión al sentir chorrear mi ardor por las piernas y lo escuché recibir en su mano toda su leche, que quería sólo para mí, deseaba tragármela de una buena vez.

Mi respiración se cortó de pronto y mi cuerpo quedó desmadejado; segundos de electricidad provocados por mi orgasmo monumental me dejaron cansada, jadeante y sudorosa; mis piernas estaban húmedas y temblorosas y mi olor quedó esparcido por todo el salón, mientras me imaginaba la leche emanada de su pija chorreando a lo largo, cayendo hasta los huevos.

Luego nos despedimos y me fui a dormir agotada. Al día siguiente me levanté muy excitada, y decidí ir a trabajar como me pidió Mario: de secretaria, sí, pero bien puta. Me vestí con pantalón de tiro bajo color rosa, ajustado y transparente, a tal punto que mis nalgas se veían perfectamente, se me metía entre ellas mostrándolas completamente como si no existiera; en la parte de arriba únicamente llevaba una remera ajustada escote en V, de color negro, que mostraba mis pechos perfectamente, debajo del pantalón traía una tanguita (no tan chiquita) de color blanca muy elastizada, y para colmo, cuando me agachaba, se salía fuera del pantalón, complete mi vestimenta con un saquito color rosa haciendo juego y unos tocones negros puntiagudos muy alto.

Al llegar a mi trabajo, todos mis compañeros me miraban con deseo, me decían piropos, lo cual me excitaba muchísimo y no tardé en humedecer mi tanguita. A media mañana, mi jefe, Carlos, me llamó a su oficina. Al entrar, primero me miró fijamente, luego bajo su mirada para ver todo mi cuerpo; me dijo que estaba muy linda, le agradecí y me senté para coordinar las tareas del día. Al terminar la reunión, me levanté, giré y le di la espalda, mostrándole mi culo descaradamente. Luego que hice unos pasos hacia la puerta, giré mi cuello, lo miré y le sonreí con un gesto bien de puta. Obviamente, mi jefe se dio cuenta. Al cabo de dos horas me llamó nuevamente a su oficina para entregarme unos expedientes que debía despachar. Me dijo que los retire del mueble que estaba a un costado. Me paré a buscar, me incliné para abrir el estante debajo del mueble, y al bajar a buscarlo quedó a la vista de mi jefe no solamente mi cola parada, sino también la tanga que sobresalía fuera de mi pantalón, las dos laterales y la vertical que se perdía en mi culo. Todo un espectáculo le brindaba. A propósito le pregunté cuál era el expediente, ya que había varios. Él se paró y se acercó donde yo estaba. Enseguida noté que tenía parada su pija, cosa que me encantó ver. Justo en ese momento lo llamaron a su celular, entonces me retiré silenciosamente.

Luego fui al encuentro de Mario para contarle en detalle lo sucedido con Carlos, mientras observaba como a través de su pantalón emergía un bulto que se iba haciendo cada vez más grande; era esa verga que me hacía suspirar y humedecer casi instantáneamente.

Mi excitación iba creciendo, y la de Mario también; empezó a acariciarme la pierna directamente sin ningún disimulo. Yo también empecé a acariciar su pene duro por encima del pantalón. La mano de Mario subió hasta mi entrepierna y empezó a acariciarme la concha. Inmediatamente se arrodilló frente a mí, bajó en forma brusca mi pantalón, corrió la tanga e introdujo su dedo en mi cuca hirviendo, que para ese momento estaba más que húmeda.

Seguidamente me hizo levantar un poco y me bajó la tanga. Siguió arrodillado frente a mí y empezó a lamer hambriento mi clítoris. Esto me excitó demasiado, y procedí a quitarme la blusa y el corpiño blanco. Mario siguió chupándome y metió su lengua en mi húmeda concha, mientras le pedía que no parara; estaba muy excitada y a punto de venirme escandalosamente. Mientras me chupaba, oprimía como bestia mis senos desnudos. Fue tanta la excitación que tuve un fuerte orgasmo, con gritos, alaridos y una venida abundante de mis jugos que en gran parte quedaron en la boca de Mario. Me regañó: "Vale, baja los gritos que pueden escucharnos afuera". Había intentado hacerle caso, pero el orgasmo que me produjo esa frenética mamada fue explosivo.

