BIMBO TECH: Evolución
Antes de empezar debo decir que quiero dedicar este relato a SteveRogers, cuyos relatos me han gustado mucho y me han hecho excitarme terriblemente leyéndolos. Tomo prestados algunos de los personajes de los relatos que él cuelga en esta web y planteo una variante a las transformaciones que en ellos se relata que, espero, sea de vuestro agrado
Brianna siempre había sido una mujer triunfadora. Prototipo de la empresaria moderna tenía un excelente expediente académico, lo que hizo que casi desde antes de terminar sus estudios universitarios ya empezase a recibir ofertas de trabajo de diferentes empresas de su ramo, nuevas tecnologías y bioingeniería, campo que ofrecía interesantes perspectivas para una mujer con un intelecto como el suyo.
Con 32 años era alta para la media femenina (aproximadamente 1’80), con piernas largas y torneadas gracias a que desde pequeña siempre le había gustado patinar, cabello rubio largo y rizado, ojos azules y un cuerpo espectacular fruto del ejercicio, con unos pechos redondos y firmes y un culo respingón duro como una piedra, fruto de largas horas en el gimnasio practicando fitness. Podría haber tenido al hombre que le hubiese dado la gana, pero se había decidido por Patrick, un chulo prepotente hijo de buena familia 5 años mayor que ella, sin saber muchas veces exactamente porqué. El caso es que llevaban casados casi 8 años, en un matrimonio prácticamente vacío y sin alicientes que ella había intentado salvar a pesar de no estar realmente enamorada de Patrick, pudiéndose decir que lo único que sentía por él era cariño, y que sus intentos estaban motivados por sus padres, conservadores y tradicionalistas a más no poder y que no querían que su hija fuese objeto de habladurías ni chismes en su círculo social, la élite de Los Ángeles.
Patrick por su parte a sus 37 años, con un futuro más que asegurado por su trabajo en uno de los bufetes de abogados más prestigiosos de la ciudad del que ya era asociado. No es que fuese especialmente brillante en lo referente a los estudios, pero sabía moverse como pez en el agua entre las clases pudientes gracias a lo que algunos llamarían encanto personal, elocuencia o términos similares, pero sabía granjearse a la gente y no era raro que en los tribunales consiguiese resultados favorables… Para sus intereses propios, claro.
Con casi 2 metros de estatura era bastante más alto que Brianna, llegándole ésta más o menos por la barbilla, y su aspecto era parecido al de un Atlas gracias también al ejercicio físico, natación y gimnasio sobre todo, con unas piernas que se diría eran dos columnas ciclópeas, un torso bastante musculoso y unos brazos fuertes y bien definidos que le daban un aspecto más propio de un luchador de la WWF que de un abogado. Sin embargo, de lo que más orgulloso estaba Patrick era de su pene, de unos 20 centímetros y bastante grueso, que hacía las delicias de sus numerosas amantes.
Sí, le era infiel a Brianna, cosa que ella sospechaba hacía tiempo aunque no tuviese la absoluta certeza, y no se arrepentía de ello. Con frecuencia solía llegar bastante tarde a casa, con un leve aroma a perfume de mujer que achacaba a accidentales roces con las pasantes del bufete, aunque él mismo sabía que no podía engañarla. En el momento que ocurrían los hechos que se narran se estaba beneficiando a tres mujeres a la vez, aunque la lista de mujeres por las entrepiernas de las cuales había pasado era tan larga que bien pudiera haber hecho palidecer al mismísimo Casanova.
La mañana que da origen a esta historia Brianna había llegado temprano a su oficina, situada en la planta 31 de un rascacielos de la ciudad. Tras aparcar su lujoso BMW 730 gris plata había entrado al edificio y saludando al viejo Jimmy, el ascensorista, le pidió que pulsase el botón correspondiente a su planta. Brianna se sentía incómoda con él, no podía negarlo, sobre todo porque sentía su mirada recorriendo su cuerpo de una manera lujuriosa y lasciva que sabía disimular perfectamente cuando ella volvía la mirada hacia él. Cuando la campana indicó que habían llegado hasta el piso indicado y se abrieron las puertas, salió del ascensor despidiéndose del ascensorista con una forzada cortesía motivada entre otras cosas por esas miradas.
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Hasta luego, James.
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Jimmy, señora Stewart, puede llamarme Jimmy
– dijo con una sonrisa que dejaba entrever su lascivia – Que tenga usted un buen día…
Brianna salió al pasillo con la mirada de Jimmy fija en el sexy aunque inconsciente bamboleo de su culo. “Algún día serás mía, zorrita. Algún día tu boca y tu coño probarán mi polla y se te quitará esa altivez tuya. ¿Quién sabe? Quizá hasta te encule…” , pensó Jimmy casi relamiéndose ante la perspectiva de penetrar el hoyito oculto entre aquellas redondas nalgas envueltas por una sugerente falda a medio muslo.
En realidad, el trabajo de Jimmy corría por cuenta de “Bimbo Tech Inc.” , una empresa situada en el piso 32, con sus oficinas justo encima de las de Brianna, y cuyos trabajos ya son conocidos por los lectores de esta web. Su trabajo como ascensorista era llevar a las decididas mujeres que venían a protestar por los panfletos que se repartían por toda la ciudad o bien eran enviadas por empresarios, maridos o novios que querían algo especial. En estos casos siempre era bajo la tapadera de recibir tratamientos de spa, de belleza o similares. No era raro ver subir a mujeres hasta la planta en cuestión, pero lo extraño era que no se las veía salir de nuevo, haciéndolo en cambio una gran cantidad de chicas descerebradas y tetonas vestidas con estrechísimos y cortos vestidos, faldas y tops, que no paraban de reír tontamente y decir lo que les encantaba ser usadas sexualmente, bien chupando pollas o coños o siendo folladas por todos sus orificios corporales.
Brianna se había encontrado en ocasiones con algunas de ellas, sobre todo con Tittiefuck , una negra de tetas como sandías y que siempre iba conjuntada en lo referente a color de labios, vestido, uñas, zapatos y pendientes. El nombre le chocó desde la primera vez que lo leyó en la plaquita situada sobre uno de sus pechos, escandalizándose por su aspecto y comportamiento, siempre con insinuaciones y comentarios de carácter sexual, pero lo que la extrañaba realmente era que no parase de decirle que para lo guapa que era iba vestida de manera muy fea y que podría ser más guapa todavía. Sentía cierta simpatía por aquella chica, aunque más bien pudiera llamarse lástima ya que creía que tenía algún tipo de retraso mental, pero procuraba eludirla rápidamente aunque siempre de manera agradable. No quería exponerse a que alguien pensase que se estaba burlando o riendo de una disminuida psíquica y la denunciase con el consiguiente pleito judicial y el escándalo para su empresa y para ella misma.
Cuando llegó a su despacho depositó su portafolios de Louis Vuitton sobre la mesa, encendiendo el ordenador a continuación e introdujo su contraseña de acceso. Sin embargo el pc respondió denegándole el acceso al sistema, por lo que lo intentó de nuevo con el mismo resultado. Contrariada decidió llamar a Stevie, el informático de la empresa, que tras personarse en el despacho obtuvo el mismo resultado después de varios intentos. Todos los ordenadores tenían instalado un sistema operativo propiedad de la empresa, con “puertas traseras” que Stevie conocía a la perfección para posibles contingencias como aquella, por lo que finalmente pudo desbloquear el equipo y ponerlo a funcionar.
Con extrañeza observó que tanto la interfaz como el fondo de pantalla habían cambiado. Mostraban unos extraños símbolos de color fucsia sobre fondo negro, con una especie de logo similar a una “W” aunque mucho más abierta y redondeada, pero sin indicar a qué empresa podría pertenecer.
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¿Has instalado algún programa nuevo, Brianna?
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No que yo recuerde. Al menos no de manera consciente.
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Pues esto la verdad es que es muy raro…
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¿Por qué, Stevie?
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Mira ese logo. No me suena de nada, pero lo extraño son las carpetas y programas que veo…
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¿Sabes de qué o de quién son?
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No, ya te digo que no. Lo raro es que son programas de recopilación de datos, estadísticas, fichas antropométricas, etc., y eso que yo sepa no está en nuestros equipos salvo los del laboratorio...
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Tienes razón, es muy extraño
– dijo Brianna ya con cierta irritación en su voz – Pero, ¿por qué nos aparece eso?
