Biografia de un salido (capitulo 2)
A mi, mi hermana, siempre me había parecido una chica muy guapa, y que a pesar de su corta edad, que tenía un culito muy bonito y cuando estaba solo con la braguita, se le notaba un chochito muy abultado con una rajita muy marcada,
Biografia de un salido Capitulo 2
Lo siento, pero he tardado bastante tiempo en decidirme a continuar con esta biografia, pero es que tan siquiera se por donde cogerla. Pero haciendo un esfuerzo, mi memoria me ha traído maravillosas imágenes de aquellos tiempos, que ahora trataré de plasmar en este escrito, que espero que os guste.
Tras aquella experiencia, y una vez recuperado de la patada que me había dado mi padre y pasados los días de castigo y los meses de control por su parte, seguí con mi rutina infantil en la que jugaba con mis amigos a los comentados juegos. En la escuela me iba muy bien, por fortuna tenia y tengo una excelente memoria y me era muy fácil memorizar las lecciones sin demasiado esfuerzo, por lo que no necesitaba dedicar demasiado tiempo a repasar las lecciones.
Mi vida era placentera, seguía siendo un niño curioso y trataba de ver desnudas a mis hermanas, era bastante popular entre sus amigas, que decían que era un chico guapo y acostumbradas a verme con ellas, me tomaban mucha confianza.
Siempre que podía, lo cual era bastante a menudo, me unía a ellas en sus juegos y conseguía rozarlas, incluso en alguna ocasión tocarles en sus partes íntimas, pero como por descuido, y ellas hacían que se ruborizaban (quizá lo hicieran de verdad) pero lo dejaban pasar.
Alguna vez, conseguí participar en juegos de “papás y mamás” en la que no dábamos apretujones y morreos y aunque aún no sabíamos que había que abrir la boca o jugar con las lenguas al besar, a nosotros nos parecía lo más.
Fue por aquellos años, que un verano fuimos de veraneo a un pueblo de la costa. Lo pasamos en la casa de una tia de mi padre. Fue un verano increíble, que recuerdo con especial cariño, ya que íbamos todos los días a la playa, donde conocí a nuevas amigas de mis hermanas, que al estar morenitas de tomar el sol, me parecieron muy bonitas y me trataron muy bien pues era bastante popular, por que era buen nadador y porque era de los “valientes” que se atrevían a saltar al puerto desde el espigón.
Pero el recuerdo más relevante (y excitante) de ese verano, fue que en casa de la tia, solo tenia dos habitaciones libres, en una se instalaron mis padres y en la otra mis tres hermanos y yo. Nos acomodamos, los dos varones en la cabecera y las dos chicas a los pies. Y fué en esos días cuando descubrí lo profundo que podía dormir (o hacerse la dormida) una de mis hermanas, la mayor de ellas.
A mi, mi hermana, siempre me había parecido una chica muy guapa, y que a pesar de su corta edad, que tenía un culito muy bonito y cuando estaba solo con la braguita, se le notaba un chochito muy abultado con una rajita muy marcada, que hacia que soñara con como seria al natural, ya que aunque lo había visto en alguna ocasión, solo había sido de refilón y lo que yo deseaba era poder contemplarlo con detenimiento.
Como he comentado antes, yo era un niño curioso y todas las noches antes de acostarnos veía, mas bien espiaba, como ellas se cambiaban, se quitaban los bañadores y ponía unas braguitas para acostarse. Nosotros también dormíamos con nuestros calzoncillos exclusivamente, ya que era agosto y hacia bastante calor. Yo, al ser el mayor de los cuatro, generalmente tardaba mas en dormirme y tras mucho pensarlo y perder muchas noches desaprovechadas, una decidí probar que pasaba si haciendo el descuidado tocaba el culito de mis hermanas mientras dormían.
Pasados unos días, al fin me decidí a hacer la prueba. Esperé pacientemente a que se durmieran, y con mucho cuidado, haciendo como que tenia sueños inquietos, fui bajando en la cama, hasta que mis pies rozaron sus muslos. Paré con uno de ellos apoyado en la parte trasera del mismo, a escasos centímetros de su trasero y esperé a ver qué pasaba.
No pasó nada, ni siquiera se movió. No cambió el ritmo de su respiración, seguía durmiendo plácidamente. Pasados unos minutos, que a mi me parecieron horas, comencé el siguiente movimiento, bajé un poco mas y puse los dedos del pie sobre su preciado culito. La sensación fue tremenda, al fin estaba tocando, aunque sobre la braga, aquel ansiado culo. Nuevo parón, otra espera, otra vez a escuchar si había cambios en su respiración, si se movía, si decía algo, si alguien notaba algo raro. No, no ha pasado nada. Nuevo avance. Esta vez, trato de introducir mi dedo pulgar, entre la braga y su piel. Poco a poco lo voy intentando, pero no es fácil, hay que hacerlo con extrema suavidad para que no se despierte, no vaya a hacer un escándalo.