Seguidamente, le bajé la bragueta y empecé a acariciarle el duro vergón, que mostraba gotitas de humedad en la punta. Luego lo introduje en mi boca, dándole lengüetazos duros, rápidos y fuertes que hicieron estremecer a Mario. Cuando vi que estaba a punto de venirse me detuve. Me llevó a la sala de juntas de reuniones, donde hay una gran mesa, me acostó sobre ella y sin avisar me penetró a lo bestia, como venamos haciendo. Puso mis piernas sobre sus hombros mientras me cogía divinamente, lo sentía llegar hasta el fondo. Me movía de una forma tan rica que llegó a sobreexcitarme. Luego se bajó, se acostó sobre la mesa y me dijo que me subiera encima, primero de frente y luego de espaldas. No paraba de apretarme, chuparme y mamarme los senos. Yo me movía como una licuadora, con frenéticos movimientos circulares; mientras salía y entraba, el pene de Mario hacía esos mismos movimientos en mi excitada y abierta concha. En otras palabras, me revolvía la olla, lo que lograba hacerme más puta todavía.

Nuevamente me acostó y me penetró sin parar, me perforaba sin compasión. Saltaba sobre mi cuerpo cuando noté que la excitación de Mario estaba al límite; mi propio paroxismo me hacía pedirle más y más, hasta que estallé en otro orgasmo. Me estremecí, gemí, grité tan fuerte que Mario no pudo contenerse y se vino dentro de mí. Me llenó con su semen, abundante, blanco-amarillo y pegajoso. No pude hacerle caso, y él volvía a repetir: "Vale, no grite que pueden escucharnos afuera"... ¡pero qué mierda!, cuando una se excita y se viene de esa manera, qué le importa el mundo exterior, no existe nada más que esa excelsa verga abriéndome de par en par.

Luego nos levantamos, nos lavamos en el baño y nos vestimos. Esperamos a que los de la oficina se hubieran ido para salir y retomar mis tareas diarias. Ese día debía irme temprano ya que tenía una fiesta con mis amigos de la facultad, a la que iría con mi novio.

Al llegar a mi dpto encontré una nota firmada por mi novio Hernán donde me anoticiaba que no iría a dormir a mi casa, y agregaba: " Explícame esto, hoy recibí un mail en mi casilla de correo que decía : estás de novio con una puta, ¿sabes cornudo?, te está guampeando con un amigo tuyo"**

Al leer la nota casi me caigo de espaldas; inmediatamente lo llamé, pero no me atendió. Luego le mandé un mensaje de texto: "Amor, no creas ese mail, son mentiras, te amo, nunca te haría daño, ven a casa esta noche así hablamos"

Luego de unos minutos Hernán contestó: "No sé Valeria, estoy muy mal, espérame a las 9 que voy para allá así hablamos" ¡¡Bingo!! Hernán me escucharía, y eso era mucho decir. Ahora yo debía inventar algo para convencerlo que lo que decía ese mail era una falaz y burda mentira. Pero antes me puse a pensar quién podría haber sido tan hijo de puta de mandarle ese mail, aunque no sospechaba de nadie en particular. Aún así, me concentré en hacer todo lo posible para arreglar las cosas con Hernán.

Me bañé rápidamente y me vestí lo más sexy que pude, para que Hernán se caliente apenas me viera. Busqué una minifalda blanca de jeans más corta que tenía, me la puse sin nada abajo, era una mini falda diminuta que apenas tapaba mi cola. Arriba me puse la camisa de combate, que era azul con cierre, que claramente dejaba ver mis pechos desnudos. Combiné con unos botines de nylon negro. Ya estaba lista, quería que me viera así vestida y poder seducirlo.

En ese preciso momento entró Hernán. Al verme no dijo nada y se sentó; yo hice lo mismo, me senté en el sillón cama justo frente a él y me dijo:

Acá estoy, te escucho, ¿No querías que habláramos?

Sí.

Entonces, ¿qué querías?

Tonto, te amo, no creas esas cosas, jamás te sería infiel.

No sé, Vale, no sé... -mientras decía eso se puso de pie- entonces ¿por qué me habrían escrito este mail? ¿con qué motivo?

Porque nos tienen envidia, a vos y a mí, sabes que te amo gordo, ¿lo sabes, no?

Sí, lo sé, pero también sé que hace varios meses que no estamos bien, yo te quería decir

Entonces reaccioné, no quería escuchar nada más, tenía miedo que me dejara, y le contesté cortante: "¡cállate!" Me tiré encima y lo comencé a besar sin parar, mientras le repetía que lo amaba, cosa que era cierta... (Ustedes lectores lo saben bien)

Luego, él se prendió a mis besos como un desaforado. Me empujó contra la pared, me apoyó sobre la mesa del comedor, me bajó en forma brusca el cierre de la camisa, empezó a chuparme los pezones –no tenia corpiño- y a lamerme entera; las apretaba en forma violenta. En ese momento traté de detenerlo:

¿Qué te pasa Hernán? así no, así no me gusta...

¿Qué pasa, ese amante secreto no te ha dado suficiente caña? –me preguntó cínicamente - ¿Es eso, quieres más?, Ven que te doy tu buena ración de pija... –dijo, agarrándome del brazo y zarandeándome para hacerme caer al suelo de rodillas, frente a su sexo.