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Ya te digo que no tengo ni idea. Quizá sea por culpa de la tormenta eléctrica de anoche, pero lo raro es que nuestros equipos no tienen acceso a Internet, sino a nuestra Intranet propia, así que no pueden cruzarse con ninguna otra red a menos… -
de repente se pegó una palmanda en la frente que resonó como un disparo – ¡Claro, qué tonto soy!
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¿Qué ocurre? ¿A menos qué?
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Pues que por alguna extraña carambola se hayan conectado mediante la red eléctrica a otra red de este mismo edificio, pero ese logo ya te digo que no me suena…
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Mira, tengo mucho trabajo y ya llevamos mucho tiempo perdido. ¿Puedes hacer algo?
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Puedo formatear los ordenadores y reinstalar el sistema, pero eso me llevará tiempo, ya sabes que tenemos casi 25 ordenadores en los despachos…
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Inténtalo, por favor. Tengo mucho trabajo pendiente…
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Lo haré
– “Guapa”, añadió Stevie para si mismo.
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Gracias, Stevie.
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De nada, para eso estoy
– dijo mientras sonreía y se marchaba.
Por suerte para Brianna llevaba su portátil, que encendió de manera correcta, por lo que pudo seguir con el trabajo que tenía pendiente para todo el día. No había pasado ni media hora cuando Stevie volvió a entrar en su oficina con una mirada extraña en sus ojos…
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Eh…, Brianna…
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Dime, Stevie.
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Verás, es que es muy raro… ¿Tú estás segura de que no has instalado nada en tu ordenador?
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Ya te he dicho que no. ¿Por qué?
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Pues verás… Es que he revisado todos los ordenadores de la oficina y el tuyo es el único que tiene ese problema…
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¿Cómo dices?
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Sí, ven conmigo…
A continuación la llevó a diversas dependencias, mostrándole como todos los ordenadores funcionaban perfectamente salvo el suyo. Aquello la mosqueó y bastante. Primero porque no podía trabajar por culpa del imprevisto problema, y segundo porque parecía que alguien quería que específicamente ella pudiese acceder a cierta información oculta entre los recovecos de aquel cerebro electrónico. Volvieron a su despacho y el joven se ofreció de nuevo a formatear su ordenador a lo que se negó casi inmediatamente. Quería saber con exactitud la razón de todo aquello.
Cuando Stevie se marchó volvió a ponerse a trabajar en su portátil para intentar adelantar todo cuanto pudiese, aunque no dejaba de mirar de soslayo hacia el otro ordenador. Finalmente su curiosidad pudo mucho más y cogió el ratón con su mano derecha moviendo el cursor por la pantalla. Evidentemente no encontró nada en un primer examen, así que decidió profundizar un poco más y empezó a mirar las carpetas que encontró.
De repente pareció encontrar lo que buscaba al abrir una de ellas llamada “SecSys” y ver multitud de archivos de video, por lo que dedujo que eran las grabaciones de las cámaras de seguridad. Pulsó el cursor sobre una de las grabaciones y su sorpresa fue mayúscula al ver a Tittiefuck , la chica negra con la que se había cruzado tantas veces en el ascensor, sentada tras una especie de mostrador, por lo que dedujo que podía tratarse del circuito cerrado de “Bimbo Tech” . La observó detenidamente, viendo como Tittie miraba con una sonrisa un poco idiota hacia sus tetas, pellizcándose los pezones que amenazaban con romper el vestido que llevaba, de color morado y con un escote casi hasta el ombligo. Aquello debía gustarle, ya que de vez en cuando empezaba a dar saltitos de alegría y a reírse a carcajadas de una manera casi infantil.
Cerró aquel video y abrió otros muchos que, aparentemente, no mostraban nada digno de mención, hasta que abrió uno que mostraba a una elegante y altiva mujer que parecía discutir con Titty hasta que ésta cogió un teléfono y a continuación guió a la mujer por un pasillo. Avanzó un poco el video y vio como la negrita se dirigía hacia otra habitación con un bolso en la mano y unas ropas que resultaban extrañamente similares con las que llevaba puestas la otra mujer. Brianna estaba intrigada, eso era evidente, por lo que debido a la duración del video lo hizo avanzar otra vez, esta vez más tiempo. El pasillo aparecía vacío, pero casi de inmediato vio a Tittie aparecer en pantalla acompañada de una chica rubia con el pelo bastante largo, ataviada con unas prendas casi de cheerleader porno y unas tetas y un culo descomunales. Ambas reían como niñas, dando saltitos de alegría y acariciándose y dándose besitos hasta que se despidieron, saliendo la chica rubia de plano con un montón de papeles en la mano.
De repente algo hizo que sonasen las alarmas de su cabeza. Paró el video y lo hizo retroceder, avanzando de nuevo aunque poco a poco hasta que encontró lo que quería ver. Paró el video e hizo una captura de pantalla que amplió para poder ver bien lo que le había parecido, que no era otra cosa que el extraño parecido entre aquella rubia tetona y la mujer que había entrado horas antes en las oficinas. Extrañada como estaba hizo avanzar el video a alta velocidad. Su suposición era real, ya que en ningún momento se veía salir a ninguna mujer de esas características de aquellas oficinas. Un extraño y siniestro pensamiento se adueñó de su mente hasta que, asustándola, sonó su teléfono. Era Patrick, recordándole que esa noche tenían una cena benéfica y que no se retrasase. Le dijo que no se preocupase, que estaría en casa con tiempo suficiente y colgó. Aquella cena le importaba una mierda, la verdad, eran puras apariencias, pero tenía que ir. Así que cogió su maletín y cuando iba a apagar los ordenadores recordó que siempre llevaba un disco duro externo para copias de seguridad, etc., así que lo conectó al ordenador de sobremesa y copió todos los archivos para poder verlos con tranquilidad. Lo que Brianna no sabía era que algo más estaba entrando en su portátil…
En una oficina del mismo edificio un hombre se giró en su silla y habló hacia un interlocutor aparentemente invisible…
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Señor…
- la estructura del servicio de seguridad de la empresa era prácticamente de carácter paramilitar.
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¿Qué ocurre?
– dijo un hombre oculto en una esquina que fumaba un cigarro esperando alguna novedad.
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Tal y como usted predijo se ha producido la intrusión…
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Interesante, muy interesante… ¿Algo más?
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Sí, señor. La señora Stewart ha copiado los archivos que usted seleccionó. Junto a ellos va el troyano que usted nos pidió insertáramos en ellos…
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Perfecto. Esa chica necesita más ayuda de la que piensa.
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¿Está pensando usted en convertirla, señor?
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No, es demasiado interesante e importante para ser una bimbo. Hacerla desaparecer es demasiado arriesgado…
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¿Entonces…?
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Tengo otros planes para ella. Por lo pronto téngame informado de los archivos que abre. Ya llegará el momento…
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Como usted diga, señor.
Esa noche no ocurrió nada especial durante la cena. Brianna lucía realmente esplendorosa, con un vestido Versace que resaltaba su indudable atractivo y hacía que otras mujeres la mirasen con malsana envidia, mientras que los hombres la miraban con deseo. Al único que parecía darle igual era a Patrick, que departía con otros invitados de temas intrascendentes y a veces absurdos. Algo la hizo girar la cabeza hacia un rincón, ya que le pareció darse cuenta de algo, y no era otra cosa que un hombre bastante atractivo, moreno de aspecto latino, que la miraba atentamente. Apartó la mirada e intentó seguir con la conversación en la que se hallaba, pero podía notar como aquel hombre la seguía mirando. La habían mirado muchas veces, era consciente de ello, pero nunca de aquella manera, con una mirada similar a la de un lobo observando a su presa. Pensó para si misma que si aquel hombre sonreía lo que aparecerían serían unos colmillos lupinos. Excusándose se dirigió al baño y a continuación al buffet del que cogió una copa de champaña. En ese momento pudo oír una voz a sus espaldas…
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Disculpe…
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¿Sí…?
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Verá, perdone mi atrevimiento, pero no puedo evitar fijarme en una belleza como usted…
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Está usted disculpado, pero tiene razón, es usted un tanto atrevido…
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Le reitero mis disculpas, señora…
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Stewart, Brianna Stewart, pero ¿quién es usted?
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Disculpe, no me he presentado. Soy Mario Cienfuegos, soy colombiano, y me encuentro en su país para cerrar unos negocios.
Esta presentación se hizo con un apretón de manos, y el pensamiento oscuro que había cruzado la mente de Brianna se desvaneció casi por ensalmo, sobre todo al ver la sincera sonrisa de aquel hombre.
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¿Puedo saber a qué se dedica, señor Cienfuegos?