No lo consigo, pero si logro apartar la incordiante tela hasta que se metió entre los cachetes. Ahora puedo disfrutar de saborear el roce de uno de ellos con la planta de mi pie.
Oigo que tanto mis padres como sus tios van a sus respectivos dormitorios. Me subo a mi sitio, y mi madre abre la puerta a ver si dormimos. Me hago el dormido y se va.
Espero un buen rato. Mi corazón va a mil por hora. Oigo ruidos en la casa, por lo que decido, que ya he logrado mi objetivo y dándome por satisfecho y notando un fuerte cosquilleo en mi pizarrín (aun no se lo que significa, pero me parece muy placentero), tras las emociones de mi descubrimiento, duermo profundamente.
El dia siguiente transcurrió sin pena ni gloria. Mañana con mamá y mis hermanos en la playa, comida en casa de mi tia, tarde en el puerto saltando desde el espigón, juegos varios con los amigos…
Y al fin llego la noche. Como todas, nos bañamos, para quitar el salitre de todo el día en el mar y el puerto, cenamos y al fin llego el ansiado momento de ir a la cama.
Nos acostamos como todas las noches, esperé de nuevo con impaciencia a que se durmieran los tres y esta vez con mas decisión comencé las maniobras como la noche anterior.
La novedad fue que esta vez mi hermana dormía boca arriba con lo que mi pie exploró suavemente el interior de sus piernas, hasta posarse sobre su vulva, cubierta como el dia anterior, por la odiosa braga. Acaricie con el pie, su monte de venus, intenté de nuevo, retirar con el dedo pulgar del pie derecho a horrible tela, sin conseguirlo, al contrario, lo que conseguí fue que ella se moviera molesta, por lo que paré y decidí probar otra estrategia, ya que aquella no funcionaba.
Esperé que se acostaran los adultos y les di un buen rato para que se durmieran, y cuando pensé que era el momento, probé a darme la vuelta y metiendo la cabeza bajo la sabana me deslicé con mucho cuidado hasta llegar con mis manos donde habia estado antes mi pie. La emoción, me volvía loco. Parecía que el corazón saltaría de mi pecho en cualquier momento, aun no se si por estar a punto de conseguir mi ansiado deseo de tocar el coñito de mi hermana o por el miedo a que me pillaran, pero con sumo cuidado y lentitud, deslice mis dedos bajo su braga y rocé con todo mi cariño primero su pubis, para luego envalentonado, a ver que no protestaba, deslizarlo sobre su rajita una y otra vez, aunque sin atreverme a presionar, ni a introducir el dedo dentro.
Nuevamente mi acojono, hizo que me parara y que por aquella noche me diera por satisfecho y tras poner un momento mi nariz junto a su divino conejito, para disfrutar de su aroma, volví a mi posición en la cama y tras un rato disfrutando de el cosquilleo en mi cosita y descubriendo que se había puesto bastante dura y que era muy placentero tocarla acabé cayendo rendido y quedándome dormido.
Y llego un nuevo día, que discurrió similar a los anteriores, ahora ya esperando ansiosamente que llegue la noche para continuar la exploración. Y por fin llegó. Y nuevamente se durmió boca arriba y hoy más tranquilo otras las experiencias de las noches anteriores comienzo el ritual de primero acariciar con mis pies sus piernas, posarlos sobre su pubis, regresar a mi sitio esperando que mi madre pase a ver si todo está bien, a que se acuesten los mayores y a que se queden dormidos.
Mi atrevimiento es mucho mas osado, esta vez y tras repetir las maniobras del dia anterior, rozarle el monte de venus, aun sin ningún incipiente vello, suave, atrayente, pasar mis dedos por su rajita y sus labios externos, me atrevo a deslizar sus bragas hacia los muslos y acercar mi cabeza para besar su coñito, e introducir mis dedos para explorar que hay y como es el interior, pero mi hermana pequeña, comenzó a llorar, por que tenia una pesadilla, por lo que subí rápidamente la braga, como pude, rezando para que notara que la tenía más abajo y regresé a mi sitio, justo en el momento en que mi madre entraba en la habitación.
A pesar de los lloros de la pequeña, mi hermana no se despertó lo que confirmó mi sensación de que su dormir era muy profundo (o lo simulaba muy bien) y aunque en aquel momento me sentí muy frustrado por que aquella era la última noche en la casa de la tia.
Eso me traería muchas satisfacciones en el futuro, os lo aseguro, jajaja
Pero eso lo dejamos para próximas ocasiones, de momento os dejo mis mejores deseos esperando os haya gustado este relato y que dejéis vuestro comentarios y consejos