Luego se bajó la cremallera del pantalón mientras yo intentaba protestar:

Pero yo...

Mira como te vestiste... Anda, mamámela puta... –ordenó.

No, yo...

Acercó su verga a mis labios y me obligó a tragarla gritándome:

¡Vamos, zorra, hazlo como vos sabes!

En aquel momento me di cuenta del monstruo que era Hernán. Algunas lágrimas empezaron a caer por mis mejillas. Forzadamente y sin ningún tipo de deseo, empecé a lamer aquel pene, justo en el mismo instante en que mi corazón se deshacía en mil pedazos. Traté de hacerlo lo mejor que pude, a pesar de las pocas ganas que tenía. Hernán empezó a excitarse y gemir. Parecía que le gustara tenerme sometida a sus deseos, incluso más que otras veces; su verga estaba mucho más dura de lo normal. Repentinamente, tiró de mi pelo y me hizo levantar:

Vamos, putita, te voy a culear como te mereces.

Se quitó la ropa rápidamente, mientras empezaba a comer nuevamente mis tetas. Luego fue bajando hasta lamer mi ombligo -él sabe que eso me hace estallar- hasta que llegó a mi concha libre de tanga y empezó a chuparme como nunca antes lo había hecho. De mi vagina salía una cantidad increíble de jugos, y aun así seguía lamiéndome. Se puso más loco al ver que no llevaba tanga:

Sos una puta, Vale, ¿no te pusiste tanga?

Me llevó hasta el sofá, mientras yo trataba de zafarme y protestaba:

No, por favor, Hernán, no...

¡Vamos, arrodíllate sobre el sofá, porque te voy a dar lo que quieres!...

Obedecí muy a mi pesar y me puse de rodillas sobre el sofá dándole la espalda. Empezó a empujar contra mí una y otra vez, haciendo que su sexo entrara y saliera de mi empapada concha, mientras las lágrimas caían por mis mejillas. Protestar ya no servía de nada, él estaba enloquecido, parecía otro hombre. A pesar que siempre le gustó decir palabrotas, esa noche estaba sacado, ido, me estaba cogiendo como nunca lo había hecho. Me culeaba forzadamente, sin que yo lo deseara. Aguantaba aquel suplicio, mientras él parecía disfrutar más que nunca. Acarició mis senos mientras empujaba sin parar, luego deslizó su mano hasta mi clítoris y lo acarició con un par de dedos, sin lograr arrancarme un solo gemido de placer o deseo. Sentí como sacaba su verga de mi vagina y abriendo mis nalgas lo dirigía hacía el agujero trasero, forzándome también por ahí, a pesar de no estar preparada para recibirlo.

Seguro que ese hijo de puta te cogió por este agujero ¿verdad? Y eso es lo que quieres ¿eh, zorrita? La tenía demasiado grande ¿verdad?

¡No, no!, ¿qué decís?... estás loco, ¡ay!... –un doloroso y asustado gemido salió de mi garganta. Mis ojos se inundaron por completo. El dolor era casi insoportable.

Hernán siguió empujando sin piedad por mi pequeño agujero; me moría de dolor, me sentía ultrajada, maltratada y abusada. Paró de penetrarme cuando estaba a punto de llegar, acercó su boca a la mía y me dio un suave beso en los labios que correspondí. La sacó de mi maltratado culo y me pidió que se la chupe, lo senté en una silla y me la metí en la boca; él gritaba y me pedía que me metiera un dedo en mi concha y que lo mirara a los ojos. Eso lo calentó mucho, y cuando percibió que estaba a punto de llegar, me paró en seco, me llevó al dormitorio y me dijo:

Hoy vamos a ir al cumple de tu amigo y te vas a vestir bien de puta.

Fue directo a mi armario y empezó a buscar ropa sexy. Me dio la ropa seleccionada por él, me obligó a ponérmela, mientras se acostó en la cama y me observaba cómo me empezaba a cambiar. Antes me dijo que me pinte como guarra, y así lo hice. Me puse frente al espejo y comencé a pintarme las uñas de mis pies y de las manos; luego me maquillé como una trola. Después me puse muy lentamente una tanga blanca de encaje muy chiquita atrás. Me coloqué el pantalón de vestir blanco súper transparente y ajustado donde se notaba la tanguita por atrás y adelante (ese pantalón era mi preferido ya que se marcaba perfecto mi redondeado culo). Arriba me puse una remera multicolores pegadita y escotada. Parecía una puta verdadera. El toque final fueron unos tacos altísimos que hacían que cualquiera se derrita a mi paso.