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¿Oh, no! Por favor, llámeme Mario. Detesto tanto formalismo sobre todo si viene de una mujer tan bella…
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Le agradezco su cumplido, Mario.
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À vôtre service, Madame
– dijo el hombre con una leve inclinación de su cabeza, lo que hizo sonreír a Brianna – Verá, me dedico a varios negocios, el principal es el café, aunque también soy accionista de una empresa que se dedica al estudio de las células madre y la manipulación genética para mejorar diversos aspectos de la producción agropecuaria.
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¿En serio
?
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Sí, totalmente
. ¿Le resulta extraño, Brianna?
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No, al contrario, es un tema muy conocido para mí. De hecho trabajo en una empresa similar y soy técnico jefe de uno de sus gabinetes.
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No me lo puedo creer. Una mujer tan bella y con su trabajo... Ahora me cae usted muchísimo mejor. Casi me atrevería a decir que somos almas gemelas…
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Jajaja… No sea exagerado, Mario, por favor. Simplemente me dedico a lo que me gusta y, la verdad, estoy muy contenta con mi trabajo.
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Me alegra oír eso. Tenga, mi tarjeta. Quizá podríamos mantener una entrevista para intercambiar opiniones y… conocimientos
– esto último lo dijo en un tono realmente sugerente, aunque Brianna hizo como si no lo hubiese escuchado.
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Pase cuando quiera por mi oficina y le…
En ese momento se interrumpió la conversación por un revuelo que se había formado a poca distancia de donde ella había estado hacía unos instantes y que se había originado por una pelea en la que, ¿cómo no?, estaba involucrado Patrick, al que vio volar hacia la piscina tras recibir un puñetazo de otro de los asistentes. Al parecer, y producto del alcohol ingerido, se había propasado con la esposa del mismo, llegando a tocarle el culo, a lo que éste había respondido así. Se acercó a él, que ya salía del agua totalmente empapado, y comprobó que no le ocurría nada. Tan sólo presentaba un moratón en su ojo derecho del tamaño de una pelota de béisbol y, evidentemente, su orgullo masculino un poco más mancillado. Ella por su parte se sentía terriblemente avergonzada por lo ocurrido, así que se disculpó con algunas amistades, saludó a los anfitriones y se aseguró de que su marido volvería a casa en un taxi, tras lo que ordenó al aparcacoches que le trajese el suyo y volvió a su casa.
Las lágrimas brotaban de sus ojos apretaba con furia el volante mientras conducía, haciéndolo a velocidad bastante alta en algunos tramos. Estuvo a punto de estrellarse un par de veces, aunque logró rehacerse un poco y pudo llegar a su casa sana y salva. Cuando atravesó el umbral se quitó los zapatos con rabia, arrojándolos lejos, mientras casi se arrancaba el vestido camino de su habitación, donde se echó llorando en la cama tras cerrar la puerta del dormitorio con llave. Aquel imbécil merecía un escarmiento y ya iba siendo hora de que lo recibiese. En cierto modo podía aguantar las infidelidades, pero otra cosa muy distinta era que la humillase y la pusiese en evidencia en público. Aquel incidente sería el tema del día en las reuniones sociales, en el club de golf, etc. Eso era más de lo que podía soportar. Estaba prácticamente dormida cuando escuchó como intentaba abrir la puerta, cosa que no logró, mientras una voz pastosa le hablaba.
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Brianna…
Silencio…
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Brianna, cariño, abre…
Silencio de nuevo…
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Por favor, abre…
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Déjame, por favor
– dijo mientras sentía como las lágrimas volvían a brotar de sus ojos.
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Cielo… Hablemos, por favor…
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Déjame, Patrick. Mañana hablaremos…
Pudo sentir los pasos que se separaban de la puerta y bajaban las escaleras hacia el salón. Escuchó también como algo de cristal se rompía. No era la primera vez que Patrick se emborrachaba y remataba la jugada en casa con el licor del mueble bar, así que supuso que sería algún vaso del aparador. “¿Es que ese imbécil todavía no ha tenido suficiente?” , pensó dándose la vuelta en la amplia cama y apretando con más fuerza la almohada hasta que el sueño empezó a invadirla.
Tuvo un sueño húmedo aunque bastante erótico. El protagonista de su sueño era Mario, quien aparecía ante ella totalmente desnudo entre una neblina y se dirigía hacia ella. Pudo ver su pene duro, como un mástil, apuntando hacia ella. Sintió sus manos acariciarla, como quitándole una ropa que no llevaba, mientras sus labios gruesos atrapaban su boca y la besaban apasionadamente. Aún en sueños hacía mucho tiempo que nadie la besaba así y no pudo evitar corresponderle, sintiendo su polla contra su vientre. Sus manos habían atrapado sus nalgas y acariciaban el valle que se abría entre ellas, notando como sus dedos rozaban su hoyito trasero y llegaban hasta su vulva, ya totalmente húmeda. Aquella caricia la estaba poniendo realmente caliente, como denotaba la cantidad de líquido que salía de su vagina, y no pudo evitar mover un poco sus caderas para sentir mejor sus dedos mientras se apretaba aún más contra él. Las manos de la mujer acariciaban aquella dura polla, masturbándola, sintiéndola endurecerse por sus caricias mientras sus pezones duros eran objeto de las caricias, besos y lamidas que les daba Mario.
Pudo notar sus manos en sus hombros, obligándola suavemente a bajar, cosa que hizo recorriendo su cuerpo con sus besos hasta que su cabeza quedó a la altura de su miembro. Se sentía subyugada ante él, y casi de inmediato sintió la imperiosa necesidad de lamerlo y besarlo, recorriéndolo con su lengua hasta que se lo empezó a meter en la boca para chuparla. La sentía entrar, jugando con su lengua contra su glande, notando por los movimientos de Mario que la mamada estaba haciendo efecto, sobre todo por sus gemidos y porque le cogió la cabeza con sus manos para guiarla. Mientras mamaba miraba al hombre a los ojos, se sentía una auténtica viciosa, hasta que la hizo levantarse y la abrazó levantándola del suelo de manera delicada hasta que sintió el glande rozar toda su vulva. Gemía de placer notando el roce, hasta que la hizo bajar poco a poco ensartándola totalmente. Pudo notar como aquella barra de carne separaba sus paredes internas, llenándola como no había sentido nunca, mientras sus piernas se cruzaban sobre su espalda y se movía más deprisa sobre él. Ya no gemía, gritaba del placer que estaba sintiendo, hasta que notó como el orgasmo recorría todo su cuerpo hasta explotar en su clítoris y vaciándose sobre él.
Seguía sintiendo las manos que la movían arriba y abajo mientras giraba sus caderas, hasta que sintió como Mario estaba a punto de correrse también. Se movió más deprisa sobre él, y entonces empezó a ocurrir algo realmente extraño. Empezó a notar como aquella polla parecía hincharse por momentos, separando sus labios de una manera antinatural, mientras notaba como también aumentaba su longitud. Parecía elevarse sobre él, separándose a la vez, hasta que con un sonoro “plop” sintió como la polla salía de su coño chorreante, cayendo a sus pies, observando una polla de la longitud de un bate de béisbol y un grosor similar que, de inmediato empezó a eyacular sobre ella bañándola literalmente en semen mientras sus manos masturbaban su clítoris y sus dedos entraban y salían hasta que sintió un nuevo orgasmo que la hizo aullar.
En ese momento se despertó sobresaltada en la cama, perlada de sudor, dudando si había sido sólo un sueño y quizá se hubiese masturbado en sueños, entre otras cosas por la mancha de humedad que había en las sábanas y la extraña sensación que tenía en su coñito, especialmente sensibilizado. Intentó relajarse y auto convencerse de que sí hasta que una brisa fresca rozó su piel y observó como la ventana del dormitorio estaba abierta, lo que hizo que el vello de su nuca se erizase. Con cierta inquietud se levantó y la cerró, no sin antes echar un vistazo hacia el jardín tenuemente iluminado por la luz de la Luna y las lámparas colocadas en diversos puntos del mismo, dirigiéndose a continuación al baño. Sentía un regusto extraño en la boca y se dirigió al baño para lavarse los dientes. Quizá fuese el sabor del alcohol tomado en la fiesta, pero se dijo a si misma que había sido muy poco como para sufrir resaca. Cuando terminó volvió a la cama e intentó conciliar el sueño, lo que no le fue posible hasta un buen rato después.
