Bienvenido (2015)
Como siempre tu me esperas despierta pero esta vez no te arrojas sobre mi aprovechando mi momentánea indefensión al cruzar el umbral cargando con las maletas.
Tanto tiempo fuera de casa y tantos kilómetros recorridos hacen de cada retorno contigo, normalmente en la mañana de algún día laborable, un momento que justifica los esfuerzos y disgustos de los días pasados en tu ausencia. Como siempre tu me esperas despierta pero esta vez no te arrojas sobre mi aprovechando mi momentánea indefensión al cruzar el umbral cargando con las maletas.
-Bienvenido. -Pronuncias con tono suave y sensualmente modulado. Mientras esperas, con las manos elegantemente cruzadas a la espalda, a que deje mi carga y te de un beso al que respondes con apasionada entrega.
Tu vestuario es demasiado excitante para que mis abotargados sentidos lo perciban conscientemente. Soy consciente de los altos tacones, las medias blancas, y percibo con agrado ¿un vestido? que mi cerebro se muestra incapaz de identificar. Sin embargo el elemento mas importante se me esta escapando. Lo se, esta hay, disparando mi excitación, pero no consigo identificarlo.
Asumes la tarea de cargar y colocar mis maletas. El excitante repiqueteo de tus tacones intenta transmitirme un mensaje mas complejo que ¡excítate! Pero tus sensuales evoluciones mientras vacías las valijas absorben mis capacidades cognitivas. Lentamente me ayudas a liberarme del incomodo traje, y con anormal meticulosidad lo depositas en la maleta. Después, casi desnudo recostado sobre la cama, disfruto con tus encantadores esfuerzos para alzar el equipaje hasta el altillo.
Finalmente te arrodillas, con pose ensayada, en la cama. Tus ojos se desvían hacia la virilidad que, por ti provocada, intenta liberarse de los confines de mi ropa interior. Pero no te arrojas, como de costumbre, sobre ella. Si no que tímidamente tomas mi mano y la llevas hasta tu cuello, donde por fin soy consciente de que luces tu collar. Y entonces sonrió con comprensión, anticipación, y deseo.
Esos maravillosos Lunes. Eran poca recompensa por mis ausencias. Ahora tendrás quien no se separe de ti. Obtendrás, necesito creer, la felicidad que mereces