Cuando estaba lista Hernán me dijo:

Baila para mí, putita.

Al llamarme así me excitó aun más -ya se me había pasado el mal humor por la casi violación. Puse algo de música y empecé a bailar supersexy. Se calentó cuando me vio haciendo poses y dando vueltecitas frente a él. Entonces se echó en la cama y se empezó a masturbar, para luego ordenarme:

Ahora quiero que te metas los dedos en la boca y empieces a chuparlos como una chica enamorada, - yo obedecí, los chupé deliciosamente.

¿Te gusta bebe?

Ahora date media vuelta y quiero que te agaches e intentes tocar tus zapatos con tus dedos de las manos.

Cuando hice esto, Hernán estaba contemplando mi trasero que había quedado expuesto ante sus ojos: enfundado en ese pantalón blanco y esa tanguita súper trola.

Me gustas Vale, ahora, en esa misma posición quiero que lo hagas moverse en círculos, quiero verlo.

Así hice, comencé a mover mi trasero de forma muy sensual.

Estás muy rica putita -mientras me ordenó ponerme recta de nuevo y dijo:

Ábrete el pantalón.

Se paró y metió sus manos dentro de mi pantalón, sentí como empezó a bajarlo. Me puse de rodillas, tenía su aparato frente a mi cara, me lo acercó y comenzó a pasarlo por toda mi cara. Su herramienta estaba muy dura y más caliente que mis mejillas. Llegó a mi boca, por más que intenté mantenerla cerrada, no pude hacerlo y saqué mi lengua, recorriendo su pene, luego lo introdujo dentro de mi boca: no podía creer que estaba mamando de esa forma, lo chupaba como si fuera mi golosina preferida, pero a la vez estaba avergonzada de lo que me estaba pasando. Luego Hernán se acostó mientras yo, en posición de perrito, seguía buscando su aparato, no podía dejarlo, como si fuera una adicción o un embrujo que me hizo. Luego me quitó el pantalón por completo y lo tiró lejos. Comenzó a acariciarme el busto, mis pezones estaban duros como una piedra y comenzó a jugar con ellos. Mientras mamaba "amorosamente", los apretaba, uno en cada mano. Después mi novio se puso de rodillas, mientras yo seguía mamando. Sentí que sus manos acariciaban mi espalda, llegaron a mi cintura, luego a mi tanga, al que había tomado por los dos extremos y comenzó a bajármelo. Mirándome fijamente me dijo:

Así te quería putita, como una profesional... -y agrego después: ¿Así que vos sos la nena que me quiere comer la pija? Pues bien, estoy listo para acabar con vos.

Me sentó, acercó su pene hacia mi boca y dijo: "Cómetelo puta". Introdujo el aparato dentro de mi boca y con sus dos manos me agarró de los cabellos y comenzó a empujar hasta mi garganta:

Escucha zorra, quiero que me mires mientras le doy sexo a tu boquita.

Levanté mi mirada hacia él y lo vi mirándome con desprecio mientras penetraba hasta el fondo de mi boca.

Ahora quiero que me pajees con la boca, sin ayuda de las manos.

Seguía lamiendo como una loca. Luego dijo que dentro de su aparato había un pintalabios color semen y que me pinte con su leche. Finalmente me alzó la cara y me bañó con una impresionante eyaculación.

Ahora píntate, ricura".

Tomé el pene y comencé a pasarlo por mis labios, como si me hubiera estado pintando. Cuando acabé lo volví a meter en mi boca para limpiarlo, mientras tanto le pedí que me deje, entonces se detuvo y me dijo:

Ya ves que te encantó, eso fue todo, ahora quiero que te vuelvas a vestir, pero sin dejar de chuparme la verga enamoradamente.

Así me vestí, aunque mi concentración estaba más en mamarle a ese desgraciado. Era mi novio que me estaba dominando como a una cualquiera. Cuando me subía la tanga, me dio una fuerte nalgada sonora; luego me puse el pantalón, la remera, todo me lo puse nuevamente, y allí me dijo:

Quiero que me hagas acabar nuevamente.

Entonces comencé a mamar. Mis nalgas quedaron de frente al espejo del ropero de tal forma que el podía verme la cara y la espalda al mismo tiempo. Comenzó a ser nuevamente violento y a decirme cosas fuertes mientras se la chupaba; me agarró de la nuca y me bombeo frenéticamente la boca. Empujaba hasta el fondo de mi garganta, golpeando la campanilla, al tiempo que me decía cosas como "puta tragate toda la verga, mové ese culo de perra, abrilo para que lo vea mejor, tragavergas" y cosas por el estilo. Me excitaba que me tratara así y hasta le pajeaba con más ganas.