A lo lejos se pudo escuchar el motor de un coche que arrancaba tras recoger a un hombre en el lugar convenido mientras algunos perros ladraban pero, debido a la distancia y a que había cerrado la ventana, Brianna no pudo oírlo…
Lo que Brianna no sabía es que todo aquello había sido grabado en otro punto de la ciudad gracias a unas cámaras situadas discretamente en diversos puntos de la mansión. Para los hombres que habían entrado había sido muy fácil burlar la alarma y colocar las mini cámaras, manipulando a continuación el cierre del balcón para que se pudiese hacer saltar desde fuera sin dejar huellas. Estaban entrenados para ello, así que fue coser y cantar colocar el diminuto resorte y manipular algunas figuras y filigranas de las paredes para ubicar los dispositivos. Uno de los técnicos que visualizaban los monitores que reproducían las señales de los más insospechados lugares de la ciudad no podía evitar cierta excitación ante las imágenes que la cámara había registrado y la visión del cuerpo de la mujer. Las cámaras habían grabado también a Patrick, borracho en el salón y dormido en el sofá. Esas imágenes le interesarían a su jefe, pero él no podía apartar la mirada de la espectacular rubia desnuda.
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¡Qué buena está la hija de puta!
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Ni que lo digas. Sería un verdadero placer verla con unas tetas enormes y un culo redondo y salido…
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Sí, pero me parece que el jefe tiene otros planes. Creo que eso no lo verán nuestros ojos...
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Es una lástima. Sería una bimbo excepcional
– dijo mientras cogía el teléfono y marcaba una extensión…
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Dígame
…
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Se ha producido el contacto tal y como esperábamos.
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¿Resultado?
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Juzgue usted mismo, señor, pero creo que más que satisfactorio. La sujeto parece más que complacida, aunque parece denotar cierto nerviosismo.
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Era de esperar. ¿Alguna llamada o intento de comunicación…?
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Ninguno, señor, permanece dormida.
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Perfecto, mañana se levantará como nueva… ¿Qué hay de su marido…?
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Pues también permanece dormido, pero tiene que tener una borrachera de mil demonios. Se ha bebido una botella de whisky prácticamente entera él sólo.
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Eso está muy bien. Poco a poco veremos los efectos. Téngame informado.
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Sí, señor.
A la mañana siguiente Brianna se levantó relativamente temprano. Bajó a la cocina y desayunó, comprobando como Patrick seguía durmiendo la mona en el sofá de la biblioteca con un aspecto realmente desaliñado, así que subió a ducharse y a continuación se dirigió a la oficina a pesar de ser sábado. Cuando llegó y entró al edificio se encontró como de costumbre a Jimmy, que esa mañana parecía mirarla de una manera diferente o eso al menos le pareció a ella. El caso es que Jimmy no sabía absolutamente nada de lo que se cocía en las oficinas de Bimbo Tech , simplemente la miraba con el mismo deseo de siempre excitándose ante la idea de lo que podría ser follarse a la rubia y correrse en su boca o en sus tetas.
El caso es que cuando Brianna llegó a su oficina ni se atrevió a encender el ordenador por si acaso se encontraba lo mismo que cuando Stevie lo revisó por lo que se decidió a trabajar con su portátil, desconociendo que el troyano que había entrado con los videos estaba mandando pormenorizadas señales de lo que hacía. En principio se dedicó a sus tareas habituales hasta que cierta fatiga empezó a adueñarse de sus ojos por lo que paró un momento y sacó un café de la máquina. Mientras se lo tomaba no dejaba de pensar en todo lo ocurrido en los últimos días, llegando a la conclusión de que había algo realmente extraño por todo aquello, sobre todo porque desde que encendió el ordenador de su oficina estaban sucediéndose coincidencias muy raras. Volviendo a su oficina miró su bolso en el que se podía vislumbrar el cable de conexión del disco duro. Dudó unos instantes hasta que se decidió a conectarlo volviendo a abrir la carpeta de las grabaciones y pinchando una al azar.
En ese video no vio nada que le llamase la atención, tan sólo movimientos de algunas de aquellas chicas tetonas en los pasillos de las oficinas y riendo tontamente como parecía ser habitual. Lo cerró y abrió otro encontrándose lo mismo. Al abrir el cuarto o el quinto archivo vio a una chica desnuda tumbada sobre una camilla y amarrada a la misma. Pudo ver como sus ojos estaban muy abiertos, con una mirada vacía y fija en el infinito pareciendo como hipnotizada. Aquello la intrigó, por lo que avanzó el video para poder ver en qué desembocaba todo aquello. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio nuevas imágenes en la que la chica que, a pesar de poder comprobar que era la misma, presentaba un aspecto muy diferente. Su cabello se había vuelto de color rubio platino y le llegaba casi por debajo del culo (cuando la vio antes era morena de pelo corto), sus tetas parecían dos sandías con unos pezones oscuros y de un diámetro que consideró exagerado, y su culo parecía mucho más saliente y redondeado a pesar de que no parecía haber crecido demasiado.
La boca de Brianna se abrió en una muda expresión mezcla de sorpresa, horror, etc. ¿A qué se dedicaban en aquellas oficinas? Avanzó un poco más y su sorpresa aumentó cuando vio que la chica practicaba una felación a un hombre del que no se podía ver la cara acompañada de Titty , la negrita. Ambas parecían entusiasmadas y lo hacían con verdadero frenesí, alternando aquella polla en sus bocas. Cuando una la tenía dentro la otra lamía los testículos del hombre y viceversa, hasta que éste se corrió sobre sus caras, empezando ambas a besarse y a lamer el semen depositado sobre ellas. Las imágenes la habían excitado, aunque supo controlarse para no practicarse un dedo allí mismo. Estaba nerviosa, no podía negarlo, por lo que se levantó para ver si bebiendo un poco de agua se calmaba. En ese momento sonó el teléfono y lo miró con cierta inquietud, ya que nadie sabía que estaba en la oficina…
Para Patrick en cambio no estaba siendo una buena mañana en absoluto. Se había despertado con un terrible dolor de cabeza y ganas de vomitar, por lo que se dirigió al baño achacándolo a la borrachera que había agarrado la noche anterior y recordando la que había montado en la fiesta, cuando el marido de Stephanie le había pegado un puñetazo en el ojo. Todavía sentía una molestia, pero dudó si habría ocurrido realmente ya que no presentaba ningún moratón. Realmente había un momento de la noche del que no recordaba nada en absoluto, todo era una laguna en su mente, y se preguntó cómo se había despertado en el sofá. Su mente era un mar de dudas que ni la ducha ni las aspirinas que se tomó a continuación lograban despejar. Se miró al espejo y pensó que no presentaba mal aspecto, por lo que subió al dormitorio para ver a su mujer para proponerle ir a comer a algún sitio. Su sorpresa fue que no estaba en la casa, por lo que la llamó al móvil para averiguar dónde estaba sin que este diese señal de llamada, lo que le extrañó ya que ella no solía apagarlo. Volvió a intentarlo varias veces obteniendo el mismo resultado, así que pensó pasar el día por su cuenta y que ella ya le devolvería la llamada.
Ya que aparentemente iba a pasar el día sólo pensó que sería buena idea darse una vuelta por el club de tenis al que ambos estaban apuntados. Podría jugar un par de sets, tomarse una cerveza con algún amigo y, quizá, estuviese por allí Tiffany, la morena a la que ya había tenido ocasión de follarse en un par de ocasiones, así que se vistió con su ropa de deporte, cogió la bolsa de las raquetas y se dirigió en su coche rumbo al club. Pasó allí toda la mañana aunque no jugó ni una sola bola. De repente, cuando empezó a jugar, su estómago pareció rebelarse protestando cada vez que intentaba dar una carrera por pequeña que fuera, así que decidió sentarse en la terraza y pedir una cerveza. Cuando se la llevó a los labios sintió unas terribles ganas de vomitar, por lo que la dejó sobre la mesa y encargó una tónica que, como esperaba, le hizo mucho mejor efecto. “Esto no es normal” , pensó para si mismo, pero de nuevo lo volvió a achacar a la resaca que aún retumbaba en su cabeza…
Brianna seguía mirando el teléfono que sonaba sobre su mesa, intrigada e inquieta, hasta que finalmente se decidió a cogerlo. Quizá fuese alguno de los trabajadores de la oficina que llamaba por motivos laborales. No sin cierto recelo levantó el auricular.
-
Oficinas de “GenDev”, dígame…
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Buenos días, Dra. Stewart
– dijo una voz de hombre al otro lado de la línea.
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Buenos días pero… ¿cómo sabe mi nombre?
-
Eso no tiene importancia ahora. Imagino que usted no sabe quién soy, pero creo que debemos hablar usted y yo…
-
¿Hablar? ¿Sobre qué?
-
¿Está usted utilizando su portátil…?
-
Pues…
– esa pregunta la inquietó un poco y dudó antes de responder.
-
Tranquilícese, Brianna, yo sé que sí. No se preocupe, no es nada malo… al menos para usted…
-
¿A qué se refiere?
-
¿Tiene conectado ese disco duro plateado suyo de 1 Tb en el que guarda sus fotos íntimas…?
-
Esto
– de nuevo dudó, ya que el conocimiento de su intimidad por parte de aquel hombre la inquietó. De alguna manera tenía acceso a su equipo, pero decidió ver hasta dónde llegaba la conversación – Sí, lo tengo conectado…
-
Perfecto. Abra la carpeta que le voy a indicar y échele un vistazo. Después la llamaré y quiero que me dé su opinión.
-
Espere un momento…
-
Buenos días, Brianna.
Se quedó un instante con el auricular en la mano, pero la comunicación hacía unos segundos que se había cortado. Lo que le dijo ese hombre la había puesto nerviosa, ya que parecía conocer muchas cosas acerca de ella que no sabía ni su propio marido. Intrigada cogió el ratón y movió el cursor hasta que localizó la carpeta con el nombre “Bimbo Inc.” y la abrió, encontrando archivos de diferentes formatos. Pinchó un pdf al azar y vio una especie de folleto con una rubia tetona arrodillada, vestida escuetamente con una minifalda y un top que casi mostraban más que tapaban. Sobre ella la leyenda “Bimbo Girls” , y debajo otra frase que en principio le pareció un poco humillante: “El lugar de una mujer es estar de rodillas” . Miró la foto y la cara de la chica le resultó extrañamente familiar, hasta que recordó que alguna vez la había visto por el edificio. Cerró el archivo y abrió otro, en el que se anunciaba una especie de salón de belleza llamado “Total Transformation Salon & Spa” que ofrecía un tratamiento revolucionario con un producto nuevo, una loción denominada TTSS que según la publicidad producía tranquilidad y relax hasta niveles nunca vistos antes. En otro archivo, una especie de presentación, mostraba una animación digital de cuerpos de mujer de diferentes complexiones, con variaciones sobre la forma de algunas partes de los mismos como las tetas o el culo. Así abrió varios ficheros más sintiéndose cada vez más como una polilla ante la llama de una vela hasta que volvió a sonar el teléfono.
-
¿Es usted de nuevo?
-
Sí, efectivamente…
-
Dígame qué quiere…
-
No, Brianna, mejor dígame usted qué le parece lo que ha visto.
-
Pues varios archivos, quizá lo que usted quería que viese.
-
¿Y qué le han parecido?
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Pues… no sé definir lo que pienso. Quizá extrañeza…
-
¿Intriga, atracción…?
-
Bueno, sí, puede ser…
-
Lo imaginaba… Verá, Brianna, quisiera comentarle algo que tal vez le interese.
-
¿A qué se refiere?
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¿Me aceptaría una invitación a comer? Esta conversación está resultando un poco fría, ¿no cree?
-
Verá, yo…
-
Acepte, por favor…
-
De acuerdo
– dijo finalmente – dígame dónde y cuándo…
-
Ahora mismo. Tome el ascensor y dígale a Jimmy que se ha citado conmigo, él la acompañará.
-
Nos vemos en unos instantes. Tiene usted que explicarme algunas cosas…
-
No se preocupe, responderé a sus preguntas gustosamente. La espero en 10 minutos.
Después de tomarse la tónica a Patrick le pareció que su estómago se tranquilizaba un poco, aunque su mujer no daba señales de vida. Eso por una parte le tenía intranquilo, aunque por otra le daba la oportunidad de hacer una visita de carácter “social”, así que llamó a Úrsula, una modelo colombiana que también trabajaba como escora en la ciudad. Los precios eran caros, pero la verdad es que el servicio era inmejorable. Esa chica tenía un don especial para tragarse toda su polla, cosa que pocas podían hacer, y su coño apretado y su culo eran una verdadera delicia, así que cogió el teléfono y marcó su número quedando con ella en media hora.
Nada más llegar al apartamento de la chica ésta le recibió como era costumbre en ella, tan sólo con un tanga y una bata tan fina que dejaba entrever sus tetas bien formadas. Casi de inmediato empezaron a besarse apasionadamente. Sus manos recorrían el cuerpo de la mulata mientras sus lenguas se entrelazaban en sus bocas y las manos de la chica le sobaban el bulto que se había formado bajo sus pantalones. Sin embargo, a pesar de estar cachondo a más no poder, el hombre no sentía la misma erección que en otras ocasiones y sentía una sensación extraña. La situación mejoró un poco cuando ella bajó sus pantalones y la liberó para asirla y empezar a masturbarle lentamente, haciéndole gozar de la caricia. Se despojó de la bata y se quitó el tanga para quedar totalmente desnuda ante él y que pudiese acariciarla a placer hasta que recorriendo su torso con sus besos y su lengua llegó hasta su polla en la que empezó a pasar la lengua por el glande y a darle suaves besitos. Siguió lamiéndola, recreándose en la labor que estaba haciendo, recorriendo todo el tallo hasta sus huevos que lamió y se metió en la boca alternativamente. Llegado el momento empezó a introducírsela poco a poco en la boca con sus manos acariciando sus pechos y su excitado clítoris mientras las manos de Patrick se apoyaban en su nuca y marcaban el ritmo de la mamada.
Despacio, poco a poco, ambos se dirigieron hacia la cama del dormitorio. En ese momento algo pareció destellar en la mente de Patrick y su polla se aflojó de golpe, quedando flácida en la boca de la mujer. Eso no le había pasado nunca, así que decidió jugar en su coñito rasurado con su lengua a ver si recuperaba la erección. Úrsula se dio cuenta de lo sucedido pero no dijo nada, no era nuevo para ella que a algún cliente le pasase, así que se dejó hacer tumbada sobre la cama con las piernas abiertas esperando la lengua de Patrick. Lo extraño ocurrió cuando apenas había dado tres lamidas a aquel delicioso y jugoso coñito. El sabor no le pareció tan agradable como siempre y, casi de inmediato, sintió nuevamente unas terribles ganas de vomitar que a duras penas pudo contener hasta llegar al baño. Eso preocupó un poco a Úrsula, ya que era la primera vez que a uno de sus clientes le pasaba eso, así que le preguntó si se encontraba bien y le ofreció una infusión para que su estado mejorase que Patrick aceptó agradecido. Mientras se la tomaba estuvieron hablando unos instantes hasta que él le dijo que volvía a su casa y que ya volverían a verse otro día vistiéndose y marchándose a continuación. Le costó conducir, pero finalmente llegó a su casa y se duchó para acostarse a continuación. En apenas unos minutos se durmió profundamente.
Después de haber comido con aquel extraño hombre, que se definió a si mismo como doctor, los días pasaron sin vicisitudes dignas de mención para Brianna, mientras el acuerdo al que habían llegado tomaba forma. El estado de Patrick, sin embargo, había empeorado ostensiblemente. Parecía estar más delgado, como si hubiese perdido algo de su espectacular forma física, aunque aparentemente estaba bien. Sin embargo, algo no funcionaba bien en su cabeza, y cada vez que pensaba en sexo su cuerpo se revelaba, como si se estuviese volviendo algo repugnante para él.
La prueba más clara fue cuando Brianna se presentó un día en su despacho, vestida simplemente con un abrigo largo. Tras pasar y cerrar la puerta se soltó su larga melena rubia y se lo quitó quedando totalmente desnuda y ofrecida ante sus ojos y, aunque la cosa pareció empezar bien, de nuevo la polla de Patrick permaneció flácida entre sus piernas sin llegar a la erección. Brianna, totalmente tranquila, pareció mostrarse comprensiva mientras se ponía el abrigo y salía del despacho tras darle un suave beso en los labios y decirle que le esperaba en casa.
Cuando Patrick salió del despacho sentía una extraña sensación, como si su esposa estuviese llevando a cabo un perverso juego con él. Empezó a sentir un enorme enfado hacia ella, así que decidió ir a un pub del que era cliente habitual a tomarse una copa para relajarse un poco, aunque lo que ocurrió fue que se emborrachó de tal magnitud que le costó llegar a su casa. Por suerte para él no se encontró con la policía ni tuvo el accidente que en su estado era más que probable hasta que finalmente llegó a su casa.