Me dijo que estaba por acabar, pero justo en ese momento sonó el portero eléctrico. Entonces sacó su pija de mi boca y fue a atender rápidamente; era mi hermano Martín, que vena a buscar unos apuntes de la facultad que se había olvidado unos días atrás.

Hernán se cambio y fue abrir la puerta a Martín. Lo invitó a pasar a la sala del comedor y le convidó con un vaso de jugo. Ahí yo salí a saludarlo. Vi a Martín por el espejo de la sala. Al verme, estaba como desconcertado, con su rostro como de sorpresa. Lo saludé con un beso y le dije: "hola Hermanito, me agarras justo para salir"... Me dijo que no me preocupara, al contrario, que me veía muy bien, "gracias" le contesté y me senté a su lado. Allí me explicó a qué vino, entonces yo me paré para traerle los apuntes que necesitaba. Veía cómo mi novio miraba a Martín mientras yo paraba las nalgas; las movía de un lado a otro. Entonces Hernán fue a su cuarto, le dejé los apuntes a Martín y fui al encuentro de mi novio, que me llamó desde allí.

Hernán preguntó si me había dado cuenta cómo me miraba mi Hermano, si había notado que se le había parado la verga. Le contesté que estaba loco, que era mi hermano, pero insistió y me pidió que hiciera algo para excitarlo más. Por supuesto me negué, entonces Hernán sacó su pija de su pantalón y me dijo:

No te hagas la santa, estás en deuda conmigo trolita...

Me pidió que se la chupe, evidentemente se había queda muy caliente ya que no pudo acabar antes; entonces se apoyó contra la pared y yo me arrodillé. Sin mucho chistar, le bajé completamente su pantalón -ahí comprobé que su pija estaba tan parada y parecía más grande que antes- le saqué todo, agarré su pene con mis manos, lo metí en mi boca y le pase mi lengua por toda su cabecita, por toda su pija parada que estaba rojita, entraba y salía de mi boca. La chupaba sin parar, entraba y salía, era tan excitante estar chupando la pija de mi novio a metros de mi hermano que tomaba jugo en la habitación del lado.

Seguí Vale, no pares – dijo apretándome más contra su cuerpo.

Ahora vas a saber lo que es una mamada Hernán.

Entonces lo llevé a su escritorio, se apoyó y seguí con mi tarea. Lamí su entrepierna, sus huevos, su ano. Él gemía y tensionaba sus piernas, apoyado en el escritorio dejaba todo su sexo a disposición de mi boca. Deseaba esa verga, la metí de golpe en mi boca, gritó de placer, yo seguí chupando. La sacaba de mi boca lentamente, y volvía a meterla hasta que alcanzaba mi garganta, una y otra vez. Daba pequeños mordisquitos al glande, jugaba con mi lengua alrededor y volvía a chupar.

¡Voy a acabar!  -dijo- quiero que te tragues toda mi leche.

Parecía que no llegaba más, seguía chupando y lo apretaba con mis manos. De golpe dejé de masturbarlo y le dije:

Voy a ver si mi hermano necesita algo...

No me podés dejar así, me contestó con voz de odio.

Primero esta la familia...

Me fui a la sala para despedirlo. Producto de la calentura que tenía, me subí más el pantalón. Ahora sí fue una situación que a mi me súper excitó, pues era casi como si anduviera desnuda; es tan pequeña la tanga que se me metía un poco entre los labios vaginales y se perdía en el orto por atrás, viéndose descaradamente mi tanga por debajo del pantalón. Sólo veía cómo Martín me miraba en forma babosa, pero no me importaba que se diera cuenta, al contrario, quería que se caliente aun más, yo estaba cada vez mas mojada. Me despedí de mi hermano con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla, al rozarlo pude comprobar que mi hermano tenía la pija parada. Entonces lo miré fijo a sus ojos, y le dije:

Cuídate, hermanito.

Vos también, en serio Vale.

¿Por qué me decís eso?

Porque así vestida te van a decir muchas guarangadas por la calle.

¿Qué tengo de malo?

Se te ven mucho las tetas y se te marca la tanga.

No te hagas problema, me pongo un saquito arriba y listo, además salgo con Hernán, ¿estás celoso Martín?

¿Que decís Vale? mejor me voy...

Una vez que quedamos nuevamente a solas, Hernán me dijo que nunca más lo deje con las ganas. Le contesté que ya era tarde para el cumple y que nos deberíamos ir. Al fin -pensé yo- estábamos listos para ir al cumple de mi amigo, se había terminado esa dominación, ese abuso que no me había disgustado tanto.

Salimos a buscar el auto a la cochera y debíamos recorrer unas tres cuadras aproximadamente. Hernán me decía: "mira como te ven, te quieren coger ¿cuál te gusta?" o "esos tipos te tienen ganas, movete más". En un momento de la caminata, Hernán me pidió que yo me adelantara para poder observar mi culo apretado por el pantalón blanco.