Atravesó el umbral y sintió un extraño olor en el ambiente, como si estuviese producido por una neblina muy tenue, y empezó a llamar a su mujer, aunque no de forma cariñosa precisamente…
-
¡¡¡Brianna!!!
Silencio…
-
¡¡¡Brianna!!! ¿Dónde estás, pedazo de zorra?
De nuevo el silencio…
-
¡¡¡Sal, zorra, sal y explícale a tu maridito lo que sea que le estés haciendo, grandísima puta!!!
Esta vez le pareció escuchar unas voces provenientes del dormitorio situado en la planta superior, mezclados con una especie de gemidos. Intrigado subió la escalera y encontró la puerta entreabierta, oyendo las voces de hombre que salían del interior y los gemidos aún más fuertes de una mujer. El espectáculo que vio cuando abrió la puerta hizo que su cordura bajase muchos enteros. Allí, sobre la cama de matrimonio, se encontraba su esposa aunque no de la manera que a él le hubiese gustado ver.
Estaba totalmente desnuda, cabalgando sobre la enorme polla de un hombre negro que parecía duplicar la masa de Patrick, sonriendo y mirando hacia la puerta, mientras otro negro situado detrás de ella encajaba otra enorme polla en su culo. Sus manos cogían sus tetas, que se bamboleaban ante sus ojos, y las amasaban pellizcando sus pezones, haciendo gemir de placer a la mujer que a esas alturas lo que hacía era gritar del placer que sentía con la doble penetración.
-
¿Te… te gusta, cariño? ¿Te gusta… ver lo pu… ohhhhh… putita que es tu mujercita…?
-
Pe… pero…
– apenas balbuceaba viendo el espectáculo porno que se desarrollaba ante sus ojos…
-
Dices que… que soy una zo… zorra, ¿no? Pu… pues ohhhhh… aquí me tienes, una pu…puta ah… follada por sus negros… ¡¡¡Y… es… una auténtica delicia!!!
Patrick contemplaba incrédulo la escena mientras los dos negros y su mujer le sonreían. Se sentía burlado entre la bruma del alcohol, como si aquello no estuviese sucediendo realmente, hasta que su mente no pudo aguantar más y cayó desmayado al suelo…
Lo que había ocurrido realmente no tenía nada que ver con lo que los ojos de Patrick habían creído ver. En realidad su esposa no estaba en casa, sino en una oficina contemplando las imágenes de la cámara acompañada del Doctor. Todo había sido una especie de sugestión hipnótica producida por un spray con el que un equipo de “Bimbo Tech” había rociado toda la casa. Cuando cayó al suelo cuatro hombres entraron en la habitación equipados con máscaras y lo depositaron sobre una camilla que introdujeron en una furgoneta que en realidad estaba equipada en su interior como una ambulancia, dirigiéndose a continuación hacia las dependencias de la empresa a las que accedieron mediante un ascensor auxiliar.
Cuando despertó se encontraba en una especie de sala aséptica, sentado en un sillón similar a los de los dentistas. Sus ojos se abrieron con dificultad, deslumbrados por la blancura de la habitación, hasta que finalmente pudo abrirlos totalmente. Su mente no terminaba de aclararse, pero intentó levantarse de la silla. Su sorpresa fue que no pudo hacerlo ya que sus muñecas y tobillos se encontraban amarrados. A pesar de ello volvió a forcejear hasta que se dio cuenta de que era totalmente imposible soltarse de la presa. En ese momento se abrió una puerta y entró una chica rubia realmente bella aunque con aspecto de bobalicona. Su pelo era largo, hasta media espalda, y llevaba un vestido ajustado y corto que apenas podía contener sus enormes tetas del tamaño de balones de fútbol, mientras que por abajo apenas tapaba la mitad de sus nalgas redondas, vislumbrándose los labios de su coñito. Sobre su pecho izquierdo llevaba una plaquita con el nombre “Kimmy”, así que dedujo que ese era su nombre.
-
¡Oh, qué bien! Ya te has despertado
– dijo sonriendo y dando alegres palmadas.
-
¿Quién eres tú?
-
Pues Kimmy, ¿cómo me voy a llamar? Lo pone aquí en esta plaquita
– dijo mientras la señalaba con el dedo – Lee: Ki–mmy…
-
Encantado de conocerte, Kimmy. ¿Me puedes decir dónde estoy?
-
Pues estás… ¿Dónde estás…?
– reía tontamente mientras hablaba – Kimmy no recuerda dónde estamos…
-
Kimmy… ¿estás drogada o es que eres tonta?
-
No, no, Kimmy no es tonta. Kimmy es muy buena y dulce y le gusta chupar pollas y que la follen
– eso le dejó atónito – ¿Te gustaría follar conmigo?
-
Pues me encantaría, eres muy guapa y estás muy buena. Vamos a hacer una cosa, Kimmy…
-
Dime…
-
Si eres buena y me sueltas te follaré, ¿de acuerdo?
-
Emmm… Me gustaría soltarte, pero no puedo. Eso es muy complicado para Kimmy…
Atónito pensó que Kimmy podría tener algún retraso mental o algo parecido, ya que su forma de actuar y hablar no correspondían con su aspecto, pero lo que le pareció más increíble es que la chica dijese que no sabía soltar algo tan simple como las correas que le sujetaban. Eso no era en absoluto normal y empezó a sentir cierta inquietud. La chica seguía parloteando con expresiones inconexas mientras daba vueltas a su alrededor, hasta que volvió a hablarle.
-
Kimmy se aburre mucho aquí, ¿tú no?
-
¿Cómo dices?
-
Estoy aburrida, me gustaría chuparte la polla o que me follases, pero el Doctor no me deja…
-
¿Por qué, Kimmy?
-
Kimmy es una bimbo estúpida, sólo sirve para dar placer.
-
¿Siempre has estado aquí, Kimmy?
-
Oh, no recuerdo desde cuando, pero creo que sí, que siempre he estado aquí…
-
¿No puedes probar a soltarme?
-
No, no, el Doctor me castigaría…
En ese momento sonó una especie de reloj que la chica llevaba en su muñeca y salió de la habitación. Volvió al cabo de un instante, esta vez acompañada de una espectacular chica morena, Tittie. Si Kimmy era guapa no lo era menos Tittie, y ambas se acercaron a la silla mientras sus tetas oscilaban ante sus ojos.
-
Mira, he traído a mi amiga Tittie.
-
Hola Tittie, encantado de conocerte.
-
Yo también me alegro. Estoy muy contenta de conocerte. ¿Sabes? Tienes una polla muy bonita…
-
Vaya, gracias. ¿Tú también quieres chupármela?
-
No, no, yo quiero que me la metas por el culo y te corras dentro de mí y me lo llenes de tu leche…
-
Pues si me soltáis os follaré a las dos, ¿de acuerdo?
-
No podemos soltarte, el Doctor nos castigaría. Pero nos ha dicho que te pongamos muy guapo, así que vamos a lavarte la cabeza con este producto
– dijo enseñándole un bote con las letras “TTSS”…
-
¿Para qué sirve eso
?
-
Pues te dejará el pelo muy bonito, más sedoso, y después te afeitaremos para que tu barba no pinche
…
Mientras decía esto acercó una especie de lavabo al cabecero de la silla y la reclinó hasta que el cuello de Patrick se apoyó en un hueco que había en el borde de éste. Abrió el agua caliente que empezó a caer por su pelo, produciéndole una agradable sensación de relajación y tranquilidad. Casi de inmediato sintió las manos de las chicas que masajeaban su cabello mientras empezaba a sentir un leve calor en su culo procedente de la silla.
-
¿Quieres que te pongamos guapo…?
-
Sí, quizá estaría bien. Ponedme muy atractivo, por favor…
-
Ya verás. Te vamos a poner tan guapa que no vas a querer salir de aquí nunca…
-
¿Cómo has dicho? ¿Guapa?
-
Ups, perdona, le lavo el pelo a tantas chicas que me he equivocado…
-
No te preocupes, no tiene importancia. Sigue, por favor…
-
¿Te gusta como te lavo el pelo?
-
¡¡¡Oh, sí, me encanta!!!
Esto último lo dijo casi inconscientemente, con la sensación de que la voz que salía de su boca no era la suya por el tono tan agudo que tenía. La sensación era tan agradable que estuvo a punto de quedarse dormido. Por instantes sentía como algo se desplazaba en su interior, como si dejase de ser él mismo y si su ser le abandonase y otra entidad empezase a tomar posesión de su cuerpo. El calor de la silla aumentó un poco y movió su culo con una sensación muy placentera. En ese momento sintió la voz de Tittie…
-
¿Cómo te llamas?