Al llegar al coche note que Hernán estaba muy caliente, me acarició todo, me preguntaba insistentemente al oído si estaba dispuesta a coger con otros. Yo le decía que sí, eso le excitaba mucho, insistía: "¿Con cuántos?" yo le contestaba: "con los que vos quieras". Me tocaba tan bien y me hacía disfrutar tanto de su mano, me frotaba la concha sin necesidad de penetrarme, solo hablándome, tocándome por fuera. Casi toda su mano en mi conchita que, a esa altura, estaba más que bien lubricada. Él insistía en preguntar si me gustaba, si quería que me cojan, que le encantaba cómo estaba vestida, que le fascinaba mi cola, mi concha, mis tetas, mi boca.

Por fin llegamos a la fiesta. Era en la casa de un amigo del cumpleañero, un chalet muy lindo en las afueras de la ciudad. Serían unas 30 personas aproximadamente, la música estaba muy fuerte, todo el mundo hablaba a los gritos, parecía que hacía rato había comenzado el festín. Saludamos a mis amigos de la facultad y por supuesto al "Mendo" -se llama Dante- que estaba con su novia Fernanda -también amiga mía de la facultad- y a otras personas conocidas. Nos sentamos un rato, mientras nos ambientábamos. Podía observar cómo los chicos y alguna que otra chica posaba su mirada en mi escandaloso vestuario.

Después Hernán fue a la barra, trajo unas bebidas y nos quedamos tomándolas. Trago va, trago viene, yo estaba medio borracha. En un momento me levanté y fui al baño. Camino al baño, Dante me tomó de la cintura y me invitó a bailar; mi amigo es muy guapo, mide 1.70, ojos claros cabello corto y muy buen físico.

Mientras bailamos pude sentir cómo rozaba su verga en mi entrepierna, yo me quedé helada. De repente, sentí que estaba en medio del fuego, así que me reí un poco (liberada por el trago). Sentí la bombacha incrustada en mi culo, cosa que me excitaba también. Me moví hacia un sitio más oscuro y discreto que fuera propicio y miré a Dante, empecé a bailar moviendo mi cola demasiado sensualmente, no la podía controlar. En ese instante me sentí muy mareada y me apoyé de espaldas a Dante, que estaba bastante alegre también. Disimuladamente, fui apoyando mi culo hasta que sentí que él estaba a milímetros, esperé el cambio de pieza musical, para mover mejor mi cadera hacia atrás y tocarlo. Había mucha gente alrededor pero no me importó. Me seguí apoyando hasta que sentí que él se puso duro: "¿estás bien?" me dijo al oído; no le contesté nada y seguí bailando. Sentí de nuevo su cuerpo pegado al mío, pero era gracias a mis movimientos que me seguía yendo para atrás, cuando sentí su dureza en mi cola y le froté mi culo descaradamente. Lo miré de reojo y le sonreí; estaba un poco nerviosa, pero sentí su mano en mi cintura, mientras yo seguí bailando. Ahí me dijo:

Es mejor que vayamos a la mesa con nuestros respectivos novios.

Sí, mejor...

Nos fuimos a sentar con Hernán y la novia de Dante. Allí empecé a conversar con Fernanda de temas de la facultad –era compañera mía y de Dante de curso- y de la vida, de bueyes perdidos. En esa charla ella me comentó que tenía planes de casarse con Dante el año entrante. Por supuesto que la felicité, pero me dio un poco de celos, ya que siempre me gustó Dante, y nunca entendí como estaba tan enamorado de Fernanda, ya que ella era una chica petisita –cola y tetas grandes- y además era muy conservadora en su forma de vestir. Tenía su lógica, ya que ambos eran fervientes devotos del catolicismo, y participaban activamente en una parroquia. Fernanda vestía esa noche un pantalón de vestir negro y una remerita suelta, nada sexy, todo lo contrario; en un momento de la conversación me preguntó como andaba con Hernán. Le contesté que la relación hacía unos meses estaba en caída libre. Le expliqué los motivos y le confesé el tema del mail que Hernán había recibido ayer, y sus sospechas de infidelidad. Entonces me preguntó:

Yo estaría celosa si fuera Hernán.

¿Por qué?

Estás vestida muy provocativa.

Salí así por que me lo pidió él.

Sí, está bien, pero no te tiene que perder pisada... – ambas nos largamos a reír, y le pregunté:

¿A Dante no le gusta que te vistas más libre?

¿Como?

Como se viste la gente de nuestra edad: pantalones ajustados, remeras escotadas, minis, vos sabés.

No, él me quiere así, no le gusta que me exhiba...