-
Me llamo Pa… Patrick…
-
¿Cómo has dicho…?
-
He dicho… que me llamo… Patrick…
Volvió a sentir la voz de la chica, esta vez muy cerca de su oído que le decía si no odiaba su nombre y si le gustaría cambiárselo.
-
¿Cómo has dicho que te llamas…?
-
Te repito, me llamo Pa… Patrick, pero…
-
Pero, ¿qué?
-
Ese es mi nombre, pero lo odio…
-
¿Odias tu nombre?
-
¡¡¡Sí, lo odio con todas mis fuerzas!!!
-
¿Por qué lo odias?
-
Es un nombre muy feo, no me gusta, lo odio.
-
¿Te gustaría cambiártelo…?
-
Sí, me gustaría mucho…
De nuevo aquella suave y sensual voz habló a su oído. Esta vez la pregunta fue más directa, con la intención de minar la poca resistencia que ya le quedaba. Estaba siendo demasiado fácil doblegarle, pensó el Doctor contemplando la escena a través de un cristal disimulado en un espejo. A su lado se encontraba Brianna, que también miraba con una mezcla de excitación y satisfacción. Aquel despojo humano le había hecho tantas putadas que de inmediato aceptó la propuesta que el Doctor le había hecho aquel día mientras comían de darle un buen escarmiento
-
¿Cómo te gustaría llamarte?
-
Pues no sé… Quiero… un nombre bonito…
-
¿Un nombre de putita…?
-
Sí, sí, eso estaría genial. Un nombre sexy, de putita dulce y complaciente…
-
¿Quieres que te folle?
-
¡Oh!, eso sería genial… Sentir una buena polla follándome…
-
Vaya, por ahora eso no será posible, pero quizá te gustaría tener un consolador en tu culo…
-
¡Sí, por favor!
La chica sonrió ante aquella respuesta, aunque ni ella misma sabía porqué, y manipuló una palanca que abrió una trampilla bajo el culo de Patrick. De ella salió un consolador negro, grueso y largo, con venas marcadas, que de inmediato se introdujo hasta el fondo del culo del hombre. Algo presionó la base de su nuca, como si le pusiese una inyección, mientras movía su culo empezando a gemir de placer…
-
¿Te gusta ese consolador?
-
¡¡¡Me encanta!!! Me está dando mucho placer…
-
Eso está muy bien, cielo… Pero dime, ¿cómo te gustaría llamarte?
-
¡¡¡Quiero un nombre de puta!!!
-
¿Eso eres, una puta…?
-
Es lo que quiero ser, una zorra follable por todos lados… Dar mucho placer…
-
Mmmm… ¿Te gustaría llamarte PattySlut…?
-
Oh, sí, PattySlut es muy bonito…
-
Pues ese será tu nombre de ahora en adelante…
-
¡¡¡Gracias!!!
Mientras hablaban no se daba cuenta de que su pelo crecía por segundos, cada vez más largo hasta que llegó a la altura del comienzo de su culo, y a la vez unas mechas de color rubio platino degradaban su color moreno.
-
Dime tu nombre…
-
Me llamo PattySlut…
-
¿Qué eres?
-
Soy una putita…
-
¿Y qué te gusta?
-
Me gusta que me follen. ¡¡¡Adoro que me penetren pollas muy gordas y duras!!!
En ese momento un tremendo orgasmo creció en su interior haciendo que de su polla manasen chorros de semen que cayeron al suelo, dejando al hombre/mujer, ya no se sabía lo que era, inconsciente en el sillón.
Al otro lado del espejo el Doctor ofreció una copa de brandy a Brianna, que la aceptó de inmediato. Lo que había visto había superado sus expectativas, había sido realmente increíble, pero el hombre le recordó que el proceso todavía no había terminado. En un acuerdo privado Brianna se había comprometido a desarrollar ciertas iniciativas para “Bimbo Tech” , algunas de ellas experimentales y que se probarían en aquel ser por primera vez en un humano. Sin embargo su ya pervertida imaginación por lo que había presenciado maquinaba algo más, un añadido que comentó con el Doctor y al que este respondió complacido. Brianna sentía deseo de entrar en la habitación y hablar con lo que había sido el cabrón de su marido, pero unas palabras del hombre la hicieron desistir hasta que el proceso no hubiese terminado. Le recordó que una parte de su mente todavía permanecía intacta, por lo que quizá pudiera reconocerla, y que sería mejor que hablasen cuando ya su mente estuviese totalmente devastada y sujeta a sus designios.
Las dos chicas soltaron las correas y depositaron el cuerpo sobre una camilla que se introdujo en un cubículo de cristal oculto en la pared. Accionando una serie de botones que el Doctor permitió que pulsase Brianna salieron dos tubos que se introdujeron en el culo y en la boca de lo que ya no era sino un triste recuerdo de Patrick, mientras una especie de funda de un material plástico cubría la polla. Dos agujas se clavaron en su cuerpo, inyectándole nano-máquinas que se encargarían de modificar tejidos y estructuras para favorecer la acción de las sustancias que entraban por los tubos al torrente sanguíneo.
El proceso fue relativamente lento, pero empezó a dar fruto al cabo de un instante. Las piernas empezaron a afinarse y tornearse, el culo se hinchó y redondeó las caderas mientras la cintura se estrechaba gracias también a las diminutas máquinas que habían desintegrado las costillas flotantes. Empezaron a crecer dos tetas que pasaron en breves instantes de ser dos medios limones a ser similares a las de la mayoría de las chicas que ya habían tratado allí. Por otro lado, su cara empezó a afinarse hacia unos rasgos totalmente femeninos, desapareciendo también la nuez de su garganta, mientras los labios crecían hasta triplicar su tamaño original gracias al colágeno que había sido inyectado.
Pero lo más fuerte ocurrió en los genitales, en un proceso que dejó boquiabiertos a Brianna y al Doctor, felicitándose ambos por las perspectivas que se abrían para la empresa. No querían que fuese una simple transexual, sino algo más exótico. Los testículos empezaron a separarse, formando lo que serían una especie de labios vaginales, mientras que la polla se replegaba hasta reducirse hasta ser del tamaño de un clítoris un poco más grande de lo normal. Habían pensado dejársela tal cual, pero Brianna dijo que no, que se la quería dejar intacta. Gracias a la ingeniería no sería difícil crear unos órganos de hermafrodita, aunque el pene permanecería escondido hasta que lograse tal excitación que lo hiciese crecer, incluso hasta ser más larga que antes, para que resultase todavía más espectacular y atrayente y pudiera complacer los más diversos gustos. Cuando se vació el tanque, PattySlut quedó tumbada sobre la camilla, inconsciente, hasta que el Doctor ordenó a las chicas que la llevasen a la ducha para adecentarla y eliminar los restos de fluidos de su cuerpo y la volviesen a sentar en la silla. Todavía permanecía inconsciente cuando unas agujas surgieron a la altura de su cabeza y la maquillaron de forma permanente, con unos labios de color rojo cereza jugosos y dignos de ser mordidos, rubor en sus mejillas y unos tonos verdosos en sus párpados, mientras las chicas procedían a anillar los pezones y a colocarle un piercing en el ombligo con el nombre, PattySlut , en una bonita caligrafía. Faltaba un toque, pero de eso se encargaría personalmente Brianna.
Lo había pensado todo para que la humillación de su ya exmarido fuese completa, así que se dirigió a una sala anexa y se desnudó. Cogió un arnés con un consolador doble que ajustó a sus caderas, introduciéndose el extremo más delgado en su ya húmedo coño, dejando el lado más grueso oscilando ante ella, mientras su mano cogía una fusta. Así ataviada entró a la otra habitación en la que Patty empezaba a despertarse.
-
Hola cerdo
– dijo en un tono autoritario que contenía el desprecio que sentía.
-
Eh… Hola… ¿Cariño…?
-
No me llames así, hijo de puta…
-
¿Qué… qué ocurre, Brianna? ¿Qué me está pasando?
-
Calla, cerdo. Para ti ya no soy Brianna, ni cariño, ni nada parecido. A partir de ahora soy tu Ama y tú mi perra…
-
Pe… pero…
-
¡He dicho que te calles!
– dijo asestando un fustazo sobre el pecho izquierdo que hizo a Patty chillar de dolor, un chillido realmente femenino que hizo excitarse un poco a Brianna.