Me despedí de ella y de Dante, ya que Hernán se quería ir. Evidentemente estaba muy caliente y me quería coger en casa. Pero yo estaba segura de algo: no se la haría tan fácil; me había humillado y ahora era mi momento, me vengaría.

Al llegar al dpto Hernán se puso cómodo y me dijo:

Sentate Vale, vamos a charlar, creo que hay mucho para hablar... -me dijo esbozando una cara de enojado.

Espera, que me voy a descambiar -le contesté secamente.

Me puse una bata sin nada abajo. Mi novio se había descambiado, tenía puesto solo un bóxer y una remera. Estaba sentado en una silla, yo me senté frente a él, así podía observarme bien.

Sí, tenemos mucho para charlar. Te imaginas como estoy, ¿no?

Claro amor, ¿quieres saber la verdad? Bueno. Nunca te fui infiel, vos sos el único hombre en mi vida y lo sabes, pero vamos despacito ¿qué te decía el mail?

Lo que leíste, que era cornudo y que me estabas guampeando con un amigo.

No sé quién fue el hijo de puta que te escribió eso, pero es mentira -mientras se me llenaban los ojos de lágrimas- y lo sabes... ¿me creés?, por que si no me creés, no tenemos más nada que hacer nosotros dos.

Sí, te creo amor, pasa que últimamente no estamos bien, me parece que es mejor darnos un tiempo.

Estás loco, yo te amo, sos el hombre de mi vida, no me digas eso.

No sé Vale, no sé.

Me parece que estás muy celoso.

Sí, lo estoy.

¿Te calienta la idea que te haya metido los cuerpos? decime la verdad

Estás loca, no me cambies de tema.

Pero suponiendo que fuera verdad que te estoy siendo infiel con un amigo tuyo, ¿eso te calentaría?

Sabiendo que es mentira, sí me calienta, pero si fuera verdad te dejaría en este preciso instante.

Sabés que es mentira, pero suponiendo que fuese verdad ¿te gustaría que te cuente como me gustaría que me coja otro hombre, o ese supuesto amante?

Sí... -contestó con voz tímida, notando que al mismo tiempo su bóxer se inflaba.

Vos quédate sentadito ahí, que yo te cuento. Ponete cómodo, dejá las manos quietitas, no quiero que te estés tocando, ¿está claro?

Sí bebe.

Mejor así, vos me hiciste parir hace 5 horas, ahora me toca a mí.

Debo reconocer que no me esperaba que Hernán se prendiera en ese juego, pero notaba que él quería tirarse encima de mí y cogerme como un animal. Pero esa no era mi idea, quería hacerlo sufrir.

Mirá, las cosas van a ser así, vos me mirás solamente, y eso a vos te gusta mucho, pero no te tocás. Si algún momento te tocás, termina el juego, ¿te quedó claro?

Sí bebe, como quieras.

Algo se soltaba en mi cabeza, estaba loca de calentura, temblaba, casi no podía seguir. Me senté en una silla frente a Hernán, abrí las piernas lentamente mirándole fijamente. Debajo de la bata no tenía ropa interior por lo que podía ver inmediatamente mi conchita depilada, entonces le dije:

Mirá bien, cornudito. Esta conchita fue usada por mi amante, la usó bien y demasiadas veces en toda la noche. Acá tenes la prueba, y le tiré la tanga que había usado esa noche.

Hernán tomo mi tanga y lo acercó a su nariz para sentir el olor a concha.

Te gusta cornudito. Cada vez que me coja mi amante le limpiaré su pija con mi tanga.

Contame...

Sí, ya te cuento. ¿Quieres saber como empezó todo? No te muevas.

Sí claro, quiero saber todo.

Estaba con un amigo estudiando en el departamento.

Acá ¿no?

No es importante, solo sé que charlamos un rato y luego me puso contra la mesada de la cocina y me dijo que era una puta hermosa que se iba a coger toda la noche. Yo le dije que estaba recaliente y necesitaba una pija ya. Entonces me subí a la mesada sobre la que me apoyaba y me empezó a tocar. Luego me levanté el vestido, me corrí la tanga y me la puso de un solo golpe.

Cuando le relataba mi fantasía –medio verdad y media mentira- me tiré en la silla, siempre con las piernas abiertas y comencé a tocarme la concha. Me metí un dedo y lo saqué empapado en mis jugos, entonces le dije:

Abrí la boca cornudito

Y le puse el dedo en la boca para que lo chupe. Hernán tenía la pija como una estaca de dura, pero yo no lo dejaba moverse:

Parece que te gusta lo que te cuento. ¿Te gusta que me acueste con otros?

Seguí...

¿Te gusta, sí o no?

Sí, mi amor, me encantaría.

¿Te gusta que sea una puta muy puta?