-
Sí
… Me callaré…
-
Así me gusta, que seas obediente…
-
Sí… Ama –
eso último demostraba que su voluntad ya había sido doblegada.
-
¿Quieres saber qué ocurre?
-
Sí, Ama, por favor…
-
Verás… ¿Cómo empiezo…? Quizá deba empezar por el principio, cuando nos conocimos, pero sería muy largo. Tú sabes perfectamente de lo que hablo. Pero, en fin, es más sencillo: durante años he aguantado tu prepotencia, tus borracheras, tus infidelidades, etc., pero lo que ocurrió en la fiesta fue el colmo. Intentaste propasarte con la esposa de James Blackwood y éste, lógicamente, te puso el ojo como te merecías…
-
Pero… yo…
-
¡Silencio! El caso es que a partir de aquel día pensé que debía darte un escarmiento, así que este es el resultado
– le resumió brevemente el proceso, mientras Patty la miraba con horror – Cuando te inyecte esta solución ya no existirás. Tu cuerpo aparecerá en un barranco dentro de un coche ardiendo debido a que conducías borracho y te saliste, mientras que yo seré la heredera de todos tus bienes y de tu participación en el bufete. Seré mucho más influyente y poderosa que ahora, y gracias a mi trabajo en dos empresas tendré un futuro más que excelente.
Esto último lo dijo mientras se acercaba a la silla y acariciaba su rostro, pasando el dedo por sus carnosos labios, mientras rozaba el consolador en la entrada del nuevo coñito de Patty, todavía Patrick aunque sólo fuese mentalmente, provocando que empezase a excitarse. Cuando consideró que ya estaba bien lubricado lo metió de un solo envite, provocándole cierto dolor y que las lágrimas brotasen de sus ojos, a la vez que manipulaba la palanca que hacía salir el consolador anal. El pene de látex entraba y salía de aquella recién estrenada vagina, haciendo que Patty/Patrick empezase a sentir excitación y placer, hasta que el clítoris respondió como se esperaba y empezó a crecer hasta alcanzar su máxima expresión. Brianna lo cogió con la mano masturbándolo mientras seguía follando, hasta que consiguió un triple orgasmo gracias a la acción en polla, coño y culo. Estuvo follándole un buen rato, arrancándole una cadena de orgasmos, hasta que quedó desmadejado en la silla.
Sacó el consolador del interior de Patty y esperó hasta que se recuperó. La cogió del cabello y echó su cabeza hacia atrás para volver a hablarle.
-
¿Te ha gustado, puto mío?
-
Sí… sí Ama
– dijo con la más que evidente derrota en su voz.
-
Me alegro, porque desde ahora ya sólo pensarás en que te follen como la puta que vas a ser. Vas a adorar chupar pollas, sentirlas en tu coño y en tu culo, y que se corran en tus tetas o en tu cara…
-
Pero… me has engañado, me has dado algo…
-
No, perro, no te he dado nada. Esa loción simplemente era para relajarte, el resto ha sido cosa tuya, creo que en el fondo lo deseabas…
-
Pe…pero…
-
No te preocupes, no vas a sentir nada
– dijo mientras cogía la jeringuilla y la acercaba a su brazo – Tu mundo de ahora en adelante será maravilloso, serás una tonta “bimbo” feliz deseosa de sexo y de dar mucho placer…
-
Por… favor… no…
-
Chissst… Calla, cielo, relájate…
Sintió el pinchazo y como el líquido entraba en sus venas, mientras ambos mantenían la última conversación, al menos tal y como se conocían.
-
Patrick…
-
Dime, Brianna…
-
No sufras por mí. He encontrado a alguien que me quiere de verdad. ¿Recuerdas a aquel colombiano de la fiesta, Mario?
-
Sí, creo recordarlo…
-
Pues desde aquella noche no hemos dejado de follar. Por cierto… Vamos a ser padres...
-
Brianna…
– apenas pudo susurrar mientras las lágrimas pugnaban por salir de sus ojos…
-
¿Sí…?
-
Perdóname, cariño…
-
Cielo, no te preocupes, ya nada tiene importancia… Al menos ya para ti no…
Sus últimas palabras resultaron ininteligibles, mezcladas con el llanto, mientras mentalmente repasaba recuerdos de su vida y se arrepentía de cómo se había comportado con su mujer y de todo lo que había hecho, tanto a ella como a otras mujeres a lo largo de su inexistente vida de consumado galán y playboy, mientras su vista se nublaba poco a poco y los recuerdos se desvanecían en su mente, abandonándose en una agradable sensación de olvido y relax. Brianna, de pie ante la silla, observaba como los ojos poco a poco tomaban una expresión ausente mientras se mordía el borde del labio inferior, pensando en lo diferentes que podrían haber sido las cosas si aquel ser que tenía ante ella, su ya exmarido, se hubiese comportado de otra manera, si la hubiese tratado un poco mejor. Sin volverse hacia el espejo se dirigió al Doctor, que contemplaba la escena sin ser visto, mientras Patty sonreía estúpidamente y no dejaba de mirarse sus enormes tetas, deseando que alguien las magreara y se la follase como la puta ardiente que ya era.
-
Doctor…
-
Dime, Brianna…
-
Ya está hecho. Creo que Patty ya está lista.
-
¿Qué quieres hacer con ella?
-
¿Yo…? Nada. Es suya, Doctor, puede hacer con ella lo que le plazca. Sólo quítela de mi vista, por favor…
-
Mmmm... Tengo planes para ella. En cuanto a ti… Verás… ¿Sigue sin interesarte mi oferta?
-
Ya le dije que no, Doctor. Nuestras empresas seguirán cooperando, pero he decidido retirarme una temporada, vivir un poco la vida y, cuando nazca, cuidar de mi bebé…
-
Como quieras, querida. Si algún día te decides ya sabes dónde encontrarme.
-
No le quepa duda. ¿Quién sabe…? Quizá me decida, pero por ahora mi respuesta es no…
-
Está bien. Que tengas suerte.
-
Gracias, Doctor. Hasta la vista.
-
Adiós, Brianna.
Había pasado casi un año desde aquella última entrevista con el Doctor. Brianna acababa de darle el pecho a su bebé, una preciosa niña rubita de ojos azules como su madre, aunque con la piel con un ligero tono moreno de su padre. Mario era empleado de “Bimbo Tech” desde antes de aquella primera noche en que Brianna tuvo la ensoñación de que un desconocido se la follaba hasta la extenuación. La mujer le gustó de verdad, y los encuentros se repitieron muchas más veces a espaldas de Patrick hasta que Brianna decidió aceptar el ofrecimiento del Doctor, momento en el que ambos se decidieron a formar una feliz pareja a lo que se añadió el aliciente del embarazo de Brianna.
Salió del cuarto de baño, ataviada simplemente con un camisón de seda que marcaba perfectamente todas sus curvas. Sus tetas habían crecido por la leche que almacenaban para el bebé. Cuando llegó al dormitorio Mario estaba tumbado en la cama, viendo una película en la pantalla de plasma que ocupaba una de las paredes. Las imágenes mostraban una explosiva rubia platino de tetas enormes, PattySlut, que chupaba con maestría a cuatro patas la enorme polla de un musculoso negro mientras otro la follaba por detrás introduciéndose alternativamente en su coño y en su culo mientras su clítoris se había convertido en una erecta polla. La escena continuó hasta que ambos se corrieron sobre su cara y sus tetas.
-
Folla bastante bien, ¿no crees?
– Dijo Mario apercibiéndose de la llegada de Brianna.
-
Si, eso parece…
-
¿No te gusta verla…?
-
Ya sabes mi opinión, Mario. En su momento hice lo que consideré más adecuado…
-
Sí, ya lo veo. Mira que bien se lo pasa con ese par de negros. Creo que el Doctor hizo bien en mandarla a la casa de Madame Cong…
-
Sí, ya lo veo, pero prefiero hacer otra cosa…
Esto último lo dijo con voz mimosa mientras se tumbaba desnuda al lado de Mario y empezaba a acariciar su enorme y dura erecta polla mientras empezaba a besarle y a rozar sus tetas por su pecho. Unos instantes más tarde ya estaba a cuatro patas chupándola, metiéndosela en la boca y dándole una deliciosa mamada mientras le miraba a los ojos y él acariciaba su nuca con una sonrisa de placer en sus labios.
Si Brianna hubiese sabido lo que cruzaba por la mente de Mario hubiese dejado de chuparle la polla y se hubiese ido de casa. Mario sabía lo deliciosamente puta y complaciente que podía ser Brianna en la cama. Tenía interesantes planes para ella…