Sí bebe.

Entonces me levanté y me senté nuevamente, pero esta vez en la mesita. Apoyé un pie en la silla y abrí la otra completamente; de esta forma mi concha quedaba frente a él totalmente abierta. Luego seguí con el relato mientras me tocaba las tetas y la concha, el miraba gozando de su total sumisión:

¿Me ves la conchita? Mirá, está toda abierta por la pija de mi amante. Me cogía en la mesada, después me bajó y me puso de espaldas. Me volvió a dar un rato largo. Es increíble lo bien que la mueve y lo mucho que tarda en acabar. Le encanta decirme cosas en el oído, por ejemplo me decía: Pensá en tu novio, ¿que estará haciendo el muy cornudo mientras yo gozo de su putita?, seguramente está durmiendo esperando a su amorcito; mientras me decía eso ¡yo le decía que no parara! Sí putita te voy a dar todo lo que tu novio no te da, ¿te gusta mi pija? Sí bebe, me encanta, dame más, seguí y rompeme toda la concha.

Hernán no aguantó más y me pidió por favor que lo dejara tocarse; lo miré con una sonrisa mientras me paraba sobre la silla en la que estaba Hernán:

Lo que vas hacer ahora es chupar la concha de tu mujercita. ¡Acostate!

Entonces Hernán se acostó en el piso y yo, literalmente apoyé mi concha en su cara, mis labios quedaron a la altura de su nariz.

¡Ahí tenes mi concha, chupá cornudo, dale cómemela bien, méteme la lengua, dale más!

Él hacía lo que podía. Tenía mi concha a plena disposición, yo estaba muy caliente y me movía pasándole la concha por toda su cara, ya toda mojada por mis jugos. Allí me di cuenta que la pija de Hernán estaba dura, le baje los bóxer y comprobé que chorreaba ese liquido transparente; entonces tomé su pija y comencé a masturbarlo.

Mirá como tenes la pija cornudito. Vamos a ver cuánto aguantas, seguro que no mucho con lo pajero que sos. ¿Cuántas pajas te hiciste pensando en mi mamá? Contame...

Sí, me hice varias...

¿Pensando en qué?

En tu mamá, en vos, en lo maravillosa que sos, en que te coja tu amante, en lo feliz que sos con su pija, y que te taladren el culito.

¡¡Síii, qué linda pija!! ¿te dije que es más cabezona y grande que la tuya? Varias veces me la pone por la concha y después por la cola, mmmmmm ¡¡qué hermosa la pija!!

Contame más... ¿donde más lo hicieron?

Después de ese polvo furioso en la cocina, descansamos, pedimos comida a un delivery y tomamos una cerveza.

Hernán seguí chupando mí concha en forma violenta mientras continuaba con el relato, mientras lo seguía pajeando lentamente:

Nos empezamos a besar, me acarició todo el cuerpo. Me quitó el vestido y quedé sólo con el corpiño. Luego yo le saqué la remera y el jeans, lo dejé en slip mientras le acariciaba la pija para luego chupársela ¡¡qué linda herramienta, papi!!... Como te imaginarás estaba en la gloria, me volvió a coger en el suelo, también después le volví a chupar la pija. Luego, me volvió a pedir la cola.

Al escuchar semejante relato, mi novio me dijo que estaba por llegar. Entonces paré de pajearlo y me dirigí a la cocina; Hernán no entendía nada. Traje un vaso de vino, regresé al living y le dije:

Párate bebé.

Él obedeció volví a agarrar su pija y empecé a masturbarlo lentamente, llevando el cuero de la pija hacia delante y hacia atrás, mientras el vaso lo tenía en la otra mano. Luego centré la entrada del vaso en la punta de su verga para que se derrame el semen; lo pajeé durante un par de minutos, cuando iba a acabar puse el vaso en posición, y al fin, un torrente de semen salió violentamente desde su pija hasta el fondo del vaso (no olviden que Hernán estaba muy caliente, y por ende escupió muchísimo semen) Inmediatamente salió el segundo chorro, y así sucesivamente hasta que cinco gruesos chorros de semen bien blanco y caliente cayeron en el vaso.

Tomé el vaso y lo arrimé a mi boca. Apoyé mis labios sobre el vaso, y me llevé a la boca un sorbo de semen. Con lentitud lo saboreé y lo tragué golosa. Me pasé la lengua por los labios degustando ese manjar. Hernán me pregunto que me había parecido, y le respondí textualmente: "exquisito". Empiné por completo el vaso y bebí el resto del semen, lamiendo en aquellos lugares donde encontraba rastros de semen. Lo dejé impecablemente limpio. Culminado esto, lo miré y me dijo gracias, amor. Te amo.

Seguirá...

Valeria